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Reyes y reinas del Patinaje por kaoryciel147

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Un resoplido abandonó los labios del joven omega ruso. Sumamente aburrido se había refugiado en una esquina de aquel enorme salón. Agradeció no tener que lidiar con la prensa o con algún fan, aunque había tenido que lidiar con uno que otro alfa que creía que un “omega tan lindo” no podía estar solo. A pesar de que no le molestaba –si era sincero consigo mismo- el salir a todos lados con Yuuri y Viktor,  sentía que se perdía entre ellos, al menos por algunos momentos como aquel.


 


Era algo contradictorio, que se debía a la edad y era natural, pero para el joven rubio era una sensación molesta el no comprender lo que necesitaba para demandarlo. El patinador omega japonés siempre le daba su espacio, al igual que obligaba a Viktor a hacerlo cuando veía que Yurio se sentía abrumado o lo necesitaba, pero a pesar de que internamente el ruso lo agradecía,  no dejaba de sentirse  un poco abandonado, no podría explicarlo.


 


Era sumamente cansino no saber que desear, pues tenía claro que Yuuri e incluso Viktor le consentirían en casi cualquier capricho. Ellos parecían querer comprenderlo, pero ellos mismos hablaban a veces tan ensimismados, que Yurio le daba una sensación de repelús el acercarse a ellos aunque seguramente estos no se molestasen por ello.


 


 Quizá, como le había dicho Mila, debía de salir más con personas de su edad y era su culpa por salir con una pareja. Pero sinceramente prefería a las personas mayores a él. No era novedad pues las personas más queridas y cercanas a él, a pesar de ser un chico de 16 años, fueran: Yakov y Lilia que eran de la tercera edad –que no lo escuchasen o su vida correría peligro- Yuuri y Viktor que eran una pareja de más de 20, Yuuko que era una beta casada y con tres hijas, por supuesto, su amado abuelo, y su primer y hasta ahora único amigo cercano. Por su puesto que también quería a su madre, pero con ella mantenía una relación ligeramente más distante.


Y era esa sensación de mediano abandono la que acudía a él en ese momento mientras Yuuri y Viktor danzaban sin parar juntos, mirándose el uno al otro sin distinguir a otro ser viviente además de ellos. Yurio culparía a esa “debilidad” y a los otros patinadores  por terminar “bailando” en brazos de aquel sujeto tan detestable que le dio la bienvenida al grupo senior con apodos y demás.


 


Aquel viaje había sido planeado para distraerse y por sobre todo que cada uno buscase su nuevo camino para la nueva temporada.  Tanto Viktor como Yuuri lo habían encontrado, pero él aun dudaba. La temporada pasada, ambos programas habían sido escogidos por otras personas así que temía.


 


En medio de la soledad y la bulla de los demás danzantes y comensales, deseó que Otabek estuviera en el viaje junto a ellos, pero él  se encontraba entrenando en su pista de Kazajistan. Beka le había comentado que su nuevo entrenador era mucho más exigente, así que no le dejaba escapar ni un poco. Además debía de considerar que su mejor amigo no contaba con los iguales recursos que Viktor para desperdiciar su dinero de esa manera. Yurio no quería hacerle sentir que debía estar a su lado solo para que él no se sintiera como el violinista de la cena romántica de Yuuri y Viktor. Pero, suponía que el canadiense sí que contaba con aquellos recursos…El fanatismo por el patinaje no era igual en todos los países, después de todo.


 


No se lo habían topado en la entrada al Teatro pero fue una total sorpresa cuando este se acercó por detrás y le dijo su tan característico “Hola, Yuri-chan” con una voz demasiado familiar y animada.


 


Giró rápidamente hacia él, sus ojos se toparon con un JJ quizás un centímetro más alto, el cabello negro bien peinado, con un smoking juvenil que asentaba bien a su cuerpo aun en formación, su camisa contrastaba perfectamente con aquel tono de piel bronceado. No tenía puesto colonia, Yurio pudo notar ello. Pudo sentir su aroma de alfa intentando expandirse a su alrededor.


 


Inmediatamente buscó con la mirada a la beta con la que el canadiense salía. Mucho se había comentado en las redes sociales sobre por qué no se concretaba su compromiso. Yurio no fue ajeno, aunque quisiera ignorar el tema, sentía esa misma curiosidad. Muchos lo achacaban a que ella era una beta y él un alfa...En ese momento pensaba que eran cosas insuficientes si existía la voluntad para quererse. –Que nadie escuchase aquel pensamiento de sus labios por ser tan cursi-


 


—Mi bella prometida no asistió al evento. —Comentó el más alto como si adivinara sus pensamientos, quizás en toda la noche se lo habían cuestionado muchas veces.


 


Yurio parpadeo confundido. El rostro de JJ era levemente más serio del usual, sus ojos habían perdido un poco de brillo.


—Vaya, pensé que la pobre mujer finalmente había reaccionado. —Se burló inevitablemente. A veces creía que sea como fuera aquella mujer, se merecía a alguien mejor que JJ.


 


JJ sonrío pero la sonrisa no llegó a sus ojos, estos seguían viéndose un poco apagados. Era escalofriante verlo con aquella sombra depresiva. De alguna manera prefería al arrogante, era más sencillo lidiar. Yurio había creído perfectamente su interpretación del engreído sobre el hielo.


 


—Quisiera que me concedieras esta pieza ¿Puedo?—Dijo caballerosamente.


Siempre tan exagerado, aun siendo un baile de salón era bastante anticuado y vergonzoso. Por instinto buscó a Yuuri y Viktor, pero estos se veían a lo lejos, demasiado metidos en sí mismos como para querer interrumpirles con sus problemas.


 


Así que tembló ligeramente buscando a los cinco alfa que había rechazado para bailar, prefería bailar con cualquiera de esos a hacerlo con JJ.


— ¡Oh vamos!—Su tono fue bastante ofendido. — ¡Somos compañeros de patinaje!—Finalizó un poco más animado.


— ¡Tú y yo no somos compañeros de nada! Somos enemigos por si no lo has notado. —Frunció su ceño para ver si así el alfa desistía.


—De hecho, no lo somos, yo compito en categoría alfa y tú en omega, gatito—Le respondió, sus ojos se habían iluminado esta vez. ¿Era tan divertido molestarle? Pensó Yurio.


—De ninguna manera. —Se negó.


—Bien, entonces nos quedaremos aquí parados viendo como todos los demás bailan, vaya suena divertido.


 


Lo había comentado con una seguridad terrible, Yurio creyó que el joven de verdad se quedaría a incordiarlo toda la noche.


—Puedes irte cuando quieras. Es más lo hare yo.


 


Pero JJ no iba a rendirse, importándole poco lo arrastró hacia la pista. Yurio se contuvo de responderle. Lilia le había advertido sobre armar un escándalo en tan lujoso y fastuoso evento. Había miembros de la prensa de sociales e incluso de la realeza británica. No iba a quedar como un niño malcriado, era hora de cuidar su reputación un poco. No que realemnte le importara pero necesitaba el dinero de  los patrocinadores y el prometido sueldo de la federación. Se mordió el labio inferior.


 


JJ atrapó su cintura y comenzaron a balancearse por la pista. No pudo negar que el canadiense sabía llevarlo de la manera correcta. Pero se sentía incómodo siendo sujetado por él, con sus ojos aun con ese brillo deprimente.


— ¿Estuvo indispuesta o en verdad eres como dicen? ¿La dejarás por ser una beta?


Al menos saciaría su curiosidad ya que no le quedaba más que estar en sus brazos por el momento.


