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Chico Problema por Ahiezer

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Cuanto más abiertos estemos con nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás.

Daniel Goleman.

—x—x—x—x—

La lectura con Levi había sido tan pacífica y relajante, algo que le había dado preciosos minutos de sueño por la noche antes de que las pesadillas lo bombardearan. Eren quería repetir aquel suceso de biblioteca, sentir nuevamente esa paz y seguridad, pero no quería preguntarle a Levi si estaba interesado en más libros, no sabía cómo hacerlo sin sonar necesitado o ansioso. Tampoco quería molestar al hombre, él ya hacía mucho por Eren, así que no quería sentirse como una carga.

Así que sí, aquel momento sería un bonito pensamiento y solo eso.

Todo parecía hecho, normal, hasta que cinco días más tarde, todo lo negativo se desbordó de Eren.

Un mal día había llegado.

El castaño ni siquiera sabía cómo comenzó cuando creía que lo estaba haciendo tan bien; trabajando tanto, haciendo tantas malas bromas, volviendo a ser optimista he intentado alejar cualquier mal pensamiento. Las bromas de los reclusos no eran tan pesadas como para volver arrojarlo de vuelta a ese infierno, y los comentarios subidos de tono tampoco lo molestaban más. Charlaba más seguido con Thomas y Connie y a veces tenía conversaciones decentes con Jean, encontrándose sorprendentemente de acuerdo en algunas cosas. Y sí, no estaba teniendo lo mejor de los sueños, pero eso no era una excusa como para hacerlo sentir tan desganado y apático en el día.

Aunque no debió de ser sorpresivo, habían estado esas sutiles señales. Había estado tan distraído, tan nervioso y exhausto estos últimos días.

 —Oye, Eren, no te ves bien—comentó Connie en la hora del desayuno.

—Estoy bien—argumentó Eren, picoteando la comida. No sabía que comida era, tal vez algo de arroz crudo y esos trozos de pan, Eren no sabía ni le importaba. Solo quería que el día terminara pronto.

— ¿Has estado durmiendo? —preguntó Thomas, mirándolo atentamente.

—Lo estoy, no es nada—mintió.

Nadie le creyó, Jean solo miró con ese ceño fruncido como si mirarlo lo suficiente lo haría escupir la verdad y podían seguir cuestionándolo, pero Reiner y Bertolt llegaron.

— ¿Estás bien?, pareces enfermo, Eren—dijo Reiner, sentándose entre Connie y Bertolt, quien estaba junto a Jean.

 —Ya he dicho que estoy bien, podrían dejar de molestarme al respecto—respondió Eren más duramente de lo que pretendía, picó duramente el brócoli mal cocido de su plato y se lo metió a la boca, masticándolo con dureza. Porque si estuviera enfermo ni ganas tendría de comer, y no tenía ganas, pero no se sentía enfermo, simplemente cansado.

Reiner estando en una línea tan delgada con Eren, decidió ya no entrometerse y sacar cualquier otra conversación; Algo sobre unas apuestas que iban a hacerse sobre un partido en televisión. Los otros siguieron con el tema, y Eren no participó tratando de terminarse la comida para que vieran que estaba bien.

Cuando la hora de comida terminó, Eren se arrepintió de inmediato en esforzarse en ingerir comida cuando su cuerpo no la quería, si no estaba enfermo, probablemente lo estaría pronto.

Thomas se acercó a él cuando vio su aspecto desaliñado.

—Oye, si necesitas dormir, deberías descansar en el receso. Vigilaré nuestra celda.

Thomas era tan amable, pero Eren no podía dormir bien, aunque lo intentara.

—Estoy bien, Thomas, gracias. Tengo que ir a biblioteca, descansaré por la noche no te preocupes.

Thomas de todos modos se preocupó, pero aceptó los deseos de Eren.

En biblioteca las cosas no mejoraron. Eren se encontró incapaz de intentar alguna charla o tararear, y Levi estuvo en silencio. A pesar del desgano, Eren no quería dejar sus tareas. Tomó el taburete dispuesto a sacudir el polvo de las estanterías superiores.

