Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Típico cliché por Alex M

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Me había pasado el día entero suspirando y con la cabeza perdida en cosas en las cuales realmente no quería pensar.

Cosas como… el trabajo que me quedaba por hacer… en la ropa que debía lavar… en los labios de Leo… en lo cansado que me sentía… en el beso del rubio…

- ¡AH! – grité sin poder evitarlo y noté como varios compañeros a mi alrededor me miraban enojados – perdón - susurré, hundiendo la cabeza en el almuerzo que me había preparado Julia en un intento por sonsacarme la razón por la cual no había llegado al departamento la noche anterior.

- ¿Y? – preguntó entonces un molesto moreno, apareciendo a mi lado - ¿vas a seguir gritando de la nada o me vas a contar que paso?

Alex, al igual que Julia, moría de la curiosidad por saber que había pasado la noche anterior con Leo. Y yo, como buen caballero, no tenía memoria. Pero… también sentía que iba a terminar por explotar si no le contaba a alguien lo que había pasado.

¿Y si todo había sido sólo un sueño? ¿Uno realmente hermoso?

Suspire.

- Por dios, deja de suspirar y cuéntame.

- Ya había dicho que no, porque no pasó nada.

El pelinegro me miró con suspicacia, dejando en claro que no se tragaba mis palabras. Y así había estado desde que había llegado al trabajo, todo el tiempo sobre mí, insistiendo en que le contará. Pero… ¿estaba bien decirle?

- Vamos, somos amigos ¿no? – dijo, poniendo cara triste, comenzando a utilizar el chantaje.

Resople.

- Bien… - murmuré.

- Bien…- repitió él, sentándose sobre mi escritorio, casi aplastando el metódico y saludable almuerzo de Julia.

- Yo… nosotros… - poco a poco las imágenes de la noche anterior comenzaron a inundar mi cabeza y fue imposible sentir como se me aceleraba el corazón – nos besamos – susurré en voz muy, muy baja.

- ¿Qué? – era claro que no había escuchado, sí es que aquello casi había salido como un rezo.

- Que nos besamos – y alcé la voz.

- Si no lo dices fuerte y claro…

- ¡QUE LEO ME BESÓ! – grité esta vez, volviendo a recibir malas miradas de los demás.

- Ok, vamos a calmarnos – dijo, disculpándose con la mirada – Leo te beso ¿y luego que paso?

Me repantigue en la silla giratoria, resbalando la espalda sobre el respaldo, ¿y después?, bueno, eso yo lo quería saber también.

- Luego…luego dijo que tenía sueño y se durmió.

Alex me miró con incredulidad.

- No es cierto – aseguro.

- Ojalá fuera mentira, pero eso fue lo que paso. 

El pelinegro aguanto mi mirada un par de segundos y luego se soltó a reír.

- ¿Perdona?, yo no le veo lo gracioso a esto – gruñí, cruzándome de brazos.

- Yo… - Alex intentaba parar de reír, pero parecía poseído por una fuerza mayor – perdón… yo… es que no me lo puedo creer.

- Ni yo – susurré.

- Entonces ¿hasta ahí se quedó todo?

- Bueno, en realidad… - murmuré, mirándolo nervioso.

- ¿Qué?

- Antes de eso paso algo más.

- ¡Lo sabía! – dijo con emoción - ¿Qué fue?

- Él… Leo me dijo… dijo que quería hacerlo…

- ¿Aja? ¿Y qué más?

- Y yo… me quede como tonto y entonces paso todo lo demás.

Alex me miraba como si fuera un tonto y si, probablemente era un tonto ¡un idiota! ¿Por qué no me había lanzado sobre Leo?

- ¿Por qué no te lanzaste sobre él en ese momento? – preguntó exasperado, leyendo mis pensamientos.

Baje la mirada.

- Soy idiota.

- Eso ya lo sabemos, pero… ¿Por qué?

- Gracias – mascullé - ¡pues no se! ¿¡tal vez porque es el novio de mi mejor amigo!? ¿Por qué él también es mi mejor amigo?

