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Cuando las flores hablen por él por AngiePM

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A pesar de considerarse cursi, Daichi estaba seguro de que había empeorado desde que la enfermedad abandonó su cuerpo. Si antes le parecían milagros exagerados todos los favores que el amor hacía por uno, estar de acuerdo con esos efectos era lo menos que podía hacer ahora. Lo sentía en cada inhalación libre del dolor que le robaba el aire. Lo comprobaba en las sonrisas sin tristezas escondidas cada vez que Suga aparecía, fuese frente a él, a través del teléfono o en su memoria. Lo vivía al soñar despierto con un futuro que estaba más claro que nunca.

Pudo regresar a casa el domingo por la mañana con unas inmensas ganas de decirles a todos que por fin su amor era correspondido, pero aún había asuntos pendientes que completar antes de presumir. Por suerte, serían resueltos esa misma noche. De acuerdo al plan, se encontraron en el punto habitual media hora antes de la puesta del sol para caminar hasta el parque donde se suponía que, dos días antes, debieron tener unas confesiones más calmadas.

La temperatura invitaba a envolverse el cuello en una bufanda, mas no hacía tanto frío como para que la comodidad dependiera de guantes también; así que sus dedos pudieron entrelazarse con libertad para prestarse su calor mientras se adentraban a las áreas más despejadas del lugar. La combinación del ambiente y la intimidad del contacto llenaba sus mejillas de calidez; Suga estaba en las mismas cuando volteó a verlo. La suave brisa no alcanzaba a alborotar su cabello del todo, dándole un movimiento flotante de lo más encantador.

Los tonos anaranjados del cielo estaban cediendo su puesto al azul oscuro nocturno cuando hallaron el sitio ideal para ver las estrellas en unos minutos. Se sentaron sobre el pasto corto del claro y se instaló un silencio muy lejos de ser incómodo entre ellos; era genial sentirse pleno solo con la compañía de alguien más. Siempre había sido así con él. Siempre hubo algo en su persona que lo relajaba, tal vez fue eso lo que originó sus ganas de tenerlo presente. Sabía que incluso cambiaba con él, los demás no dejaban de resaltarlo; si era porque su opinión estaba parcializada por el amor o porque Suga simplemente no hacía nada para enojarlo, seguiría con la duda.

En algún momento, sus cuellos se cansaron de mirar arriba y acabaron acostándose. Sus manos, separadas desde que dejaron de caminar, se buscaron de nuevo. Sonrió, era maravilloso sentir las debidas mariposas revoloteando en su interior en vez de las abejas que lo picaban por dentro antes. Las estrellas ya se asomaban junto a la luna en el cielo azul, aun así, quería ver más a Suga. Se dio el gusto de reemplazar el brillo estelar por su reflejo en esos ojos castaños.

Era tan real que apenas podía creerlo. ¿Cuánto tiempo estuvo soñando con tener una cita con Suga? ¿Desde cuándo esperó al día a partir del cual no tendría que ocultar sus sentimientos nunca más? Por fin conocía las sensaciones con las que solo había fantaseado todos esos meses, y todo era tan grandioso, tan hermoso, tan bueno. Solo había algo más por concretar antes de dar por completada a su felicidad.

—¿Suga? —pidió su atención, aunque devolvió su mirada al cielo. Debía controlar su rubor de alguna manera.

—¿Hm? —¿Cómo hacerlo, con una voz tan melodiosa a menos de un metro de él?

—A lo mejor esto quedó sobreentendido desde que me curé, pero quiero preguntarlo. Necesito saber si ambos estamos en el mismo nivel.

—¿Qué quieres decir?

Resignado a que la rojez no se disiparía de sus mejillas, le dio la cara.

—¿Eres mi novio?

Suga rio suavemente detrás de su mano libre. Adorable, mas no lo que deseaba cuando iba en serio.

—Me alegra que preguntes eso, porque tampoco estaba muy seguro de darlo por sentado. —Sus ojos se achicaban por su sonrisa—. Pienso que sí, o no estaríamos haciendo esto. —Levantó sus manos unidas.

—También lo pienso, pero igual quería pedírtelo.

—¿Para sentirlo más oficial?

—Y porque prefiero que empecemos ahora, aquí, y no en una habitación de hospital.

—Oh, sí, es mucho mejor. —Se giró hasta quedar acostado de lado—. Entonces... —Su mirada expectante era dulce y llena de emoción, chispa.

Daichi se acomodó de la misma manera. Estaban mucho más cerca así, uno frente al otro, sus dedos aún enredados en el medio.

—Suga. —Sus labios temblaban de ganas de estirarse en la sonrisa más grande que podían hacer—. ¿Quieres ser mi novio?

Sus dientes relucieron con alegría. Su brillo era imbatible.

—Sí.

Lo que siguió probablemente fuera de sus secuencias favoritas. Aun con el espectáculo natural que suponía un cielo estrellado sobre ellos, ambos preferían perderse en el otro. Su mano libre viajó hasta su cabello y al fin comprobó lo suave que era. Jugó con los mechones, los peinó y acarició, deleitado por la que sería una de sus texturas predilectas. Suga se relajó lo suficiente para cerrar los ojos y disfrutar de ese tacto delicado. Era como hacerle cariño a un cachorrito peludo, no quería detenerse; lo hizo cuando se percató de que estaban en la posición ideal para otra novedad que también amaría. Sus ojos se abrieron con bastante sorpresa al percibir su palma en su mejilla más pálida. Daichi sintió el calor creciente en el rostro ajeno y en el propio de igual manera mientras echaban vistazos fugaces a los cercanos labios entreabiertos que, con solo un movimiento de sus cuellos, encajaron por primera vez con ternura.

