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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

No celebro navidades como todos, así que para mí es otro día más para colgar cap. :P

39. Jotunheim

 

Loki y Tohru pasaron varios días juntos. Quedaban todas las mañanas en un sitio distinto de Midgard, lo que significaba que la dragona tenía que acceder por un portal en lugares distintos de Japón esos días.

—Es para no llamar la atención de otras criaturas —se justificaba el dios—. Muchas de ellas detectan la magia.

—Bueno —soltó Tohru, obviamente desconfiada y enfadada.

Por lo menos podía volver a casa todas las noches, sorprendiendo a su familia en la primera, y usó eso para restar importancia a su trabajo en Midgard. Kobayashi no hacía caso de las miradas de sospecha de Kanna y se contentaba con ver a su mujer volver a casa para cenar. Lo que sí hacía era preguntar por el día de Tohru, y ella, en lugar de ponerse nerviosa o enfadarse recordando a Loki, decía la verdad sin mencionarle:

—Hoy me han hecho recoger Ladronas de Aire.

—¿Esas flores amarillas tan bonitas y tan peligrosas que vimos en Midgard?

—Exacto. No sabía que tuvieran propiedades farmacéuticas. —Obviamente ya había contado que estaba reuniendo ingredientes para una poción—. Pero lo peor fue tener que pelearme con una manada entera de yaks resistentes al poder de las flores con mis sentidos nublándose. Tuve ayuda —añadió rápidamente luego, al ver la cara de susto de Kobayashi—, pero nos costó lo suyo apaciguarlos.

En realidad todo lo que había hecho Loki había sido transformarse en otro yak más grande que ellos y obligar a que se enfrentaran a él, mientras Tohru, en su forma de dragón, recogía docenas de esas flores. Lo gracioso fue que el dios se transformó en una hembra, así que todos los machos, los más violentos, perdieron la cabeza por la nueva criatura y la persiguieron “visiblemente” excitados*.

—Y ¿te queda mucho para acabar la poción?

—Quedan muy pocos ya, pero no están en Midgard. No sé si tardaré más o no esta vez.

Su familia la comprendió y la dejó descansar, pues estaba agotada. Lo bueno de aquello era que no tenía tiempo de pensar en remordimientos y tenía que admitir que estaba siendo divertido y refrescante esa aventura con Loki. Lo malo era que ya se acababa la parte divertida, pues Midgard era uno de los mundos menos peligrosos (para un dragón) y no sabía dónde le haría meter las narices el dios.

Lo descubrió la mañana siguiente:

—Nos vamos a Jotunheim, mi segunda casa —anunció Loki, nada más llegar la dragona—. Los jotuns, o gigantes de la escarcha, guardan dos ingredientes esenciales: un pedazo de hielo de su eterno palacio Utgard; el otro, es una planta con flor llamada Cabello de Freya.

—No parece muy complicado de conseguir…

—Pues lo es. En Midgard y en vuestro mundo, esa planta no tiene nada de interesante, pero los bosques helados de Jotunheim le otorgan propiedades muy propias de los gigantes: resistencia, energía, furia en batalla… Las pocas veces que los humanos se han hecho con un puñado de ellas, han relatado que incluso se transformaban por dentro.

—Debieron ser los berserkers.

—Sí, esos.

—Bueno, pues si los humanos las han conseguido antes…

—Exactamente, antes —cortó Loki—. Ahora están en peligro de extinción por su uso continuado entre los jotuns, así que ellos han decidido mantenerse pacíficos y jugarse unos pocos ejemplares en torneos de lucha libre, mientras el resto de flores se vuelve a expandir.

—¿Me va a tocar pelear contra un jotun?

—A mí no me dejan por ser dios, sino ya tendría esa flor. Me conocen demasiado bien.

—Pensaba que era por tus trampas.

—Sí, bueno, eso también.

Tohru se rio un poco de forma despectiva. A los dragones no les gustaban demasiado esos trucos y trampas. Lo único que compartían con Loki era su capacidad de transformación.

—¿Cómo conseguimos el hielo de Utgard? Ese hielo forma parte del propio edificio y solamente está allí, por lo que he oído.

—De eso me ocuparé yo. Tu presencia será un espectáculo inesperado en el torneo y, con suerte, atraerá a casi todos los gigantes del palacio y yo aprovecharé para entrar camuflado y coger un cacho.

—Lo robarás.

—¡Qué remedio! No lo regalan. Además, ese hielo cuando se deteriora de alguna manera suelta petardazos de alarma para que sea reparado, así que tendría muy poco tiempo para huir sin tu presencia en el torneo.

—¿Vas a robar mucho? —preguntó Tohru, intentando no perder los estribos.

—Nos basta con un bloque que quepa en dos manos humanas.

—Nos vamos a ganar muchos enemigos…

—No si no me ven. Lo dejaré como si se hubiera deteriorado. Ahora vamos, llegaremos tarde.

Loki abrió personalmente un portal y ambos notaron ya el frío de Jotunheim en sus carnes. El paraíso de hielo, nieve, bosque y montañas era como Alaska en invierno. Tohru nunca había estado, así que, como aparecieron a una distancia prudencial de Utgard, palacio de los jotuns, se dedicó a observar los paisajes y sus criaturas.