—Ni lo intentes, con ese aspecto de verdad te vas a caer—dijo Levi, a unos pasos de distancia con los brazos cruzados y su ceño fruncido.

—Pero tengo que sacudirlo, estaré bien.

—No, no lo estarás, y luego tendré que estar en enfermería diciendo “Te lo dije”. Y odió enfermería así que no, mejor ve y acomoda los libros que están por allá.

Eren miró a la dirección en donde Levi había mirado, había unos diez libros desordenados en la mesa, que Eren podía jurar que no habían estado ahí hace unos minutos. Pudo reprochar y quejarse, pero no tenía fuerza para ello, así que suspiró de mala gana y fue para allá.

 Comenzó a recoger los libros, pero se quedó maravillado por algo, había un libro grueso y mediano que decía: ‘Enciclopedia: Océanos’, en su portada contenía como un collage de dos océanos muy llamativos y  cuatro especies de animales destacándose el tiburón blanco, la ballena azul, la tortuga marina y un calamar gigante. El libro era de ancho dos veces más grande que el libro de Armin, y al abrirlo tenía muchas más imágenes que el libro que hojeó con Levi, no solo era de océanos, también de todos sus animales marinos teniendo hojas exclusivas con fotos y descripciones sobre una variedad en específica de los animales. Eren dejó los otros libros para revisar este, el castaño no sabía porque no lo había visto; El libro parecía usado, los bordes maltratados y su pasta forrado de un color azul intenso dejando libre la portada y el nombre de sus autores. Notó que la cubierta nueva del libro ayudaba a que el libro se mantuviera unido.

 Con esto último comprendió un poco por qué nunca lo había visto. Cuando Eren buscaba un libro lo primero que veía era el lomo, porque estar sacando libro por libro hasta que alguno le llamara la atención era muy tedioso. Algunos libros tenían su lomo tan maltratados que eran irreconocibles sus títulos, éste libro en especial su lomo estaba cubierto.

— ¿Qué tienes ahí? —preguntó Levi, a unos cuantos pasos de Eren. Sorprendió a Eren por la cercanía, el castaño no había notado cuando el guardia se movió.

Eren mostró el libro en sus manos.

Levi chistó—Más océanos…

—Tiene que admitir que es grandioso, la última vez pareció estar de acuerdo conmigo—comentó Eren, sonriendo un poco ante el recuerdo.

—No estaba de acuerdo, solo dije que estaba bien.

—Tenemos que leerlo—dijo Eren sin pensar, pero luego se apenó de inmediato—, quiero decir…

— ¿Quieres leerlo? —Levi cuestionó, interrumpiendo las palabras de Eren.

Eren no miró a Levi, posó toda su atención al libro en sus manos, y sin ninguna duda dijo: —Vale la pena intentarlo… no descansaré hasta que admita que el océano es genial.  

—Bien, pero primero tienes que terminar de acomodar las sillas—dijo Levi, y se fue a buscar su propia silla cómoda.

Eren sonrió, era la sonrisa más genuina que había dado en el día. Dejó cuidadosamente el libro en la mesa, ordenó los demás y se dio prisa con las sillas para tener el tiempo libre. Con todo terminado, Eren con la enciclopedia en sus manos, se sentó junto a Levi, tomando su distancia cuidadosa.

Nuevamente el nerviosismo estaba de vuelta, pero se perdió tan pronto Eren comenzó a leer. Aparte, Levi tampoco estaba haciendo nada para que Eren se pusiera intranquilo sin motivo.

Miraron las fotos con detenimiento, comentando algún aspecto risible o asombroso cuando era sobre algún animal, y apreciando la majestuosidad de la inmensidad del agua cuando era una foto del mar.

Eren a veces hacía comentarios más dormido que despierto, solo para no caer en el mundo de los sueños. La lucha por no dormir era un contrincante fuerte, pero la terquedad de Eren lo era aún más, además Levi era tan amable de seguirle la corriente a pesar de que las palabras de Eren muchas veces no tenían sentido.   

