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JUST FRIENDS por LunaMarcel

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Notas del capitulo:

Holaaaa...

¿Cómo están? Yo esperó que muy bien.

Jsndkendkend sé que me tarde mucho y en verdad lo siento tanto. Ninguna excusa es lo suficientemente buena como para que me perdonen, así que solo diré que de verdad lo lamento. Y no los entregengo más. 

A quienes leyeron el cap anterior y a quienes me dejaron su comentario, besostes y abrazotes. Los adoro, espero no me hayan olvidado. 

Por los horrores ortográficos, mis más sinceras disculpas. Soy bien pendeja. 

Sin más que decir, los dejo leer. 

 

JUST FRIENDS

—Capítulo 25—

Ese día

 

 


Era domingo al medio dia, y Eithan se encontraba en su habitación junto con Liam. Ambos estaban sobre la cama del de ojos grises, sentados en posición india, completamente entretenidos en la pantalla del televisor mientras sus dedos se movían freneticos sobre los controles de la consola. Los sonidos de disparos y estática, junto con gritos y más disparos, provenían del aparato y a ellos se agregaban los viroteos y maldiciones que soltaban los amigos.

—¡Nooo! —El de cabellos negros gritó. Estuvo a punto de lanzar el control hacia la pared pero a último momento se lo pensó y se abstuvo de hacerlo. Tan solo lo dejó a un lado.

Liam se carcajeaba descaradamente frente a él, sobre la cama y de rodillas, mientras hacía una especie de «Baile de la victoria». Algo entre «El baile de la gallina» y un ataque epiléptico. Eith lo veía entre molesto y divirtido por su patéticos movimientos de baile.

—Hiciste trampa —dijo, aunque no se lo creía ni él.

—Ay, por favor… No seas mal perdedor, Eith.

El de ojos grises se pasó los dedos entre sus negros cabellos, que le llegaban justo debajo de las orejas, y luego hizo lo que a Liam le pareció el puchero más adorable que antes le había visto hacer. El de ojos verde esmeralda sonrió travieso antes de lanzarse sobre su amigo y, con ambas manos, revolver las hebras de éste.

—¡Agh! ¡Ya detente! —Eithan ordenó, pero Liam tan solo rió y continuo enredando sus cabellos.

Entonces fue el turno de Eith para sonreír travieso.

Él, prácticamente, tlaqueó a su amigo derribándolo por completo por sobre la cama. Quedaron uno encima del otro; Liam debajo, por supuesto. Luego el más alto metió las manos en la playera roja de su amigo y comenzó a hacerle cosquillas sin parar. Liam gritaba y se reía mientras pataleaba intentando alejar a Eith, pero sus esfuerzos eran inútiles. Por eso fue que, en un intento desesperado, se abrazó con fuerza al cuello de él y enroscó sus piernas en su cintura. Trataba de pegarlo muy fuerte a su cuerpo para que así el oji-gris no pudiera continuar con su ataque. Pero esto no funciono, puesto que Eithan anrollo sus abrazos por la cintura de Liam, por debajo de su playera, y subió sus manos paseado sus dedos, muy lentamente, por toda la columna vertebral del de cabellos castaños claros.

Liam soltó un gritito de sorpresa al mismo tiempo que apretaba más fuerte a Eithan contra sí.

Entonces, desde la puerta abierta de la habitación, una risilla se escuchó en el marco de ésta. Los chicos dejaron de atacarse, aunque continuaron en la misma posición, uno sobre el otro, y dirigieron la vista hacia la persona que los observaba.

Era un chico, más alto incluso que Eithan. De hombros anchos y cuerpo trabajado. Estaba de brazos cruzados sobre el pecho, y sus músculos firmes y duros, aunque no grandes en exceso, se presionaban contra la manga de su playera gris, marcándose. Él se recostó contra la pared en una pose por demás relajaba; en sus labios finos había una sonrisita de medio lado, sus dientes blancos y perfectos eran un tanto visibles. Su tez era blanca y su cabello negro estaba un tanto rapado de la parte de abajo, y los demás de arriba se encontraba caídos sobre los más cortos, de forma desordena pero sexy, partidos por un lado. Sus ojos, el segundo par de ojos más bonitos que Liam había visto en su vida, los veían con cierto brillo.

Tenía heterocromía. En su derecho dominaba el color gris, mientras que en su ojo izquierdo gobernaba el dorado. Pestañas espesas los adornaban.

Y era jodidamente guapo.

—Hola, tórtolos —dijo él, aun sonriendo.