Allí todo era del tamaño adecuado para los gigantes: los árboles eran todos tan o más alto que una secuoya normal de la Tierra; las montañas eran altas, escarpadas, de aspecto peligroso, con una densa base de bosque; las plantas decían todas a gritos “tócame y te mato”, pues eran de colores chillones, o tenían espinas, o directamente amenazaban con sus movimientos bruscos, como si fueran plantas carnívoras; y, finalmente, como nota discordante, aparecían animales, todos enormes, del tamaño de toros como poco, pero todos quietos, pacíficos, pastando.

Entonces Tohru recordó a Uglunn, el simpático jotun que habían conocido al volver de la fiesta de Auðumbla, que era tan calmado. Quizás ese mundo agreste y peligroso solo lo fuera en los vegetales, pues sus criaturas eran de lo más pacíficas. Le costaba creer que los gigantes fueran tan agresivos gracias a esa flor, el Cabello de Freya, y que se pelearan para conseguir una.

No tardaron en avistar el palacio y el enorme pueblo a su alrededor. Tohru se sintió cómoda liberando su auténtica forma y voló por encima de los árboles hasta que los primeros gigantes, reunidos al alrededor de un enorme cerco, empezaron a señalarla. Ella no vio a Loki ya, que supuso que haría su parte del trabajo transformado en cualquier criatura.

—¡Tohru! —exclamó un gigante algo más pequeño que el resto. Tuvo que acercarse y aterrizar para darse cuenta de que era Uglunn. ¡Y era de los pequeños!—. ¿Qué haces aquí?

—He oído que hacéis torneos de lucha y me gustaría participar.

Tohru rezó para que no le preguntaran quién le había dado esa información. En lugar de hacerlo, los jotuns se alegraron a su modo lento y pacífico y la invitaron a acercarse al cerco.

—Hacía ya un par de décadas que ningún dragón quería ponerse a prueba con nosotros —explicaba Uglunn, mientras sus compañeros llamaban (para alegría de Tohru) a sus compañeros de palacio—. Siempre es un gran evento que participen.

—Me alegro de oírlo, estoy un poco oxidada y buscaba un reto.

—Pues lo has encontrado —dijo una voz más grave, pero igual de calmada. Era un gigante que le sacaba dos cabezas a Uglunn y no iba vestido de cintura para arriba—. Soy Börgur. Hoy lucharás contra mí.

—Será un honor.

—Igualmente. El ganador se llevará un ejemplar de Cabello de Freya. ¿Sabes qué es?

—No —mintió, sintiendo alivio porque Loki no le hubiera mentido a ella—. Parece algo poderoso si lleva el nombre de una diosa.

—Se trata de una planta que confiere a todas las criaturas mortales una fuerza y resistencia superiores. Actualmente, están en peligro, por eso casi no se usan.

—Pues me vendría muy bien, en caso de necesidad.

Börgur asintió, probablemente pensando lo mismo, y se dirigió al otro lado del cerco. Uno de sus compañeros abrió la verja y entró para hacer estiramientos. Ese cerco tenía el tamaño de un campo de fútbol, así que la pelea probablemente sería cuerpo a cuerpo únicamente.

—Vas a luchar contra uno de los más poderosos —le dijo con cautela Uglunn—. Estate preparada.

Estaba nerviosa. Incluso en su forma dracónica natural, Uglunn competía en altura con ella, y ya ni decir de Börgur, que parecía más musculado y definitivamente más alto.

Al cabo de unos minutos, un gigante del tamaño de Uglunn anunció el combate y dio las reglas mientras Tohru se posicionaba:

—No se permite ningún tipo de magia que no produzca involuntariamente el cuerpo. Si se usa, se descalificará al luchador. Dado que uno de los luchadores puede volar, se ha decidido que su vuelo no sobrepase la cabeza de su rival.

“Mierda, los vuelos rasos no se me dan tan bien”, pensó Tohru, “pero por lo menos me dejan volar, no lo esperaba. Börgur tiene que ser realmente fuerte si me dejan hacerlo”.

—¡Que empiece el combate!

Tohru se levantó sobre sus patas y rugió con fuerza, y usó la fuerza de sus patas traseras para darse impulso y usar ese vuelo raso que le habían concedido. Börgur se posicionó para recibir la embestida, como si fuera a coger un toro por los cuernos, pero la dragona giró en el último momento para ponerse a un lado y dio un giro sobre sí misma para que su cola le diera en toda la pata y le desestabilizara. Una bonita finta que dio su efecto, pues Börgur puso esa rodilla en el suelo por unos instantes.

—Eres rápida… pero veremos cuando te pille.

Tohru necesitaba seguir con esos vuelos rasos, aunque sabía dos cosas: que Börgur acabaría previendo sus cambios de dirección y que, si conseguía ponerle una mano encima, el gigante lo tendría mucho más fácil. Recordaba que Uglunn rezumaba hielo por todo su cuerpo, lo que seguro que afectaría las escamas de Tohru.