Sin embargo, cuando vio unas cuantas imágenes sobre olas chocando contra alguna roca, o esa donde simplemente se veía el vasto océano y el sol sobresaliendo en lo más alto dando un increíble contraste en el agua. Eren estaba demasiado maravillado para poder dormir. Incluso olvidó sus malestares.

—Es asombroso, ¿no le parece? —preguntó Eren, siendo fluido con sus palabras esta vez. Dirigió toda su atención a Levi, solo para verlo confirmar lo que Eren ya sabía, y el castaño ya no podía contener esa sonrisa triunfante al hacer que Levi admitiera lo obvio.

Levi lo miró. Su rostro tranquilo, sus ojos pequeños y estrechos observándolo detenidamente. Levi siempre indiferente y con su ceño fruncido ahora tenía su rostro tan relajado que las pequeñas arrugas que se formaban por su severa expresión se suavizaran dándole un aspecto juvenil. Sus ojos tan pequeños siendo tan oscuros y fríos como el acero, parecían extrañamente cálidos.

—Lo es—respondió Levi.

La sonrisa petulante de Eren se perdió, volviéndose suave, tratando de igualar la calidez con la que Levi miraba.

El tiempo fue algo inexistente, o así le pareció a Eren, todo era tan tranquilo, tan sereno que si cerraba los ojos Eren creía que podía dormir sin esfuerzo. Pero luego Levi dejó de mirarlo abruptamente, se aclaró la garganta y dijo:

—Hay que darnos prisa, los demás no van a tardar en llegar.

Y luego Levi comenzó a leer un extracto sobre el océano pacifico, el océano más extenso del mundo. Eren suprimió un bostezo, asintió y luchó contra el sueño con todo lo que tenía.

Posteriormente después de unos minutos abandonaron la lectura. Los prisioneros no tardaron en llegar, y en un momento a otro la biblioteca se llenó de gente. El libro estaba lejos de terminarse, con el tiempo que le dedicaban y lo muy lentos que eran para ver las imágenes les llevaría días para acabarlo. De nuevo, Eren creyó que este raro suceso, este tiempo de lectura tan apacible que se tomaron sería única, pero sorprendentemente no lo hizo.

Levi comentó que podían continuarlo mañana, y, quién era Eren para cuestionarlo u oponerse. Por lo que aceptó demasiado entusiasmado para su propio bien, pero demasiado somnoliento para avergonzarse por su alegría. 

Al llegar la noche y la hora de dormir el sueño era demasiado, un enemigo que ya había tomado demasiada fuerza durante todo el día y días en los que Eren había luchado contra él. Finalmente, Eren ya no podía luchar más. Terminó siendo derrotado.

Durmió tan pronto tocó la almohada, sin tiempo para oír los sonidos nocturnos y tan inconsciente como para recordar las manos errantes. A pesar de todo, no fue un sueño sin sueños, porque soñó con el océano. 

En su sueño el agua estaba inquieta, agitándose ferozmente provocando olas que chocaban entre sí, pero sobre ella estaba un cielo gris, con nubes esponjosas que soltaban pequeñas gotitas de lluvia. Era como si una tormenta hubiera pasado y había dejado tan agitado al mar, y en consecuencia se había quedado el cielo de un azul grisáceo, una suave brisa y una ligera llovizna que liberaban las nubes como compañía.

La escena podía ser triste, aterradora porque el sol no parecía querer llegar y todo estaba cubierto de un color plateado opaco, pero no fue nada de eso. El agua se calmó, el suave soplo del viento y el sonido de las pequeñas gotas al tocar la superficie del mar arrullaron a Eren y lo llenaron de una paz que esperaba que jamás se fuera.                                                                 

Al día siguiente continuaron con su lectura, como no lo terminaron lo continuaron al otro día siguiente y al siguiente… hasta que lo acabaron y curiosearon con cualquier otro libro que llamara su atención.

