Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caminando entre dragones por Kaiku_kun

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya llego, ya llego :3 dulzura para todos jejeje


Recordad los que me leéis de apoyarme en www.facebook.com/kaikufics y en amorymundoyuri.forumfree.it <3 pls

29. Esa parte del plan de boda que nunca sale bien

 

Esto sucedió pocos momentos antes de entrar al juzgado:

—Mis padres ya están dentro.

—Bien.

—¡Kobayashi! ¡Tohru!

—¡Shota! ¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa con Georgie y Lucoa preparándoos.

—No he podido detenerlo —se disculpó Lucoa.

—No podéis casaros.

—¿Qué? No digas tonterías.

—¡No podéis casaros! ¡Un gran mal se cernirá sobre vosotros si lo hacéis ahora! Casaos en una semana, solas, sin nadie, sin nosotros. Es mi profecía.

Vamos a poner la pausa aquí.

Para entender esto, hay que retroceder unas horas, al día anterior a la boda. Kobayashi trabajaba ese día, haciendo horas extra con Takiya, pero Kanna, Shota y Saikawa no tenían colegio. Elma también se había librado de su trabajo y se había ofrecido a acompañar a Georgie y a Saikawa para buscarle un vestido a la pequeña. En cambio, Kanna y Fafnir habían salido a recibir a los invitados dragones, que se habían tomado la molestia de dar una alerta intuitiva a todos los dragones de la ciudad para que les recibieran, en vez de entrar sin llamar a la puerta.

Digamos que, hasta la aparición sorpresa de Shota, todo transcurría de forma normal.

*  *  *

El día de Georgie, Elma y Saikawa

—¿De verdad quieres un vestido tan ostentoso? —le preguntó Elma a Saikawa.

—¡Quiero deslumbrar a Kanna! Además… ella me ha enseñado su vestido y… —Empezó a enrojecer y se calló, sonriendo como una boba.

—Igualmente se te va a manchar durante la comida, recuerdo que es algo al aire libre.

—Yo se lo lavaré a la señorita —aseguró diligentemente Georgie, siempre en su papel.

—Como sea… —suspiró la dragona encubierta—. Recuerda que esto no es una competición. Da muy mala suerte ir más guapa que las novias.

Saikawa refunfuñó un poco y se guardó lo que pensaba para ella. Cuando vio ese día a Kanna vestida para la boda, aunque con el pelo sin arreglar como ella quería, se quedó tan prendada que no le dio tiempo de echarle una foto, ni se le pasó por la cabeza siquiera. Kanna le había preguntado “¿te gusta?” y no había podido responder nada coherente, aunque consiguió babear un poco y asentir con la cabeza.

Por eso, ella ahora buscaba provocar una reacción parecida. En su momento ya consiguió provocarla para conseguir un beso, pero le costó muchísimo. Esto iba a ser un auténtico reto, aunque tuviera que causar un desastre entre los mayores. Lo causaría. Un poco de mala suerte no era nada comparado con ver a Kanna con los ojos brillantes admirándola.

Significó pasar muchas horas en los barrios comerciales. Saikawa gobernaba su tropa con mano de hierro y exigía revisar todos y cada uno de los vestidos blancos que encontraba. Elma se quejaba abiertamente de ella, pero Georgie simplemente obedecía cumpliendo con su rol de maid.

—¿Es que no puedes coger solamente uno y ya está? Las tiendas van a cerrar pronto.

—¡No! ¡Ha de ser perfecto!

Fue curioso porque, cuando por fin encontraron “el vestido perfecto”, Saikawa no saltó de alegría o hizo ninguna posa triunfante u orgullosa. Se quedó mirándose en el espejo, sonriendo un poco, con nervios.

—¿Qué pasa? No me digas que este tampoco… —se deprimió Elma, que estaba hambrienta y hacía rato que se había terminado sus reservas de dulces.

—No, es… Es este.

—¿Ocurre algo, señorita? —le preguntó Georgie.

A Saikawa le costó decir lo que estaba pensando. Se quedó unos segundos imaginando a Kanna a su lado, con el vestido, y lo soltó sin querer:

—Quiero casarme con Kanna.