- No, nada de eso, te dejaste besar así que esas son puras patrañas. Tú tenías miedo. Tienes miedo. – sentencio, señalándome con su dedo acusador.

- ¿Y se puede saber a qué le tengo miedo? – me burlé - ¿al sexo?

- No amigo mío, tú le tienes miedo a tu propia felicidad.

Esta vez al que le tocó reír fue a mí, ¿de verdad? ¿hablaba enserio?

- Estas loco – le dije, cuando por fin pude dejar la risa histérica de lado.

- Claro que lo estoy, pero eso no tiene nada que ver con que no tengo razón. A lo que le tienes miedo es a enfrentarte a la realidad. Nunca has estado con Leo de esta forma, siempre ha estado todo en tu imaginación. Y ahora, te estas enfrentando al Leo de verdad, no al que creó tu cabeza por tantos años. – Alex me miró realmente serio, tomando de mis hombros - ¿vas a perder con eso?, porque parece que Leo está preparado.

- Haber, haber, recapitulemos… ¿Leo está preparado? ¿Cómo? ¿de qué hablas?

- ¿Enserio sólo escuchaste eso? – bufó, poniendo los ojos en blanco – de verdad que te falta visión Noah, es obvio que si Leo te beso es porque él también siente algo ¿entiendes?

- No es cierto… no puede serlo…

- ¿Ves?, una vez más la negación.

- Yo…

- ¡Es tú hora! ¡Es la hora de Noah! – exclamó con orgullo, poniéndose de pie y tomándome por los hombros, sacudiéndome – todo este tiempo lo has estado postergando, pero es el momento de decidir ¿Qué vas a hacer?

Me quede en silencio un par de segundos, mientras cientos de ideas cruzaban por mi cabeza ¿Qué tanto de cierto tenían las palabras de Alex?

En ese momento lo decidí, e imitando al moreno me puse de pie.

- ¡Voy a ir por Leo!

- ¡Si!

- ¡Lo voy a besar y le voy a repetir que lo amo!

- ¡Si!

- ¡Y voy a tener sexo con él!

Alex comenzó a aplaudir en ese momento, mientras me miraba con orgullo.

- Así se dice tigre.

Fue imposible no sonreír.

- Pero te tengo una mala noticia – dijo de pronto - hoy toca salir tarde – y se encogió de hombros.

- ¿Qué?

- Ordenes de la jefa, lo siento, pero está fuera de mis manos.

Suspire largamente, dejándome caer nuevamente sobre la silla.

- Oye, pero que no decaiga el ánimo, saliendo puedes ir por Leo.

- Andrés regresa en dos días – dije abatido e inconscientemente. En ese momento abrí los ojos, asustado, dándome cuenta de mis terribles palabras. – Andrés regresa en dos días – repetí.

- Oh no… - murmuró Alex – ya decía yo que algo se nos había olvidado. Ni modo tigre, vas a tener que apresurar las cosas con tu damisela.

 

 

 

Toda la tarde la pase pensando en Leo. Y en Andrés. ¿En el caso de que todo saliera bien, entonces qué? ¿Qué sucedería con él?

Ellos se habían conocido mucho antes y por lo que sabía, Andrés siempre había estado enamorado del rubio. Toda su vida.

¿Iba a acabar con eso?

Andrés nunca me iba a perdonar. Jamás.

Más que abatido, mire el almuerzo de Julia. Como todos los otros que me había preparado, llevaba una pequeña nota en forma de corazón que decía: “esfuérzate, y piensa más en ti mismo”

Suspire.

No era tan fácil olvidarse de un mejor amigo.

 

 

- Oye Romeo – llamó mi atención Alex. Lo mire desde el escritorio, donde me encontraba sepultado debajo de cientos de papeles.

- ¿Que?, no me digas que queda más trabajo por hacer que ya estoy muerto – me quejé, mirando el reloj de pared. Eran cerca de las 12 y conociendo a Leo estaba seguro de que ya se encontraba en el quinto sueño, o… bailando en algún bar.