—Mitch… —le llamó Liam—. Por favor, quitame a esta bestia de encima.

—No sé, Andy —dijo el aludido, observándose las uñas cómo si fueran la cosa más interesante del mundo—. ¿Qué gano yo al hacerlo? La bestia es mi esclavo personal, si te ayudo lo pierdo.

Eithan lo miró mal, luego tan solo le regaló un risita cómplice. Liam los fulminó a ambos con la mirada.

—Mitchell, eres un bastardo.

—Jovencito —Mitchell fingió indignación—, ¿Qué vocabulario es ese? Ten más respeto hacia mi, que soy un adulto.

Liam se carcajeó, y no solo él, ya que Eithan también lo hizo.

—¿Adulto tú? ¡Que buen chiste! —dijeron ellos aun riéndose.

Mitch los observó con sus ojos heterocromaticos entrecerrados.

—Los bastardos son ustedes —los menores soltaron otra carcajada—. Ya, ya, como sea. Marce, tu madre dice que bajen a almorzar.

Dicho eso, se giró y salió por completo de la habitación, Eithan juraría que Mitchell tenía un puchero en los labios cuando salió. Dirigió la mirada hacia Liam.

—¿Lo viste? —El oji-verde asintió.

Soltaron otra carcajada.

Luego, decidieron hacer una tregua. Tal como les había indicado el de mirada heterocromatica, fueron al comedor, una vez alli, se toparon con el mejor amigo de Mitchell, Evan, un chico alto aunque no tanto como Mitchell, tenía cabellos castaños un tanto rizados, y unos ojos azules hermosos. Era muy guapo.

La señora de casa ya había servido el almuerzo, así que todos se dispusieron a comer. Durante unos minutos no dijeron nada, tan solo se escuchaba el constante tintineo de los cubiertos sobre los platos. Pero pronto, fue Eithan quien rompió el silencio.

—Mamá —llamo, ella le dio su atención—. Tío nos dijo a Liam y a mi que debemos respetarlo porque es un adulto.

La mujer dirigió la vista hacia el de mirada heterocromatica, quien tenía la servidora en la mano y la saboreaba como si lo que estuviera comiendo fuera helado. Mitchell no había escuchado lo que dijo su sobrino, pero notó que todos dirigieron la mirada hacia él. Sus cejas se alzaron por el medio, confundido.

—¿Qué? —dijo, una mancha de comida estaba sobre su playera, y otra yacía sobre la comisura de sus labios.

La madre de Eithan soltó una suave carcajada, secundado por Evan.

—¿Él, un adulto? —se burló Evan.

Mitchell dejo el cubierto sobre su plato casi vacío y le dirigió una mirada matadora a Liam y Eithan.
—¡Soy un adulto! —se defendió él, haciendo otro puchero—. Y uno muy responsable, además —agregó. Se cruzo de brazos, enfandado ni un poco.

Bueno, no había nada que rebatirle en lo de ser responsable. Tenía una trabajo estable y, a pesar de vivir en la casa de su hermano, junto a su familia, teniendo ya veinticinco años de edad, colaboraba monetariamente todos los meses. Eso y que jamás había dado ningún tipo de problema. Era tranquilo, no tenía ninguna vicio y la mayoría del tiempo tenía una sonrisa en los labios.

Eithan lo adoraba, y Mitchell lo adoraba a él.

Sobre todo porque el de mirada bicolor solía consentirlo. Además de que no se parecía a ningún otro «adulto» que hubiera conocido. Era más bien un niño en el cuerpo de uno. Incluso Evan era muchísimo más serio que él. Pero nadie en su casa se quejaba por ello, bueno, al menos su madre y él. Su padre era un asunto aparte. Para Eithan, Mitchell era más como el hermano mayor que no llegó a tener, puesto que el primer embarazo de su madre tuvo complicaciones y el bebe murió en el vientre. Para Mitchell, Eithan también era como un hermanito, le gustaba consentirlo y molestarlo, y explotarlo quizá solo poco. Mitchell era radiante como el sol, y deslumbrante como la luna. Tenía esa capacidad de poner una sonrisa en el rostro de la persona más amargada del planeta. Además poesía una adorable, estruendosa, risa que se escuchaba a kilómetros de distancia.

Esa tarde, luego de almorzar y dejar que la comida bajara, jugaron en la piscina que se encontraba en el jardín trasero. Chapotearon, hicieron competencias de clavados y competencias de natación. Mitchell las gano todas; él era excelente en ese tipo de actividades. Donde el esfuerzo físico era muy necesario. Por supuesto, había castigo para los perdedores y Mitch se aseguró de avergonzarlos a todos con los castigos. Luego, vieron un par de películas y jugaron videojuegos. Y se fue el turno para que los menores se lucieran. Un avergonzado Mitchell lloriqueo mientras lo humillaban incluso en «Mario Kart».

