...
El tintineó del cristal golpearse uno con otro advirtió a Alice de la poca delicadeza por parte de Emily al llevar la mercancía de hoy.
-Emily, no muevas tan bruscamente la canasta o los frascos llegaran hechos pedazos.-Decía exasperada en la puerta al cubriese el cuello con una cómoda mascada blanca y estampado floral. Las mañanas en el pueblo eran frescas.
-No seas exagerada Alice. Nunca eh roto nada...fuera de la casa.
Alice gruñó y Emily al notarlo trató de cambiar el tema.
-¿Qué tal esta? Ya han pasado dos semanas y...
-Se ve bien.-Dijo enseguida Alice pero sus ojos trataron de ocultar lo que en verdad sentía.-Alfred no ha respondido las cartas de Arthur, pero Allistor me aseguró que Ranjit le ha dicho que se encuentra perfecto. Yo...decidí dejar de insistir por una respuesta, no quería presionarlo pero, es obvio que no puedo dejar de preocuparme. Ya a pasado el tiempo de prueba y Al...-Alice miró a Emily y esta comprendió lo que necesitaba escuchar.
-Alfred regresara. Este es su hogar. Puede ser que solo sea un retraso.
-Lo sé. Sé que lo hará.
Alice dejó que Emily acariciara su mejilla.
-¿Le has tomado cariño verdad?
-Arthur es...un buen chico.
-Y tu tambien.
Alice inclinó la cabeza a un lado, esperando a que esos dedos delgados que tocaban su piel dejaran de juguetear. Esos dedos juguetear un poco mas antes de salir de casa y bajar al pueblo.
...
Arthur podía percibirlo. Los dias calurosos y las lluvias repentinas que habían hecho crecer en los campos una floresilla. Sencilla y bella, fuerte y de un violeta claro. Arthur podía percibirlo aunque estuviera dormido. Un perfume. Las flores despedían su dulce aroma. El cual flotaba en esa habitacion que ahora parecía pertenecerle, la habitación que le recordaba a Alfred, al igual que las flores.
-Despierta....ey...flojo.
Arthur se había quedado dormido de nuevo cerca de la ventana.
-Despierta...
Insistía ese molesta voz, pero Arthur enroscado en sí mismo, cubría parte de su rostro con su larga cola ¿Cuánto había crecido ya? Muy poco a su parecer. Debía de haber un cambio más significativo en él. O eso pensaba Arthur. Pero, a la vez, estaba contento de no haber cambiado casi nada despues de un año, porque ¿Qué pasaría si Alfred regresaba y no le reconocía? Eso sería una pesadilla.
Gruñó entre sueños y entre libros que tambien le recordaban al ojiazul. En esta casa, en este pueblo, en este campo, todo se lo recordaba.
Por desgracia, una parte de su pequeño corazón, creía que Alfred no le recordaba.
-Muy bien. Si lo prefieres por las malas...
Se escuchó un rechinido y luego pasos que se detuvieron hasta donde se encontraba, siguiéndole solo la gentil brisa que movía las cortinas.
Arthur creí que podía seguir durmiendo, estaba equivocado. Para su desagrado, sintió como algo frio recorría su cabeza de golpe, despertandole de forma desagrdable.
-¡Ssssh!
Siseó molesto mostrando los dientes delgados y su enfado se volcó al unico ahí presente.
-¡Alisssthor idiota!-Gritó mientras el agua que le había arrojado seguía su recorrido al suelo. Gotas aquí y haya unas mas grandes que otras, formaron manchas oscuras en la madera.
-Te lo advertí.-Se encogió de hombros el pelirrojo mas que satisfecho al derramar la media jarra de agua que estaba en el tocador de la habitación.
-¿Por qué lo hasssh echo?
-De nuevo siseas demasiado.-Señaló dándole la espalda a Arthur.-Es hora de que ayudes un poco en eata casa.
-¡No me ignoressshh!
-...Alice y Emily bajaron al pueblo. Debian hacer entregas...
-¡Allisssshtorssh!-Bufó de nuevo la serpiente.
-Te ignorare hasta que dejes de sisear.
-¡Tu eres el culpable de esssshooo!
Era una verdad a medias. Una de las cosas que había cambiado en Arthur en este año, era que su labia había mejorado bastante. Hablaba con mas naturalidad y su siseo casi había sido erradicado. Solo en ocasiones lo hacia y esas ocasiones que lo hacia, era cuando se enfadaba. Entonces, eso queria decir que el noventa porciento de las ocasiones en que siseaba, era porque Allistor lo hacia enfadar.