—Eso no es una novedad, lo habéis dicho ambas muchas veces. Sois muy pequeñas aún.

—No, no, esto es distinto. Quiero casarme con ella. No tengo prisa, pero lo quiero. No es una pataleta de niña.

Georgie confirmó esa versión: todas las veces que Saikawa había dicho algo parecido había sido como rebote contra alguien, por alguna queja sobre su edad, o porque pareciera muy infantil. Su hermana también confirmó que esa vez lo estaba diciendo en serio.

—Tendrás que esperar a ser mayor de edad.

—No me importa. La quiero.

*  *  *

El día de Tohru

La que estaba más nerviosa de todos obtuvo el deber más complicado, a petición de su prometida: recibir a sus suegros.

—Ah… estoy sudando, pero si ya les conocí… —renegaba ella sola, esperando en la entrada del edificio.

Avisaron de que vendrían en coche, que ya sabían llegar. Solamente había que esperar y no colapsar en el intento. Probablemente estaba así porque no se acostumbraba a tener que llamar a sus suegros “papá y mamá”. Ni así llamaba a sus padres biológicos.

Cuando el coche aparcó, hizo de tripas corazón y se acercó a recibirles.

—¡Hola, Tohru! —saludó la madre, dando un buen abrazo a su nuera—. Vaya, ¿siempre vas vestida de maid?

—Bueno, es mi papel.

—Está preciosa así —le replicó su suegro. Mientras saludaba a Tohru.

—No le tires los tejos por ser una maid, que la tendremos —se quejó de vuelta la madre.

Tohru se rio intentando ocultar su incomodidad, pero ambos suegros aseguraron que ese tipo de comentarios eran lo habitual y que eran broma. A la pobre dragona le pareció que sería muy complicado acabar de entender ese humor.

Les guió hasta el apartamento, que estaba limpio como una patena. Fue señalando las diferentes estancias, incluyendo la de Kanna, donde dormirían ellos esa noche, y también fue señalando las fotos que se habían tomado todos juntos.

—Sois una familia encantadora —sonreía la madre.

—Pensaba que tendríais reparos por ser dos mujeres.

—Teniendo en cuenta cómo vimos que crecía nuestra hija, qué la definía —reflexionó el padre—, acabamos pensando que estaría sola siempre. Nos hicimos alguna ilusión con Takiya, pero la primera vez que habló de ti… fue totalmente distinto. No tuvimos que quejarnos de nada. Sabíamos que ocurriría.

La revelación del padre acomodó totalmente a Tohru, que se relajó y pudo tener una charla más tranquila. Explicó el plan de Kobayashi de trabajar mucho para tener una luna de miel, por cutre que fuera, y que por eso no estaba ese día. También explicó que Kanna tenía otros planes con un amigo suyo (aunque claro, se ahorró la parte en la que confesaba que era dragones). Y también explicó que simplemente seguirían viviendo como hasta ahora.

—¿Os habéis planteado adoptar más niños? O, bueno, inseminación o algo así —preguntó la madre, ilusionada.

—En principio creo que Kobayashi ya tiene suficiente con Kanna —suspiró, recordando su longeva condición—. Además… Yo no puedo tener hijos.

—Vaya, lo siento, cariño —la abrazó su suegra.

Era verdad, si se referían a humanos. Ella había preguntado a Nidhogg en su momento, si podría tener hijos de alguna manera que no fuera con otro dragón, pero no había nada. No le hizo ilusión saberlo, pero tampoco la deprimió. Tener a Kanna como hija, aunque en su caso fueran amigas, le parecía suficiente. Compartían el amor por Kobayashi en todos los niveles que ésta desearía.

—Y ¿conoceremos a tus padres? —preguntó al cabo de un rato ella misma.

—Por desgracia sí… —suspiró Tohru, esperando que Kanna se las arreglara bien con ese pequeño desastre particular que era su familia de dragones.

—¿No os lleváis bien?

—No mucho. Mi padre puede ser muy destructivo.

Evidentemente, los padres entendieron otra cosa, no esperaban que lo dijera de forma literal.