Así que siguió volando, rodeando a Börgur y soltando coletazos a sus piernas. Debilitarlas y poner en entredicho su estabilidad sería lo que le daría la victoria, pues el resto de su cuerpo parecía hecho de piedra, como quien dice.

Pero lo previsible ocurrió: el gigante consiguió acertar en uno de sus aspavientos y le dio un manotazo en una de las alas, que se enfrió considerablemente y empezó a cristalizar con hielo, aunque era una zona muy pequeña.

—¡Mierda!

—Ese hielo no te desaparecerá hasta que acabe el combate. Y como más consiga golpearte, peor será.

Era una carrera. Sabía que no podría volar para siempre, así que aprovechó las últimas idas y venidas hasta que sus alas se hubieron enfriado demasiado para remontar el vuelo. Por suerte, su cuerpo escamoso resistía mucho mejor ese efecto invernal que tenía Börgur y no le importó un cuerpo a cuerpo con él, en ese aspecto.

Tohru voluntariamente se enzarzó en ese cuerpo a cuerpo, en el que los dos se fueron al suelo, intentando dominar el otro. Börgur intentaba aplastarla con su peso, sabiendo que él era más grandote, así que Tohru optó por inmovilizarle las extremidades. Era de lo poco que había aprendido viendo humanos peleándose por la tele. El gigante se zafó rápidamente, sabiendo lo que su rival hacía, se levantó (y Tohru con él, por la inercia) y se separó de la dragona de un empujón, para luego cargar de nuevo contra ella en medio de la confusión. Tohru se vio de repente atrapada bajo toneladas de peso.

—¡Si esto sigue así, tendremos ganador! —proclamó uno de los gigantes que observaban la pelea.

A Tohru le encendieron los vítores hacia su rival, se revolvió lo justo para agarrar una pierna y un brazo a Börgur. Él intentó levantarse con el peso de ambos, pero la cola de Tohru llegó hasta la otra pierna y la estrujó como una serpiente con su presa. Börgur renegó, por la presión, y Tohru consiguió ponerle boca abajo. Apenas unos segundos después, el gigante se rendía.

—¡Victoria para el dragón!

Muchos de los gigantes la vitorearon y aplaudieron, entre ellos Uglunn. Tohru deshizo su abrazo mortal y dejó que su rival se levantara.

—Ha sido un combate excelente. Espero que vuelvas pronto a por la revancha.

—¡Desde luego!

Pues había sido bastante divertido. Un gigante menor a Börgur le dio su trofeo, esa flor de Freya tan poderosa. Ella la cogió con una garra. Evidentemente, era más grande de lo que parecía, así que sobresalía por todos lados.

—Me la guardaré bien —sonrió la dragona, olvidando por un segundo para qué la iba a usar.

Entonces aterrizó, cuando del palacio de Utgard empezó a resonar con petardazos como si chuzos de hielo se estrellaran contra un suelo de cristal.

—¡El hielo! —exclamó uno de los guardias.

—Ya es mala suerte, precisamente ahora… —renegó Börgur—. Ven, Tohru, por si acaso.

“Mierda”.

—Vale.

Tohru siguió a unos pocos gigantes al interior de Utgard, que realmente era como lo había imaginado: hielo cristalino en suelo y paredes, columnas de madera negra y piedra, también rodeadas de hielo, techos altísimos, más que suficientes para los gigantes. Había pasillos enormes que se perdían en la oscuridad, y los gigantes la guiaron hasta el final de uno de ellos, cerca de una ventana, donde faltaba un trozo de hielo del tamaño del puño de Börgur en una de las paredes, aunque había esquinas que ya se estaban recomponiendo.

—Parece como si alguien hubiera dado un golpe de cabeza ahí.

—Bah, se regenerará con el tiempo.

Loki había disimulado bien su “golpe de cabeza”. Nadie parecía sospechar nada, así que Börgur acompañó a Tohru a la salida. Él sí parecía que se lo pensaba.

—¿Pasa algo?

—No sé, el hielo no se rompe así con un golpe. En fin, puede haber sido cualquier cosa. Quizás algún dios entrometido que ha caído donde no debía, y a eso sí que no podemos quejarnos.

—¿Por qué?

—Odín y Thor solían venir a buscar guerra.

—Oh… —El plan de Loki era redondo, entonces. Seguro que ya sabía que los dioses se librarían de toda sospecha—. En fin, si se va a recomponer, no pasa nada.

—Claro, es un hielo mágico muy potente.

Luego, Tohru se despidió de su rival y de Uglunn, y se marchó volando, con las alas restauradas ya y con la flor en una de sus garras. Se sentía terriblemente mal por sus enormes amigos. No pensaba ver más a Loki ese día. 

Notas finales:

Nota: *Loki es un personaje que tanto en Marvel como en los mitos se le describe como de sexualidad muy abierta. De hecho, se transformó en yegua para tener sexo con un semental y engendrar al legendario caballo de ocho patas Sleipnir, montura de Odín. En fin, Loki no tiene tapujos en esto, y se le valora mucho por ello.


Dado que el próximo domingo es nochevieja, intentaré subir el capítulo antes :)


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