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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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41. Sangre para la eternidad

 

Tohru no fue consciente en ningún momento que no era la única que había viajado en secreto. Pese a que sus poderes de detección estaban activos, su ansiedad por el experimento con Loki había hecho que pasara por alto que Kanna y Lucoa habían desaparecido de la Tierra por unas horas.

Tanta ansiedad se debía, de nuevo, porque ya no podía hacer nada. Loki estaba preparando la poción en algún lugar remoto de Midgard, todos los ingredientes estaban ya preparados excepto la sangre de Kobayashi, y claro, la dragona estaba dando vueltas a sus remordimientos, enfrentados a las ganas que tenía de pasar la eternidad junto con Kobayashi. Tan insano, le parecía, podía ser ese amor.

Solamente quedaba encontrar una manera de conseguir sangre de Kobayashi, pero como siempre llegaba tarde a casa, apenas tenía tiempo con ella. Aprovechando que era domingo y que la mujer estaba con ganas de ayudarla, pensó que seguro que se haría un corte, usando el cuchillo con las verduras. No era capaz de hacérselo ella ni que fuera sin querer, así que dependía del azar.

Pero el azar estuvo de su parte. Por distraerse intentando darle un beso mimoso en la frente de Tohru, la humana se cortó en un dedo.

—Oh, corte —dijo, sin más.

—¿No te duele? Te traigo un algodón.

—No es nada… aunque me da un poco de cosa mirarlo.

—Ponlo en agua, ahora vuelvo —le dijo, yendo a buscar el botiquín. De paso, buscó algo para conservar una gota de sangre ni que fuera. Un vasito de sake bastó. Luego volvió y le ordenó—: No mires.

—Vale.

Suerte de la aprensión a la sangre de la humana… y eso que había sufrido mucho más en Okinawa, solo que esa vez no podía verse la herida. Tohru apretó levemente la herida de su espos y una gotita rodó hacia el vaso de sake.

—¡Au!

—Es el alcohol, ya sabes. Te va a volver a doler —la avisó, esta vez con el algodón de verdad.

—¡Au! —repitió.

—Aguántalo, en unos segundos te pones la tirita.

—Vale.

—Aix… ¡torpe!

—Por una vez que te quiero dar un beso…

Tohru quedó algo compungida por esas palabras. Puso la gota de sangre a buen recaudo y fue hacia Kobayashi, que estaba sonriendo como siempre.

—La próxima vez no intentes dármelo con un cuchillo en la mano —renegó, y luego sonrió y la abrazó un poco. Eso le alivió un poco la ansiedad del momento.

La sangre quedó conservada en un cristal que Tohru guardaba de Midgard. Estaba por ir a ver a Loki en ese mismo momento y echar ya la gota, pero él le había dicho que el orden de los ingredientes era muy importante, y que primero había que verter la sangre del dios y luego la de la pareja. Y para lo primero, necesitaban que las manzanas de la inmortalidad estuvieran recién entradas en el organismo de Loki.

El resto del día pasó sin percance alguno, salvo por algunas miradas sospechosas de Kanna. Tohru sabía que Kanna sabía que Tohru estaba haciendo algo reprobable. Lo que no acababa de entender ninguna de las dos era por qué no actuaban en consecuencia, reaccionaban, en lugar de simplemente mirarse. Ambas esperaban algo definitivo.

La mañana del lunes, todo el mundo se fue a trabajar a su manera. Tohru viajó a toda velocidad hasta Midgard, donde Loki ya la esperaba. Tohru enseñó el recipiente con la sangre de Kobayashi.

—Ya está.

—Bien. —Hizo una pausa para mirar a la dragona—. ¿Estás segura de ello? Hoy mismo se termina la poción.

—Adelante.

En su interior, algo le decía que acabaría interrumpiendo el proceso, pero si podía tener a Loki contento, mucho mejor. Además, estaba rezando en secreto para que Kanna la detuviera. Al final había decidido no incluirla en ese plan suyo, porque era muy pequeña. Era ley de vida que viera morir a su madre, fuera de la especie que fuera.

—A ello, no tenemos mucho tiempo. ¿Le darás la poción esta noche?

—Sí.

—Asegúrate de que la bebéis a la vez —le recomendó, cogiendo la sangre humana—. Es mejor no tentar a la suerte.

—Vale.

Loki se acercó a un caldero que sería poco mayor que una olla de cocina, mezcló un poco el potaje que se estaba cociendo lentamente y sacó un cuchillo, dispuesto a verter un poco de su sangre.

—¿Tú beberás? —le preguntó Tohru, en un arrebato.

—No serviría de nada. La sangre mortal no tiene efecto en mí.

—Entiendo.

Loki se cortó en un dedo y un par de gotas cayeron en la olla. Su contenido reaccionó y adoptó un color blanco como nebuloso. El dios mezcló de nuevo, y el color volvió a ser el del té.

—Ahora tú —dijo al cabo de unas horas mezclando—. Toma el cuchillo.