— ¡No la dejaría por ello!—Respondió él de inmediato.


Y ocurrió algo peor, JJ lo abrazó, se refugió en su clavícula y le apretó contra él.


—Que patético… quizás tienes razón y ella finalmente se dio cuenta que se merece a alguien mejor. Como puedo decirme rey si no puedo cumplir una promesa a mi prometida.


No le respondió, simplemente rodó los ojos,  suficiente drama de pareja vivía día a dáa  con Yuuri Viktor y Lilia y Yakov, no necesitaba envolverse ni empatizar con otro más.


 


El baile terminó, JJ se apartó de él, no veía lágrimas en sus ojos pero sí que estaba levemente enrojecidos. Algo dentro de Yurio se encogió. Era incómodo ver a una persona orgullosa tan decaída, casi arrastrándose por el suelo. Necesitaba alejarse, no le importaba ni un poco sus problemas, seguramente le estaba contando todo ello porque no tenía a nadie más en ese maldito evento. Se decidió a ir por Yuuri y Viktor para arrastrarlos fuera de una vez.


 


—No somos amigos, quiero que sepas que las bromas que te hacía eran solo por que eras el novato. Me las hicieron a  mí, era justo.


 


Yurio encogió sus brazos sobre sí mismo, y desvío la mirada.


—No me importa.


—Bueno, gracias a las orejitas que te lance tus fotos se volvieron virales. —Bromeó.


 


El rubio consideró que el tipejo que tenía en frente tenía razón, esas malditas orejas de gato se habían vuelto símbolo de sus fans.


 


—No te lo había dicho pero realmente te vez muy lindo esta noche.


 


Había sonado bastante sincero. Odiaba ver la vulnerabilidad de otra persona. No sabía bien cómo lidiar con ello.


—Me largo de una maldita vez.


 


Esta vez JJ no lo detuvo, de reojo pudo ver como este se dirigía al balcón, susurrando un nombre mientras sacaba su móvil para revisarlo. Yurio solo chasqueó los dientes, intentando no pensar en el último halago recibido. Con seguridad iba a sacar a patadas de aquella estirada fiesta a la melosa parejita que tenía por compañeros de pista.


 


Como lo esperaba,  los encontró riendo, y dándose pequeños besos en un rincón del salón. Eran más que exasperantes. Sin embargo, como era usual, sin que tuvieran que preguntar supieron que él ya deseaba retirarse con urgencia de la fiesta.


 


………………………………………………………………………………………….


 


Para Viktor además de placentero, era divertido besar a Yuuri. A pesar de que ya no era la primera vez que compartían un beso, su precioso omega se notaba muy inexperto. El alfa empezaba lento: con pequeños movimientos entre labios, halando levemente el otro, mientras una de sus manos seguía apoyada en la pared detrás de Yuuri y su otra mano le sostenía gentilmente de la mejilla. Yuuri intentaba responder pero parecía atragantarse por sus nervios.


Se encontraban en Rusia, habían vuelto para compartir sus ideas para la nueva temporada con Yakov y Lilia, quienes habían escuchado atentamente. No había sido fácil que Yakov aceptase en su pista a Yuuri, consideraba que era una locura la idea de que Viktor fuese entrenador y patinador al mismo tiempo.


 


Temía por la carga emocional que suponía ello. Viktor siempre había sido alguien muy despreocupado como para que de pronto cargue con un omega que era su estudiante al mismo tiempo.


 


Otro gran problema había sido enfrentar a la Federación rusa, de hecho aún no estaba convencida, pero fue el requisito –a manera de capricho- que puso Viktor para volver a patinar. Lo cierto era que aún no existía alguien de su talla en el mundo del patinaje en solitario de alfas en el país ruso. Y dado que el patinaje sobre hielo en Rusia era deporte nacional, necesitaban a Viktor como representante. No por nada era el que tenía el sueldo más alto y que el lujoso departamento que poseía había sido un regalo de esta. Viktor sabía que era bastante detestado por la Federación, pero ya no le afectaba. Yuuri le hacía sentir mucho más poderoso que antes, así que no le tembló la mano al exigir que Yuuri pudiera compartir la pista con ellos a pesar de no formar parte de la selección rusa.


 


Toda esta discusión, por supuesto, no era de conocimiento de Yuuri. El omega vivía en un país que si bien era muy fanático del patinaje, no era visto como traición el tener como entrenador a un ruso, menos entrenar en otro país; mientras siguiera representando adecuadamente a Japón, la prensa y su federación festejaría sus avances.


 


 Así pues aun un poco inseguros, Yakov y Lilia habían escuchado su propuesto, y luego de comentarlo entre ellos, los ojos de la ex Prima Ballerina brillaron con intensidad.


 


Durante las siguientes semanas, Yuuri y Viktor se habían avocado en crear el programa corto de Yuuri, aun así Lilia se dispuso bastante colaborativa, cada vez más. De hecho, sin que Viktor lo pidiese, Yakov también se había dispuesto a corregir los errores que Yuuri tenía.  Todo había caído por su propio peso, la naturalidad con la que Lilia y Yakov terminaron involucrándose en el entrenamiento de Yuuri fue bastante rápido.


 


Para suerte de Viktor, Yuuri era bastante cortés, aplicado, aceptaba y valoraba cada consejo que tanto Yakov como Lilia le brindaban. De esa manera, Viktor también pudo avocarse a crear su propio programa. Debía admitir que no era nada fácil, le resultaba divertido crearlo pues el mensaje final hacia sus fans y la prensa sería bastante sorprendente.


 


Por ello día a día se dirigían a entrenar  a la Pista en San Petesburgo. Finalmente tenían la canción escogida, pero los saltos y movimientos serían supervisados por Lilia, quien sin pedir permiso a nadie se había tomado la tarea de corregir los movimientos de Yuuri.  Por lo que aquella  mañana, Yuuri le presentaría  saltos y movimientos seleccionados a Lilia.


 


O ese era el plan…


 


Viktor era del tipo de persona que le gusta tener alicientes, pero sobre todo premios. Esforzarse tanto debía de ser recompensado, nunca habría imaginado que los labios de Yuuri fueran una recompensa tan dulce.


 


En Japón, el alfa se debía contenerse incluso para caminar juntos, apenas podían tomarse de las manos, no podía besarlo en público ni mucho menos ser demasiado meloso. Viktor había amado muchos aspectos de la cultura japonesa, pero el no poder tocar y besar a su omega cada vez que lo deseaba no le agradaba; sin embargo, debía respetar las tradiciones ya que no eran los únicos. Si bien cada alfa buscaba una manera de proteger y advertir que el omega su lado le pertenecía, ningún alfa sobrepasaba los límites que la etiqueta japonesa establecía. Yuuri le había regañado innumerables de veces cuando le robaba un pequeño pico en la vía pública.


 


Pero en ese momento finalmente se encontraban en su país, su territorio y Viktor no planeaba contenerse demasiado: Lo envolvía en sus brazos cada vez que salían a pasear con Makachin, le besaba no vulgarmente pero sí demostrando a todos que eran pareja, aunque no hubiera un comunicado oficial.


 


Eso estaría bien si es que no los estuvieran esperando en la pista. Pero Viktor había deseado su recompensa de manera anticipada….


 


El problema era que Yuuri se veía demasiado tierno e inocente atrapado entre sus brazos; y su alfa interno solo quería quebrar aquella candidez. Yuuri no sabía cuánto le provocaba con sus pequeños gestos. Su mano dejó de acariciar la mejilla del omega y bajo dando masajes por su cuello, el omega ronroneo de gusto y él no pudo contenerse, ingresó su lengua dentro de la boca de Yuri, se inclinó más sobre él haciendo que terminara apoyado contra la pared.


