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Mi vecino Levi! por HATOaneue

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Finalmente conseguí lo que quería, no estaba seguro aún si me sentía lo suficientemente satisfecho pero logré graduarme de la preparatoria y eso era lo único que había perseguido vehementemente. Mi estrella, la que brillaba en el cielo específicamente para mi. Una brillante carrera de medicina en aquella ciudad ¿Qué era lo que tanto me impulsaba? Nunca lo comprendí totalmente, pero seguí corriendo como con los ojos vendados.


Esa mañana estaba decidido en aclararle a mi padre lo que realmente había deseado todo este tiempo. Entré apresurado donde mis papás tomaban el desayuno de forma cotidiana.


-Buenos días- Entré a la cocina, tomé mi taza y le coloqué la mitad de café ya hecho y la otra mitad de leche.


-Buenos días, hijo- Respondió mi padre un tanto serio. Mi madre quedó en silencio.


-¿Ocurre algo?- Lograron llamar mi atención.


-Verás, queríamos hablar de algo.


-Está bien- Tomé asiento frente a ellos con mi café y dos tostadas sobre un plato.


-Tú sabes, terminaste la preparatoria, eso indíca el inició de una nueva etapa y probablemente la más importante. Me gustaría que compartas primero lo que reflexionaste, si es que lo has hecho- Procedió a tomar un sorbo de su taza.


-Yo ya tengo muy decidido lo que quiero, e igualmente iba a compartirlo con ustedes- Me pausé unos segundos mientras untaba mermelada sobre una de las tostadas- Ya saben que mi desempeño final fue sobresaliente por lo que estoy habilitado para ingresar a una de las mejores universidades de este país, ubicadas puntualmente en esta ciudad- Determinado solté aquello que procese toda la noche -Quiero seguir la carrera de Medicina- Luego de unos segundos de silencio saqué la vista de mi tostada y la clave en mi figura paterna.


-Veo que finalmente lo decidiste, estoy de acuerdo contigo. Yo te apoyare- Una sonrisa surcó mi rostro. Mi madre interrumpió inmediatamente.


-Pero cariño, nosotros debemos...- Mi padre prosiguió con firmeza.


-No obstante ¿Estás muy decidido en querer hacer tu universidad en la mejor de este país? Quiero decir ¿No te gustaría hacerla en Alemania?- Mi diafragma se inmovilizó, entendí lo que quiso decir pero al mismo tiempo no quise entenderlo. ¿Querían volver a Alemania? ¿Yo quería? ¿Luego de pasar la segunda mitad exacta de mi vida aquí, en Francia?.


-Voy a pensarlo- Dije, realmente sin pensarlo. Al terminar el último bocado de la tostada me puse de pie y me dirigí a mi dormitorio. Eché un pequeño vistazo superficial, y bueno, aquello era un verdadero campo de batalla. Buscando un poco de paz mental empecé por libros y CDs que apilé prolijamente en el enorme librero vacío, puesto que todo estaba desparramado. Traté de reflexionar lo que mi padre dijo pero no conseguí ni una mísera respuesta en ningún recóndito sitio de mis ideas. ¿Realmente debía volver? Si tanto lo pensaba ¿No será que no quería? Eso era, pero, en ese inevitable caso ¿Debía ir de cualquier manera? Mi proyecto de estudio, mis esfuerzos para quedar en la mejor universidad, mis amigos. Eso! Mis queridos amigos. Levi y mis sentimientos. Sin pensarlo me arrodillé presionando mis dedos contra las costillas asternales. No podía más de esa forma. Luego de dejar mi cuarto transitable y ordenado salí en busca de mi papá.


-Quiero preguntarte algo- Me dirigí inseguro, me miró de reojo.


-¿Qué sucede?- Cerró el periódico para centrar su atención en mí.


-En el caso de que, tú sabes, quiera quedarme aquí ¿Qué debería hacer?- Nuevamente me hallaba en un cuadro de nerviosismo, no podía controlarlo.


-Bueno, creo que no hay mucho que puedas hacer más que quedarte- A partir de aquellas palabras paternales, mamá cortó nuestra conexión visual con un espaviento, se dio vuelta violentamente.


-Grisha! ¿Qué cosas dices?- Me asustó el alarido que soltó ella.


