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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Buenas lectorcit@s mí@s, espero que os esté gustando mucho jeje me alegro de ver a gente comentar, se hace raro XD 

Realmente espero que el fic dure mucho, ya veremos hasta dónde me llegan las ideas jaja

4. El dulce de la discordia


 


Desde que Elma apareció siguiendo a Tohru, había visto una faceta de la dragona que había esperado no tener que ver nunca: la de una Tohru seriamente cabreada y agresiva hacia una persona (bueno, dragón, en este caso). Esto no era como cuando se pensaba que Takiya me cortejaba y ella le odiaba por ello. No, esto no tenía nada que ver con nadie más que con ella. Sentía un odio casi irracional. Solamente toleraba la presencia de Elma si se lo pedía yo específicamente y si teníamos que colaborar juntas para algo, como aquella obra de teatro que hicieron con Kanna, Saikawa, Fafnir y Lucoa. Si no… ya podía vigilar que mi casa no quedara destruida.


Hace unos días, tuve un recordatorio bastante duro sobre qué significaba tener a Tohru y a Elma en el mismo espacio vital.


Todo empezó con una pequeña tontería: Tohru quería que le comprara un dulce.


—Ya te he comprado muchos esta semana… Que me voy a quedar sin dinero… —le dije.


—Pe-pero… ¡Bueno, vale! ¡Me ganaré ese dulce trabajando! ¡Va a quedar la casa más limpia que la frente brillante de Saikawa!


—Anda ya, pero si ese ya es tu trabajo…


—Ay… nunca conseguiré que Kobayashi me compre un dulce…


—Tohru siempre pide más —comentó certeramente Kanna. Yo me reí y Tohru se sonrojó.


—Venga, vamos a casa, que se hace tarde.


Tenía prisa por volver a casa. Los pies me ardían de caminar y de estar de pie en el tren, me pedían a gritos un respiro… Y haberme encontrado a Tohru y a Kanna haciendo al compra no me había ayudado.


En casa, nada más sucedió sobre ese dulce. Todo el mundo hizo vida normal y punto. Ningún invitado de sorpresa, ninguna extravagancia de Tohru, incluso Kanna estaba tranquilita recargando energía en el enchufe. Rara vez había tanta calma en casa, así que me tumbé en el sofá sin hacer nada.


Yo pensaba que todo había acabado… Qué equivocada estaba.


Al día siguiente, mi cuerpo ya se había recuperado. Era viernes, teníamos jornada reducida (afortunadamente) y eso significaba que tendría que acabar el trabajo pendiente en menos tiempo, pero que podría irme con Takiya a un bar si nos apetecía.


—Ten un buen día, Kobayashi —me dijeron las dos dragonas a la vez.


—Gracias —les sonreí de vuelta.


La alegría me duró poco, el tren estaba abarrotado, hacía un día tapado, caluroso y húmedo y encima casi llego tarde por el atasco de gente en la salida de la estación. Llegué alterada a la oficina.


—¿Qué ocurre? —me preguntó Takiya.


—¡La gente es imbécil!


Estaba tan enfadada que me dio igual no responder nada más que eso. Quería acabar el trabajo y volver a casa lo antes posible. Y si veía a algún conocido, se iba a tener que joder, porque le iba a ignorar descaradamente.


—E-esto, Kobayashi… —Era Elma, en la otra silla.


—¡¿Qué?! —La pobre me miró con cara de susto y me supo mal—. ¿Qué ocurre? ¿Está todo bien?


—Es que… ¡Lo siento! E-el ordenador… se ha vuelto azul…


—Oh, vaya… —Una pantalla azul con letras blancas era un problema del sistema bastante grave e imposible que sucediera con el programa que usaba Elma. Apenas estaba aprendiendo…—. No es culpa tuya, Elma, es que este es algo viejo y a veces hace tonterías. Te lo enciendo de nuevo.


El ordenador rearrancó bien. Por suerte, las lecciones que le había dado a Elma sobre preparar archivos y siempre guardarlos por si se iba la luz funcionaron muy bien, pues no había perdido más que unos cálculos en Excel.


—¡Gracias! ¡Te debo un dulce!


—No me debes nada, Elma, aprendes muy bien.


Compartimos un momento de sonrisas y me volví a mi sitio. Takiya ya estaba allí para recordarme lo que me esperaba en casa:


—Si Tohru llega a ver un momento así entre vosotras dos, vamos a tener un problema serio.


—No creo que por enseñarle cuatro cosas vaya a destruir la ciudad…


—Bueno, bueno, tú verás.


El resto del día transcurrió sin mayores problemas.


Cuando acabó, Elma sugirió que fuéramos al puesto de dulces de enfrente a comprarnos algo, para celebrar que había acabado la semana. Takiya aceptó encantado y yo… bueno, tenía una mala sensación, además que la dragona del Orden siempre buscaba cualquier excusa para zamparse media pastelería.


—Oooh, es que todos tienen tan buena pinta… Pastelitos… Helados… ¡Hay demasiados! —se iba quejando Elma.


—Es incapaz, la pobre… —comentó Takiya, con dulzura, con su helado de chocolate en la mano.


—Tampoco hay para tanto, solamente hay que coger uno y pagar… —Yo también tenía mi pastelito a medio comer.


—Ya pero… —balbuceó Elma. El vendedor no sabía qué cara ponerle, pero menos mal que era paciente con ella—. Todos tienen una pinta alucinante…


Ya empezaba a hartarme, así que cogí la mano de Elma y, sin mirar dónde la ponía, la solté encima de un dulce.