Era muy comun que el pelirrojo rondar por la casa de Alice. Ayudaba un poco con las tareas pesadas y según Emily, hacia de niñera con Arthur.
Alice y Allistor le habían enseñado algo mas a Arthur, la caligrafía. Alice le mostraba como mejorar su letra, como podía formar bonitas palabras tal como las que leía y Allistor, bueno, el le mostraba expresiones un poco mas difíciles y el significado de otras que complementaban las lecciones de Alice.
La serpiente movió la cola mostrándole a Allistor que no estaba muy contento con lo que había hecho y que estaba dispuesto a atacarle, pero el pelirrojo tenía un as bajo la manga cuando Arthur estaba al limite de su enfado, y so era avergonzarlo.
-¿De nuevo escribiste una carta?
Pregunto el pelirrojo mirando el papel y la tinta en el escritorio. Arthur sintió un escalofrió no por la humedad de su cuerpo, si no por que había olvidado guarda la nueva carta para Alfred.
-Eres muy "dedicado" ¿Eh?
-¡Es solo practica! -Se excusó Arthur.-¡Las escribo para practicar mi letra además...! Además...-El ojiverde hizo un mohín deprimido y pensó que esas cartas, no importaba el numero o lo extensas que pudieran ser. Nunca tenían una respuesta.
-Bien.-Suspiró el pelirrojo incomodo por lo que había provocado.-Es mejor que te seques bicho raro. Alice dejo un desastre en la cocina ¿Sabes? No puedes estar todo el día aquí sin hacer nada.
-¡No es-
El nuevo reclamo de Arthur fue interceptado por una toalla que había sido estampada en su rostro.
-Tambien debes de recoger flores para las abuelas.-Agregó Allistor.-Por alguna razón les gusta recibir flores con sus pedidos.
Soltó tomando la perilla de la puerta para dejar solo de nuevo al ojiverde pero antes de salir, lo miró sobre su hombro un segundo.
-Volverá.
Arthur levantó la vista topándose solo con la melena rojiza de Allistor.
-Si.-Susurró y su pecho se oprimió.
...
Arthur había aprendido muchas cosas en este año. Sabía escribir a parte de leer cosas mas complejas, sabía tejer pequeños manteles y ropas con las agujas, sabía de las medicinas que Alice usaba e incluso le había ayudado a crear un nuevo suero a partir de su veneno. Algo que realmente lo hizo sentir feliz porque no sabía que su veneno tambien podía ser usado para un bien.
Arthur tambien gozaba de mas "libertad", ya que, despues de los ocasos salía al campo teniendo mucho cuidado de ser visto. No había tenido problemas con los habitantes del pueblo, los cuales sabían de él (o algo así) no era que supieran de su larga cola y sus colmillos, solo sabían que en el hogar de Alice tres nuevos inquilinos vivían con ella. La mujer extrovertida pero amable y amigable de la cuidad, el pelirrojo que había llegado de tierras lejanas y su pequeño hermano que por su enfermedad no podia caminar. (Cuento que una vez tuvo que inventar Alice para que los abuelos no fueran curiosos de mas por las largas faldas que usaba el chico en su casa y que casi siempre se encontraba tras un escritorio o sentado estudiando) cuando de improvisto iban a visitarle y le veían en la casa.
Pronto Arthur había pasado de ser un secreto a ser solo "medio secreto", como solía decir Emily como broma.
Si, habían pasado muchas cosas este año y la vida de Arthur había cambiado tanto que a veces creía que soñaba. Que seguramente dormía y que al despertar, de nueva cuenta se encontraría en esa habitación perfumada, donde solo podía ver el cielo y contemplarle tras el cristal.
Pero no era así, sus días pasaron y jamás despertó en esa jaula. En su lugar, había cambiado su estilo de vida a una mas cómoda donde era feliz, una que había tenido un precio.
Las hierva hacia un sonido bajo cuando Arthur se arrastraba por los caminos del campo. Las sombras y el azul oscuro en el cielo daban paso a la noche mientras el seguía recogiendo flores que le eran útiles a Alice.
A estas horas ya ningún anciano caminaba afuera Era peligroso por la mala vista y lo engañoso que podían ser los caminos y senderos. Esa era la ventaja de Arthur, podia andar por ahí sin preocuparse mucho de encontrarse a alguien. (Aunque Alice insistía en que debía ser cuidadoso y no dejarse ver) era su momento de sentirse libre por completo y disfrutar el exterior.