Finalmente, cuando la noche ya comenzaba a caer, con el cielo azul degradándose en RL horizonte, los chicos se separaron en dos grupos: Eithan y Liam fueron a la habitación del primero a hacer la tarea y ver un poco de anime; y Evan y Mitchell fueron a la del de mirada bicolor.

La tarea de Matemática no les llevo mucho tiempo, puesto que Liam entendía los problemas muy bien, y además era un excelente maestro. Después de ello, se dispusieron a ponerse al día con los animes de estreno semanal. Estaban tan cansados de esa increíble tarde, que ninguno sintió cuando se quedó dormido el otro.

A Eithan los despertaron unos sonidos provenientes de la primera planta. Lo primero que notó al abrir los ojos, además de que la luz estaba encendida y la computadora apagada, fue que tenía a Liam enrollado por completo a su cuerpo. Su cabeza reposaba sobre su pecho, y él lo abrazaba por la cintura. Sonrió con ternura al ver su rostro tran calmo, y como un hilillo de baba le baja por la comisura de sus labios.

Pero, entonces, los ruidos que lo habían despertado se intensificaron.

Se levantó con cuidado de no despertar a su mejor amigo, quien se removio al ya no tener nada a que aferrarae, aunque se tranquilizo cuando le pasó una almohada la cual rapidamente abrazó, y fue hacia la puerta. Salió no sin antes bajar el interruptor de la luz y cerraba la puerta. Con forme daba un paso tras otro y atravesaba el pasillo, los ruidos que antes eran ininteligibles para él, fueron tomando forma.
Eran gritos.

Gritos de su madre, y gritos de su padre… y también gritos de Evan y gritos de Mitchell.
A Eithan se le heló la sangre al reconocer la voz de su progenitor.

Se apresuro a llegar a las escaleras y bajarlas, pero antes de que pudiera bajar el primer escalón, se quedó completamente petrificado al contemplar la escena al final de todos los escalones.

Era un caos.

Un completo caos.

Había varias cosas esparcidas por la alfombra, que Eithan no se tomó el tiempo para reconocer. No podía aparatar la vista, del horror, que sus ojos le mostraban.

Su padre estaba dándole una verdadera paliza a Mitchell, mientras su madre lloraba desconsolada, arrodillada en el suelo, y le gritaba que parara. Evan trataba con todo lo que podía de alejar al hombre de Mitch, ganándose golpes en el proceso, no para de gritar que lo soltara, que iba a matarlo si seguía así; estaba llorando. Y Mitchell… Mitchell no le gritaba a su hermano, le gritaba a Evan que se detuviera, que no quería que saliera lastimado por su culpa. Él no hacía ningun intento por defenderse, aunque si intentaba defender a Evan.

—Ya basta —susurro Eithan, con las lágrimas ardiendo detrás de sus ojos y el corazón latiendole a mil. Nadie lo escuchó, nadie se dio cuenta de su presencia.

Un fuerte gemido de dolor escapó de los labios de Mitchell cuando su hermano, gritando toda clase de insultos, le propinó una fuerte patada en las costillas. Evan, sangrabdo del labio y la mejilla, se arrodillo junto al de mirada bicolor, que sangraba de la nariz, el labio y la ceja, y además tenia cardenales en las mejillas y un ojo amoratado. Mitch lo apartó de prisa, justo antes de que un nuevo golpe se impactara en su estomago, haciéndolo toser fuertemente.

Los gritos no se detenían y el llanto de su madre iba en aumento. Eithan había comenzado a llorar, la presión en su pecho estaba cortándole la respiración.

—Y-Ya basta —dijo, de forma entrecortada, pero nuevamente nadie lo escuchó—. Ya basta —dijo más alto, sus manos templaban, todo su cuerpo lo hacía. Nadie le prestaba atención—. ¡YA BASTA! —grito tan fuerte como pudo. Esa vez si tuvo resultados—. ¡YA BASTA —todos voltearon a verlo, el silencio se hizo durante unos segundos.

El pecho se le hinchaba con violencia y las lágrimas no dejaban de salir de sus grises ojos. Buscó la mirada heterocromatina de Mitchell. Él lo veía, y había algo en su mirada que a Eithan le rompió el corazón. Había dolor, tristeza y… vergüenza. Vergüenza de que lo viera tan lamentable.