Para Eren y Levi se volvió una pequeña tradición leer libros juntos si quedaba un poco de tiempo libre antes de que llegaran los demás. Y ese era el momento más esperado de Eren. Era el único momento donde se podía relajar sin problemas, decir cualquier tontería que se le viniera a la mente o simplemente estar ahí y escuchar la voz de Levi. Que era grave, pero suave. Tan tranquila y relajante.

Levi había sido honesto en las cosas que no sabía sobre el océano o cualquier otra cosa sobre los libros, y Eren estaba maravillado y orgulloso de compartir su sabiduría. La forma suave en la que Levi lo miraba cuando Eren impartía su conocimiento o esa pequeña, muy pequeña contracción de sus labios cuando Eren decía un chiste tonto. Llenaban a Eren de un sentimiento que desconocía, pero que lo hacía sentir muy cálido por dentro.

Esa sensación le impedía a los malos pensamientos invadirlo últimamente.

En algún momento, Eren no sabía cómo, él y Levi se volvieron muy cercanos, literalmente. Porque cuando se sentaban a leer, Eren podía sentir muy de cerca la calidez del otro, también le hacía ser consiente de otras cosas que no había notado. Por ejemplo; El olor de la colonia de Levi, que era lo mejor que había olido en mucho, mucho tiempo, era mucho mejor que los limpiadores de prisión o el olor de las cosas que Eren había limpiado con tanto esmero que podía ver su reflejo en ellos. El aroma de Levi era agradable, fresco y especiado. Le gustaba. Aunque también estaba ese leve rastrojo de humo de cigarrillo. A Eren no le gustaba tanto, pero no era malo.

A veces, cuando Eren ya había tenido suficiente de las imágenes del libro y era el turno de Levi por leer, Eren se encontraba mirándolo. Aquellas marcas oscuras debajo de los ojos de Levi que Eren había visto desde que lo conocía, era manchas opacas, como si quisieran desaparecer, pero llevando demasiado tiempo como para hacerlo. Quizás algún día desaparecerían, pero por lo pronto, Eren estaba feliz por Levi, que tuviera al fin el sueño que necesitaba.

En alguna de esas miradas de Eren, Levi se encontraba mirándolo a cambio, con esos ojos de acero y sus cejas levemente enarcadas en una pregunta silenciosa. En esos instantes, el corazón de Eren se detenía por un milisegundo, como si fuera atrapado haciendo algo que no debería. Sus mejillas se calentaban lentamente en la vergüenza, pero Levi no le reprochaba en nada. Al contrario, el hombre volvía a su lectura como si nada.

No obstante, Eren no era el único que hacia esos vistazos indiscretos, cuando era su turno de lectura, a veces encontraba a Levi mirándolo también. No había muchas formas de expresión en Levi, pero esa mirada que le daba en especial, Eren no la podía descifrar. Pero lo que sí sabía es que hacía que leyera con un tartamudeo y que su corazón latiera un poco más rápido. Levi desviaba su atención segundos después de ser visto e ignoraba la mala lectura de Eren cuando sus palabras se tropezaban.

Con las semanas, encontrarse mirándose solo provocaba unas risitas en Eren, y que Levi crispara su labio en esa sonrisa tan pequeña y suave que podía pasar desapercibida; Eren tratando de hacer un comentario tan tonto e ingenioso como fuera posible, y Levi diciendo cosas que tenían intención de aparentemente ser graciosas, pero que eran tan malas que Eren no podía evitar reír.

Aunque leer libros no era lo único que hacían o su tema de conversación, también charlaban sobre cualquier cosa; uno que otro chisme, la vida de Gato, sus quejas del día o cualquier anécdota que tuvieran sobre sus vidas.  A Eren le gustaba charlar sobre las travesuras infantiles que hizo junto a Armin y Mikasa, con ellos eran los recuerdos más felices y divertidos que tenía. Hablar de ello le daba esos deseos y esperanzas de sobrevivir para poder vivirlos de nuevo fuera de las rejas. Levi era más reacio en compartir historias personales, pero cuando mencionaba alguno estaban Hange y Erwin entre ellos, pero las historias que más se destacaban era donde contaba sobre Furlan e Isabel. Como esa historia donde Isabel se metió en problemas por salvar a una paloma.

