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Mi vecino Levi! por HATOaneue

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Aunque me mojaba el rostro rudamente con el agua helada del invierno la temperatura de mis mejillas no cesaba, estaba perdiendo todo sentido y cordura. Debía relajarme, estaba bajo su techo, mantener la compostura era mi meta en ese momento. Luego de secarme con la toalla áspera volví al comedor a tomar asiento. Levi ya tenía su atención puesta en la cocina por lo que pude tranquilizarme y poner todo de mi en ese libro de las especies animales que tanto me relajaba. Luego continúe con otro libro más relacionado a la medicina, este era sobre clasificación de enfermedades, desde infectocontagiosas hasta micóticas.


-No puedo esperar a comparar los colores de las bacterias Gram positivas y Gram negativas con mis propios ojos- Empecé a divagar habiéndome olvidado del molesto momento -Las enfermedades parasitarias me impresionan- Levi solo se quedaba callado escuchándome, tal vez -Los Ectoparásitos son interesantes.


-¿Qué rayos haces leyendo eso antes de cenar?- Me pregunta, aunque su voz me intimidó un poco pude responder, ya me sentía mejor. Le fui sincero.


-Me relaja- Se toma unos segundos para mirarme como a un fenómeno.


-Entonces si había pasado algo- Me molestó que sacara el tema nuevamente.


-No fue en el colegio- Le respondí. Cerré el libro y lo hice a un lado para darle el espacio a que posara el plato que contenía un jugoso bife. Se sienta frente a mi.


-Ya veo- Toma un trago de agua -Te diré algo, mi padre es el presidente de una productora. Yo heredaré esa productora y para ello debo empezar a trabajar a su lado- Corta un trozo de carne -Odio a mi padre, odio hablar de él- Oí repentinamente lo que había estado queriendo oír, me sentía horrible, sentía que egoístamente presioné a Levi para que me contara sobre él. Tal vez seguía haciendo algo que estaba mal.


-¿Por qué lo odias?- Golpeó los cubiertos contra la porcelana.


-Mocoso curioso.


-Lo se, perdón.


-Deja de disculparte.


-Lo siento- Apoyé delicadamente el cuchillo y el tenedor sobre el plato y me crucé de brazos sobre el borde de la mesa -Tal vez- bajo la mirada -yo...- Me interrumpe.


-Mi padre me cortó las alas- Lo miré fijo, su cara no demostraba ninguna expresión en particular -Todo lo que quise hacer por mi cuenta fue condicionado hasta el punto de ser desintegrado, todo por él, por su empresa, por el dinero y... otras razones. Tu padre debe estar orgulloso de que sigas sus pasos- Me paro de golpe impresionándolo.


-¡¿Estás loco?! Él odia que quiera estudiar medicina- De nuevo hace una serie de gestualidades que no comprendo, llevé nueve años sin comprender esas manos tapando su rostro pero seguí -Desde que dejamos Alemania mi papá me repitió “Ya vas a encontrar algo que te guste”. Agh, es insoportable que no te dejen hacer lo que quieres.


-Entonces me entiendes- Dejó ver sus ojos entre sus dedos, me quedé mirando eso que me pareció... ¿Tierno?


-Tal vez...- Me siento lentamente.


-Entonces ¿Alemania?- Al parecer ahora era mi turno de hablar. Él ya tenía la vista clavada en la comida que tenía frente a él


-Sí, nací allí. A causa de ciertas situaciones que mis padres nunca me explicaron bien nos mudamos a este departamento que compraron. Me adapté fácil a esta ciudad- Luego de eso seguimos hablando de la ciudad, le conté cosas sobre Berlín y ya me había calmado. Mi corazón pudo tranquilizarse. Me levanté juntando los platos -Déjame que yo los lavo.


-Gracias, yo haré té ¿tu quieres?.


-No, gracias pero no me apetece- Mis manos trabajaron rápido en ese par de platos que solo contenían restos de la salsa. Si de verdad sentía cosas por Levi lo mejor que podía hacer era quedarme callado. Entré a la sala, él estaba sentado en el sofá, al acercarme más pude notar que sus ojos estaban cerrados ¿Estaría acostumbrado a dormir sentado? No lo sé pero no era la primera vez que veía esa escena, aún así, por primera vez pensé “Bello”. Esto acabaría conmigo. Me acerqué lentamente, esta vez acaricié con mi mano su mejilla. Me quedé observando aquello tan hermoso, nunca me cansaría de hacerlo. Ahora pude ver mejor la linea de su quijada que encajaba en su cuello, la pálida piel de aquel sector que se percibía tersa. Sus ojos se abrieron y quedamos mirándonos mutuamente nuestras pupilas, devorando las máculas ajenas, yo no había sacado mi mano y puedo asegurar que nuestra distancia se había acortado aún más.


