...
-Eres realmente un bicho extraño. Creí que su regreso haria que dejaras de tener los ojos hinchados.-Decía Allistor tratando de peinar los cabellos alborotados de Arthur por la humedad.-Pero no dejaste de lagrimear cuando regresaron a la casa...dios eres tan raro.
-Sssshhsssh...
Soltó Arthur un siseo avergonzado haciéndose pequeño en el banquito frente al espejo.
De por si había sido vergonzoso no haber podido hacer algo con su apariencia a tal punto que había tenido que pedir ayuda al único presente en la casa. Allistor. Ya que por alguna razón Alice y Emily habían salido de casa y no se encontraban por los alrededores.
-¿Entonces algo trama ese mocoso?
-No lo ssshe...-Arthur se atrevió a ver la pequeña postal de papel especial que Alfred le había dejado a su lado al amanecer. El había desaparecido al igual que las chicas.-Solo sé que quiere verme en la pradera cuando el sol se oculte.
-Sigh. Ese mocoso y sus ocurrencias. Ayer fue todo un lio cuando descubrió sobre las cartas y no había dejado de hablar de lo que vio....es tan irritante.-Decía el pelirrojo con cejo fruncido. Mientras cepilla a el cabello de Arthur.
Arthur pensó en el juego sucio de Ranjit. Retener sus cartas y hacerles crecer a los dos que ya no tenía caso seguir con la apuesta. Ese hombre era un maldito pero...igual extraño porque despues de que supiera que aun así, Alfred buscó a Arthur, se permitió mandar una montaña de regalos por lo sucedido. Como si eso fuera suficiente para perdonarlo.
-Tu lo sabias ¿No? Sobre las cartas.-Inquirió Arthur con mala cara.
-No podia hacer nada mas que alentarte.
-¿En serio? Pudiste haberlo dicho. Ranjit no tenia que saberlo.
Arthur miró el reflejo de Allistor y esa sonrisa que se había formado en sus labios.
-¡Tu tambien!
-No es lo que crees.-Allistor dejo el cepillo y colocando sus manos sobre los hombros de Arthur se inclinó a su oído.-Yo solo quería saber si ese mocoso era el indicado.
Arthur trató de girarse pero Allistor le puso encima la nueva capa que usaría (otro de los regalos de Ranjit)
-¡Waaa! ¡No! ¡Me despeinaras de nuevo! -Chilló la serpiente preocupada.
-Úsala y ve con ese mocoso. Yo iré a la estación.
-¿La estación?
Allistor se giro para marcharse pero Arthur alcanzó a sujetarlo de la ropa.
-Espe-espera...eso quiere decir que ¿Te vas?
-Si. Hoy mismo. Tengo que marcharme. Ya eh estado mucho tiempo aquí. Fue agradable en cierto modo.
-Pero...
-¿Qué? ¿Creíste que me quedaría en este pueblo en medio de la nada?
Soltó un bufido y Arthur se desanimó.
-Umh. Bueno...solo creí...que estarías aquí mas tiempo tu...
Allistor suspiró y volviéndose de nuevo con Arthur colocó una mano pesada en su cabeza.
-En verdad, deseo que seas feliz, bicho raro.
Arthur inclinó la cabeza.
-Gracias. Por todo...
-Adiós Arthur.
La pesada mano de Allistor dejó a Arthur, con los recuerdos de esa persona que le ayudaron a escapar, que le dieron ánimos mientras Alfred regresaba. Ese hombre había sido un desconocido hasta el momento que la serpiente sintió el lugar que había dejado vacío.
¿Cómo es que no se había dado cuenta? Allistor, era una buena persona.
-Gracias.
Repitió Arthur cuando la casa se quedó en silenció.
Arthur debía ser muy afortunado, porque le habían ayudado hasta este punto. Su vida había cambiado y se había pintado de colores hermosos, de aromas naturales y de sensaciones nuevas. Su vida, era buena. Y estaba feliz con aquellos que la suerte le había dado la oportunidad de conocer. No había nada mejor que esto.
Moviéndose al espejo se miró de nuevo. Su cabello estaba bien, su ropa igual. Su apariencia...¡Ahh! Su apariencia.
¿Cuántas personas lo habrían aceptado?
Tocando la superficie sonrió pensando que solo necesitaba a una.