-Ah, esta puede ser útil para darle un mejor sabor al medicamento.-Murmuraba para si la serpiente recogiendo florecillas en una canasta y alguna otra hierba medicinal del campo que Alice le había enseñado a identificar.-Las lluvias han hecho un buen trabajo. Han crecido muchas plantas.
"Plat" se escuchó cuando corto unas ultimas de hojas arrugadas.
-Creo que hoy sera suficiente.
Arthur se enderezó y estiro sus brazos al cielo. Las estrellas comenzaban a tintinear.
-Bueno, es hora de regresar.
El ojiverde tomó la canasta y le echó un vistazo a un pastizal mas alto.
<<Podría encontrar algo interesante ahí antes de irme>>
Pensó y fue hasta él.
Entrando a la hierba alta Arthur comenzó a buscar. Su aguda vista le ayudaba muchísimo ya que si fuera un humano común y corriente no podría hacer este tipo e cosas, aunque cualquier podría ver aquellos pequeños destellos que comenzaban a flotar cerca de él.
-¿Umh?
Arthur detuvo su búsqueda y miró las luciérnagas que le rodeaban.
<< Ya es esa época del año>> Se dijo pensando que cerca del lago habría muchas mas.
-No. No puedo tardar mas. Alice podría preocuparse.
Arthur siguió con la vista a uno de esos pequeños destellos que aparecía un segundo y desaparecía otro. Y sintiendo un poco pesados los parpados creyó que podría pasar solo un momento cerca del lago.
Extrañar a alguien de pronto le quitaba las ganas de regresar a casa.
Solía pasar. Arthur sentía esas necesidad de salir, de hacer algo que no había sido planeado para espantar su soledad. Él era un primerizo en estas emociones tan extrañas que siempre eran ligadas a una sola persona y eso le atemorizaba.
Escuchando el croar de las ranas y una charla de grillos cantores, Arthur llego al lago y busco donde sentarse para observar un rato las luciérnagas. Aquí había el triple que en la hierba.
-Son muy bonitas.
Sobre el césped corto y cerca de la orilla del lago. Arthur miró las luces de la noche. Las estrellas y su tintineo frio, la sonrisa de la luna al verse reflejada en la superficie del agua oscura, las nada tímidas luciérnagas que pasaban frente a sus narices y presumían sus danzas.
Era un bello paisaje nocturno que se volvió borroso para Arthur.
¿Porque lloraba de la nada?
-El me olvido.
Se dijo respondiendo esa pregunta y los pensamientos que apoyaban estas palabras comenzaron a lloverle en los ojos como lagrimas.
Alfred no respondía sus cartas, Alfred no había llegado a casa a pesar de lo que había prometido. Tal vez haya a fuera había encontrado algo mejor que él, tal vez en lo desconocido había visto la verdad de vivir plenamente feliz, tal vez en verdad había sido un adiós.
Arthur atrajó a su cola y la abrazó para esconder su rostro en ella. Al sentir las escamas lisas y tibias, una punzada de dolor atravesó su corazón.
<<Si no tuviera esta apariencia, Alfred estaría ahora conmigo>>
Sus lagrimas resbalaron por las escamas jade y una tras otra.
-Deja de llorar.-Se dijo.-Sshii llego con la señorita Alice y la señorita Emily con los ojos hinchados se preocuparán...
Arthur talló sus ojos y trató de aguantar sus lagrimas. Levantó la vista y se esforzó a espantar sus sentimientos con la luz lejana de un nuevo tren que se venía acercando.
La luz potente de la locomotora producía un efecto visual engañoso. Era como si la bestia metálica se deslizara suavemente por el agua cristalina sin perturbarla.
Era hermoso e hipnótico.
-Creo que alguna vez me contaron de eso.-Arthur escondió medio rostro de nuevo con sj cola y se dedicó a verle hasta que desapareció.
El tren había llegado a la pequeña estación del pueblo a restablecer agua y carbón para seguir su recorrido.
Arthur resopló y se quedó un rato mas ahí. Acompañado de las ranas y el canto de los grillos. De la luna sonriente y las aguas tranquilas que de vez en cuando recibían a una rana que se decidía a saltar dentro.
¿Cuánto tiempo había pasado? Seguramente era hora de regresar. Arthur dejo su cola y se levantó. Talló una vez mas sus ojos y tomo aire para marcharse, pero al momento de tomar la canasta, algo crujió en los pliegues de su capa.