-Carla, ya te dije que yo no pienso condicionar a Eren, si es el camino que escoge, debo ser honesto con él. Este país es mucho mejor que Alemania para estudiar medicina.


-¿Pero acaso planeas que él se quedé sólo? Me estás queriendo decir ¿Que prefieres dejar aquí a tu hijo, en manos de dios?- Mi madre se desesperó.


-Carla, por favor, cálmate. No pienso dejarlo sólo.


-Pero debemos volver ¿Lo entiendes?- Para ser específicos, exactos y críticos, no entendía una mierda. Retrocedí silencioso mientras ellos dos seguían contraargumentando, defendiendo sus posiciones respecto al tema. Yo me limité a escuchar, después de todo lo había provocado con caprichosas ideas. Me estaba volteando para volver a mi habitación.


-En definitiva es lo que Eren desea ¿Por temor piensas privarlo?- Me detuve, no podía irme.


-No es temor, Grisha, es amor.


-Sobreprotección a fin de cuentas- Luego de esas palabras por parte de papá, golpeé la mesa interrumpiendo ese intercambio de sinsentidos.


-Es lo que quiero, por ende, haré lo que pueda. Si quedarme es el camino lo haré. Perdón madre, siempre te preocupo. Padre, gracias- Conteniendo la rabia me fui, finalmente, a la ansiada soledad de mis cuatro paredes.


Luego, cuando la situación se tranquilizó, pasamos el resto del día planeando un método, práctico y cómodo para los tres. Yo me quedaría allí en el departamento y recibiría apoyo económico. ¿Me sentía culpable? No, no era culpabilidad, me sentía una pesadísima carga que probablemente se esfumaría con una simple decisión de abandonar esa estrella. Pero para ser francos ¿Era esa una posibilidad para mi? Mi empecinado yo no lo aceptaría aunque el temor se interpusiera.


Estaba sentado en el micro, serían alrededor de las doce de la noche aproximadamente. Antes de poder echar un vistazo a mi reloj de pulsera logré ver que ya debía descender. Con agilidad bajé en esa estación que correspondía al punto de encuentro establecido. Estaban Armin, Mikasa, Jean, Sasha y Connie. Era un grupo cálido, mis amigos que siempre estuvieron conmigo desde que llegué a la ciudad. Entusiasmado me dirigí hacia ellos.


-Tardaste- Bufó Jean, lo ignoré saludando a Armin y Mikasa que se encontraban a mi izquierda. Sasha y Connie empezaron a festejar guiando al grupo hacia la entrada del bar donde pasaríamos la noche.


-Hoy festejamos que todos cumplimos la mayoría de edad- Advirtió Sasha antes de entrar, la seguimos todos. Tan pronto como nos sentamos en una mesa apartada Armin llamó a un mozo que no tardó en llegar. Cada quien encargó la bebida que se le antojó.


-Entonces- Empezó Jean -¿Decidieron a qué Universidad van a ir?


-A la Nacional- Dijo Armin emocionado, yo también me emocioné.


-Es la mejor!- Chilló Connie.


-Yo también iré a la Nacional- Correspondí para que Armin y yo festejáramos ya que iríamos a la misma.


-Si Eren va a ir a esa yo también- Dijo Mikasa tomando un sorbo de su trago. Jean maldijo por lo bajo.


-¿Son suicidas? Yo iré a una privada, es más fácil e igual trabajas- Dijo con aspecto orgulloso, con Armin y Mikasa nos reímos. -Sasha y Connie vendrán conmigo.


-Genial!- Se alegró Armin -No nos dispersaremos tanto- El pequeño rubio tenia razón. Chocamos en un brindis nuestras copas y se hizo un momento de silencio en el que todos estábamos bebiendo.


-Armin- Llamó la atención la castaña. -¿Es cierto que ligaste novia?- Todos lo miramos esperando una respuesta ante la pregunta, él repentinamente se encogió.


-¿Quién rayos es?- Preguntó alertado Jean.


-¿A ti que te importa eso?- carcajeó Connie


-No puede ser que el cerebrito haya sacado una antes que yo, dime Armin ¿Quién es la ciega?


-Annie- Aclaró con un hilo de voz presionado por la situación.


-La violenta!- Se sorprendió Sasha.


-Bien hecho, Armin- Mikasa sonreía.


-Impresionante, muchas felicitaciones- Le sobé la espalda.