La primera estrella marcó la hora de salida. Arthur respiró hondo antes de salir y dejo que el fresco viento jugara con sus telas al abrir la puerta. Los alrededores verdecían, el tiempo era bueno y el trayecto a donde vería a Alfred le animó a avanzar moderadamente deprisa.
Arrastrando un poco sus telas, Arthur dejaba un rastro hecho por su cola que se movía con singularidad tras él. Los pastos se frotaban unos con otros y tocaban sus escamas, sin producirle ninguna molestia. Su llegada al prado, había despertado algunas luciérnagas que remontaron vuelo a medida que seguía.
<<Ya casi >>
Mas estrellas aparecieron en el firmamento y la luna sonriente de hace un par de días se había puesto un poco mas gorda.
Y luego en medio de destellos verdosos y estrellas lejanas, le vio.
Alfred le esperaba en lo mas alto con la sonrisa que le había enamorado, llamándole con alegría mientras que a sus pies había un mantel liso y comida y bellas flores.
¿Eso estuvo haciendo todo el día? ¿Preparando esto? Arthur a medida que avanzaba entre el tupido césped crecido notaba detalles en los pastelillos que le hicieron reconocer que era obra de Alice. <<Ellas tambien participaron, debo recordar agradecerles >>
-¡Arthuuur!
Gritó Alfred una vez mas.
El ojiverde sintió un cosquilleó recorrerle y admitió que ahora mismo se sentía plenamente feliz.
¿Qué importaba su apariencia?
No, no le importaba y estaba seguro que Alfred tampoco.
Con este pensamiento y un corazón a punto de estallarle de emoción, Arthur no sintió una extraña humedad en su cola, ese cosquilleo que se convirtió en un hormigueo que entorpeció su andar.
-¡Ugh!
-¡Arthur!
Alfred había gritado de nuevo, pero esta vez por preocupación al ver al ojiverde caer a escasos metros de donde estaba.
-Ugh...¿Qué pasa?
Arthur sintió un peso extraño en su cola, como si algo o alguien de repente la hubiera sujetado deteniéndole.
-¿¡Estas bien?! ¿Arthur?
Alfred corrió al encuentro de Arthur quien se había quedado tirado en el césped por alguna razón.
-¡No! ¡Alfred!-Gritó Arthur asustando a Alfred por su voz temblorosa y alarmada.-¡No vengas!
-¿Qué sucede?
Alfred se acerco mas y lo notó de inmediato. Algo había sucedido con Arthur, por que su piel era pálida y sus mejillas estaban encendidas. Sus ojos agrandados y cristalinos mostraban vergüenza.
-Ar-thur...
La coronilla de los cabellos claros de Arthur sobresalieron y sus manos trataron de ocultar con la capa su cuerpo.
-Ugh, n-no mires Al...esto...yo no...sé...-Intento explicar Arthur, pero no podía explicar algo que no conocía.
-Esta bien, tranquilo.- Alfred levantó sus manos y despacio se acercó a Arthur.-Esta bien...-repitió y tomando a Arthur con cuidado le cargó en brazos.
Y Arthur instintivamente abrazo del cuello a Alfred dejando a la vista de la luna sus piernas de piel blanca.
-Ugh...se siente extraño.
Murmuró Arthur cuando Alfred le dejó en el mantel.
-Esto...esto es una sorpresa.-Dijo Alfred tratando de sonreír sin parecer demasiado alarmado.-No sabía que podías...que bueno...tu cola...
Alfred recorrió las piernas de Arthur, eran delgadas y bonitas, además, había un par de cosas mas que antes no estaba ahí.
-¡Aagh! ¡No me mires tanto!
-¡L-lo siento! Pero...¿que es lo que paso?
-No lo sshee...
Arthur se miró horrorizado ¿Qué había pasado? Donde estaba su hermosa cola? ¿Y sus escamas? El ojiverde comenzó a plantearse un montón de preguntas y...
-Tranquilo.
Dijo de pronto Alfred tomando su mano y besando sj mejilla.
-No te asustes. Se que es extraño. Pero parece que estas bien ¿No duele o si?
Arthur le miró y negó sintiendo como su garganta picaba.
-Eso es bueno, bien ¿Te sientes mareado? ¿O e duele otro lado?
Arthur negó de nuevo.
-Bien, bien.-Alfred tomó la otra manó de Arthur y volvió a plantar un beso en su mejilla contraria.-Si te preocupas de mas, no servirá de nada ¿De acuerdo? Solo dime ¿Esto había pasado antes?
