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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Ya he vuelto jeje no tengo mucho que decir aparte de que muero de migraña, así que a leer jaja

27. El padrino y la dama de honor

 

Kobayashi se acostumbró de malas maneras a esa manía de los introvertidos a sentirse ansiosos por las llamadas de teléfono. Desde que fueron a casa de sus padres, y durante cada puñetero día de la semana, su madre la llamaba para darle consejos sobre la boda, la gente que debería haber, si llenarlo de flores, si poner música, cosas así.

Tohru y Kanna se lo miraban desde la distancia y todo lo que oían era algo como “que te he dicho que no va a haber orquesta” o “¡ni hablar, que eso no me entra ni de coña!” o “Dioses, matadme antes de que llegue la boda”.

—Ve a abrazarla —le dijo el primer día Tohru a Kanna.

Los abrazos de Kanna siempre conseguían aplacar el estrés de Kobayashi y ésta se mostraba muy agradecida. Cada día, después de cada llamada desesperante de la suegra de Tohru, una de las dos dragonas la abrazaba para calmarla.

Hacia el final de la semana, después de una de esas kilométricas charlas por teléfono, Tohru se preguntó cómo vestiría Kobayashi para la boda. ¿Sería como un hombre? Le solían quedar mejor las prendas de hombre, pues tenía un cuerpo dispuesto a ello, para su desgracia. ¿Y si vestía algo ajustadete y simple? Como uno de esos modelitos de falda larga. Eso podría quedarle bien.

—Ya me puedo olvidar de ello… —susurró para sí, sabiendo que Kobayashi nunca se lo diría por pura vergüenza y para no traer mala suerte antes de la boda.

Y pese a que Kobayashi tumbaba cada propuesta de su madre y que volvía cansada todos los días del trabajo, los planes avanzaban bien: Irían a un juzgado en unas semanas para casarse por la vía civil (pues como que un dragón en cualquier tipo de recinto religioso quedaba, como poco, raro), y solamente traerían a Kanna, Takiya y a los padres de Kobayashi al jurado, como testigos. Habían alquilado por todo un día el mismo lugar donde Kobayashi y Tohru se conocieron y donde meses más tarde abrirían un portal a Midgard. No era un recinto protegido y quedaba cerca de algunas casas, así que se consideraba como un parque de ciudad (y eso que era toda una maldita montaña).

—Mientras nosotros vamos al juzgado, vosotros prepararéis las mesas y encenderéis el fuego. Así cuando mis padres lleguen no sospecharán nada de ningún posible dragón —explicaba Kobayashi al grupo, centrándose en Fafnir, Lucoa y Elma.

—Se presentarán mi padre, muy probablemente —siguió Tohru—. No sé si mi madre vendrá o si algún otro dragón lo hará, así que si vienen, obligadles a adoptar forma humana.

—Pensaba que no querías que se presentaran. O que preferirías el bloqueo de percepción —repuso Lucoa.

—Sería un problema logístico importante para mis padres —concretó Kobayashi—. Tropezar o chocar con “la nada” sería preocupante como poco. Bueno, y Saikawa y Georgie tampoco saben nada.

Parecía que iba a ser un caos, pero todo estaba muy bien pensado. Sabían qué comerían, sabían que serían pocos, sabían que NO harían caso de la madre de Kobayashi y no habría música, ni flores (¿qué mejor que la naturaleza?), solamente una especie de picnic enorme en el bosque.

Tohru agradeció que todo fuera tan bien. Había oído hablar de bodas desastrosamente estresantes, llenas de confusión y de gente y de detalles que siempre escapaban al control de todos… y la suya no era una de ellas.

Todo avanzó correctamente hasta que un día recibió una carta.

“Espero que no te hayas olvidado de que tienes otro compromiso pendiente antes de la boda. Nos encontraremos en tu tejado el próximo sábado. No faltes.

Tu dama de honor”

¡Ella no tenía dama de honor! Para eso era la boda por lo civil, para algo sencillo, sin sorpresas como ésa. Y podría ser perfectamente una broma de Elma para picarla o para robarle la novia. Bueno, eso último no se lo creía ella ni con todos los celos del mundo, porque acabaría con su rival antes de que sucediera.

La cuestión era que le chafaba los planes: había encontrado un desfile de maids al que le encantaría ir con Kobayashi como regalo para ambas, antes de la boda. Y era ese mismo sábado. Lo peor era que como era una sorpresa para su novia, no se lo podía ir diciendo así sin más.

“Mierda, ¿y ahora qué hago?”, pensó, apenada. Se miró de nuevo la carta. No podía pedir ayuda a nadie cercano a ella, probablemente sería el o la responsable de la carta y no le serviría de nada. “Pues acabaré rápido con ello y me iré con Kobayashi. Seguro que le hace mucha ilusión”.

Era un plan bastante chapucero, pero fue bastante decidida a hacerlo. Tampoco le diría nada a Kobayashi. Quería solucionarlo ella sola. Y, de hecho, hasta que no abrió la puerta del tejado el sábado, aún tenía ese plan.