Eran historias encantadoras, Furlan e Isabel sonaban como personas increíbles, quienes valían la pena conocer. Eren esperaba conocerlos algún día cuando saliera de aquel terrible lugar, pero cuando Levi hablaba de ellos siempre había una tristeza en su tono. Su mirada se volvía un poco distante, y cambiaba de tema abruptamente cuando terminaba la historia. Eren entendió de inmediato que esas personas se habían ido hace tiempo, así que no presionó y continuó con cualquier otra conversación que Levi quisiera hacer. Pero si Levi no se animaba pronto, y Eren había terminado de limpiar, entonces Eren sacaría algún libro interesante para que lo vieran juntos. 

Las cosas eran buenas y esperanzadoras en biblioteca.

Sin embargo, su vida en la prisión en general era regular, las cosas seguían igual. No podía meterse en demasiados problemas cuando se pasaba la mayor parte en biblioteca, tomando incluso horas extras si Levi no era el guardia de limpieza. Después de todo, ya no le importaba lo que le dijeran, a pesar de que todos contaban tantas tonterías.

Con los chicos no hubo cambios notables; Eren era tan neutral con Reiner y Bertolt que solo intercambiaban muy pocas palabras, en cambio con Thomas y Connie eran demasiado agradables como para que Eren tuviera algún desacuerdo con ellos. Jean era la excepción, pero sus peleas se daban más por costumbre, solo por estar en desacuerdo y tener a alguien con quien discutir sin tener desagradables repercusiones. Aparte, la mayor parte de los insultos que se hacían eran ligeros y nada personales, solo esa vez que él y Jean pelearon de verdad.

A Eren le enojaba saber que Jean no visitara a su madre, y había discutido con él al respecto. No entendía como alguien no podía valorar la oportunidad que tenía. Su discusión fue breve, pero muy acalorada, aunque finalmente Jean comenzó a ir a las visitas.

Después de que Jean comenzó a visitar, ambos fingieron que esa discusión nunca se dio, por lo que siguieron hablando y peleando como siempre. Sin embargo, había ese acuerdo tácito que solo ellos conocían. Estaban a mano.

Y en las visitas Eren tenía la suficiente energía para sonreír. Si Armin y Mikasa creían en el acto o no, Eren no lo sabía, jamás se lo hacían saber. Pero ambos lo miraban atentamente, y lo hacían sentir incómodo. El recordaba a Armin y Mikasa muy diferentes en sus recuerdos, tan alegres e ingeniosos; Ahora solo parecían dos jóvenes muy preocupados, con ojeras pronunciadas y miradas infelices. Era culpa de Eren, él lo sabía –o por lo menos lo creía de esa manera- por lo que trataba de ser complaciente y contar cualquier cosa para que dejaran de preocuparse. Ellos también parecían hacer lo mismo cuando Eren se quedaba sin voz, pero no mencionaban nada sobre la universidad, solo hablaban de las cosas a su alrededor y de lo que harían los tres tan pronto Eren saliera, porque según ellos Eren lo haría más pronto que tarde.  Hannes le hablaba cada vez más de una abogada que estaba ayudando a casos como los de Eren y que pronto trabajarían en el suyo, pero Eren no se hacía muchas ilusiones, por lo que simplemente asentía a todo lo que Hannes le decía. Shadis visitó dos veces, aunque en su presencia siempre había un silencio muy incómodo y el hombre lo miraba con tristeza como si sintiera culpa de algo. Eren detestaba la mirada, pero apreciaba ver al hombre ahí.

Luego el invierno comenzó a llegar.

Para Eren, la temporada invernal había sido de las más agradables porque no había nada mejor que acorrucarse en el sofá junto a Armin y Mikasa, cubrirse con un montón de mantas y mirar televisión mientras tomaban chocolate caliente y comían cualquier cosa dulce que estuviera a su alcance. Pero en prisión, siendo su segundo invierno encerrado ahí, descubrió que el clima ya no era su favorito.