Arthur notó como las manos de Alfred temblaban.
<<Ah, solo lo estoy preocupando. Él, esta tomándolo lo mejor que puede...>>
-No.-Respondió.-Lo siento. Estoy bien.-Comenzó a decir.-Es solo que...no sabia que mi cola podia...bueno, estas son como las tuyas no?
Alfred y Arthur se miraron y rieron nerviosos.
-Ah, es como los cuentos de hadas. Te has trasformado Arthur.-Bromeó Alfred y Arthur soltó un resopló.
-No lo digas. Esto es extraño.
-¿.Puedes moverlas?
-No lo sé.
Arthur se concentró en la punta de sus pies. Había visto a Alfred moverlos, si tan solo pudiera...
Se movió. El dedo gordo del pie de Arthur se había movido como lo había pensado.
-¡Lo hice!
-¡Ah!
-¡Ugh! Extraño!
Alfred soltó una risita y Arthur se le unió.
-¡Y yo que pensaba sorprenderte con esta velada!
-Lo siento.
-¡No te disculpes!
-Pero...te tomaste todo el día para eso y yo...
-¿Se te ocurrió reemplazar tu cola a pies?
-¡Cállate!
Alfred tomó a Arthur y lo abrazó.
-Arthur...no te preocupes. No importa tu apariencia. No me importa si ahora mismo te salen alas y cuernos, yo te seguiré amando.
Arthur mordió sus labios y las lagrimas que había mantenido a ralla se desbordaron.
Si ahora mismo Allistor lo viera, lo regañaría por volver a llorar.
-Alfred.
-¿Acaso tu no lo harías?
-Si. No me importa si tienes pies feos.-Lloriqueó Arthur.-Aun así te seguiría amando.
Alfred rio bajito y siguió abrazándole.
...
-Es una bella noche.
Emily se estiró mientras miraba las estrellas. Era de nuevo una noche tranquila de grillos y ranas lejanas. Donde no sucedía nada...nada.
-Eeemh...Alice ¿Qué hacemos aquí en el portón? No me malinterpretes, no es que me moleste estar aquí afuera contigo, pero podríamos estar adentro, ya sabes...
Alice suspiro y alisó su vestido al tiempo que sacaba algo de su gran bolsillo frontal. Era un libro.
-De nuevo estoy preocupada por esto.
-¿Esto?
Emily cogió el libro que Alice le había pasado. Era pequeño, haciéndole honor al nombre de "bolsillo" de pasta dura y de un verde musgo que le recordó cierta serpiente.
-¿Qué dice la portada? No entiendo.
-Es otro idioma. Pero quiere decir "Naga"
-¿Naga?
Alice asintió.
-Lo encontré en el montón de regalos que dejo Ranjit.
-Ese hombre me saca de quicio.-Comentó.-¿Y? ¿Qué dice que te ah preocupado?
-Cuenta leyendas me parece. No entiendo del todo pero si lo suficiente para saber que habla de lo que es Arthur.-Emily alzó las cejas sorprendida.-Dice muchas cosas interesantes de los Naga. Pero hay un pasaje que llamó mi atención.
-¿Qué es? ¿Algo malo?
-No es...malo exactamente, solo me preocupa como lo vayan a tomar Arthur y Alfred si no saben lo que sucede.
-¡Agh! ¡Alice! ¡Dime que pasa!
Alice suspiró.
-Dice, que los Naga al llegar a una edad "madura" comienzan a mostrar cierta particularidad. Esta, es que pueden "partir" su cola y cambiarla por piernas para mezclarse con los humanos...de igual forma sus piernas podrás funcionarse a voluntad si el Naga es sano, esto y otras particularidades de su anatomía...
-E-eestas diciendo que Arthur...
-Podria cambiar de apariencia en un descuido.
-Ugh...¡Seguramente ese maldito Ranjit lo sabia!-Gritó Emily enfadad pegando un salto.-¿¡Porqué no lo dijo?!
-Seguro es porque le resultaría divertido que Alfred lo descubriera...-Pensó Alice frotándose las sienes. El sentido de humor de ese príncipe le colmaba la paciencia con facilidad.
-¿No deberías ir a buscarlos entonces?
-No quiero asustarlos. Es mejor esperar a que regresen y platicarlo con calma.
-¿Es por eso que estamos aquí afuera?