—Eithan… —susurro.

—¡Largate a tu habitación ahora, Eithan! —rugió su padre. Eithan se estremeció. Su padre se veía completamente aterrador.

—¡Dejalo! —Le grito él, incluso si tenía miedo de que rematara consigo.

Bajó de prisa los escalones y corrió hacia Mitchell, que yacía en el suelo con Evan a su lado. Se interpuso entre su padre y él; sus brazos extendidos hacia los lados, como queriendo formar un muro impenetrable.

—¡Ya dejalo!

Su padre lo observó furioso.

—Eithan, a-alejate —dijo Mitchell con dificultad. Jamás se perdonaria que él saliera lastimado, suficiente castigo era ya ver a Evan ser golpeado por su hermano—. Evan… por favor, alejalo… alenjense ambos.

El castaño de ojos azules se aferró con fuerza al cuello de Mitch.

—No voy a dejarte —susurró lloroso contra la piel de su cuello.

Mitchell apretó las manos y los ojos.

—Quitate del medio, Eithan —siseo el hombre, amenazante en exceso. Eithan sintió las piernas temblante ante la furia que veían en los ojos de su padre.

—N-No… no dejaré que continúes lastimándolo.

Las venas en las sienes del hombre se hincharon. Dio un paso hacia él. Eithan temblaba horrible pero no iba a apartarse. Mitchell no se merecía lo que estaba sucediendo. Sin importar que, él iba a defenderlo.

—¡No los lastimes! —Escucho a su madre gritar. Ella se levantó del suelo y corrió hacia su esposó. Lo tomó del brazo y trató de detenerlo—. Por favor, ya para —solloso—. Ya para.

El hombre no se inmutó.

—Eithan, vete —Mitchell insistió. Evan continuaba aferrado a su cuello.

—No.

—¡Eithan!

—¡Dije que no!

Mitchell, al ver el temblor en el cuerpo de su sobrino, y que a pesar de ello, a pesar del miedo que tenia, insistía en protegerlo, soltó un sollozo.

—Si supieras la clase de repugnante ser que es, no lo defenderías de esta forma —soltó su padre. Sus palabras eran tan mortales como veneno.

—¡Nada justifica lo que estas haciendo! —Eithan rugió.

—¡Es un puto Maricón! —Estalló su padre—. ¡Él y ese amiguito suyo! ¡Ambos lo son! ¡Tan asqueros! ¡Me dan ganas de vomitar con tan solo verlos! ¡Engendros!

Eithan abrió los ojos de par en par. El aliento se le corto durante un segundo. Muy lentamente, dirigió la mirada hacia atrás, hacia Mitchell y Evan. Notó como Evan lloraba contra su cuello, aferrado completamente. La mirada heterocromatina de Mitchell se clavo la gris suya.

—Esta mintiendo, ¿verdad? —Susurró.

—¡Anda! ¡Dile la verdad! ¡Eres un maldito Maricón asqueroso y repugnante! —el hombre estaba colérico, más que enfurecido. Endemoniado—. ¡Dile que estaban haciendo tú y ese amiguito tuyo! ¡Diselo, maldito fenómeno!

—Tio… dime que no es cierto.

Mitchell lo observó con pesar durante un instante, luego le sonrió con la sonrisa más sincera que podía mostrar en una situación como esa, con el rostro ensangrentado, hinchado y amoratado. Fue una sonrisa hermosa, radiante; sus ojos brillaban y su rostro se veía sereno. A Eith el pecho se le entibio.

—Nos amamos, Eithan… nos amamos —respondio, con total sinceridad—. Simplemente nos amamos.
Algo cambió en la mirada de su sobrino, y ese algo hizo que le doliera el corazón más de lo que le dolían todos los golpes que su hermano le había dado.

—¡Putos Maricones de mierda! —rugió el mayor—. ¡Ningun hermano mio me hará pasar por tremenda vergüenza! ¡Primero te prefiero muerto! ¿¡Esxuchaste!? ¡Muerto! ¡Y estoy dispuesto a matarte con mis propias manos!

Su esposa sollozó con más fuerza y se aferro a la espalda del hombre para tratar de detenerlo. Mitchell solo Veía a Eithan, como su mirada gris se había oscurecido y veía hacia el suelo. Luego se enfocó en su hermano, y pensó, irremediablemente, que ese era su final. Y todo por su culpa.

Evan le había dicho que no, pero él insistió. Se suponía que solo eran unos inofensivos besos de despedida, rodeados por la oscuridad. No se suponía que su hermano debía verlos. ¡Que imbécil fue!