 


—Viktor…


 


Su suspiro encendió más el calor de su cuerpo. Su alfa sabía que Yuuri era el omega indicado para ser marcado y preñado por él. Exhaló de placer cuando se imaginó como se sentiría tomarlo  por detrás como demandaba el primer apareamiento entre alfa y omega. Sintió su sangre correr más rápido por su venas.


 


Absorbió más su lengua, jugueteo con la otra, los brazos de Yuuri subieron por su nuca y el bajo su manos por sus costados, delineando su figura estilizada. Moría por poder recorrer su cuerpo desnudo. Terminó en su cintura, su estrecha cintura que le aseguraba un sinfín de placeres, siguió bajando hasta sus caderas, gruñó satisfecho. Yuuri poseía unas caderas bastante pronunciada y anchas lo cual fascinaba a cualquier alfa, el instinto les indicaba que biológicamente el omega era más fértil.


 


Si escuchaba un gemido de Yuuri estaba seguro que perdería el control de su parte animal.


 


— ¡Vitya!


Pero fue la  voz de Yakov la que se dejó escuchar en el recinto por encima de los pequeños jadeos que el omega había empezado a emitir. Inevitablemente, como cualquier alfa joven respondió al llamado con un gruñido. Mientras Yuuri se cubría el rostro con sus manos totalmente avergonzado.


 


—Lo siento mucho—Se disculpó el omega inclinándose ante el anciano entrenador.


 


—Al menos eres educado. —Resopló molesto y un poco incomodo por la gran reverencia del muchacho japonés. Sabía que no era culpa del omega, sino de su propio aprendiz. — No como tú ¿Cuánto crees que significa cinco minutos, Vitya?


 


Viktor recordó que les habían dado cinco minutos para vestirse apropiadamente. Pero consideró que era más útil utilizarlos en devorar  la dulce boca de su pareja.


 


— ¡Yakov! Debes de entender, alguna vez tuviste mi edad. —Llevó su mano a su frente, evocando algún recuerdo de su niñez al lado del viejo Yakov. — Ahh recuerdo que cuando estábamos en la competencia novel A, tú y Lilia...


— ¡Cállate! y ve a la pista con tu omega.


 


El alfa aun con esa sonrisa juguetona tomó la mano del menor y lo llevo hacia la pista de patinaje dejando al anciano con las mejillas rojas.


 


 


Al conversar con Lilia sobre el mensaje que querían dar a entender con el símil de su carrera con la obra del Fantasma de la Opera, habían acordado que como apertura Yuuri interpretase “Think of me” como programa corto. Había sido consenso de todos  que “Think of me” demostraría la idea que ellos tenían: Una persona que se ve frágil, dulce, insegura, que nunca había sido notado por nadie ni siquiera por la persona que ama, al menos no de la forma en que esta quería. Solo alguien con un talento inigualable es capaz de pulirla, un genio que través de ella puede mostrar aquel talento, un genio que puede controlarla, o eso al menos es el inicio, porque finalmente ese pequeño pajarito alza el vuelo y deslumbra con su plumaje de colores a todos quienes le observan.


 


Yuuri se puso a la tarea de ver algunas representaciones teatrales sobre aquella canción, quedó impactado por la de Sierra Borges, definitivamente diferente a la de la película.  El omega no sabría cómo explicarlo completamente: La obra iniciaba como una criatura que no conoce al mal, temerosa de su propio talento y de demostrarlo, que se esconde dentro de un capullo y dentro de ser un personaje secundario;  pero que gracias al entrenamiento del fantasma y –en escena- conforme murmullan que no creen que lo logre, ella se alza impetuosa sin dejar aquella delicadeza particular de sus brazos y piernas, conquistándolos, logrando desplazar a la estrella del teatro de ese momento, se gana al público por completo, viéndose hermosa y destellante, aunque siempre queriendo demostrar que era un ser indefenso.


 


Era difícil, cuando repartieron Agape y Eros, pensó que el papel de Agape podría interpretarlo mejor que el de Eros. Pero el papel que se proponía interpretar no era el de un amor puro, este papel oculta a una persona con ambición detrás de la máscara de inocencia o al menos así Yuuri lo siente.


 


Le quedaba poco tiempo para su próximo celo, eso también era un problema para interpretarlo, estaba seguro que si Viktor no fuera quien se contiene, él no podría detenerlo. Por ello, habían acordado que Lilia lo hospedase en su casa cuando tuviera su celo, era muy joven para tomar demasiados supresores, usaría algunos calmantes para no ser un completo manojo de deseo e inútil.


 


Por su parte, Yakov había decidido hospedarse en casa de Viktor, dijo que era mejor asegurarse que Vitya no le hiciese una visita inesperada al hogar de Lilia.


Finalmente fue su turno, intentó dejarse llevar por la música, lo más suave que podía pero su cuerpo estaba agitado por el contacto anterior, su omega intentaba alzarse por sobre los calmantes, queriendo llamar a su alfa para que le brinde su abrazo carnal. Se sentía abochornado pero deseoso de muchos besos y caricias, esa no era de ninguna manera la imagen de ángel del personaje.


 


— ¡Yuuri, recuérdalo eres un ser que recién ve la luz pero al mismo tiempo es tu única oportunidad para brillar!—Gritó Viktor desde su lugar viéndolo.


Yuuri resopló molesto, ¿de quién era la culpa de no poder concentrarse en primer lugar? ¿Cómo quería que ejecutase a un ángel inocente si su cuerpo ardía por más pasión?


 


Aun no estaba totalmente definida la secuencia pero debía mostrar sus altos mucho más suaves que los que daba, debía literalmente verse como si flotara sobre el hielo.


 


Saltó y si bien no se cayó, el aterrizaje no había sido lo suficientemente suave.


Viktor se veía poco satisfecho, iba a replicarle pero su aroma le dejó estático. Y el calor que su cuerpo irradiaba aumentó.


 


—Practiquemos los saltos. Tienes asegurado el cuádruple salcow pero también has logrado hacer un toe loop, pienso que podrás lograrlo perfectamente esta temporada.


 


El omega japonés ya no podía escucharlo, su lado racional se apagaba a cada palabra, dejando de tener significado, mientras  sentía el fuerte aroma de Viktor tan abrazador como su cuerpo caliente, ronroneo involuntariamente entrecerrando los ojos. Requería de sus brazos, su parte animal le hacía necesitar acurrucarse en ellos y sentirse protegido en su inmenso pecho. Así que nuevamente ronroneó con voz aguda para que su alfa lo tomara. Yuuri solo podía pensar en  encontrar un lugar cómodo para al apareamiento.


 


Los besos y caricias que habían compartido horas antes solo habían sido el evento de apertura del celo del omega japonés, quien se había sentido cómodo, protegido y deseado por su alfa, por lo que consideró que era un buen momento para liberar el celo por completo.


 


Ante aquel gutural sonido, Viktor calló. El aroma del omega también llegó a él sorprendiéndolo. Por un instante se sintió confundido, su ser animal iba despertando ante cada inhalación que hacía de tan exquisita fragancia. Ante el segundo llamado del omega se puso alerta ante los aromas de los otros alfas explayándose. Luego dirigió su mirada al omega que le llamaba: Su pareja se veía adorablemente sensual. Sus mejillas y labios se veían rojizos, sus ojos llorosos y su cuerpo temblaba de necesidad. ¿Qué alfa no querría calmar el celo de un Yuuri tan dispuesto?