Cuando por la tarde volvieron Kobayashi y Kanna (a distintos momentos del día), se encontraron con una casa animada y tranquila, aunque ambas inicialmente habían entrado de mal humor. Se les pasó todo mágicamente.

*  *  *

El día de Kanna y Fafnir

Había un motivo por el que Kanna había vuelto de mal humor a casa al final del día. No podía ser otro: el padre de Tohru. Apareció antes de hora y en el lugar menos indicado, a plena vista de todos. Suerte que se le ocurrió transformarse en humano.

—No debería mostrarse así. Camine como un humano —le sugirió toscamente Fafnir cuando se encontraron.

—Menudo incordio ser humano —se quejó.

Y no vino solo. La madre de Tohru también estaba, lógicamente, pero a quien no esperaban fue a Iruru. Estaba allí, sonriendo tranquilamente, volando, oculta a la vista de todos, con mirada de querer destruir algo. Bueno, como todos los dragones del Caos.

—¿Qué haces aquí? —le soltó sin contemplaciones Kanna.

—Me apetecía ver cómo eran las cosas aquí. Ver qué os interesaba tanto.

—¿Contenta?

—No mucho. Hay demasiada calma. Aunque supongo que a Fafnir le encantará, sin tener que defender a conciencia un tesoro.

—Iruru, sé más respetuoso con un dragón anciano. —Solamente lo decía porque Fafnir era mayor, no porque fuera de los más ancianos. El padre de Tohru hablaba raro.

Fafnir omitió cualquier comentario y se dirigieron todos volando hacia la montaña donde se celebraría el banquete de boda. Para darles un poco de vidilla, les dijo que tendrían que protegerlo sin matar a nadie ni destruir nada. Evidentemente, Fafnir y Kanna ya sabían que nadie se acercaría allí, pero los invitados no tenían porqué saberlo.

Una vez estuvieron allí, empezó el mal humor para Kanna:

—¿Sabes? Creo que me quedaré un tiempo por aquí. Solamente para pasarlo bien confundiendo a los humanos —se burló Kanna.

—No hagas eso. No tienes tanto poder aquí.

—¿Qué más da? Ellos no tienen ninguno.

—Eso no es cierto —repuso Fafnir—. Están mejor armados y hay magos entre sus filas.

Probablemente no debería haber dicho eso. Los tres invitados se interesaron por dichos magos y empezaron a buscarlo con su sentido.

—Oh, hay uno en esta ciudad. Deberíamos hacerle una visitita.

—No debéis. Tiene protección —añadió Kanna. No consideró sensato decir que Shota estaba protegido por Lucoa, el padre de Tohru montaría en cólera.

—Ah, entonces debe de ser muy débil —se rio Iruru.

Fafnir decidió no darles más cuerda tampoco.

—Recordad, tenéis que quedaros aquí.

Los dragones invitados se quedaron unos instantes quietos, en los que Kanna y Fafnir pensaron en irse ya, pero Iruru se aburrió enseguida y consiguió animar a los padres de Tohru para echar a volar. No mataban a nadie, no destruían ciudades, solamente planeaban. Y, evidentemente, los dos anfitriones tuvieron que seguirles para cuidarse de que no hicieran nada malo.

—Este mundo es muy aburrido… —rezongó Iruru—. Hay humanos por todas partes, muchos más que en casa, pero ninguno se pelea…

—Han mejorado un poco —replicó Kanna.

—Sin duda este es un mundo para Tohru —dijo su padre con desdén—. Aquí nunca pasa nada, aquí puede dejar de ser dragón cuando quiera. Apenas hay magia que usar en el ambiente. No entiendo como podéis ser felices aquí.

—Ni lo entenderás nunca —contestó la pequeña, visiblemente enfadada.

—Kanna —solamente dijo Fafnir, para controlar un poco a su amiga.

—¿Y ya sabe Kobayashi que viviréis miles de años sin ella? —canturreó Iruru, a propósito.

—Sí.

—¿Y le parece bien su egoísmo de teneros no mucho más de ochenta años amarrados a ella como lapas?

—Sí. Y a nosotras también. Deja de tener celos y búscate una familia de verdad. —Y así estalla alguien como Kanna. Iruru frenó en seco para mirarla desafiante, y los padres de Tohru se rieron con malicia por el comentario de la pequeña—. No me vas a hacer nada.