Cerro los ojos, esperando los golpes.

Pero entonces Evan se alejó de él y se puso de pie. Se plantó firme entre él y el demonio que era su hermano.

—¡Usted le vuelve a tocar un solo cabello y le juro, le juro que voy a hacer que se pudra en la cárcel! ¡Su vida sera un infierno dentro de ella! ¡Y yo me encargare personalmente de eso!

Increíblemente, sus palabras perecieron surtir efecto. El hombre los observó a manos con asco y repugnancia. Como si fueran la cosa más asquerosa que había visto en toda su vida. Y, a pesar de todo, a Mitchell le dolió en el alma el rechazo de su hermano.

—Largo —dijo—. ¡Larguense ahora mismo de mi casa! ¡No quiero volver a verlos en lo que me resta de vida! ¡Porque yo te juro a ti, Maricón, que si se vuelven a cruzar en mi camino, voy a matarlos!

Eithan observó a su padre, asustado por sus palabras y la idea de nunca volver a ver a Mitchell, pero luego recordó la confesión de su tío. Su mirada volvió a oscureserse.

Mitcell se intento incorporar, fallando patéticamente, Evan corrió a ayudarlo. Apoyado en él, observó a su hermano a los ojos.

—No hace falta que lo digas, por supuesto que me iré… pero no me iré solo —él dirigió la mirada hacia su cuñada, ella era un mar de lágrimas, le devolvió la vista y luego de un segundo, asintió con un mínimo movimiento de cabeza. Entonces enfoco la vista en su sobrino—. Eithan —le llamó, el chico dio un respingo; las veces que su tio lo llamaba por su primer nombre eran escasas, pero significaba que cuando le decia algo, lo decia en serio. Aun asi, no volteó a verlo—. Eithan, ven conmigo.

Su hermano soltó una carcajada.

—¡No seas imbécil —Rugió el hombre.

—Eithan… —dijo su nombre con infinito cariño, ignorando a su hermano—. Eithan, por favor mirame.
Eithan alzo la vista había él. Su pecho se inchaba freneticamente y escuchaba a su corazón latirle en la garganta, respiraba con la boca y sus grises ojos, abiertos de par en par, observaban de su madre a su padre, y luego hacia Mitchell y Evan. La secuencia se repitió varias veces.

¿Ir con él? Dicha propuesta sonaba tentadora. Adoraba a su tío demasiado. Pero no podía considerarla. Su tío estaba mal de la cabeza ¿Enamorado de otro hombre? ¡Eso era imposible! No podía hablar en serio. No había forma que de que pudieran amarse, estaban mal, estaban mal. ¿Cómo podían dejarse llevar por la lujuria de esa forma?

—Ven conmigo —suplicó Mitchell una ves más.

—¡Rechazalo de una buena vez, Eithan!

No, no, no, no, no, no. ¿Por qué estaba pasando eso? ¿Por qué su tío? ¿Desde cuando estaba así de mal? ¿Por qué? ¿¡Por qué!?

Eithan negó una y otra vez con la cabeza, le costaba respirar. Mitchel dio un paso hacia el, intentando tocarlo, pero el de ojos grises se alejo de inmediato, dio media vuelta y salio corriendo escaleras arriba.

—¡Eithan —El de mirada bicolor grito y, así de adolorido como se encontraba, corrió detrás de su sobrino—. ¡Eithan, Detente! ¡Eithan!

Eithan se detuvo al final de las escaleras, su corazón amenazaba furioso con salirsele del pecho. Sus manos manos templaban y cada vez le costaba más respirar. Se giró hacia su tío. Mitchell le sonrió con cariño cuando sus ojos se ensamblaron, y así de golpeado y sangrando como estaba, su sonrisa le llenó el pecho de tranquilidad.

—Ven conmigo —pidió una vez más.

Su sobrino tuvo el impulso de querer lanzarse a su cuello. Demonios, demonios, demonios, demonios, ¡demonios! ¡Al carajo si su tío estaba mal de la cabeza! ¡Al carajo si amarse entre hombre era imposible! Era su tío, continuaba siendo su tío y eso jamás cambiaría. Además, ¿realmente amar a otro hombre era tan diferente, lo volvía diferente? Eithan solo veía a su tío, no había cambiado en nada. Y, si todo ese tiempo había amado a Evan, entonces nada importaba por que Mitchell era increíble, el mejor tío de todos. Y también una de las mejores personas que había conocido, aun si le gustaban los chicos.

Iría con él.