Metiendo la mano, el ojiverde recordó que había llevado la ultima carta que había escrito para Alfred consigo. Mirándole con recelo, dejó de nuevo la canasta en el suelo y se acercó mas al lago.
Arthur miró su reflejo, no era claro pero se imaginó a si mismo con los ojos hinchados y la nariz roja, con un rostro desastroso y una carta en su mano que debia ser mandada. Una carta que no tendría respuesta a pesar de haberla escrito con mucho, muchoooo, cuidado.
-SSSHH...
Arthur soltó un siseó enfadado y con un corazón lastimado y palpitando deprisa decidió aplastar la carta en sus manos, arrugar el papel y volverla solo una bola de basura.
-Solo tenía que escribir.
Dijo y sus escamas se mojaron al entrar al agua, perturbando su imagen y el croar de las ranas.
-¡Solo escribir un par de palabrasssh! ¡Desshir que estass bien!.-bramaba haciendo mas compacta la carta.-¡Ssolo esso! ¡IDIOTA! ¡ESSSTUPIDO ALFRESSSH! -gritó arrojando la carta al agua con todas las fuerzas que poseía.
El papel no había hecho ningún sonido en el agua. Era tan ligero que era imposible que lo hiciera, pero este había echo mucho ruido en segundo despues.
Arthur no lo entendía. El papel, la carta arrugada, esa basura, había hecho saltar el agua despavorida.
"splash" "plap"
-¿Qué?
Arthur vio con horror que del agua algo surgía haciendo cesar los ruidos nocturnos por los chapoteos que provocaba ¡Era un hombre! ¡Que descuidado había sido Arthur!
-¡La tengo!
Escucho un gritó triunfal. El miedo por ser descubierto de Arthur pasó rápidamente a una sorpresa que lo dejo atónito.
Sus ropas eran diferentes, había crecido y su piel tenía un poco mas de color. Pero era él. Su sonrisa, esas facciones, su cabello largo empapado y revuelto, eran de él.
-¿Al-Fred?
Preguntó Arthur sim creerlo.
Pero basto una mirada para que la duda se disipara. Su azul claro, aquel que recordaba era el mismo que había visto en su primer encuentro.
-Arthur.
Pronuncio su nombre con mesura. Arthur negó y retrocedió un poco al escuchar su voz.
-¿Arthur? Soy Alfred...yo...
El ojiverde se sintió mareado. Era él, era en definitivamente él, pero, Arthur quería salir de ahí. No quería verle, no. ¿Pero porque? Si hace un par latidos atrás por parte de su desbocado corazón deseaba verle.
El agua se movió con Alfred que arrastrando los pies salió del lago. Congelado Arthur quiso marcharse pero no se movió.
-...yo, te debo una explicación. Arthur. Yo...pensé que te habías olvidado de mi. Me asuste.
-¿Q-que? No entiendo...
-Ranjit no me entrego tus cartas hasta que tome el tren que me traería a casa.-Decía apenado acercándose poco a poco a Arthur.-Hizo que mi llegada se atrasara y trato de convencerme, de que no tenía caso regresar...
Arthur percibió el aroma de Alfred y el agua del lago mezclarse. Estando ya tan cerca, sus ojos esmeraldas observaron su rostro rojo y su pecho que subía y bajaba deprisa.
¿Acaso había venido hasta acá corriendo?
-Cuando no recibí nada tuyo, te escribí. Pero...jamás tuve una respuesta.
-yo...
Arthur lo pensó unos segundos. Ya entendía.
-¡Arthur! ¿Acaso ya te olvidaste de mi?-Preguntó Alfred acongojado.
-¡Nunca! -Gritó como respuesta Arthur sintiendo como el calor comenzaba a arder en sus mejillas.-¡Eres idiota Alfred! ¡Yo jamás olvidaría a Alfred!-La desesperación de Arthur estaba haciendo que sus palabras volvieran a ser torpes.-Agh..¡Yo escribía! ¡A ti! ¡Siempre que podia! ¡Tonto!-Gritó Arthur y golpeó el hombro de Al.-¡Zssshopenco! ¡Idiota! ¡¿Cómo es que dudassh de mi?! -Otro golpe.-Yo jamás, jamás te...
Arthur iba a golpear de nueva cuenta a Alfred pero este no aguanto mas y abrazo con fuerza a la serpiente que sintió un escalofrió en toda su espalda por la ropa mojada de Alfred pegársele al cuerpo.
