Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caminando entre dragones por Kaiku_kun

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya llega nuevo capítulo, espero que no os quedarais sin lágrimas en el capítulo anterior jujuju

13. No es oro todo lo que reluce

 

Después de aquel momento tierno entre Kobayashi y Kanna, el ambiente mejoró considerablemente. La humana seguía molesta con Kanna, pero sabía que se le pasaría y no le daba mucha importancia. Kanna no intentaba llamar tanto la atención, tampoco. Estaba más relajada. Todos estaban más relajados.

Tanto, que el viaje se empezó a poner algo pesado. Pasaban los días y cruzaban pueblos humanos, bosques, montañas, parando en tierra y volviendo a ascender con cautela, sin señales de dragones cerca.

—Pensaba que había más dragones —soltó un día Kobayashi. Sonó a queja.

—No somos tantos. Los humanos hacen un trabajo estupendo cazándonos —le replicó Tohru, algo molesta de tanta calma.

—Perdona. Estando aquí debes tener el cuerpo alterado.

Tohru no se lo dijo, pero volviendo a Midgard, además del mal humor ciego también volvieron antiguas ansias de violencia contra aquellos que les hacían más daño. Y no era la única. Fafnir estaba más callado y oscuro que nunca y Lucoa procuraba proteger a Kanna de esa influencia potente. Por suerte, la presencia de Kobayashi permitía que nadie cometiera una atrocidad y que las cosas siguieran “bonitas”. En eso, Kanna y Tohru tenían ventaja, usando a Kobayashi de escudo contra sus instintos.

Al final de otro fatigoso y aburrido día de vuelo, aterrizaron en el enésimo bosque. Kobayashi inmediatamente se sintió distinta de otras veces. No sabía qué era, pero había algo… distinto. Olía lo mismo, parecía que veía lo mismo, pero a la vez le era desconocido, más que de costumbre.

—Deberíamos aterrizar en otro sitio —sugirió Fafnir, con calma, observando su alrededor con precaución.

—¿Por qué? —Kanna no conocía algunos ambientes de Midgard por su juventud.

—Este sitio forma parte del reino de los elfos de Alfheim. Ha sido tocado por ellos.

Todos comprendieron. Alfheim era un sitio engañoso. Los humanos eran especialmente débiles ante la esencia de los elfos y siempre se creían lo que pasaba cuando esas criaturas andaban cerca. Los dragones sabían qué eran los elfos realmente y por eso estaban enfrentados.

—¿Dónde está Kobayashi? —preguntó Lucoa, con premura.

*  *  *

Una humana y un bosque maravilloso. Kobayashi se había adentrado sin pensar en ese sitio, mirando a todo con sonrisas enormes y ojos brillantes. Parecía que todas las plantas y árboles tuvieran un toque de luz especial, algo que hacía que todo el bosque reluciera, que fuera superior.

Una risita dulce rebotó entonces entre los árboles. Kobayashi se giró hacia esa voz, pero solamente vio una sombra pequeña echar a correr. Le había parecido Kanna, pero no era su voz. De todas formas, no le importó no descubrir quién era. Estaba entretenida mirando unos insectos parecidos a los caracoles moverse por el suelo del bosque. Era ridículo, a ella nunca le habían gustado, pero…

—Céntrate. Has dejado a Tohru atrás —se dijo, intentando recuperar un poco la compostura. En su momento de lucidez, notó que estaba lejos del grupo y que algo le pasaba a ese bosque, pues había parpadeado como una luz, por un segundo—. ¿Qué es este sitio?

Entonces, de nuevo esa luz especial hizo que se despistase. De la nada, apareció una criatura, alta, esbelta, bellísima.

—¿Eres… un elfo?

—Ssshhh… —solamente hizo este.

La luz se extendió de nuevo por el bosque y la sonrisa perversa del elfo, contento con su trabajo, absorbió la mirada de Kobayashi, quien alargó el brazo hacia él para encontrar solamente aire.