 


El animal dentro de Viktor quería rugir y poner aviso a los demás alfas que el omega japonés le pertenecía. Su cuerpo se sacudió de lujuria, necesitaba envolverlo en su brazos, quizás llevarlo en brazos hasta un lugar cómodo, donde el omega pudiera formar su nido y de esa manera empezar con el apareamiento.


 


“Quizás los vestidores”


 


Desechó la idea pues Yuuri merecía un mejor lugar para su primera vez.


Se preguntó si sería capaz de manejar su auto o si sería seguro tomar un taxi.


Al escuchar algunos gruñidos cerca de él, sacudió su cabeza avergonzado. No debía de ver a Yuuri de esa manera por el momento. Pero era tan difícil…


 


Todos en la pista de hielo voltearon a mirarlo, Yuuri se cubrió la boca, aun así,  sentía claramente como sus poros se abrían dejando libre su aroma dulce. Algunos gruñidos escaparon de los alfas que patinaban con ellos, mientras los betas los veían con fastidio. Pero Yuuri no podía calmarse por sí solo, sintió miedo y ansiedad porque el alfa que amaba no respondía a su llamado. No quería que ningún otro alfa lo tocase, solo Viktor, su omega sentía que pertenecía a Viktor.


 


—¡Vitya! sácalo de la pista ahora mismo—Gritó Yakov, intentando imponer su voz de mando a los otros alfas, lo cual era un tanto difícil ya que la mayoría eran jóvenes fuertes.


 


Viktor despertó de su ensoñación y su pelea interna con el alfa que quería reclamar al dulce omega que le llamaba. Cubrió su nariz con un cubre boca que había cargado por prevención. Llegó hasta Yuuri, quien se estremeció emocionado de haber obtenido la atención de su alfa. El alfa pasó su brazo por la cintura del pelinegro, y con cuidado le guío hacia la salida de la pista.


 


Yuuri se dejó guiar, estaba contento, sabía que Viktor lo protegería de los otros alfas, su única preocupación en ese momento era premiar a Viktor, buscar un lugar acogedor para ambos y restregarse con ganas en el pecho de su alfa, quería prometerle que sería un buen omega para él.


 


Aun a través de la mascarilla el aliento del alfa escapaba y es que resoplaba fuertemente, su aliento quemó la nuca del omega. Yuuri, en respuesta, se refugió en su pecho, sonrió placido quiso quitarle la mascarilla que no dejaba ver los labios del mayor. Decidió iniciar a frotarse contra él en agradecimiento por protegerlo de otros alfa. Justo antes de hacerlo, Viktor prácticamente lo empujó contra Lilia fuera de la pista.  Ella  lo recibió, sin decir nada lo envolvió con una bata pesada; en medio del desenfreno, Yuuri reconoció esa bata de una de las compras que hicieron para prevenir ese momento;  estaba seguro que era esa nueva bata que absorbía el aroma de los omegas, evitando que se expandiera fácilmente.


 


Sin embargo, poco podía importarle a su omega interno. El omega no comprendía ni recordaba porque estuvo de acuerdo en hacer esa compra, pero solo deseaba que Viktor volviese a su lado ¿Qué había hecho mal para ser rechazado? Se obligó a soltar más de su aroma lleno de feromonas atrayentes.  Viktor no giró hacia él. Yakov le acercó unas pegatinas y unas capsulas, al mismo tiempo que gritaba a todos los betas ayudar a los alfas y omegas que se habían trastornado con el aroma, todos debían de ponerse sus mascarillas. Viktor fue con él ayudándolo, Yakov  le palmeó el hombro en señal de fuerza.


Yuuri deseó llorar, había fallado como omega.


 


Lilia tenía su propio equipo  de ayuda,  puesto que tenía muchos alumnos omegas, estaba muy preparada para ese tipo de eventos. Incluso tenía a dos betas  que trabajaban para ella como miembros de seguridad, como era de suponerse que en cualquier momento Yuuri llegaría a su celo, este par de betas estaba presente en todos los entrenamientos. El japonés se  sentó, intentó sacarse los patines pero sus manos temblaron, sus ojos estaban llorosos, aun podía sentir a lo lejos el aroma de Viktor, deseaba tanto ir por él. De su garganta quiso brotar un aullido omega, uno que sería escuchado por su alfa casi obligándole a acudir ante él.


 


—Dios como apestas, cerdo, deja de mandar esas malditas feromonas. —Gruño Yurio.


 


Por supuesto, a una omega madura como Lilia ya no le afectaba sentir el celo de otro omega, pero con Yurio era diferente. A pesar que todos aprendían desde niños a intentar domar sus instintos, era bastante normal que otro omega joven se sintiera amenazado por un omega en celo.


Aun así Yurio se acercó y le ayudó a quitarse los patines.


 


—Te vuelves tan inútil.


 


Lilia llegó con unas tabletas, eran calmantes que menguarían un poco más su celo hasta llegar a casa, así como aquellas banditas importadas de su tierra natal que se ponían en la glándula omega para que se enfriase.


 


Se la puso por debajo de la gargantilla que siempre debía portar cuando su periodo se acercaba para evitar ser mordido.


 


—Listo, maestra Lilia, el auto está en posición.


 


Lilia lo cubrió con otra manta más, su aroma también funcionaba como adormecedor para el omega. Yuuri llegó tambaleándose al auto y cuando cerraron, cayó dormido.


 


Mientras tanto, en el Coliseo deportivo, el personal de mantenimiento se dedicaba expandir aromatizadores que disipaban el aroma del omega que había entrado en celo. Cada alfa y omega fue conducido por un beta para ser revisado en la enfermería. Cada uno recibió una dosis de capsulas naturales que ayudarían a normalizar sus instintos para poder seguir con el entrenamiento.


 


Viktor era uno de ellos, quien tumbado en una de las bancas, debía reprimir su instinto protector y posesivo. A pesar que el aroma de Yuuri se había disipado, el peliplata podía recordar cada matiz de este. Nunca había olfateado a Yuuri en su celo. No imaginó que le fuera tan difícil mantener el control y ayudarle. Había recibido entrenamiento de autocontrol como todo atleta, pero sentía que si no fuera por Yakov y Lilia en ese mismo instante estaría encerrado junto a Yuuri en un vestuario, enterrado en lo profundo de su cuerpo, reclamándolo sin piedad. 


 


 


…………………………………………………………………………………………….


 


Al despertar, Yuuri se encontraba en la habitación que habían destinado a ser su nido para su celo. Lo había acomodado él mismo desde que llegó a Rusia y supo que tendría que pasar algún celo.


 


Al principio había sido difícil sentirse en confianza como para armar un nido - natural en la mayoría de omegas- pero entendió que sería mucho más placentero tener uno durante aquel complicado periodo. Y es que tener el calor del celo en un lugar totalmente desconocido, sin comodidades adecuadas volvería ese periodo en un martirio. Gracias a decidirse a crear un nido, podía olfatear a su alrededor objetos acomodados por sus propias manos. Aunque sería mucho más agradable sentir el aroma de alguien en particular.


 


Tenía varias de sus ropas favoritas, algunos cojines que le parecieron muy suaves, manta y sabanas delicadas, todo ello sobre una cama queen size que él no hubiera podido costear. Parte de sus necesidades era necesitar nutrirse e hidratarse, por lo cual, muy cerca de su cama se encontraban botellas de agua mineralizadas, especiales para la época de celo de omegas  donde se perdían muchos nutrientes cuando no era calmado por un alfa.