Mitchell sonrió ampliamente al notar que la mirada de Eithan había cambiado. Lo supo, que aunque saldría de esa casa, ni lo haría solo. Su mirada bicolor lo observo con intensidad, a la vez que extendía con una mano hacia el. Eithan le sonrió de forma tímida, mientras su mano se alzaba para tomar la que su tío le ofrecía.

—¡Eithan! ¿¡Qué demonios crees que estas haciendo!?

El grito de su padre, un poco más allá del final de las escaleras, lo sobresalto. Su mano extendiéndose hacia su tío regreso a su costado y él, temeroso, volvió la vista hacia su progenitor.

El hombre lo observaba con furia desmesurada, sus ojos inyectados en sangre lo observaban con advertencia mientras las venas en su sien se hinchaban.

—¿¡Por qué mierda no has rechazado ese maldito maricón!?

—Eithan, no lo escuches —la voz de su tío dijo, era un susurro suave, arrullador—. Vámonos. Vámonos de esta casa. Si continuamos aquí, si continuas aquí, nunca podrás ser feliz. Tarde o temprano, esto también te lo hará a ti. No quiero que te lastime, Eithan.

Eithan clavo sus ojos grises en el, completamente confundido y tembloroso.

—¿D-De qué hablas? ¿Por qué me lo haría a mí?

—Oh, Eithan…

—¿¡A qué te refieres!?

Mitch observo a Eithan con cariño. Entonces vislumbró en su gris mirada cierta chispa de comprensión. Al caer en la cuenta de lo que Mitch insinuaba de él, abrió los ojos de par en par, retrocedió un paso.

—¿Dices que soy como tú? —sus ojos desorvitados lo veían incrédulo. Su agitado corazón ya latiendo con normalidad, se acelero de golpe. El de ojos bicolor observó su pecho hincharse violentamente una y otra vez.

Su mente se oscureció.

—Eithan, Escucham…

—¡No soy cómo tú! —estalló el menor. Mitchell se mantuvo sereno a pesar del arranque de su sobrino—. ¡No soy un fenómeno como tú!

Una risotada por parte de su hermano llegó a los canales auditivos de Mitch. Pero él la ignoró.

Eithan retrocedió otro paso, con intensiones de querer salir corriendo, pero su tío pudo predecir sus acciones, así que estiró rápido su brazo y tomó al menor de la muñeca. Eithan se sobresalto, y con la respiración agitada y el pecho hinchandosele con fuerza, se giró y lo miró con furia.

—¡No me toques! —Rugió colérico—. ¡No me toques, maldito maricón!

Una expresión desolada se posó en el rostro de Mitchell. Se sintió como una estaca intrustandose en su pecho y sacándole el corazón por la espalda.

Eithan tiró de su muñeca, liberándola, pero Mitch, a pesar de lo mucho que habían dolido sus palabras, no iba a darse por vencido. Intento volver a sujetarlo. Pero Eithan volvió a gritarle que no lo tocara, aun así, el de mirada bicolor lo tomó de la camisa. El oji-gris dio un fuerte grito, viéndolo con más furia que antes.

—¡Te dije que no me tocaras, maricón! —Entonces posó las manos en su pecho y lo empujó con toda la fuerza que pudo, alejándolo de sí. Y al segundo siguiente se dio cuenta de lo que había hecho.

Todo sucedió en cámara lenta, mientras su corazón se detenía un instante y el oxígeno escapaba como loco de sus pulmones.

La comprensión de que iba a caer por las escaleres, sin poder evitarlo, se tardó un instante en mostrarse en los ojos bicolor de su tío. Pero también notó que aun lo estaba sujetando. Eithan sintió el pequeño tirón que su tío le dio al irse de espaldas, pero antes de que lo arrastrara consigo y ambos cayeran, él lo soltó. Eithan abrió los labios para gritar: «¡NO!», pero ningún sonido salió de sus labios. Estiró la mano para tratar de sostener la suya, que estaba aun alzada hacia él, pero sus dedos tan solo se rozaron.

Un grito desgarrador salió de los labios de Evan al observar a Mitchell golpearse contra los escalones. Un diabólico crujido inundo los canales auditivos de Eithan, de algo partiéndose en dos, y los ecos resonaron en su cabeza mientras observaba a su tío rodar hacia el final de escaleras. Se quedo estático, con los ojos derramando lágrima tras lágrima, y su cuerpo temblando violentamente. Un nudo en la garganta le impedía al oxígeno llegar hasta sus pulmones.