Tohru hizo lo mismo que el dios, y dos gotas cayeron en la olla, junto a la de Kobayashi, que Loki estaba añadiendo a la vez. La poción cogió color más propio de lo que acababan de añadir y, mientras Loki se aseguraba de que volvía a coger color de té, Tohru observó su piel regenerarse lentamente.

Otra hora después, Loki dejó de mezclar. Tohru se acercó a ver y se dio cuenta de que el contenido en color de té se había separado del agua normal como si fuera aceite, quedando reducido a poco más que una taza grande de leche. Dividido en dos, aquello sería fácilmente disimulable en una taza de té normal. Aunque no sabía si a Kobayashi le gustaba el té.

—Suerte —le dijo, entregándole la poción.

—Gracias. Aunque aún no sé qué recibirás a cambio.

—¿No es obvio? Me debes un favor muy grande. Te puedo pedir lo que sea en cualquier momento, y si no me ayudas, te fulminaré.

Tohru tragó saliva. Loki era como la mafia que había en la Tierra, voluntarioso, pero con un precio desmesuradamente alto. ¿Y si le pedía que traicionara a los suyos?

—No sé si cogerla.

—Y me cobraré ese favor aunque no lo hagas. He robado por ti.

Tohru le miró con rabia, cogió la poción en un reniego y salió volando lo antes posible.

Solamente tardó una hora en volver a estar a casa. Nadie había llegado aún, así que se puso cómoda y empezó a preparar el té encantado. Sería como una sorpresa para Kobayashi después de un día duro. Estaría relajada. No como Tohru, que estaba a punto de echar las tripas por la boca.

—Hola, ya estoy en casa —anunció Kobayashi—. ¡Y vengo con Kanna!

—Hola, bienvenidas —les sonrió desde el sofá, donde ya estaban las tazas de té preparadas. No esperaba que Kanna viniera con ella—. Te he preparado un té especial que he encontrado en el mercadillo, he pensado que estaría bien probar.

—No soy muy fan del té, pero vale, estará bien probar —respondió, quitándose el abrigo y la bolsa de trabajo.

Kanna les miraba de cerca. A ojos de Tohru, estaba acabando de atar cabos y era cuestión de tiempo que reaccionara.

—Toma.

Tohru le dio la taza de té cuando su esposa se sentó, y los nervios la traicionaron un poco, porque le tembló el pulso. Kobayashi se lo iba a llevar a la boca, y Tohru no pudo evitar mirar a Kanna de forma suplicante.

—¡No bebas! —gritó la niña.

—¿Qué?

—¡No es bueno!

—¿Qué pasa?

Tohru respiró hondo. Allá iba la confesión.

—Lo siento, Kobayashi —suspiró ella—. Esto es… bueno, si bebemos esto las dos, moriremos juntas a la misma edad, de viejas.

Kobayashi dejó la taza con calma en el plato. Su cara rezumaba ira, pero no era completa. Había algo discordante que Tohru atisbaba y eso le daba esperanza de que no hubiera sido del todo una mala idea.

—Otra vez a mis espaldas. Las dos. —Kanna bajó la cabeza—. Las dos lo sabíais y nadie se ha molestado en decirme nada. ¿Y mi opinión?

—Lo siento…

—No, ahora tengo cosas que decir, y preguntas también. ¿Sabes la de veces que me pregunté si había alguna manera de vivir más tiempo en pareja? Hablé con todos tus amigos dragones en su momento. Y no la había. Y cuando, en el último momento, tu padre me ofreció esa opción, de comerme un trozo de su cola… ¡casi me muero! ¡Podría haber muerto! Parece que no ha sido suficiente para que pararas de buscar.

—Fu-fue Loki, yo…

—¿El dios? ¡No me jodas! ¡Es un embustero!

—A cambio dijo que me pediría un favor muy grande…

—Explícame qué es esto —dijo, señalando la taza.

—Tiene una poción que equiparará nuestra longevidad para que muramos al mismo tiempo.

—¿Ah sí? ¿Y cuál es esa edad? Porque si son mis ciento-cincuenta años te saldrá muy a cuenta —se rio, destacando la ironía.

Y todo se desmontó. Ahí estaba la trampa de Loki. No le había dicho a qué edad morirían. ¿A la edad de Kobayashi? ¿A la suya? ¿En un punto medio? Si fuera a la de Kobayashi, solamente le bastaría a Tohru beberla, pues se ajustaría a la edad humana y ya está. Su ansiedad, su pesimismo y el miedo a la pérdida hicieron que mirara la taza con intensidad.

—No la bebas —dijo simplemente la dragona.

—Me dan ganas de hacerlo —le confesó Kobayashi, con más tranquilidad—. La idea de pasar miles de años junto a ti se me hace muy atractiva. Pero no sé si soportaría vivir sin mis amigos y mis padres tanto tiempo. Ya sé que hay muchos dragones en mi vida, pero… solamente tú y Kanna me dais ganas de vivir tanto. Y creo que es ley de vida que no suceda.

Kanna y Tohru miraban fijamente a la humana, con tristeza. Tohru estaba pensando seriamente coger su taza y bebérsela de golpe. Y, cuando sintió una tromba de energía dracónica pasar de su mundo a éste, sabía que se le acababan las oportunidades. Seguro que habían descubierto a Loki, de alguna forma. Cogió la taza.