 


Sus celos no solían ser agresivos, su educación disciplinada de escuela japonesa le había ayudado a poder tener periodos de calma por lo cual incluso podía leer algunas revistas; sabiendo ello había comprado un par de ellas, totalmente plastificadas previniendo el sudor y demás fluidos que su cuerpo podría segregar. Sin embargo sentía que durante ese celo no podría disfrutar de aquellos periodos de calma.


 


A pesar de saber que no lo encontraría, su nariz seguía intentando buscar el aroma poderoso de Viktor.


 


Un omega que tiene una pareja estable se permite tomar algunas prendas de vestir de su alfa cuando este, por obligaciones, no puede pasar su celo a su lado.  Había deseado  tanto la casaca del equipo ruso olímpico que Viktor poseía, al menos poder enterrar su nariz en ella o incluso ponérsela. 


Unos días antes, cuando preparaba sus pertenencias para pasar su celo, se la había puesto, Viktor lo descubrió, se sintió avergonzado pero el alfa no le regaño, fue comprensivo. Le dio un beso en la frente y le abrazó cálidamente.


 


A puertas de su celo era natural desear estar cerca de las pertenecías de quien consideraba su alfa. Aun envuelto por los brazos de Viktor,  sintió el valor para preguntarle si podía utilizarlo para su nido de celo. Para su sorpresa, el alfa se negó pues creía que sería más duro para ambos.


 


No sabía que tan duro estaba siendo para Viktor, pero él se sentía abandonado sin ningún aroma u objeto que le recordase a Viktor. Era inevitable, no estaba en una situación en la que pudiera ser culpado o llamado “dependiente”, era natural durante el periodo de celo de cualquier omega que cree tener un alfa estable, aunque haya sido bien entrenado para soportar el calor y necesidad.


 


Sin control alguno,  lloriqueó. Había leído que un omega es capaz de hacer que su alfa le cumpla ese tipo de caprichos, pero Yuuri no pudo, se aferró a una manta y  continuó llorando.


 


El calor inició a trepar por su cuerpo centrándose en su bajo vientre, sus caderas iniciaron a moverse buscando algún tipo de alivio, mientras sus manos se aferraron a las sábanas debajo de su cuerpo.


La fiebre  arrasó su cuerpo nuevamente, se sintió sediento pero con la seguridad de que el agua no saciaría esa tipo de sed. La necesidad de algo que aún no había probado le sacudió. Una mezcla de sensaciones trastornaban su mente: necesidad, desamparo, soledad, deseo y dolor.


 


Nunca le había resultado tan difícil. Yuuri nunca había necesitado pasarlo al lado de un alfa realmente.  Cuando tuvo sus primeros periodos ya había estado entrenado mentalmente. Su madre le acompañó en el primero mientras su padre se mantenía en la puerta vigilándolos pero dándoles su espacio, así que Yuuri se sintió protegido y cómodo.


 


Posteriormente, le resultó difícil viajar, pero  logró adaptarse, pues su entrenador fue un beta. Celestino siempre lo internaba en el centro especial de omegas que tenía la universidad. En tal lugar, todo estaba acondicionado para dar cobijo a cientos de omegas que estudiaban en su campus. 


 


Los alfas tenían prohibido bajo pena de expulsión el acercarse a esa área. De hecho habían expulsado a un par de inmaduros que habían intentado colarse para cumplir estúpidas fantasías.  


 


A su vez,  cada omega recibía instrucciones de como formar un nido para su celo (ya que en aquella universidad, estudiaban omegas de muchas partes del mundo y por tanto a veces de culturas más retrógradas y conservadoras); además les daban una  guía para la compra de juguetes sexuales si no se tenía experiencia; también les brindaban asistencia en  como alimentarse e hidratarse; la calidad de mantas, sábanas, cojines que debían de escoger; como aprovechar los momentos en que el calor bajaba; los calmantes, sedantes que podían consumir de origen natural que no alterarían sus periodos.


 


 Todo en una nación que se jactaba de moderna y liberal como Estados Unidos estaba sumamente controlado,  existían muchas leyes, productos y servicios para ayudar al omega a ser empoderado e independiente.


Así pues el resultado fue un Yuuri bastante disciplinado y previsor. De hecho tenía los medicamentos que su médico en Detroid le había prescrito que hasta su último celo había sido útil para que el celo fuera más llevadero.


 


Pero nada de eso ayudaba con el dolor que sentía. Sentía pánico, ninguno de los productos se le antojaba, ningún juguete, ni las grabaciones para omegas que había descargado de la red (las cuales eran voces de alfa).


 


 No tenía ganas de tomar agua o los alimentos embotellados, ni de refrescarse con las pegatinas que sus padres le habían enviado o tomar un te, ni siquiera  abrazar un cojín, nada.


 


Sentía un asfixiante calor y cosquilleo por toda su piel. Su cuerpo temblaba por necesidad de placer, pero no de uno que pudiese brindarse a sí mismo con sus manos o juguetes. Necesitaba ser tocado por un alfa, pero su espíritu animal lloraba anhelando a un solo alfa de ojos color cielo.


 


No era lo mismo llorar por un alfa desconocido cada tres meses, que por un alfa con rostro.


 


“Viktor…”


 


Necesitaba su voz y no la de actores, necesitaba su aroma y no las colonias artificiales de alfa; necesitaba sentirse mimado por él y no alimentarse por su cuenta. Quería sus brazos a su alrededor y que él se ocupase de darle placer a su virgen cuerpo.


 


Así que sin pensarlo y con su conciencia hundida en la fiebre de lujuria,  gateo hasta su mochila y sacó su móvil, agitado buscó su nombre y lo marcó.


Su garganta se secó ante la expectativa y los timbrazos que no eran respondidos.


 


—Viktor…Viktor…


 


Finalmente contestó. Su espíritu omega se animó.


 


— ¿Yuuri?—Preguntó un poco preocupado. — ¿Paso algo malo?


Su omega tembló al escuchar su sedosa voz amable. Había esperanza, sentía que Viktor lo rescataría de aquel lugar para llevarlo a su casa, o en todo caso se quedaría a su lado.


 


—Ven por mí—Ronroneo con voz quebrada—Seré un buen omega, me portaré bien; así que ven por mí, Viktor. Llévame a casa. Te extraño mucho.


Su llanto inició, tuvo miedo de que eso causara fastidio en el alfa así que intentó reprimirlo.


 


En este punto, se debe recalcar que Yuuri consciente prácticamente no existía, el ser que se derretía por el dolor y necesidad, era una pequeña criatura dominada por sus instintos. Un omega que siente que puede perder al alfa que considera como su destinado. El cual no comprende las razones por las que él mismo aceptó pasar el celo solo.


 


Al no escuchar respuesta del alfa, se asustó. Así que decidió cambiar de propuesta. Era inexperto intentando provocar a un alfa. No sabía cómo convencerle.


 


 —Si no quieres podemos quedarnos aquí. Está cómodo, tenemos todo para estar juntos, yo te prometo que haré lo que quieras.


 


Realmente Yuuri decía cada palabra temblando pero sintiendo que estaba total disponibilidad de dejarse dominar por el alfa que deseaba.


 


—Yuuri…escucha, cariño, esto es por el bien de ambos.


 


Un quejido escapó de la garganta del japonés, estaba siendo rechazado de nuevo, su omega interno no entendía lógica ni razones. Si Viktor, un alfa, no iba por él era porque simplemente no deseaba aparearse con él.