-Ugh...no...suelta...me....
-Perdón Arthur, tenía que preguntar. Yo, nunca dude de ti. Sabia que no me olvidarías así de fácil.
La garganta de Arthur picaba con el perfume del ojiazul, le molestaba tanto que de nuevo sus ojos comenzaron a ponerse llorosos, por eso, no tuvo mas opciones y dejando de forcejear con Al, talló sus ojos en su pecho mojado y dejo que su calor emanara poco a poco.
Por fin tenía a Alfred en sus brazos.
-Alfred...bienvenido a casa.
Al escuchar esto, Alfred abrazó con mas fuerza a Arthur.
-Arthur, estoy de vuelta.
Las luciérnagas ajenas a lo que ocurría siguieron danzando haciendo piruetas en el aire, mientras el beso tierno del rencuentro brindaba cosquillas a los labios ansiosos.
...
-Entonces ese Ranjit es un maldito.-Decía Emily enfurruñada en un sillón.-Y eso es poco. Ya que pienso que es un...
-No seas vulgar Emily.- Intervino Alice sentándose en la sala.-Pero si, realmente es un hijo de puta al esconder las cartas de los chicos. Eso fue muy sucio de su parte.
-¡Aaaaah! ¡Pero me alegra que Al haya regresado! ¡Ya quero escuchar que tiene que contar!
Alice miró de reojo a Emily y sonriéndole pensó que deberían ser pacientes un poco mas. Ella estaba segura que el encuentro de esos dos los retardaría.
...
-¡Acchuuu!- Alfred estornudo.
-Estas empapado.-Arthur le miró preocupado mientras caminaban de regreso a casa.-Es mejor apresurarnos o te enfermaras.
-Arthur ¿Me extrañaste mucho?
Arthur bufó por la pregunta repentina.
-¿No?
Insistió Alfred.
-Claro que te extrañe mucho. Ya te lo dije. Creí que te habías olvidado de mi y por eso no respondías mis cartas. No debiste saltar al lago por la que había lanzado.
-Debía hacerlo. Cuando Ranjit me entrego las cartas que escribiste cuando estaba abordando el tren ¡Explote! No podía creerlo. Tengo que leer cada una de tus cartas y responderte como es debido. Así que para eso necesitaba todas. Incluso esta que lanzaste al lago. Hubiera podido evitarle pero...la voz se me perdió por el esfuerzo de correr hasta acá.-Explicó soltando una risotada.
-Eso es...muy tu, Alfred.
-Como sea. No puedo creer que hayas creído que no regresaría. Te dije que lo haria.
-Lo sé, pero...-Arthur se detuvo.-Creí que...habías encontrado algo mucho mas interesante que yo haya afuera. Eh leído libros y se que el mundo es hermoso.
-Arthur.
Alfred tomó la mano de Arthur y sonriéndole, le miró con cariño.
-Vi cosas fantásticas, cosas hermosas que no imaginaba que existían, paisajes de flores y fauna sorprendente, ciudades con tantas personas e ideas tan diversas que no me creerías si te las contara, y eso, es tan poco por lo que me falta de conocer ¿Pero sabes? Siempre que veía algo así, pensaba de inmediato en ti. En que todo sería mucho mejor, si estuvieras a mi lado para verlo conmigo. Eso seria la perfección. Porque no hay nada mas bello y perfecto que tu en el mundo entero.
Arthur volvía a su bonito rojo con las palabras de Alfred pero antes de vencerse por la vergüenza penso en voz alta.
-¿Cómo podríamos hacer eso? Con mi apariencia es imposible.
Arthur frunció el ceño pero Al siguió sonriéndole.
-Eso es una pequeñez, Arthur. -Dijo Alfred e inclinándose hacia Arthur y susurró.-Además, te lo acabo de decir. Tu eres lo mas hermoso y maravilloso de este mundo, no necesito nada mas, si te tengo a mi lado. Yo te amo Arthur.
Los labios de Arthur cosquillearon.
-Yo tambien te amo Alfred.
Dijo el ojiverde, correspondiéndole con un dulce beso que comenzó a volverse largo y lento.
...
Con pena y alegría desbordante, el azul y el verde de sus ojos se encontraron con muchas preguntas, que serían respondidas despues, ahora, solo necesitan disfrutarse uno al otro. En una noche que era solo para los dos.
...