—¡Mitch! —Sollozó Evan, corriendo hacia él, se arrodilla a su lado. Se cubrió los labios con una mano, mientras con la otra se dirigía lentamente hacia el rostro del de ojos bicolor, con miedo de lastimarlo más.

Estaba inconsciente, y un pequeño charco carmesí se estaba formando bajo su cabeza. Su pierna derecha se encontraba en un ángulo imposible. Evan comenzó a llorar mientras observaba su rostro mallugado y sangrante, sus dedos acariciaron lentamente sus mejillas, con tanta ternura que rompía el alma.

Un poco más alejado, la señora de casa se había dejado caer de rojillas, se cubría el rostro mientras lloraba sin parar.

—Mitchell —le llamo Evan entre susurros, sus lágrimas caían cual cascadas de sus ojos. El chico no se movio—. Mitch —insistió, esperó una respuesta que no obtuvo. El peli-negro no reaccionaba, y el charco de sangre aumentaba de tamaño—. Amor… por favor…

Evan comenzó a hipar, su rostro se contrajo en una fuerte mueca de dolor. Gritó el nombre de Mitchell mientras se aferraba a él. Lo sostuvo con cuidado contra si, atrayéndolo a su pecho y diciendo una y otra vez que se podría bien. Las lágrimas era imparables en su rostro.

Eithan contemplaba la escena mientras sentía que sus piernas le fallarían y caería de rodillas. La presión en su pecho no cesaba y se sentía completamente mareado. No había querido lastimarlo, no había querido lastimarlo, no había querido lastimarlo No fue intensional. Lo adoraba, lo adorna, lo adoraba. Tenía que decírselo, tenía que decirselo, tenía que decírselo.

«Perdoname, perdoname, perdoname, perdoname, perdoname, perdoname».

Bajo un escalón, y al instante los ojos azules de Evan se podaron en él con fuerte y profundo odio.

—¡No te atrevas a siquiera pensar que te dejare acercarte a él! —Le gritó—. ¿¡Cómo te atreviste!? ¿¡Cómo pudiste!? ¡Eres un maldito, igual que tu padre! ¡Vete con él! ¡Ni se te ocurra intentar acercarte a Mitchell, por que te juro que vas a pagarlo caro!

Eithan se quedó helado en su lugar, aunque intento moverse, no pudo hacerlo ni un centímetro. Entonces los sonidos, todos, comenzaron a escucharse lejanos, la escena en sí comenzó a alejarse y alejarse y alejarse. Su vista se volvió borrosa y él se sintió mareado. Una negrura terrible comenzó a engullirlo, arrastrándolo por un tenebroso vórtice, hasta que todo se oscureció.

Sentía que flotaba, y aun así sentía que pesaba horrores. Oscuridad infinita lo rodaba todo. Su pecho dolía horrible y él solo quería que parara. Se abrazó a si mismo y sollozó.

«Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento».

Lanzó un grito a la nada, tratando de liberar el dolor, los ecos resonaron en su cabeza. Un dolor amartillante.

«Eithan».

Escucho entonces que le llamaban en la lejanía, en un suave murmullo, pero no distinguía de quien se trabaja. Volteó a ver hacia todos lados, buscando al dueño de dicha voz. Pero no veía nada, solo oscuridad aterradora e infinita.

«Eithan».

Le llamaron una vez más. La voz se escuchaba más cercana. De alguna forma sabía que conocía al dueño de esta pero no lograba recordar su rostro.

«Eithan».

Una luz brilló en la distancia. Y el pecho del oji-gris se liberó de la abrumadora presión en el. Comenzó a patalerar, brasear, lo fuera. Necesitaba llegar hasta esa luz, hasta el dueño de la voz.

«Eithan».

Ya casi, no faltaba mucho. Ya casi, ya casi. Estiró la mano y sus dedos tocaron el hermoso resplandor. Su cuerpo se rodeo de este y luego se expandio hacia todos lados. El dolor habia desaparecido y ahora se sentia ligero.

—Eithan.

Digeron a su espalda y se giró de inmediato. Él lo vio al fin. Al dueño de la voz. Sus hermosos ojos verde esmeralda brillaban y sus labios le sonreían. Su sonrisa era hermosa. Él era hermoso.

—Liam…

 

Eithan no supo el momento en el que se habían bajado del taxi al llegar a la dirección que Evan le dio. Tampoco supo el momento en el que se introdujeron en el edificio de apartamentso. Mucho menos cuando fueron al elevador y presionaron el botón del piso en donde estaba el hogar del oji-azul, ni que decir del momento en el que se pararon frente a la puerta de madera.