 


— ¿Por qué? ¿No me quieres? ¿Yo tendré a tus cachorros, Vitya ¿Por qué no quieres que sea su madre ¿porque?


 


La respuesta iba escribiéndose en su mete de manera peligrosa, como si alguien tomase un puñal y lo tatuara en su piel. “Viktor lo rechazaba como omega, no deseaba formar una familia junto a él”


 


—Mi príncipe, esto se está saliendo de control. —La voz del alfa se había tornado un poco más grave, aunque intentaba seguir sonando calmado— Escucha pequeño, debes de calmarte o...


 


— ¡No! No me quieres, no eres mi alfa.


 


— ¡Yuuri! No digas eso. ¡Yo soy tu alfa! —Ordenó  Viktor, se le escapó la voz de alfa y Yuuri no podía estar más feliz.


 


—Entonces… ven por mí. Te amo mi alfa.


 


Escuchó a Viktor tragar. Si supiera cuan inquieto sentía su animal interno el ruso, pero lo controlaba lo mejor que podía.


 


—Cariño, debo de colgar o no la pasaremos bien, come adecuadamente,  hidrátate. Yo voy a recogerte cuando tu celo acabe ¿Si? Volverás a casa.


 


“Casa”, el departamento de Viktor era un lugar muy confortable. Yuuri secretamente había ideado su perfecto nido en la habitación de Viktor, incluso –sin ser realmente consciente-  había fantaseado en donde poner a sus cachorros. Sin embargo,  esa ilusión acabó bastante pronto.


 


 — ¿Vendrás por mí?—Preguntó ilusionado, dejando escapar ronroneos.


 


—Lo haré. —Aseguró el alfa, aferrándose al móvil— Pero cuando tu celo termine. Yuuri, esto es muy difícil para mí también. No tienes idea de cuánto deseo ir hacia allá y encerrarme en esa habitación contigo. Quiero tanto que estés en mis brazos, amor.


Las mejillas de Yuuri se acaloraron, se sintió mejor, más tranquilo, le aceleraban el latir de su corazón cada dulce palabra que escuchaba de su alfa.


 


—Vitya...—Murmuró llamándolo.


 


Por su parte, Viktor estaba bastante ansioso. Yakov le había dado un relajante y le había empezado a  causar efecto, hasta que  llegó la llamada de Yuuri. Cuando le escuchó llamarlo, tuvo un fugaz plan de como escabullirse e ir a verlo para arrinconarlo contra su cómodo nido y marcarlo. Fue una sensación salvaje, incluso se asustó de lo violento que le pareció la imagen. Por suerte Yakov lo observó y llamó a por su cuenta a Lilia


.


—Vitya, te quiero mucho.


 


Yuuri se escuchaba como un omega tan necesitado y tierno que le dolía el pecho por no poder a su lado.


No podía evitar imaginarse como sabría su piel, como se escucharían en vivo sus gemiditos, su rostro lloroso. La necesidad por tenerlo debajo de su cuerpo se hizo grande, a punto de derribar el autocontrol impuesto por los supresores. Así que se aferró con sus garras  en su sofá.


 


Pronto escuchó a través del móvil a Yuuri quejándose: Era Lilia, seguramente iba a arrebatarle el móvil. Yakov extendió su mano pidiéndole lo mismo. Resopló un poco reacio, pero luego de decirle a Yuuri que lo amaba y prometerle que iría por él en cuanto terminara se lo entregó.


Si volvía escuchar lloriquear a Yuuri estaba seguro que no podría frenarse.


 


………………………………………………………………………………………….


 


Fueron días frustrantes para todos los involucrados. Los lazos animales no eran algo tan simple de ignorar, ni siquiera para personas bien entrenadas. Yuuri no logró ser productivo durante esos días, su cuerpo y mente estaban confinados a intentar calmar su deseo carnal.  


 


De a momentos, justo después de correrse mientras llamaba a Viktor, recordaba vagamente que en Detroit, incluso apuntaba sobre nuevas ideas para sus rutinas o nuevos pasos, pero el celo que experimentaba era especialmente agresivo; rompió barreras impuestas por los calmantes, estos  no le ayudaron ni un poco a sentirse mejor, su omega aullaba de necesidad no solo carnal sino de compañía, llamaba a Viktor inconscientemente. Se desmayó muchas veces por falta de hidratación, se sentía tan solo.


 


Lilia tuvo que ingresar un par de veces para darle de beber agua y los alimentos líquidos que todo omega debe tomar. Al tercer día la omega ex bailarina decidió darle  sedantes, los cuales le ayudaron a descansar un poco mejor.


 


Por su parte Viktor no podía mantener en calma, tenía pesadillas de alfas sin rostro ingresando a la vivienda de Lilia y tomando a su omega. Constantemente le pedía a Yakov que preguntase si se encontraban bien. Yakov lo hacía pero nada calmaba aquellas pesadillas y sueños húmedos inducidos por el alfa interno de Viktor.


 


 Lilia sentía un poco de lastima por el omega, a pesar de que se había involucrado de nuevo con Yakov por ayudar a Yuri, había terminado por encariñarse con el omega japonés también. Yakov con el instinto de alfa también se sentía preocupado ya que Lilia era omega, Yuuri japonés también y el joven Yuri. Solo lograba aparentar calma ante Viktor al recordar que había betas custodiando la vivienda de su ex esposa, y que la habitación donde el japonés pasaba su celo era hermética (su aroma no podía escapar).


 


Mientras tanto, el joven Yurio no podía concentrarse en crear su propia rutina, se sentía impotente y a la vez preocupado, aunque no lo aceptase abiertamente.


 


La dura semana pasó para todos: Yuuri aún agitado, intentaba levantarse del lecho que había armado, se dirigió a la ducha la abrió y se sumergió en el agua fría. Era necesario recuperarse, se sentía débil cansado y desganado.


Finalmente terminó de alistarse y quedar medianamente presentable con algunas ropas de casa. Salió de la habitación arrastrando los pies, pensaba comer algo sencillo para disponerse a arreglar y limpiar el desastre en que había dejado aquella habitación y, por supuesto, pedir disculpas por los inconvenientes a la dueña.


Pero no pudo realizar ninguno de aquellos planes, pues rostro que había añorado por esos días estaba frente a él.


 


 Viktor, que le veía con el rostro más preocupado y culpable, le pedía  disculpas silenciosamente por no haber podido asistirlo en su celo.


 


Las lágrimas escaparon del japonés;  a paso rápido llegó a su ruso, se lanzó a él y finalmente su omega aulló de alegría por encontrar el aroma y calor que había extrañado durante el celo.


 


Su alfa tenía ojeras, estas eran visibles, su rostro estaba más pálido, así que con todas las fuerzas que tenía se aferró al omega en sus brazos.


 


Ninguno había supuesto que sería tan duro encontrar a su pareja destino.


 


Viktor jamás  hubiera creído - si le hubieran dicho- que podría sufrir solo por estar separado de alguien. Pero lo era, no había dormido bien, tampoco comido adecuadamente, su mente no dejaba de advertirle lo peligroso que era que Yuuri esté lejos de él.


 


Al finalizar la semana, de inmediato partió hacia la vivienda de Lilia. Y finalmente podía tomar del dulce aroma que Yuuri desprendía.


 


Tanto Lilia como Yakov creyeron que lo mejor era darles espacio, así pues arrastraron a Yurio a otra sala de la casa de Lilia.


………….