-Alto ahí castaño- sasha detuvo el emotivo momento con un dedo acusador, Yo solo tomé otro trago. -Tú. Si, tú- Puso la atención de todos fija en mi. -Nos debes una declaración amorosa desde hace medio año más o menos- Saliendo de mi propia impresión me atraganté. La situación de invirtió, ahora yo era el sujeto de comentarios.


-¿Quién dijo que era amoroso?- Traté de zafar, aunque no pude.


-Tus orejas- Dijo Armin, ahora si estaba al límite.


-Está bien, Sí, estoy enamorado- Todos saltaron en sus asientos. Mikasa me empezó a bombardear de preguntas que no pude escuchar, ni lo intenté. -Pero no hay nada, lo más probable es que nunca haya nada- Jean se extrañó.


-¿Con lo feo que eres? No creo que puedas tener nada, más bien, las chicas deben huir de ti- Mikasa lo miró fulminante.


-Es diez años mayor- Me tapé el rostro, el alcohol ya se me estaba subiendo -Es estúpido lo que siento- Todos se callaron para dar espacio a un momento serio.


-Pero Eren!- Dijo Sasha -No hay edad para el amor!- Una frase muy cliché.


-Ella tiene razón, los sentimientos son sentimientos- Ahora el rubio me sobaba la espalda a mi. -¿Le haz dicho?- Negué con la cabeza.


-Hasta me parece que le gusta otra persona- Sentía que rompía al llanto.


-Crees...- Recalcó Connie, Jean se desesperó.


-Estúpido, sólo dile, hacelo saber y a ver ya si ella te acepta o no. Apuesto a que no pero si no lo intentas jamás sabrás.


-Cierto, cierto- Coincidió la castaña con el cabeza de caballo. Yo me terminé mi copa de un trago para luego servirme otra.


-Voy a empezar a vivir solo- Connie sonrió cambiando de tema.


-Como todo un adulto!- Animó Sasha.


-Cierto, otra cosa que contarles- Todos me volvieron a mirar.


-¿Ahora qué?- Preguntó Jean con tono cansado, Mikasa lo recriminó con la mirada.


-Mis papás se vuelven a Alemania, yo insistí en quedarme aquí.- Muchos me miraron sorprendidos.


-Pero vas a poder quedarte ¿No?- Inquirió preocupada Mikasa.


-Sí, pero me siento un poco carga pesada estando aquí.


-Pero los padres están para apoyar, sino para qué engendraron. Malditos irresponsables- La voz ya mareada de Jean nos causó carcajadas a todos, me sentí tranquilo con solo mencionarlo un momento. Así seguimos hablando de cualquier cosa durante el resto de la noche, habíamos bebido bastante. Todos juntos volvimos en el micro, Connie se comprometió en acompañar a Jean hasta su casa ya que era el mas ebrio, probablemente el que más bebió también.


Mi mente se había quedado reflexionando en lo que dijeron ellos de que le contara sobre mis sentimientos a Levi, el solo pensarlo me ponía nervioso. Cómo reaccionaría, cómo se lo tomaría, qué diría, qué haría. Cosas impredecibles para mi. Y respecto a mis padres, solo podía seguir firme lo que decidí, ya era un adulto y esto era importante. Ser egoísta con mis padres aunque sea un poco ¿Estaba mal?. Frente a mi puerta rescaté las llaves de mi bolsillo haciendo a un lado la billetera, en cuanto pude sacarlas se resbalaron torpes de entre mis dedos. Quería entrar rápido a mi casa y tomar un vaso de agua que refresque mi garganta. Mis padres me pidieron que no bebiera demasiado, espero no haberlos desobedecido. Entré sigiloso pudiendo leer, gracias a la pequeña luz que se infiltraba, el reloj de pared que marcaban las tres y cuarto, de la mañana por supuesto. Tomé agua, me duché y me vestí mi pijama, Asimilar todo tan exabruptamente era difícil. Ahora mismo mi meta era luchar por mi estrella. Mantener una desición tan complicada como salir del “nido” que mi madre armó. En lugar del pichón que crece y vuela a buscar su vida mis padres volarán y me dejarán aquí, por mi capricho. A eso se le suma otro dilema que probablemente duerme a no menos de un muro con treinta centímetros de grosor, literal y metafóricamente. Quise leer un poco antes de dormir pero me ganó el sueño.


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