—Yo sí que daría mi vida por no verte morir —confesó—. Tengo serias dudas de que pudiera resistirlo.

Alzó la taza, dispuesto a bebérselo, pese a las miradas asustadas de Kanna y Kobayashi. Un montón de dragones se acercaban por todas direcciones. Y un rayo fugaz rompió el cristal de la ventana y la taza, haciendo que todo el líquido se desparramara por el suelo. Tohru echó a llorar, apretando el puño donde había tenido la taza.

—¡Insensata! —exclamó una voz desde fuera. Era su padre—. ¡Era una trampa!

Lucoa, Elma y Fafnir entraron por la misma ventana, y detrás, su padre.

—¡Ya lo sé! ¡Ya sé que no viviría tanto! ¡Pero es mejor que verla morir!

—¡Cállate! ¡No tienes ni idea de lo que hablas!

—¿Qué está pasando? —preguntó Kobayashi, algo asustada.

Lucoa se sentó al lado de Tohru. Elma, de Kobayashi.

—Loki embrujó a Tohru —explicó Lucoa—. Lo ha confesado él mismo.

—¿Qué? —dijo en un susurro, la aludida.

—Antes, todos debéis saber lo que ha pasado, adecuadamente —intervino su padre—. Tohru y Loki han estado recolectando ingredientes para una poción, que incluía robar hielo de Jotunheim y sangre del dios y de vosotras dos. —Kobayashi miró de golpe a su esposa, recordando ese corte casual en la cocina—. Loki le aseguró a Tohru que esa poción le daría a Kobayashi muchos años y que moriría a la vez que Tohru, pero esa poción está hecha a la baja: moriríais las dos en la edad que normalmente un humano moriría.

—¡Eso ya lo sabía! —exclamó Tohru, con lágrimas en los ojos.

—¡¿Y pensabas abandonarnos a todos así?! ¡¿Sabes lo que habrías provocado?!

—¿Y lo del embrujo? —preguntó Kobayashi, sin apartar la vista de su mujer.

—La primera vez que Loki y Tohru hablaron, en Okinawa según ha confesado él, le bloqueó algunos de sus poderes y le echó un embrujo muy sutil que sacaría siempre a relucir sus dudas y miedos más profundos, y así siendo fácilmente manipulable para cualquiera… como ha conseguido Loki.

Tohru se sorprendió al escuchar eso. Loki había estado jugando con ella todo este tiempo. Quería matarla y hacer como si hubiera sido una temeridad suya, sin que nadie se enterara de nada. Quedaría como un accidente.

—¿Qué motivos tenía para hacer esa barbaridad? —preguntó Kobayashi.

—Ese ser despreciable lo ha confesado todo —aseguró el padre de Tohru—. Sabiendo que yo moriría en pocos siglos, y con Tohru fuera de su camino como uno de los dragones más poderosos, él conseguiría convencer a Nidhogg de forma parecida para que se uniera a su causa y transformarlo en una criatura horrible. Nidhogg comandaría al resto de dragones para dar inicio al Ragnarök de una forma distinta a la que predijeron los humanos.

Tohru hundió la cara entre sus manos, llorando. Había estado a punto de ser responsable del fin de Midgard y el resto de mundos. Kobayashi la abrazó.

—¿Qué ha pasado con Loki? ¿Cómo le habéis atrapado? —preguntó Elma. Ella, como Fafnir, solamente había ido a casa de Kobayashi por mensaje de Lucoa.

—Nosotros y un jotun llamado Börgur avisamos a Nidhogg y al resto de dioses de los movimientos de Loki. Además, el dios de la vigilancia, Heimdall, avistó a Tohru y a Loki en Jotunheim y comunicó a Odín lo que pasó allí. Los dioses persiguieron a Loki, que huía ya después de irse Tohru, hasta encontrarlo, y ahora está prisionero en Asgard.

—Qué rapidez. El mensaje lo dimos ayer —intervino Lucoa.

—Tienes que dar gracias a Kanna, hija mía —le dijo el padre de Tohru a su hija—. Ella descubrió que te veías con Loki.

—Se lo dije yo antes de irnos de Okinawa —balbuceó.

—En fin, creo que será mejor que nos vayamos —dijo convenientemente Lucoa.

—De acuerdo —coincidió el anciano dragón—. Pero mañana, Tohru debe ir a Midgard a que le ayuden a quitarse ese embrujo de encima. Te pasaré a buscar.

Tohru asintió. Elma dio un abrazo a Kobayashi, Lucoa a Tohru, y todos se fueron (por la ventana, claro). La familia quedó a solas.

—Lo siento…

Kobayashi y Kanna no fueron capaces de decir nada. Solamente se abrazaron a Tohru todo lo fuerte que pudieron y se quedaron así hasta dormirse.

Notas finales:

Ya sabéis a que huele, ¿no? Ya apenas queda nada. De momento, el fic sobrevivirá un capítulo más. ¿Qué os ha parecido el capítulo?


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