—¿Lo ha llegado a aceptar? —le preguntó Fafnir al padre de Tohru, con educación y sinceridad.

—Tohru volverá tarde o temprano sufriendo la condena que se ha buscado. Será feliz un tiempo. No puedo culparla por nada ni quejarme de ella, si es consciente de las consecuencias. Aunque sea con una humana.

El comentario relajó algo el ambiente. Iruru no estaba del todo conforme, la madre no dijo nada, Fafnir se quedó reflexionando sobre ello con su propio panorama y Kanna mataba a Iruru con la mirada. Todo volando en círculos por todo Tokio durante horas.

—Vete a casa —le recomendó Fafnir a Kanna cuando ya se hacía de noche—. Kobayashi y Tohru estarán preocupadas.

Ella se fue y el resto de dragones aterrizó en la montaña del picnic para descansar. Fueron largas horas en silencio, sin necesidad de dormir, apenas hablar, en las que Fafnir no quitaba ojo a sus invitados, como experto en protección de tesoros que era (aunque esta vez no lo fuera). Hasta que, ya en el día de la boda, los cuatro levantaron la cabeza hacia la ciudad.

—He detectado al mago —dijo Iruru. Los otros lo confirmaron—. ¡Vayamos a buscarle!

“Por Odín, ¿qué hace ese tonto de Shota usando sus poderes precisamente ahora?”, se quejó Fafnir, teniendo que perseguir desesperadamente a sus invitados. Iban derechitos a la ciudad.

Sin saberlo, los cuatro aterrizaron justo en el exterior del juzgado donde Tohru y Kobayashi se iban a casar. Todos se transformaron en humanos para pasar desapercibidos (o eso creían los invitados).

—Ese mago es amigo nuestro —dijo Fafnir, en un intento de detenerlos.

—Más motivo para enfrentarnos a él —contestó Iruru animada.

—¡Está aquí! —dijo un niño, Shota, desde el otro lado de una puerta—. ¡El mal está aquí!

La puerta se abrió y todos se encontraron frente a frente. Shota se puso en pose de batalla, protegiendo a las novias, hasta que Fafnir salió de detrás de los invitados.

—Son familia.

—¿Cómo que familia? ¡Si son el mal!

—¡Papá! ¡Mamá!

—¿Cómo que papá y mamá?

—Oh, hola, Iruru —saludó Kobayashi.

—¡Es que todo el mundo se conoce aquí! —se quejó Shota, que era tremendamente ignorado.

—¡Tú, mago! Si eres amigo de la familia, tenemos que ponerte a prueba —señaló Iruru a Shota.

—¡Cuando quieras, niña con alforjas como pechos!

Varios asistentes se rieron de ese comentario e hizo enfurecer a Iruru. Los padres de Tohru no parecían dispuestos a detener el combate.

—¡No quiero destrucción en mi boda! —saltó Tohru, poniéndose delante de Shota e Iruru.

Kanna salió de detrás de la falda blanca de Tohru con un vestido muy parecido al de su amiga y mató con la mirada a Iruru. Ésta alucinó con lo bien vestidas que iban ambas y reflexionó sobre lo importante que debía de ser ese momento para ellas.

—Está bien —admitió—. Volveré a por mi combate. Mientras nos podamos quedar ahora.

—Ni hablar —dejó claro Kanna, que amaba esa pequeña boda íntima.

—Fafnir, lleva a Shota y a todos los demás a la montaña. Nos veremos allí —le sugirió Kobayashi. Este asintió.

Kobayashi, Tohru, Kanna y los padres de la humana se quedaron por fin a solas. La boda en su parte más nerviosa y técnica iba a empezar.

Y, ¿saben que siempre hay una parte del plan de boda que nunca sale bien por alguna razón? Parecía que Kobayashi y Tohru se habrían librado de eso, pero no.

La recepción del juzgado saltó por los aires en una bocanada de llamas demoledora.

Notas finales:

Espero que os haya justado jeje este capitulo ha sido más bien raro de escribir porque quería aclararme un poco las ideas y creo que solamente lo hice más complicado jajaja


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).