El uniforme de manga larga y las chaquetas que les daban no eran tan calientes como para mantenerlos abrigados y las celdas, aunque supuestamente tuvieran calefacción seguían manteniéndose heladas. En la hora de los patios y de recreación, muchos de los prisioneros se juntaban como pingüinos para mantener el calor. Eren se reiría de la imagen si no fuera que él también tenía que estar en un grupito soplando sus manos para mantenerlas calientes.

Su turno de biblioteca era un alivio porque era el lugar más cálido. Por lo tanto, con el frío muchos reclusos preferían refugiarse ahí también, lo que hizo que Eren tuviera que trabajar mucho. Entre más visitas, más libros y sillas desordenadas.

Y aunque Eren quería decir que odiaba trabajar, realmente se dio cuenta de que no. Limpiar lo relajaba y lo ayudaba a dormir más cómodamente por las noches por lo exhausto que terminaba.

Como había mucho trabajo, ya no tenían el tiempo libre para leer sus propios libros, a veces incluso no alcanzaba el tiempo para ordenar todas las sillas para molestia de Levi.

Levi decía que todo le importaba una mierda, pero había cierta peculiaridad cuando se trataba del orden y la limpieza. Y Eren no veía problemas en tratar de hacer las cosas como Levi pedía. Porque a Eren no le gustaba que Levi quisiera ayudarle, no, Eren podría solo. La mayor parte al menos.

Así que ahí estaba, trabajando en biblioteca en compañía de Levi.

Levi había juntado pequeñas pilas de libros en orden alfabético y de tamaño, y Eren estaba sobre uno de los taburetes con su propia pila y tratando de ordenarlos en el estante superior.  Había dejado de juguetear con los taburetes, al final nunca había pasado nada y había perdido el encanto de hacerlo. Por lo que simplemente estaba parado ahí con cuidado tarareando una canción.

Todo estaba perfectamente bien… hasta que se escuchó un crujido y la visión de Eren se inclinó. Luego otro crujido y finalmente Eren perdió el equilibrio. 

Era una ironía inmensa, Eren ni siquiera había hecho nada esta vez. Y ahora, cuando no lo quería y ni siquiera lo estaba buscando iba a caer. Debió de haber soltado los libros y agarrarse del estante, pero hizo todo lo contrario, simplemente abrazó los libros como si fueran a romperse. Como si la caída fuera a dañarlos, y miró como el estante se volvía lejano.

Todo sucedió demasiado rápido, pero Eren fue muy consciente, como si pasara lentamente y sin embargo seguía incapaz de moverse simplemente esperando el impacto y el dolor que vendría.

Nada de eso llegó.

Levi estaba ahí, lo estaba sosteniendo. Fue sorpresivo. Podía sentir uno de sus brazos un poco encima de sus rodillas, y otro debajo de sus hombros.

Para un espectador la imagen de ellos dos de esa manera, de Levi sosteniéndolo en brazos como estilo nupcial, debería ser risible por la diferencia de tamaño. Pero Levi lo sostenía tan fácil como si Eren no fuera pesado; o Eren había perdido mucho peso y era tan ligero como una pluma, o Levi era más fuerte de lo que aparentaba.

Sea como fuera, eso no fue lo único sorpresivo, sino también la rapidez con la que Levi lo había alcanzado.

—Te dije que te caerías—reprochó Levi, pesadamente como si estuviera sin aire.

Eren se quedó en silencio sin encontrar las palabras adecuadas, su mente en blanco incluso si quisiera decir algo. El momento de la adrenalina y la sorpresa de la caída todavía muy vivo, pero sobre todo sintiendo el agarre fuerte y firme de Levi en él. Tal cercanía le hacía sentir el calor del otro, oler su fragancia y sentir también el movimiento cuando respiraba. Después miró a Levi, el hombre tenía un ligero rubor en sus mejillas. Eren se dijo internamente que las mejillas coloradas eran por el esfuerzo que el guardia hacía para sostenerlo. No quería mirarlo a los ojos, demasiado avergonzado para hacerlo, no obstante, se encontró haciéndolo.