Su mente había estado en otro lugar todo el tiempo, repitiendo los hechos de ese día. El día en el que deseó poder desaparecer por completo, sin dejar rastro. La culpa lo atormentaba desde esa noche, y no podía sacársela de encima por nada del mundo. No merecía el perdón de Mitchell, incluso si se había arrepentido en el mismo segundo en el que todo sucedió. En ese momento había soltado lo primero que se puso en la lengua, las palabras salieron frías e hirientes y a él no le provocaron placer. Odiaba todo lo que había dicho y hecho. Odiaba lo débil que había sido ante su padre y el temor que tuvo de que le hiciera daño como a Mitch. Había sido tan débil y estúpido, y terminó lastimando aun más a su querido tío.

Lo único que quería era que lo perdonara aunque no lo mereciera.

Eithan no recordaba nada luego de que Evan le gritara en las escaleras. Se desconecto completamente de la realidad. Pero, cuando reacciono, se encontró con Liam de frente. Estaban en su habitación, él sentado al borde de su cama y Liam arrodillado frente a él. Su amigo había comenzado a llorar desconsoladamente en el momento en el sus ojos grises se enfocaron en el, y se lanzó a su cuello, aferrándose con fuerza. Y entonces él también comenzó a llorar y decírle que era la peor basura del mundo, una escoria que no merecía nada.

Entre lágrimas y lágrimas ambos se quedaron dormidos aferrado al otro.

Los grandes ojos de Liam lo observaban con amor y comprensión, y ánimo. Lo había tomado de la mano y apretaba el agarre con fuerza y suavidad. Eithan estaba temblando patéticamente y estaba comenzando a huperventilar. Su novio lo tomo del con una mano y lo hizo girar completamente, ambos que daron de frente. La puerta a un costado de ellos.

—¿Y…Y si no quiere v-verme? —Cuestionó el de gris mirada, los dientes le tiritaban y pecho se movía muy rápido.

—Eith, estará encantado de verte.

—H-Hice y dije cosas espantosas , Liam —a Liam se le rompía el corazón al ver tanta fragilidad la expresión de su novio. Sus ojos brillaban conteniéndo lágrimas, había comenzado a hilar un poco. Podía parecer quizá un poco rudo con su altura y su cuerpo un tanto trabajado, pero, Lían que lo conocía de todo la vida y mejor que nadie, sabía lo realmente frágil y tierno que podía ser—. No me extrañaría que me cerrara la puerta en la cara.

El de ojos verde esmeralda sonrió comprensivo, su mano, aun en el rostro de Eith, acarició con suavidad su piel. Él se puso un poco de puntitas y beso con suavidad los labios del chico. Eithan cerro los ojos, dejándose hacer y disfrutando de los suaves labios de Liam. El temblor en su cuerpo se redujo drásticamente, y su respiración se calmó.

Solo Liam tenía ese efecto en él con una caricia o una palabra. El calmarlo y así mismo acelerar su corazón de sobremanera.

Cuando se alejaron, Eithan le regaló una suave sonrisa de medio, lo cual provocó que se ganara un beso beso de parte de su novio, un poquito.

Entonces Eithan inhaló hondamente y soltó todo el aire, repitió la acción un par de veces más. Luego, se giró y toco la puerta con sus nudillos. Inmediatamente, escucho pasos apresuras irregulares dirigirse hacia el pedazo de madera. Con cada pisotón que se escuchaba acercándose, Eithan sentía su corazón nuevamente acelerarse.

Los pasos se detuvieron al otro lado. Apretó fuerte la mano que sujetaba la de Liam.

Y pomo giró y entonces la puerta se abrió.

 

 

Notas finales:

Yyyyyyyy, eso fue todo. 

¿Que les pareció? 

¿Les gusto? 

¿Esperaban algo así o los agarré totalmente desprevenidos? 

Ahora ya sabemos porque Eithan se siente tan culpable, emocionado feliz y aterrado. No me lo vayan a odiar, por favor. Él, gracias a su padre, tenia ideas muy locas en la cabeza. Además de que ese hombre es aterrador. 

En el siguiente cap veremos a estos dos reencontrarse después de meses sin verse. Crucen los dedos por Eithan, para que todo le vaya bien con Mitch. 

Yo espero y sí les haya gustado, sí así fue fue, ya saben que pueden hacérmelo saber por medio de un comentario, el cual responderé con mucho gusto. Saber sus opiniones siempre es hermoso. Y sino, igual pueden hacérmelo saber, solo no me vayan a insultar mucho porque lloro. ;) 

Besos y abrazos. 

Hasta la próxima. 


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