- No, alguien te busca – y señalo a un punto a sus espaldas.

Por un breve momento pensé en Julia e incluso en Andrés. Pero fue todo lo contrario.

- Leo… - susurré, poniéndome de pie al instante.

El rubio me miraba desde lejos, sonriendo levemente. Llevaba el cabello recogido en un chongo y vestía un suéter azul turquesa.

No pude evitar pensar en lo hermoso que se veía.

- Perdón por interrumpirte en medio del trabajo – dijo, mirando intercaladamente a Alex y a mí.

- No pasa nada, ya terminé ¿pero porque no me llamaste?, iba a pasar a tu departamento al salir.

- Yo… quería verte.

- Oh.

- ¿Ya acabaste? – preguntó, mirando la montaña de papeles.

Asentí.

- Vámonos.

Leo sonrió.

- Sólo déjame avisarle a Alex.

El rubio frunció ligeramente los labios, pero igual asintió.

- Claro.

Lo miré confundido, pero decidí dejarlo pasar.

El pelinegro se encontraba en su propia oficina – una oficina de verdad, con planta artificial y todo – recostado sobre un pequeño sofá azul.

- Hey – dije, golpeando su hombro – ya me voy.

- ¿Y la princesa? – preguntó, sin abrir sus ojos.

- Afuera, me está esperando.

- Humm…

Alex hizo silencio y por un instante llegué a pensar que se había quedado dormido, como tantas otras ocasiones. Pero entonces abrió sus ojos, mirándome fijamente.

- Oye – dijo, tomando de mi brazo. Nuevamente se quedó en silencio, simplemente observándome con fijeza. Por un momento, me sentí incómodo y tuve que rehuir a su mirada.

- ¿Qué? – dije, nervioso – no me digas, ¿estas celoso?

Alex soltó una risa seca.

- Claro que no, sólo quería decir que no tienes de qué preocuparte. Nosotros somos amigos y también nos acostamos; y nada cambio ¿cierto?

Aquello me tomo totalmente por sorpresa, ¿Por qué lo decía ahora?, hasta este momento Alex nunca había mencionado aquello, e incluso llegué a pensar que lo habría olvidado.

Pero veía que no.

Aquel día yo… le mostré una parte de mí que nadie había visto, así que para mí era significativo.

- Bueno, nos volvimos buenos amigos – dije, sonriendo.

Alex también sonrió, por fin soltándome.

- Así que ya sabes casanova, es tu gran momento. No lo eches a perder.

 

 

Era incómodo. Desde el momento en que Leo y yo nos habíamos metido en el coche, todo se había vuelto incómodo. Aun cuando había exprimido mi cabeza, buscando temas de conversación, no lograba dar con alguno que fuera lo suficientemente bueno.

Así que había optado por prender la radio, dejando que la música llenara el silencio.

Y… mala idea.

“What is this thing that we called love?
What is this thing that I dreamt of?
What is this thing that with such a rush?
What is this thing that we called love?”

- Vaya… ¿es de la película que fuimos a ver? – preguntó Leo, hablando por fin.

Asentí.

- Esa horrible donde te la pasaste riendo.

El rubio sonrió.

- Ese fue un buen día.

En aquel momento no pude evitar preguntarme si las cosas cambiarían tan drásticamente entre Leo y yo, si me volvería un novio posesivo y algo paranoico como Andrés, si Leo comenzaría a tener miedo de contarme algunas cosas, si las escondería, si no podríamos divertirnos tanto como antes.

- Oye – dijo de pronto el rubio, llamando mi atención - ¿estas saliendo con Alex?

La pregunta me tomo tanto por sorpresa que por unos segundos me quede pensando, procesándola, y cuando por fin pude reaccionar, me solté a reír.

- ¡¿Qué?!- pregunté divertido - ¿Alex y yo?

- Sí.