 


Ya casi estaba listo, lo sentía. Finalmente ya habiendo superado su periodo de celo, Yuuri se sentía mejor de poder enfrentar sus nuevos retos.


Su programa corto le estaba costando mucho trabajo, pero sabía que no era ni la mitad de esfuerzo que necesitaría para poder lograr su programa largo.


 


Aún estaba avergonzado por espectáculo que había armado en la pista de patinaje. Si por el fuera habría alistado sus pertenencias y marchado a Japón, a su seguro Ice Castle, pero no podía poner en esa disyuntiva a Viktor, ni desechar la ayuda de Yakov y Lilia. Así que su forma de retribuir era esforzándose más que cualquier otro.


 


Dividía su tiempo entre practicar en la pista y  en el salón de ballet bajo la tutela de Lilia. Ella era una persona muy exigente y muchas veces lo ponía a dar la cara a sus propios límites físicos y mentales. Cuando pensaba que no podría, Lilia le demostraba que no era verdad. Él había iniciado en el ballet, antes de pisar el hielo, por lo cual tenía un amor especial por la danza clásica y buena resistencia, a pesar de que su figura no fuera menuda, demostró que podía equilibrar gracia y fuerza en cada estiramiento o figura a formar con su cuerpo. Aunque Yuuri no haya recibido un halago o siquiera una sonrisa de la prima ballerina, ella estaba fascinada con el nuevo alumno que poseía.


 


Yuuri se atrevió un día a preguntar cuáles serían los honorarios de la omega y de Yakov, ya que realmente ambos estaban invirtiendo tiempo en él. Yakov dijo que se las arreglaría con Viktor y agregó que si Viktor finalmente se había convertido en un buen alfa, debía asumir la responsabilidad de él. (Yuuri no estuvo muy satisfecho; pero su economía, si bien era mejor, no era la ideal aún, así que decidió dejarlo en un hiatus).


 


Por su parte Lilia le respondió que ella sabría cómo cobrarle más adelante, aunque no tenía que preocuparse por la falta de dinero, ya que con sus enseñanzas del puesto 2 en cualquier evento  no bajaría, por supuesto haciendo referencia en que  Yurio era su alumno favorito. El japonés  no se molestó por ello, al contrario, estuvo satisfecho. No importaba que fuera, estaba dispuesto a retribuir a la gran bailarina.


 


Gracias al riguroso ojo de la ex prima estaba muy bien controlado su peso y medidas,  incluso le daba golpecitos en la barriga o cintura cuando su milimétrica mirada le decía que había aumentado medio centímetro o no había bajado lo necesario para lo que el programa necesitaba.


 


“Flotar, flotar sobre el huilo era su meta para Think of me”.


Lilia no se cansaba de repetírselo.


 


……


 


Por otro lado, Viktor estaba concentrándose en crear su propio programa. Seguía siendo su entrenador, pero por el momento, al ya tener su programa corto debía avocarse a aprendérselo y perfeccionar su cuerpo para la rutina.


 


Viktor, por ese motivo,  estaba un poco alejado. No tenían mucho tiempo para ambos. Mucho menos para pensar en cumplir la promesa de tener su primera vez juntos. Pero se sentía preocupado por Viktor. Temía que Viktor estuviera exigiéndose demasiado.


 


No tenía manera de comprobarlo pues no le era permitido presenciar los entrenamientos de Viktor, solo eran él y Yakov. Así había sido siempre y no tenía por qué cambiar.


 


Siendo respetado, amado y soportado por los fans, los especialistas y la federación rusa, Viktor podía tener la pista para él solo cuando necesitaba crear sus programas. Cuando los tenía listos, recién los entrenaba junto a los demás patinadores.


 


La presentación de sus programas, el anuncio de la música o cualquier seña que delatase la nueva rutina del “Rey del patinaje” eran motivo de ansiedad para todo el mundo del patinaje. Así que eran totalmente secretos hasta que él o Yakov los anunciase. 


 


Así que regresaba a casa junto a Yurio quien estaba menos amistoso. Cuando Viktor regresaba, hablaba poco, perdido en su propio mundo de creatividad, parecía repasar gráficamente cada parte de su entrenamiento al detalle. Por supuesto, sabía que crear programas requería una gran imaginación y genialidad, pero parecía ser un proceso que Viktor debía pasar solo. Fue esa la primera vez  que se preguntó si realmente debió pedirle ser su entrenador. Quería ayudarle pero no sabía cómo, se sintió como un intruso.  Así que como con Lilia y Yakov se concentró también en sus programas, en documentarse sobre su papel y ejercitarse correctamente.


 


Por si no fuera poco, el tiempo se acercaba y la expectativa de los medios de comunicación era enorme, no dejaban de presionar por una declaración oficial sobre sus rutinas y por qué no se les veía en ningún evento del Off Season.


 


Yuuri estaba siendo una presencia silenciosa. Y es que mientras Ji, Sala, Seung patinaban en numeroso eventos de exhibición, incluso se habían embarcado en la prestigiosa gira del Star on Ice, nada se había dicho por parte del equipo de Yuuri.


 


Por otro lado, Yuuri era consciente que sus compatriotas estaban un poco decepcionados de que no participase en ningún evento de exhibición de los innumerables que había en su país.


 


 Años antes no le habían llovido propuestas de eventos como el Friends on Ice o el Dream on Ice, pero ese año, vaya que sí. No sabía que pensar al respecto de Viktor. Yuuri estaba cansado sí, pero sabía que un patinador no vive solo de las competencias, eran las exhibiciones las que te canjeaban aún más patrocinadores,  las que pagaban toda la costosa carrera pues el sueldo de la federación no era muy grande en comparación con los que los patinadores rusos recibían (ni comparar con el de Viktor). Y las que a la larga darían una vida cómoda y agradable al patinador retirado.


 


Yuuri había cubierto su participación con sus ahorros y con el patrocinio del Hasetsu Castle; por lo que los dirigentes y el alcalde de su región deseaban que, como el año pasado estrenase su programa corto en esa pista. Sin embargo, había competencias no oficiales en Europa que también lo invitaban. El problema radicaba que no podía decidir a plenitud ello, pues Viktor seguía siendo su entrenador y a falta de un manager y un equipo completo de asistencia, era quien daba la cara sobre sus finanzas y contratos. Nuevamente, Yuuri nunca se hubiera imaginado tener la fama para necesitar de un equipo de esa magnitud. Muchas veces eran los padres los que asumían esos menesteres. Y existía el inconveniente que Viktor, como patinador y ruso, debía de permanecer en Rusia entrenando y si finalmente decidía presentar su programa antes de un evento oficial, debía de ser en Rusia donde lo presentase primero.


 


Yuuri suspiró, agobiado por pensar sobre tantos problemas que parecían querer ahogarlo,  tomó más agua, hasta que sintió un grito a sus espaldas.


 


—Katsuki, tu descanso terminó, vuelve a hacer el spagat ahora mismo.


 


Asintió con fuerza. Nunca había tenido tanta atención de parte de la prensa, fans y patrocinadores, era en ese año en que podría encumbrar su carrera o convertirse en un ídolo pasajero. No quería eso, ya no podía desear simplemente ganar una vez.


 


A su lado, Yurio estaba perfectamente con las piernas abiertas lado a lado, sin ningún atisbo de dolor, a un aplauso de Lilia, el rubio  se estiro hacia un lado con todo su tronco y brazos. Yuuri trago, le dolía de solo verlo. Quizás no fuera tan elástico como Yurio pero era resistente, lo lograría.