Era tan afortunado de tenerlo, como dirían las peonías blancas. El hábito de asociar emociones con flores iba a ser difícil de eliminar, aun si no deseaba saber de ellas por un tiempo, mientras olvidaba el sabor de los pétalos que lo delataban sin permiso y lo reemplazaba por el de la boca que no se cansaría de besar; luego se le unirían los otros diversos gustos que su novio tenía para ofrecerle.

Suga era el sol de su girasol. El solo saberse amado por él bastaba para darle seguridad; por eso, no temió reacciones adversas la mañana siguiente, cuando le anunció al club de voleibol que iría a las Nacionales con ellos como capitán y, como predijo, le hicieron revelar que Suga era su pareja. Lo que no esperó fue arruinarle la apuesta a Nishinoya por tramposo, pues se había ganado un mes de helados regalados por los perdedores. De resto, tuvieron una aceptación total que avivó los ánimos del equipo.

El festejo del dúo descabellado de Tokio no se quedó atrás. No se limitaron a escribir sus gritos en mayúsculas, sino que también se grabaron en pleno aullido de celebración hasta que Daichi agradeció haber escuchado los audios en altavoz para no ensordecerse. No faltaron comentarios merecedores de puñetazos de parte de Kuroo, pero estaba contento con el apoyo inesperado que le habían dado en estos meses.

Era su turno de ser quien comunicase sus sentimientos con sus propias palabras y no a través de las flores; mucho trabajo habían hecho por él ya. De esa manera, respondería muchas de las preguntas formuladas en su mente durante su enfermedad. Su manera favorita de tomarse de las manos era entrecruzando sus dedos; también les gustaba acariciar lo que sus pulgares alcanzasen del dorso. Todos los abrazos eran maravillosos, pero hundir la cabeza contra su cuello y aspirar profundo por la nariz era de las mejores oportunidades de sumergirse en su esencia. Era complicado escoger qué besos lo hipnotizaban más, solo estaba seguro de que le encantaba cómo iban subiendo de nivel casi sin darse cuenta; era increíble cómo esa sed crecía en vez de apaciguarse mientras más contacto compartieran.

Como podía escoger con qué flores representar sus momentos, reemplazaría el ardor de los típicos pétalos de rosas rojas por la elegancia de la flor del cactus para lo carnal. La lujuria podía ser un terreno espinoso, muchas veces incomprendido, que se volvía en una enorme fuente de placer después de conocer sus mejores atajos hacia las maravillas que aguardaban por los más valientes. Había tantos matices inimaginables de su voz que solo él era capaz de provocar: suave, cantarina, aguda, áspera; susurros, suspiros, gritos, gruñidos. La oscuridad que originaba la dilatación de sus pupilas era aclarada con lágrimas placenteras que caían al apretar los párpados y fruncir el ceño mientras intentaba contener un gemido en vano. Le gustaba hacer ruido, de todos modos; tampoco se escondía con los brazos o la almohada, y Daichi no podía agradecerlo más cuando atendía sus zonas más sensibles con la lengua. No le avergonzaba exigirle más ni hablar sucio y, solo en ocasiones, arrastraría las uñas por su espalda sin demasiada fuerza.

Dormir juntos no resultó ser tan desastroso como parecía, tomando en cuenta lo inquieto que era Suga al soñar. Abrazarlo, ya fuera por la espalda o de frente, hacía magia. El único movimiento sería para mejorar el agarre, acurrucarse más contra su cuerpo. Despertar con él aún en sus brazos era la mejor forma de darle la bienvenida a una nueva mañana. Siempre le daría un pequeño beso en la frente para espabilarlo; era muy lindo cómo sus ojos iban perdiendo la somnolencia para mirarlo con cariño, y ni hablar del asombro sonriente del día en que se le ocurrió saludarlo llamándole Koushi por primera vez.

Se repetía cuán afortunado era de tener su amor luego de haberlo dado por perdido cada vez que descubría algo a su lado, cada vez que se decían te amo, cada vez que veía una flor que había hablado por él. Ahora tenía todo el tiempo del mundo para compartirlo con Suga, porque creía en la teoría de que, después de haber demostrado que se amarían a pesar de la enfermedad y la incertidumbre, aquellas relaciones que surgían al curarse del hanahaki estaban destinadas a durar toda la vida, a ser tan hermosas como las flores frescas, a jamás marchitarse.

Notas finales:

Fin.

Sé que aquí no queda mucha gente porque varios me ubicaron en Wattpad y decidieron seguirme allá, pero igual dejaré mis agradecimientos por acá porque este fue el sitio donde le cogí la confianza a este longfic para publicarlo en otras páginas. Si llegaron hasta aquí, ¡muchísimas gracias! ♥

Si desean seguir leyéndome, pueden escoger entre mi Wattpad, FF (AngieBrightside en ambos) o ao3 (BilingualShipper), ya que esta cuenta la dejaré solo para los fics de varios capítulos n.n

¡Espero que hayan disfrutado leyendo esta historia tanto como yo escribiéndola y que nos volvamos a leer! ^o^/


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