- Sólo somos amigos – dije y de pronto caí en cuenta de algo - ¿estas celoso?

Leo desvió la mirada, observando la ventanilla.

- Bueno… es que como ustedes… ya sabes, se acostaron y eso.

- Ah…

- ¿Entonces?

- No, para nada, sólo somos buenos amigos.

- Tú y yo también somos buenos amigos – dijo, mirándome – y tú estás enamorado de mí.  

Aquello se sintió como un golpe directo al corazón. ¿Y qué pasaba con él? ¿Qué sentía? ¿Sólo era yo? ¿Entonces por qué me había besado? ¿O era como todos los otros, aquellos tontos que se habían enamorado de él?

En la radio Shakira cantaba acerca de lo inevitable que era amar a alguien y como le era imposible olvidarlo.

- Esa es mi canción – dije, evitando el tema que acababa de tocar.

- ¿Por qué?

Me encogí de hombros.

- ¿Vamos a tomar? – preguntó Leo de pronto, tomando de mi brazo.

Sonreí.

- ¿Por qué no?

 

 

 

- Aquí no hay tipos bailando – dijo Leo al llegar al bar que lo había llevado.

Lo mire ceñudo.

- No hay tipos bailándome – insistió y yo mantuve mi malhumorada mirada sobre él – ok, estaba bromeando – dijo y sonrió a medias.

- Claro – murmuré, fingiendo que le creía.

- ¿Y? ¿Qué vas a pedir? – preguntó el rubio, mientras miraba el menú – tengo antojo de cerveza.

- Hummm – justo en ese momento llegó la mesera, una chica delgada de cabello castaño, la cual miró a Leo como si se tratara de alguna estrella de rock o un dios griego.

- ¿Ya saben que van a pedir? – preguntó, sin separar sus ojos del rubio.

- Un tarro de cerveza – dijo él, agitando su cabello como toda una diva.

- ¿Y para usted? – por primera vez me veía y pude notar que sus ojos tenían un bonito color verde.

- Tequila – lo dude durante un par de segundos – tráigame una ronda de caballitos, seguidos. Y una coca.

El rubio y la mesera me miraron demasiado sorprendidos como para poder decir algo.

- No se manejar – dijo Leo.

- No te preocupes por eso – y le guiñe un ojo.

Ya nada importaba. La vida estaba jugando un juego demasiado pesado conmigo y yo estaba por seguirle la corriente.

Cuando la mesera trajo tres caballitos, exprimí un limón sobre ellos y luego los tome uno tras otro, sintiendo el calor en mi garganta.

- ¿Podría traer tres más? – le pedí, mientras ella me observaba como si fuera un loco.

- ¿Bebe? ¿estás bien?, no me gusta la forma en que estas tomando – dijo Leo. 

- Espera – alcé un dedo sobre él, haciéndolo callar.

La mesera regreso con los caballitos y se repitió la misma escena.

- Tres más – pedí, comenzando a sentir los estragos del tequila.

- ¿Noah?

Para ese momento, ya me sentía ligeramente mareado e irracional. Lo suficiente como para hablar con absoluta verdad.

Esta vez la mesera optó por dejar los caballitos y huir lejos de mí, esperando que no pidiera nada más.

- ¿Leo?

- Sí…

- ¿Por qué me besaste? – le pregunté

- ¿Eh?, yo…

- ¿Sientes algo por mi o aquí el único idiota soy yo? ¿Por qué me gritaste ese día que te dije lo que sentía? ¿Te molesta que salga con Alex? ¿Por qué? Y necesito que contestes a todas mis preguntas.

Leo por un momento pareció abrumado, pero entonces sonrió.

- No puedo creer que tengas tan mala tolerancia al alcohol.

- Esa no es una respuesta – farfullé.

- Vamos, toma otro – y señalo la hilera de caballitos en la mesa.

Asentí y le hice caso.

- ¿Y bien?

- Bueno, ya que parece que esta va a ser una noche larga… entonces yo también quiero tomar algo más fuerte. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).