—¡Tohru! —Era Kanna. Ya decía la susodicha que estaba muy vacía la casa…—. Te hemos convocado aquí por una razón.

Había una pancarta blanca en el suelo.

—¿Tú eres mi dama de honor? —replicó, soltando una risita de “pero qué adorable”.

—Lo es, lo ha escogido ella.

Lucoa, Elma y Takiya le acompañaban, aunque acababan de aparecer de debajo de su bloqueo de percepción.

—¿Qué es todo esto?

—¿De veras no lo sabes? —se burló Elma—. ¿Tú, la que siempre hablabas de bodas y cosas así?

—Tú no te metas.

—Esto es… —levantaron la pancarta—. ¡TU DESPEDIDA DE SOLTERA!

—¡¿Cómo he podido ser tan boba?! —renegó Tohru.

—Lo dicho —se rio Elma.

—¿Y qué haremos? ¿Fiesta? No, no, no, ¡comida!

—Algo mucho más interesante —susurró Lucoa, abriendo uno de sus ojos maliciosamente—. Algo que has esperado durante mucho tiempo.

Lucoa abrió un portal que llevaba a Midgard, en particular a una zona despoblada. Fafnir rio de forma tenebrosa y crujió su cuello. Tohru entendió.

—¡Eso SÍ es una despedida de soltero! —exclamó ella, animada y seria a la vez, crujiendo sus dedos dracónicos—. ¡Vamos a ello!

*  *  *

En otra parte del edificio, Kobayashi se arreglaba para salir. Había visto a Tohru volverse completamente loca durante la semana por esa misteriosa carta que recibió. Le extrañó que no le preguntara a ella, que precisamente lo sabía TODO de esa fiesta sorpresa, pero mejor así.

Le envió un mensaje a Takiya diciendo que ya iba para su casa.

El problema de que solamente tuviera un amigo de verdad era que… pues que no podían montar una fiesta sorpresa. Sí, vale, estaban Shota y Saikawa, pero eran demasiado pequeños para entender lo que iban a hacer ellos dos, que eran mayores. Probablemente Shota quedara incómodo.

—¿Todo listo? —le preguntó a su mejor amigo, cuando éste salió de su casa.

—Listo. ¡Esto va a ser genial!

—Como en los viejos tiempos… —suspiró ella.

Los dos amigos se sonrieron. Iban al desfile de maids. No era algo extremadamente popular, pero ellos dos iban desde la primera edición, justo después de conocerse. Era una tradición que con Tohru en casa se había perdido por dos años.

—Pensaba que querrías ir con Tohru.

—Bueno, los dos sabemos que vamos a babear como caracoles cuando veamos las maids. Imagina tener a Tohru y a Fafnir mordiéndose las uñas de celos e intentando llamar la atención…

—O destruyendo el desfile, directamente.

—Exacto.

Los dos se echaron a reír de buena gana. Los dos se ponían como locos en ese desfile, era ese pequeño secreto inconfesable que tenían entre los dos, como mejores amigos que eran.

—Espero que mi despedida de soltero te guste, como tu padrino he hecho lo que he podido —dijo Takiya—. Como ahora estás con Tohru y no le quitas ojo de encima…

—No babearé por las chicas, sino por los vestidos, y lo sabes. Babearé MUCHO.

—Creo que nadie que no sea tan friki como nosotros nos entendería —se rio de nuevo su amigo.

—“Mira como miran a esas chicas, oh, qué sexista…”

—Ah, cómo me cansaban esos pesados…

Caminaron un buen rato hasta que aparecieron en una calle bastante poblada y cerrada al tráfico. Allí, unas cuantas carrozas como de carnaval se desplazaban lentamente, con montones de sirvientas y maids encima y los alrededores.

—Vaya, ya ha empezado.

—Bueno, pero solamente han desfilado un par de carrozas de sirvientas tradicionales japonesas —comentó Kobayashi, mirando hacia el fondo de la calle, donde se veía la primera carroza de todas.

—¡Tienes razón, esto va a ir mejorando!

Takiya sacó un refresco de su neverita portátil (ya que no podían beber cerveza en la calle) y se lo pasó a Kobayashi. Estaban en primera línea.

—Ah, no entiendo cómo hay gente que puede convertir esto en algo sexual —se lamentó Kobayashi.

Takiya se echó a reír. Era un comentario a propósito, porque al final de todo del desfile había la carroza de maids de estilo francés, que era claramente algo sexual.

Cuando acabaron de pasar las sirvientas tradicionales, empezaron a desplazarse poco a poco a occidente (pues mostraron primero las sirvientas indias y de Próximo Oriente, las menos conocidas). Entre babeo y babeo y aplausos de los dos fanáticos, hablaban de cosas normales y con frases coherentemente formuladas:

—¿Se lo estará pasando bien Tohru en esa fiesta suya? —le preguntó Kobayashi a su amigo—. Seguro que malinterpretan el sentido de una despedida de soltero.