El elfo se había ido, y quién sabía si incluso nunca habría estado allí, pues Kobayashi tenía la sensación de que siempre había estado sola. Sola y con la mente nublada. La mayor parte de ella la impulsaba a seguir explorando. Una muy pequeña parte deseaba encontrar a Tohru y a los demás, sabiendo que eran algo conocido para ella.

Siguió andando, aventurándose más en las profundidades del bosque, pensando que llegaría a algún lugar especial que explicase todo ese fenómeno, incluso ese elfo que ya vagamente recordaba. Sin embargo, nada. Los árboles, todos iguales. Las plantas, todas igual de espectaculares. Y, de vez en cuando, aparecía un fruto rojo, al pie de un árbol al azar, parecido a la Baya Mordedora, pero más grande y con una forma más parecida a un pastelito.

Y cada vez era más apetecible.

—No es bueno que te apetezca —consiguió murmurar su lado desconfiado.

Pero allí estaba, delante de ese fruto, hipnotizada. Éste no reaccionó violentamente, como la Baya Mordedora. Era un fruto normal. Se lo llevó a la boca y mordió un trozo.

Y todo el hechizo se deshizo. Todo empezó a envejecer a su alrededor, a morir, a perder su luz, a cambiar de color. Con el bosque, ella sintió que se desmoronaba sin remedio, sin poder asombrarse, sin olvidar lo maravilloso que había sido todo.

“No lo debería haber mordido…”, pensó, como un susurro lejano.

—¡No te lo tragues! ¡Kobayashi, no te lo tragues!

—¿Tohru…? —Esta vez el susurro había conseguido salir de su boca.

Y su cuerpo no pudo reaccionar más.

*  *  *

Le pareció que eso había sido todo lo que había tenido que ofrecer en esa vida. Pero se encontró tumbada en la hierba, algo mareada aún. Miró débilmente hacia arriba, buscando esa maravilla que había visto, pero no estaba. Las copas de los árboles que veía eran normales. Y suspiró: por fin ese peso y esa niebla habían desaparecido de su cuerpo. Podría volver a ser ella.

—Kobayashi se ha despertado —anunció Kanna, en un susurro.

—¡Kobayashi! ¿Cómo te encuentras? —No podía faltar una Tohru atolondrada abalanzándose sobre la humana, claro.

—Bien, me encuentro… bien…

Entonces se dio cuenta de que no todo estaba bien. Sí que quedaba un poco de esa niebla en su interior. No pudo evitar levantarse un poco y besar los labios de Tohru con fiereza. Y, aunque pensaba que no quería hacerlo, que quería parar, esa niebla que aún tenía la desafiaba y estaba ganando esa batalla. Su cuerpo quería más. Tohru probaba de hablar, de quejarse, pero la humana no le dejaba un segundo para respirar. Al final, Kobayashi ganó una batalla más tumbándose encima de la dragona.

—Kobayashi, no eres tú. Es la toxina de ese fruto que te comiste —dijo ella en un hilillo de voz, cuando pudo alejar a la chica unos centímetros. Ese comentario hizo aterrizar momentáneamente a la humana y Tohru lo aprovechó—. Kanna, ve y dile a Lucoa que venga. Necesito su poder.

—¡Sí!

Eso fue todo lo que pudo hacer Tohru para salvarse de la lujuria porque, luego, sabiendo que en pocos instantes llegaría Lucoa, se dejó llevar por la tentación que le ofrecían. Sintió todo el calor que Kobayashi emanaba, olió su aroma mientras correspondía los apasionados besos de la humana. No se atrevió a avanzar por debajo de la ropa de Kobayashi, pero si lo hizo por encima: dejó que sus manos surfearan con comodidad por su espalda, como diciendo que ese cuerpo sería suyo algún día. La humana, incapaz de frenar sus instintos, le dio un pequeño mordisco y un lametón en el cuello a Tohru.