-Lo siento. No quiero ir a interrumpirlos, pero tampoco quiero estar adentro.
Emily asintió entendiendo a Alice, miró el libro delgado y lo abrió. La pagina había caído mostrando un dibujo del proceso que bifurcaba la cola en piernas y luego regresaba a ser una larga cola viperina.
-cuando no tiene cola...su sexo....
-¡Dame eso! -Soltó Alice arrebatándole el libro a Emily. No quiero que comiences a decir cosas raras.
-No iba a decir nada malo...
-Si, seguro. Solo ven y siéntate de nuevo. Esperemos a que Arthur y Alfred regresen.
-Aaah...jamás dejaras de ser una mujer preocupona ¿Verdad?
...
-Lo siento Alfred.
-No pasa nada. No tienes porque disculparte Arthur.
-Pero...seguro soy pesado.
Alfred rio. Había recordado la vez que había tenido que cargar a Arthur la primera vez que lo vio.
-Te aseguro que eres liviano. Además, soy mas fuerte que la ultima vez que te lleve en la espalda. Aunque admito que sentir tus piernas es extraño, son muy calientitas.
-¡Agh! ¡No lo digas! ¡Solo bájame!
-No puedes caminar Arthur. Hace un momento que lo intentaste casi caes de cara.
-Puedo hacerlo....-Hizo un puchero.
-Necesitas practicar. Cuando llegamos a casa, lo harás y lo lograras.
Arthur dejo de discutir con Alfred. En vez de eso, solo se recargó en la espalda de este.
-Arthur...
-¿Qué?
-Cuando lo logres, cuando puedas caminar a mi lado. Podríamos explorar el mundo...juntos.
Arthur aun recargado en Alfred pudo escuchar como su corazón comenzaba a acelerarse.
-¿Dices dejar el pueblo?
-Si. Yo...me gustaría mostrarte todo lo bello de este mundo que me hacia recordarte.
Arthur cerró los ojos por unos segundos y aspiró el perfume de Al. Su calor en su cuerpo y sus movimientos lentos pero de pasos seguros.
<<Caminar a su lado, explorar lo desconocido tomados de la mano >>
-¿Qué tal si mi cola regresa?
-Esta bien.-Respondió enseguida Alfred.-De todas formas pensaba idear una forma para que pudieras viajar conmigo.-Sabes, existen lugares donde las personas no conocen. Pensaba, que, podrías escoger alguno de esos sitios y vivir ahí ¡Escoger el lugar que mas nos gustara y hacerlo nuestro hogar!
Canturreo feliz. Arthur abrió los ojos y topándose con la bella noche sonrió.
-No me había dado cuenta lo romántico que eras Al.
-Ugh, no digas eso o me avergonzare.
Arthur rio bajito.
-¿Eso es lo que me ibas a decir esta noche?
Hubo un momento de silencio. Alfred se detuvo y miro por encima de su hombro a Arthur. Luego sentando a Arthur este colocó una rodilla en el suelo quedando frente a él.
-Algo así.
-¿Umh? ¿Qué pasa Alfred?
-Arthur, se que somos un poco jóvenes pero...quiero preguntarte algo. Despues de todo lo que paso, yo, pensé en algo que dije. Yo le dije a Ranjit y todos que eras mío. Soy un idiota. No es que seas mío, es solo que, debo tomar responsabilidad de esas palabras por eso, yo tambien quiero pertenecerte.
-¿Al?
Arthur por alguna razón sintió como el firmamento escarchado de estrellas se volvía inmenso encima de su cabeza. Como el brillo de las luciérnagas a su alrededor aparecía y desaparecía con mas lentitud, como el viento se emocionaba al igual que su corazón con esas palabras. No lo entendía pero tambien aparecieron nervios que hicieron nudo su estómago. Ha, Alfred siempre le hacia descubrí tantas cosas de él, que no conocía.
-Arthur, acompáñame a descubrir las maravillas de este mundo desconocido...tu...¿Quieres acompañarme por el resto de mis días? -Preguntó tomando su mano.
Los ojos celestes de Alfred brillaron, sus labios temblaron y sus mejillas se encendieron.
-Alfred...
Arthur le miró y respondió desde el fondo de su corazón.
-Si.
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Despues de jurarse amor, de saber que se tenían uno al otro sin importar que, el miedo a lo desconocido se había esfumado.
FIN
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