*  *  *

En un punto aleatorio de Midgard…

—¡¡MUERE, SABANDIJA INMUNDA, MUERE!! —gritaba Tohru a Elma, lanzando rayos y llamas por todas partes.

—¡¡TE VOY A DESINTEGRAR, PEDAZO DE LOCA!! —respondía ella con poderes parecidos.

Los otros dragones se tronchaban de risa viendo como no había manera de decantar la balanza.

*  *  *

—Bah, no te preocupes, seguro que sí —concluyó Takiya, sonriendo—. ¡Mira! ¡Ya llegan las victorianas!

Todo el refresco se les subió a la cabeza de golpe.

—¡¡Aquí, aquí!! ¡¡Preciosa, una foto con nosotros!! —gritaba Kobayashi, dejándose la voz.

—¿Ha mejorado tu vozarrón desde la última vez? —se rio Takiya, mientras hacía señas a alguna maid para que se acercara a hacer fotos. Era habitual en el desfile.

—¡Es culpa de Tohru! Aún se lo tendré que agradecer y todo.

Los gritos de Kobayashi volviéndose loca con las maids victorianas eclipsaron totalmente a los de Takiya, y finalmente consiguieron que una de las maids se acercara para hacerse una foto.

—Uau, ¡estás preciosa! ¡Foto!

Y ale, selfie de los tres con una maid victoriana. El álbum de fotos compartido de ese par de fanáticos aumentaba de nuevo.

—¿Nos atreveremos esta vez a llamar a una de las maids francesas? —se rio Kobayashi, cuando la maid victoriana siguió adelante.

—No sé yo… quedará muy pervertido.

—Bueno, mira los morritos sensuales que nos ha puesto ésta en la foto.

—¡Dios, me rio tanto cuando hacen eso, es ridículo!

—Menos mal que he hecho dos, la otra sale sonriendo normal.

—Qué cara de locos que tenemos… —se acabó riendo Takiya.

—¡Lógicamente!

*  *  *

Ya era de noche. Kobayashi estaba llegando a casa, muy cansada. La casa seguía vacía cuando entró, así que se quitó abrigos y demás, se puso el pijama y se quedó sentada en el sofá viendo la tele, esperando a que llegara Tohru.

Ella llegó apenas pocos minutos después. Su vestido estaba perfecto, pero ella estaba llena de magulladuras y heridas, el pelo lleno de barro y hierba y en sus labios una sonrisa radiante. Kanna entró detrás con un aspecto parecido, pero estaba tremendamente relajada y sonreía también.

—Creo que no habéis entendido el sentido de una despedida de soltero —dijo por segunda vez en un día Kobayashi.

—Era pasarlo bien, ¿no? ¡Eso hemos hecho!

—A ver si adivino: os habéis peleado hasta la saciedad en Midgard.

—¿Cómo lo has sabido?

—Elma me dijo que tenía una gran idea para la fiesta, y me pidió permiso para que cambiarais de mundo. Y no soy tonta —dijo con una risita socarrona.

—¡Nos has pillado! Pero ha sido genial.

Iba a acercarse a abrazar a su novia, pero ella la paró antes de que llegara al sofá y la mandó directa al baño con una seña. Kanna ya lo había previsto y ya había abierto el grifo incluso.

—Vaya desastres… —suspiró, mientras escuchaba cómo armaban jaleo.

Cuando salieron, Kanna se fue directa a la cama. Estaba agotada, pobrecilla. Kobayashi la arropó y se le fundió el corazón viendo cómo se quedaba dormida casi al instante.

—¿Qué tal te ha ido a ti? Perdona por no ir al desfile contigo…

—¡Oh, Takiya y yo hemos ido! Es nuestra tradición. Mira, tengo fotos.

Las fotos de las maids tradicionales, las indias, las de Próximo Oriente, la selfie con las victorianas, y antes de pasar a las últimas, Tohru se fijó que su novia tenía marca de pintalabios en una mejilla.

—¿Me quieres explicar esto? —la acusó, presionándole en la marca.

—Pues… eh… —balbuceó, riendo.

La última imagen de todas era Kobayashi gritando a las maids francesas con una gaseosa en la mano, y luego un vídeo hecho por Takiya en el que una de ellas se acercaba, se inclinaba sugerentemente a la chica, se hacía una foto con el otro móvil (probablemente el de Takiya, pues Kobayashi no tenía esa foto) y luego le daba un buen beso en la mejilla, con sus pechos apretándole un brazo.

—¡Kobayashi! ¡Qué pervertida!

—¡Lo siento! ¡Takiya me retó! Hacía años que nos desafiábamos mutuamente.

Tohru se echó a reír de buena gana porque, en el video, su cara era de vergüenza absoluta, pues no lo esperaba. Era castigo suficiente, para la dragona.

—No te preocupes, la próxima vez me vestiré yo como ella y te conquistaré —le dijo, mientras le quitaba el pintalabios de la mejilla y le besaba encima.

Kobayashi pensó que le saldría humo por las orejas de la vergüenza.

Notas finales:

Espero que haya sido de vuestro agrado, plis, visitad mi perfil! :)


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