-Me estaba preguntando esto hace rato ya pero... ¿Tengo algo en la cara? Me siento constantemente observado- Pasmado no supe que responder, de hecho respondí, pero algo estúpido.


-Te ves muy bello- ¡¿No era que me quedaría callado?!


-Oh! Esto no es apropiado para un mocoso como tú, menos sobre un viejo como yo- De un momento a otro tenía su mano sobre la mía donde descansaba su cabeza -Esto no está bien- Me ardían las mejillas nuevamente.


-No, no esta bien- Besó la palma de mi mano, pude sentir complacido sus labios suaves y húmedos. Esto no estaba bien, de hecho estaba mal, muy mal. Levi tironeó, hasta de forma ruda puedo decir, de mi mano. Caí sobre su pecho donde naturalmente me recosté.


-Tú también te ves bello, así que no me molesta que te quedes mirándome si yo también puedo mirarte- Ante esas palabras de él, percibiendo tan directamente su aroma, mi corazón parecía que se saldría de mi caja torácica -Me fascinan tus cristalizados ojos mar, enmarcados por extensas pestañas. Tu acaramelada y brillosa piel acompañada por este suave y castaño cabello- Él seguía hablando, probablemente en mis sueños -Finalmente resultaste ser más alto que yo, pero no me disgusta, porque desde abajo puedo apreciar tu largo cuello- Él sólo siguió describiendo con una subjetividad maravillosa.


La sangre había dejado de fluir y el Capitán me sostenía entre sus fuertes brazos, aún así el dolor de mi nuca no cesaba. Desperté de ese hermoso sueño. Apagué el despertador con un golpe algo violento, para mi sorpresa estaba en mi habitación aún con la camisa, los pantalones del colegio y el corazón acelerado. Veloz y lleno de expectativas me duché y me vestí. Salí nuevamente excedido en abrigos pero esta vez Levi ya estaba parado al final de ese corredor, me acerqué sigilosamente.


-Vayamos juntos- Sentí esa calidez que se extendía en mi rostro de cada vez que me miraba.


-¿Me esperaste?- Chasqueó la lengua, al parecer molesto de que lo notara, aunque había sido muy obvio. Así salimos y empezamos a caminar, nuevamente uno al lado del otro.


-Cállate mocoso- Haló de mi bufanda extendiéndola hasta tapar mis oídos -Hace frío y se te ponen las orejas rojas- Estaba seguro que el color de mis orejas no era sólo el frío.


-Gracias- Empecé a pensar seriamente en lo que había pasado ayer a la noche y esta vez si debatía seriamente sobre si preguntar o no. La curiosidad tiraba de un lado pero el raciocinio del otro lado, hasta que los sentimientos partieron la soga -¡¡Levi!!- Noté incómodamente lo fuerte que me había salido la voz.


-¡¿Qué?! No me des sustos, por favor.


-Verás, yo quería preguntarte algo- Me estaba poniendo inquieto pero su mano en mi hombro me detuvo de toda actividad, respirar inclusive.


-Mira mocoso, no es como si odiara con tanta repulsión tus preguntas pero... Aquí partimos caminos así que guárdalo para mas tarde- “¿Tan rápido?” lamentaba no haberme decidido antes -Hazme acordar también que te de tus libros, anoche te los olvidaste.


-De acuerdo- Me despedí inquieto, puesto que tendría oportunidad ese mismo día a la noche. Le agradecí a esos benditos libros por ser el mejor impulso. Transcurrió el día enérgico. Armin me hablaba mientras caminábamos por los claustros iluminados en los frios celestes del atardecer invernal.


-Entonces luego de la clase de Derecho me puse a discutir sobre el sistema legal de este país con el profesor, sorprendentemente coincidimos- Me seguía contando y explicando lo mucho que le había gustado esa charla, me siento triste por no haberle podido prestar más atención pero el hecho de oír su voz me mantuvo en blanco. Hasta que sacó el tema -¿Ya sabes lo que te molestaba ayer?.


-¿Eh? ¿Por qué preguntas?- Inquerí incomodado.


-¿Cómo que por qué? Me tenías preocupado, Eren!.