—Aah… —soltó ella, por la sorpresa—. Kobayashi, debes parar…

¡Más quisieran ambas! Toda la respuesta de la chica fue acariciar uno de los pechos de la dragona, para sentir bien su volumen y buscar su rigidez. Tohru enrojeció y sonrió de forma desatada, complacida por esa perversión que durante tanto tiempo había esperado.

Y justo entonces, cuando creía que la dragona no podría aguantar más y se lanzaría a por todas, apareció Lucoa.

—Oh, ya veo lo que está pasando… —dijo ella, con voz cantarina—. A dormir, cariño.

Con un gesto de su mano derecha, Kobayashi se quedó dormida encima de Tohru. Ella tardó unos segundos a recomponerse y a tumbar a la chica de nuevo en la hierba.

—G-gracias, Lucoa.

—Casi pierdes tu autocontrol —le comentó Lucoa, satisfecha, como si fuera algo habitual—. No sé qué pensará Kobayashi después de esto.

—No podía detenerme… —susurró ella, con un pequeño tono de lujuria aún presente. Sonreía y se preocupaba, todo a la vez—. Cúidala. Necesito aclararme la cabeza.

—Vale —aceptó Lucoa, de nuevo con voz cantarina y una risita, mientras veía a su amiga desaparecer entre los árboles.

*  *  *

Kobayashi tardó un buen rato en despertar de nuevo. Lucoa le había brindado un sueño pacífico mientras le durara el efecto de ese fruto y solamente despertó cuando el efecto desapareció.

—Mmm… ¿Dónde está Tohru? —Eso fue lo primero que dijo la pobre humana, que estaba rodeado por Kanna (agarrada a su brazo derecho) y Lucoa. Kobayashi recordaba absolutamente todo lo que había pasado y se moría de la vergüenza solamente de pensar.

—Hace un rato que se ha ido. Ya volverá. ¿Cómo te encuentras?

—¿Totalmente avergonzada es una opción? —Lucoa se rio, mientras que Kanna le apretó un poco más el brazo. Kobayashi sonrió a la pequeña—. Tranquila, no me ha pasado nada.

—Kanna, ¿nos dejas asolas un segundín? —le pidió Lucoa. Kanna asintió y se marchó corriendo con Fafnir, que parecía que estaba unos metros más allá, mirando el fuego de nuevo. Lucoa se sentó al lado de Kobayashi—. Te voy a contar lo que ha pasado…

Lo siguiente fue una explicación resumida: se había adentrado en un bosque tocado por los elfos de Alfheim. Ese “toque” es básicamente un engaño. Todo luce mucho más vívido, más esplendoroso, pero como más lo es, más viejo, decadente, tóxico y muerto es en realidad. Los humanos son los más débiles ante la magia de los elfos y por eso Kobayashi había caído tan fácilmente, pero los dragones ni les había afectado.

—Entonces… ¿todo era una mentira? ¿No había ningún elfo?

—Probablemente fuera una ilusión del pasado. Siempre dejan huella allá donde van.

Kobayashi miró a Kanna, recordando con vergüenza lo que había pasado con Tohru. Lucoa le dijo que la pequeña sabía exactamente lo que había pasado y por qué.

—Básicamente sabe que no eras tú. Kanna no se asusta con facilidad con esas cosas.

—Menos mal…

—Tengo que advertirte de algo.

—Dime.

—El toque de un elfo nunca desaparece del todo. Tú te has comido parte de su fruto, así que probablemente conserves algo para siempre.

—Oh, no, ¡dime que no te refieres a lo que creo que te refieres!

—Al parecer ha tenido un resultado positivo el que te comieras ese fruto: ahora y para siempre notarás más la atracción sexual. ¡Qué divertido va a ser!

—No, para nada… —suspiró, bajando la cabeza de golpe cual personaje de anime deprimido.

Entonces apareció Tohru, que no se había enterado de nada, preguntando de qué hablaban las dos amigas.

Kobayashi tragó saliva con miedo. Y más veces que lo tendría que hacer.

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado este capitulito :P nos vemos en el siguiente jeje seré feliz si me comentáis! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).