—¡Este! ¡Y te lo pago yo, para que no puedas cambiar de opinión!


—¡Oh! ¡Gracias, Kobayashi!


Fue el segundo de dejar las monedas y quitar el brazo de Elma de en medio el que me salvó de conservar mis brazos. Un rayo de energía había barrido completamente el puesto de dulces en un abrir y cerrar de ojos. No tuve tiempo de reaccionar, solamente me quedé mirando al vendedor, que también se había salvado por un pelo, estupefacta.


—¡Todos a cubierto!


—¡Es la guerra!


—¡Kobayashi, muévete!


Todo iba a cámara lenta. Me giré hacia el origen del rayo, a la vez que Elma se ponía delante de Takiya y de mí para protegernos de un segundo rayo. Ella creó un círculo mágico que absorbió el segundo ataque. Me encontré siendo protegido por un supuesto enemigo, y en un punto muerto. Takiya acabó arrastrándome fuera del improvisado campo de batalla.


—¡Elma, esta vez te voy a borrar del mapa! ¡Kobayashi es territorio prohibido y lo sabes!


—¡Ella no ha hecho nada! ¡Lo estás malentendiendo!


Yo quería decir algo, pero la pelea pasó a mayores y ambas se transformaron en dragonas para potenciar sus poderes. Ni se molestaron en ocultarse o en echar a volar para que el resto de la población no se viera afectada.


—¡Id con ella! —nos ordenó Elma.


—¡Vale!


Seguía sin ser capaz de reaccionar, así que Takiya me arrastró por una callejuela, para dar un rodeo hasta donde estaba Tohru sin que nos pulverizara de un solo ataque.


—¿De veras creías que te ibas a librar así sin más? ¡Te dije que te traería problemas!


—Pero es que realmente no era nada… —balbuceé. Conforme iba pensando en palabras, iba cambiando mi humor.


Cuando llegamos hasta Tohru, ya me había recuperado. Kanna estaba allí también, sorprendentemente, en un rincón, escondida.


—Cariño, ahora va a acabar todo, ¿vale? —le aseguré a la niña.


—Kobayashi no debería acercarse a Elma…


La pobre me dio tanta pena, estaba con los ojos cerrados y las orejas tapadas para no tener que ver ni oír a su hermanita tan enfadada. Kanna ya estaba acostumbrada a las peleas y el ruido, pero no al odio y la ira.


—Takiya, quédate con ella.


—Vale.


Me acerqué a Tohru dando pisotones como una loca y le di un par de ostias bien dadas a una de sus patas. Me hice bastante daño, porque las escamas de Tohru eran más duras que el hormigón, pero sirvió para que dejara de comportarse como una psicópata y me prestase atención.


—¡¡Tohru!! ¡¿Qué demonios te crees que estás haciendo?! ¡¡Vuelve a poner todo en su sitio ahora mismo!!


—¿Kobayashi? ¡Estás aquí! —Y se volvió a transformar en humana. Mientras tanto, Elma huía volando, camuflada—. Pensaba que estabas con Elma, y… yo… bueno…


Se fue dando cuenta de lo que había hecho. Luego vio a Kanna en un rincón y fue directa a abrazarla.


—Lo siento, Kanna, no quería…


—No pasa nada. Kobayashi no debería comprarle dulces a Elma delante de ti.


—¡Jooo! ¡Yo también quería un dulce comprado por ti!


Y de repente, todo había vuelto a la normalidad. Tohru reparó todos los desperfectos con sus poderes y desmemorizó a los testigos sin dificultad alguna. Lo más gracioso y que a la vez me cabreaba, es que se lo había tomado como un ataque de celos cualquiera, como los que era normal que tuviera.


—¿Cómo puedes estar ahí como si nada después de lo que acabas de hacer? —le espeté.


Ella bajó la cabeza. Otras veces había tenido celos de Elma y hasta la había mandado al cielo con uno de sus rayos, pero nada como esto… Yo no lo entendía. Pero, al parecer, Kanna sí.


—Tohru ha estado sin gastar energía muchos días. Si la acumula, un ataque de celos cualquiera es un peligro.


—Y si es un enemigo natural como Elma, debe de ser incapaz de controlarse —la apoyó Takiya. Kanna asintió—. ¿Por eso está tan desorientada?


—Si Tohru enloquece en días de sobrecarga, solamente ve a quien quiere atacar y se olvida del resto.


—Caramba, Kanna, eres un pozo de sabiduría para ser tan joven —le felicitó Takiya, con una sonrisa. Ella lució agradecida por el halago.


—Me lo contaron mis padres. A mí también me pasa.


Miré a Tohru, que seguía cabizbaja. Ahora podía entender su sorpresa al verme a su lado mientras atacaba a Elma. Ni tan siquiera sabía que me había movido. Debía de haberme visto de la mano con la dragona y ya solamente la supo ver a ella.


—Lo siento, Tohru. Todo está arreglado, ¿vale?


—No, ¡lo siento yo, Kobayashi! No debería… No puedo… —Estaba a punto de echarse a llorar. Me dio una pena tremenda—. No me acuerdo de nada después del primer ataque…


—No hace falta. Elma se ha ido y yo estoy aquí.


Le di un abrazo. Lo necesitaba de veras. Y yo también. Ella me correspondió y me agarró con bastante fuerza. No me pude librar de ella en un par de minutos, pero el último medio minuto ya estaba sonriendo y diciendo tonterías.


Menudo peligro de criatura.

Notas finales:

Este ha sido distinto a los anteriores, y es que tenía ganas de meter a Elma jeje espero que os haya gustado, comentad!


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