-Sí, ya sé que era, aún así, prefiero reflexionarlo un poco más. No me siento seguro de decirlo.


-Recuerda que siempre estaremos, tanto Mikasa como yo, para apoyarte en lo que sea- Estaba inquieto y entristecido, me estaba guardando algo, recelándolos. Más allá de mi sexualidad o no siempre les hablaba de mi vida amorosa.


-Gracias, lo más probable es que me decida por decirlo. Sin embargo es muy reciente para mi.


-Entiendo que primero tú debas asimilar lo que sea que es- Intercambiamos unas sonrisas agradables.


-Me marcho, Armin.


-Adiós, suerte!- Sí, la necesitaría, aunque aún no sabía exactamente que iba a preguntarle. Patético.


Ya era lo suficientemente tarde como para que él estuviera cómodo en su casa pero lo suficientemente temprano como para no interrumpir su cena. Tomé una bocanada de aire que retuve por unos segundos, aire que luego de presionar el marco del interruptor del timbre en lugar de éste, solté violentamente. Dirigí mi mano con fuerza y azoté mi cabeza “Eren; Los libros, los libros”. Me dispuse a proceder un segundo intento, fue en vano. Me quedé un rato merodeando en el pasillo, esto acabaría conmigo. Así que me puse a pensar en Mamíferos... No tenía nada en claro pero mi mejor táctica no fallaría. Empecé con la familia Felidae: “El Tigre o Panthera Tigris, el más grande de los más grandes de la familia de los felinos.” Afirmaba con mi cabeza tomándome el mentón. “Ocelote o Felis Pardalis, de marcas únicas en efecto.” Me empece a abstraer.


-Leopardo o Panthera Pardus, efectivas manchas- Me empecé a posicionar frente a la puerta para ya más calmado poder llamar a la puerta, cerré los ojos con el dedo apoyado sobre aquel botón -Guepardo o Acinonyx Jubatus, más conocido como Chita, es el animal terrestre más veloz que existe aunque de poca resistencia.


-Oh... Vaya- Abrí los ojos para asegurarme antes de salir corriendo a buscar un objeto cortopunzante y quitarme la vida -¿Una Gacela indecisa anda merodeando en la puerta?- El sólo ver a Levi recargado en el marco me subió todos los colores a mi cara.


-Veloz- Balbuceé -Ya fui presa.


-Mocoso, toma tu libro y vete, debo hacer compras- Recordé todos mis propósitos, ya estaba allí, debía cumplirlos.


-Espera! quiero decir, hola!... No, eso no era- ¿Qué demonios estaba haciendo?


-Oi, pasa rápido a buscar tus cosas.


-¿Podemos hablar un momento?- Resopló molesto, soy una carga insoportable.


-Bien, igual pasa de todos modos- Entré rápido y nervioso, la inquietud no se disipaba. Él cerró la puerta detrás de mi y ambos nos sentamos en el sofá, ya descalzos -Hazla corta que cerrarán los comercios.


-Está bien- Aclaré mi garganta -¿Qué pasó exactamente anoche?- No, muy directo, definitivamente ya no sólo la había liado, la había cagado. Me miró confundido, esperaba que me explicara, pero la jodí aún peor -Quiero decir, me quedé dormido pero desperté en mi casa- Reí nervioso, no era eso de lo que yo buscaba una aclaración. ¿Si efectivamente lo había soñado?


-¿Que puedo decir? Cuando te dije que te fueras a dormir a tu casa te paraste como una persona más normal de lo normal... y te fuiste- Me paralicé -¿No me digas que lo hiciste dormido?- Empezó a reír en escandalosas carcajadas -¡Fue hermoso, hasta me diste las buenas noches!- Me puse rojo hasta las orejas.


-Cállate!- Reclamé avergonzado tironeando de su abrigo. Al final se tranquilizó.


-Perfecto. Duda aclarada, problema resuelto. Debo ir a comprar, vete a tu casa. Mocoso- Me miró de reojo. De un brinco lo seguí hasta la salida, y nos despedimos en mi puerta. Entré a mi cuarto desanimado, no pude preguntarle lo que realmente quería saber. No, no sólo quería, lo necesitaba. Vivir a base de unas falsas esperanzas eran mi mayor temor. Me tiré de lleno en lo que parecía ser una cama, pero fusionada con la estantería a causa de tanto desorden y repetí mil veces mi mayor interrogante; ¿Fueron reales aquellas palabras que me acunaron la noche anterior?... Me olvidé de recoger mis libros, mierda.


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