 


— ¡Oh Vaya aquí está mi dulce omega!


 


Levantó su rostro al llamado de Viktor, se sonrojó irremediablemente. Por dentro sintió a su omega ronronear de felicidad por ver a Viktor tan temprano.


 


—Yuuri te tengo que presentar a alguien.


 


Detrás de Viktor apareció una omega embarazada, era la ex de Viktor sin duda. La conocía por imágenes de la prensa amarillista que no dejaba de mencionar lo perfecta que era ella para el campeón.


Yuuri utilizó toda su amabilidad japonesa para ponerse de pie y saludar correctamente; aunque había un pequeño animal a punto de estallar dentro sde él. Yurio se dio cuenta de aquella incomodidad; a diferencia de Yuuri recorrió ala omega de pies a cabeza para luego girar e ignorarla.


 


La mujer solo río nerviosa.


—Él es…—Inició Viktor.


—Soy Katsuki Yuuri.


 


Se presentó  dándole la mano, acostumbrado a separar los saludos de cada país. La muchacha tomó su mano y se la estrechó, olía realmente bien.


 


—Lo siento, debe ser incómodo para ti. Pero no te preocupes tengo un alfa muy celoso. Sin embargo quería personalmente presentarles a un reconocido modista y fotógrafo.


 


Viktor le había hablado al respecto, ella era omega que sabía moverse muy bien en la industria editorial de la moda, tenía muchos contactos por su pasado de modelo.


 


El alfa se puso al lado de Yuuri, le abrazó por detrás y apoyó su mentón en su hombro con confianza.


 


—Sé que Yuuri se hubiera negado a que yo pague su costoso traje de patinaje. Este fotógrafo es también diseñador, va a diseñar tu traje de “Think of me” solo a cambio de que posees el traje para él en una sesión inédita. Claro que ya estipule a que revistas puede venderle las fotos y qué está permitido publicarse al respecto, todo legalizado.


 


Yuuri se mareaba de tantas palabras,  por supuesto era responsabilidad de Viktor – al menos hasta que contratase un manager- el encargarse de eso. Viktor estaba en lo cierto, no deseaba que el diseñador de Viktor realizase su traje, menos que fuese Viktor quien lo pagase, daría lugar a más habladurías que no deseaba. Era un buen trato. El fotógrafo era un omega, tenía un look algo extravagante pero su aroma le resultaba confortable.


 


Levantó la mano y el omega sonrío a medias sin embargo sus ojos brillaban.


 


—Ya lo tengo en mente, solo quiero tus medidas.


 


La tarde pasó en medio de tomar medidas de todo su cuerpo. Yuuri veía de lejos como hablaban tan amicalmente Viktor y su ex pareja. Viktor no había tenido muchas parejas formales, aunque se sabía que era alguien con mucha experiencia. Sabía que estaba mal y que era inmaduro sentir ese fastidio pero no le agradaba verlo tan cerca de una de sus ex omegas.


 


Lo que ignoraba Yuuri, era que Viktor había buscado exhaustivamente a un fotógrafo y modista que fuera omega, pues no quería ni siquiera que un beta tocase a su omega.


……………………………………………………………………………………….


 


 


Yurio estuvo refunfuñando con Yakov. Al ver que tomaban las medidas del cerdito,  anunció que quería escoger su traje de una vez, hasta que el anciano le recordó que aún no tenían listo ninguno de sus programas. Yurio los maldijo a todos y al llegar al departamento de Viktor - porque había tomado una habitación como su guarida de entre semana - se encerró a buscar entre su baraja de opciones. Era más difícil hacerlo que imaginarlo.


 


Yakov le había dicho que fuese Lilia quien creara el programa y escogiera la música, Yurio no quiso, se sentía menospreciado, Viktor iba a crear su propio programa nuevamente. A pesar de no estar en la misma categoría, ser comparado como menos capaz le exacerbaba. Al menos quería escoger la música, Lilia le había propuesto ayudarle a crear ante cualquier música, recordando su programa “Welcome to the madness”.


 


Después de dar vueltas en su cama, se decidió por no reprimirse y llamar a Otabek. Yurio no había querido desconcentrarlo en sus entrenamientos, sabía que su amigo estaba sumamente empecinado en ser el mejor de su categoría, Yurio no sabría cómo animarlo, pero en ese momento lo necesitaba.


Su amigo no respondía, aquello le hizo fruncir el ceño hasta que finalmente Otabek se conectó y apareció en su pantalla. Giró nuevamente, ignorando que estaba en pijama y que su amigo podía verlo tal cual. El pelinegro solo río relajado y se limpió el sudor. Había terminado de practicar apenas unos segundos antes.


 


— ¿Qué sucede, Yurio?


—Hey no hables como si no quisieras escucharme—Le gruñó el rubio.


—Bien, dime ¿en qué problemas te has metido?


 —¿Tú ya tienes tus programa listos?


 


Otabek dudo un poco, su entrenador le había dicho que no abriera la boca para nadie. El Kazajo había sido la sorpresita junto con Pichit el año pasado ya que provenían de países con poca tradición en ese deporte, a diferencia de JJ que provenía de un país con altos índices de fans, patinadores y de una familia dedicada a ese deporte.


 


—Si ya los tengo


— ¿Ambos?


 


Otabek asintió, frustrando más al rubio, quien pensó en colgar pero luego se derrumbó sobre su cama.


 


—Beka, no tengo idea de que escoger.


— ¿Es en serio? Pero no estamos cerca de…


— ¡Lo sé!


—Lo siento, ¿pero Lilia no tiene ya un programó pensado?


—Ese es el punto, me empecine en que yo crearía mi programa como Viktor, pero…


—Creo que estas siendo demasiado arrogante. Nikiforov tiene un talento para coreografiar programas.


— ¿Y yo no?—Preguntó entre ofendido y deprimido.


Probablemente Otabek era una de las pocas personas a las que le permitía decirle las cosas a la cara y que salía ilesa.


 


—Aún eres joven, paso por paso. Yo tengo un coreógrafo, claro que siempre le doy mi opinión de lo que busco. ¿Qué estás buscando tú?


—Quiero sorprender a todos, y quiero amagarle la fiesta al cerdito japonés


 


El joven alfa río sin contenerse, de alguna manera le parecía sumamente tierno cuando Yurio se ponía en ese modo tan caprichoso y competitivo con el omega japonés.


 


—Bien, pues hazlo. El año pasado demostraste que puedes ser blanco y negro Si es Lilia debe ser algún clásico, creo que está muy fácil, demuestra que eres más que un adolescente y usa tus armas.


 


Yuri se sonrojó levemente, su amigo había despejado su mente rápidamente. Asintió sonriendo muy animado, sintió que Otabek se le quedo mirando por un largo rato, lo cual le hizo sentir extraño. Pero una voz llamó a su amigo.


 


—Lo siento, es mi entrenador, dice que debo estar listo para irme a casa


—Es cierto, lo siento por molestarte.


—No me molesto, lo sabes. Ya quiero verte patinar.


 


Por un momento entendió porque el cerdito japonés se esforzaba tanto por entusiasmar a Viktor con su patinaje, se sintió poderoso nuevamente y listo para enfrentarse a Lilia con dos canciones listas para ser coreografiadas. Era un personaje bastante usado en el mundo del ballet y patinaje pero sin duda nadie lo haría como él. Iba ser el ángel más hermoso y el demonio más excitante de esa temporada, superaría al “Think of me” del cerdito japonés

Notas finales:

OMG no había actualizado en esta plataforma!!!!!!!!!!!!!!


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