Mi vecino Levi! por HATOaneue

Mi corazón se sentía destrozado. No había podido pegar ojo en toda la noche, lo único que tenía presente y constante era la imagen de la espalda de Levi y esa sensación ardiente en los labios que aquel hombre me causó. Tan doloroso pero excitante al mismo tiempo, ¿qué fue aquello que se le cruzó por la cabeza para besarme de esa forma?. No tenía la claridad suficiente para encontrar respuesta a aquello ni a nada. Mis pensamientos se enredaban y deslizaban como el fideo en la sopa.

Incorporandome pesadamente recorri mi dormitorio con la mirada, sin poder localizarme exactamente. Gritos de auxilio de mi madre desde la sala que llamaban por mi lograron traerme nuevamente a la realidad. Dándome un golpe en el cachete y friccionando con fuerza mis labios contra la manga de mi pijama traté de borrar el agridulce recuerdo y corrí hacia la voz que me llamaba insistente.

- ¡¿Qué pasó?!- Grité al apenas traspasar la puerta con preocupación. Me encontré con mi madre sosteniendo aquel estante fatídico que estaba a punto de caerse.

- Quería desempolvar...- Rápidamente me posicioné detrás y la ayudé a empujarlo para reposicionarlo.

- ¿Te encuentras bien? ¿No te has lastimado?- Pregunté y luego guardé las pocas cosas que se habían llegado a caer junto con aquellas cartas. Todo parecía querer recordarmelo, mi pecho dolía.

- Estoy bien, solo me di un gran susto... Gracias- Alguna fuerza extraña de desear un consuelo o un poco de cariño me llevó a abrazar a mi madre, aunque ya fuera más alto y menos tierno ella me correspondió con calidez, aliviando el dolor. -¿Ocurrió algo?- Preguntó con un tono que pude reconocer de sorpresa.

- No realmente- Me solté tratando de mostrarle mi mejor sonrisa, una fuerte soledad me invadió. -¿Y papá?-.

- Está arreglando los asuntos para el viaje. Yo estoy acomodando la casa para el sábado que será la fiesta de despedida!

- Woah! ¿Fiesta de despedida?- Me puse a ayudarla en los quehaceres.

- Sí, vamos a invitar a algunos amigos nuestros y a Levi.- Me había empezado a animar hasta que escuché ese nombre. El dolor punzante regresó.

- ¡¿Le-Levi?!- comenté inconscientemente.

- Sí, también es amigo nuestro, ¿Qué te extraña?

- ¡A-Ah! Sí...- Esperaba profundamente que en ese caso no hubiera espacio para mi en esa mesa.

Ya habiendo desayunado seguía dándole vueltas a lo mismo una y otra vez, el mediodía se acercaba. Mamá, nuevamente trayendome a la realidad con el chasqueo de sus dedos me preguntó. -¿Me escuchaste Eren?- sus ojos me miraban con cariño.

- ¿Qué pasó?

- Te pregunté si me podías hacer las compras...- Había apoyado sobre la mesa un papel con una lista escrita, no tardé mucho en responder esta vez.

- ¡Sí!- Tomé la lista y fuí a cambiarme.

Unos pantalones comunes con una camisa y un suéter eran suficientes para el clima primaveral que parecía tardar en llegar a mi vida, absurdamente cursi. Me preparaba para calzarme mis mocasines cuando apurada Mamá recordó. -¡Té! Me olvidé de anotar té- Le devolví la lista que pronto regresó nuevamente a mis manos pero ahora al final se leía "Té negro". ¡Ja! Parecía una tragicomedia. -Gracias, ten cuidado con los coches- Me despedí con una sonrisa nostálgica. Sabía que si hablaba lo más probable era que se efectuara un sonido lacrimoso. Cerré la puerta tras de mi, acelerando el paso para evitar cualquier encuentro desafortunado.

Durante el camino la fuerte escencia de las flores o la suave melodía de los pajarillos eran relajantes, aunque eso no calmaba el dolor y el nudo en mi garganta era cada vez mayor. Me seguía preguntando, ¿Qué lo llevó a besarme así? ¿Existía, acaso, la ínfima y remota posibilidad de que nuestros sentimientos sean los mismos y si yo pudiera decirle los mios este dolor desaparecería? ¿De dónde sacaría ese valor? El temor no cesaba.

Llegando al supermercado una familiar y agradable voz llamó mi atención.

- ¡Eren!

- Armin...- Frené mi paso, el joven rubio se acercaba trotando. -¿De compras?

- ¡Sip!, ¿Tú también?

Reí desganadamente -Si, me encargaron la lista- Chequé con mi mano traerla en el bolsillo.

- ¿Vamos?- Preguntó, yo asentí. Esto podría ayudarme a olvidar aunque sea por un momento.

A medida que avanzabamos por el recinto cada uno agarraba el producto que necesitaba, hablando de distintas cosas me divertí bastante. Luego de un rato ya ambos teníamos todo y procedimos a pagarlo.

- ¿Armin?

- ¿Hmm?

- ¿Tienes el sábado libre?

- Sí, ¿qué quieres hacer?- Tomé las bolsas que me correspondían y lo miré con una petición de salvación, pude ver que me entendió. -¿Quieres ir al cine? Va a haber una película de superhéroes que te va a gustar- Sonreí con felicidad de que sea mi amigo.

- Gracias...

Luego de que nos despidamos y cada uno tomara su camino, pude sentir una extraña satisfacción, que se completó en el momento en que llegué a casa y mamá por las dudas me preguntó si iba a estar en la cena de despedida pero pude decir "Voy al cine con Armin". Perdón por ser tan irresponsable, pero necesito huir.