Cuando sus miradas se encontraron, el corazón de Eren se detuvo. La mirada de Levi siempre directa, rígida y seria, era muy diferente. Ya no eran las miradas suaves y simpáticas que se encontraban cuando leían los libros, era completamente distinta. Nunca nadie había mirado a Eren de esa manera. Era una intensidad que no podía describir con palabras, pero que hizo que su corazón se acelerara.

Eren abrió la boca para decir algo, lo que sea. Y tan pronto hizo el esfuerzo, Levi lo soltó, no sin antes intentar ponerlo de pie e irse por los libros que había dejado abandonados tan rápido Eren logró erguirse sin problemas.

—Te lo dije—dijo Levi, dándole la espalda de inmediato y guardando los libros restantes, sin darle ni una mirada a Eren—. La próxima vez…—continuó, pero su voz no sonaba tan dura como quería aparentar. 

—No habrá próxima vez, no soy tan tonto—respondió Eren rápidamente cuando su cerebro estaba de vuelta en funcionamiento, intentó sonar juguetón, no obstante, su voz sonaba suave. Todavía un poco frágil y confusa después de haberse quedado hipnotizado por ese par de ojos grisáceos azulados tan penetrantes.

Levi chistó y siguió con lo suyo, guardando los libros e inspeccionando los demás en los estantes. Eren por su parte, siguió tontamente de pie aun resguardando protectoramente el par de libros que abrazaba contra su pecho, finalmente después de lo que pareció una eternidad pudo mencionar un “Gracias”, Levi gruñó en respuesta y no se dijeron palabras.

Con un suspiro el castaño continuó con su tarea. Pero guardar los libros en los estantes superiores ya no estaba en sus planes, era demasiado pronto para otra caída.

Todo el ambiente de haber sido tranquilo y relajado, se volvió tenso, la mente de Eren no estaba mejor. Sus pensamientos todavía seguían muy dispersos, pero Levi lo sacó de ellos cuando habló:

—Me voy a ir tres días.

Eso hizo que Eren dejara de hacer todo y volviera a mirar a Levi, sin embargo, el guardia seguía dándole la espalda.

— ¿Qué?, ¿Por qué? —cuestionó Eren, perplejo.

Levi se encogió de hombros, con el último libro que tenía en sus manos fue a sentarse en su silla conocida, y se posicionó para leer—. Son esas jodidas juntas obligatorias.

—Oh... —escucharlo fue un alivió, Eren había pensado lo peor. No era la primera vez que Levi se iba a esas cosas, pero los días se volvían criminalmente aburridos sin su presencia ahí en biblioteca; Eren no tenía con quien hablar, y el ambiente era solitario—. Que estúpida mierda—Eren maldijo.

Esta vez, Levi lo miró, su indiferencia y su ceño fruncido estaban devuelta.

—He notado que cada día maldices más—comentó.

Eren se atrevió a sonreír, sin perder la vista de esos aceros, buscando nuevamente aquella emoción que lo había desconcertado—. Bueno, en mi defensa, tengo mala influencia.

Levi resopló, pero estaba esa leve y minúscula diversión en su rostro, y ahí Eren encontró de nuevo lo que estaba buscando. Algo dentro de Eren estaba mal porque comenzó a sentirse tan extraño.

—Supongo que tienes razón—murmuró Levi, sostuvo la mirada por un par de segundos más y volvió a su lectura.

Eren volvió a respirar con normalidad, no entendía como una mirada podía abrumarlo tanto. Pero eran sentimientos cálidos, sentimientos que quería seguir recibiendo.

No entendía en que momento comenzó a recibirlos, o porqué era digno de ello. Tampoco comprendía toda la multitud de buenos sentimientos que lo llenaban, pero esperaba hacerlo pronto. Y se preguntó si su propia mirada reflejaba la misma intensidad. Esperaba que sí, porque Levi lo merecía.

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