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Chico Problema por Ahiezer

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Enamorarse no es un acto de voluntad. No es una elección consciente. No importa cuán abiertos o deseosos estemos de ello, la experiencia aún puede eludirnos. Por el contrario, la experiencia puede capturarnos en momentos en que definitivamente no la estamos buscando, cuando es inconveniente e indeseable.

M. Scott Peck.

—x—x—x—

Cuando Bott y el castaño salieron del lugar, toda la problemática volvió a la mente de Levi.

—Mierda…—Levi gruñó al aire, una y otra vez, su respiración se había vuelto irregular cuando ya no tenía un falso desinterés que aparentar. La ansiedad invadió su mente, cuestionándose: ¿Qué diablos había pasado?, ¿Qué mierda estuvo a punto de hacer?, De todas las estupideces que había hecho, de todas las que podría hacer, esto pudo haber sido la mayor jodida tontería que pudiera haber cometido.

El pensamiento, la idea de aquella posibilidad revolvía sus entrañas de un modo inusual. Y era que… por muy terrible e inapropiado que debería ser, por muy desgraciado y culpable que debería sentirse dada la situación, no se sentía de esa manera. Todo lo contrario. Eso fue la punta del iceberg, eso era el único empuje necesario para que Levi ya reconociera inevitablemente lo que se había intentado negar.

Estaba..., Levi ni siquiera quería imaginar la palabra. El simple pensamiento de aquella palabra, la mención lo haría totalmente real, y mierda, Levi ya tenía demasiados problemas.

Levi dejó el libro sobre la mesa, se recargó completamente hacía atrás en la silla, miró hacía el techo y se masajeó la sien con su mano izquierda.

Estaba en problemas, en muchos y muy jodidos problemas.

Porque era incorrecto, estaba mal y era algo que no debería pasar. Levi era mayor, era el guardia y había mucho abuso de poder en todo eso. Eren era joven y no tenía muchas opciones, además el castaño merecía algo mejor. No esto.

No estaba bien.

Si no hubiera sido por el azote de la puerta y los golpecitos nerviosos a ella que escuchó, Levi hubiera cometido la mayor estupidez. De entre todos los guardias fue Marco Bott quien los vio, porque Bott los vio, Levi lo sabía. El nerviosismo del joven lo había delatado.

Sabía que no era algo que el guardia reportaría, no tenía miedo por Bott o por cualquier otro, pero si uno de los demás los hubiera visto habría problemas. Porque, aunque no había pasado nada, había algo delatador en el asunto. La cercanía en sí ya era sospechosa e inapropiada.

Levi sabía que no recibiría el castigo que debería como ser devuelto a prisión o esas mierdas porque Erwin era el alcaide y no pasaría de una mirada desaprobatoria que a estas alturas era cuestionable por qué no entendía como Erwin junto a Hange alentaban esta reprobable relación.

Levi dio un suspiro tan fuerte como nunca lo había dado en su vida. Pensar en todo esto lo estaba comenzando a poner de mal humor, además era demasiado para procesar. Y era una tontería tan grande, porque en realidad, no pasó nada, solo Levi estaba sobreexagerando. Imaginando conflictos y posibilidades que no habían pasado. 

Levi ni siquiera quería imaginar sí algo hubiera pasado, porque algo muy dentro de su interior, en lo profundo de su mente ideó que no habría sido tan malo. El pensamiento agitó algo dentro de él. Una agradable sensación que solo el castaño provocaba.

Como esos minutos antes dónde simplemente miró a Levi con esos brillantes ojos verdes azulados y le sonrió, con esa seguridad, esa confianza, con esa expresión que hacía imposible creer cómo estaba en un lugar tan sombrío, tan hostil y corrosivo.

Levi negó con la cabeza para despejarse de todo ello. Tenía que concentrarse en lo importante, como en el que Eren estaba con su abogada con la posibilidad de salir. Y Eren necesitaba ser libre. Levi, por su parte, tenía que asegurarse que el castaño sobreviviera lo suficiente para llegar a ese día, porque ese era su trabajo como guardia después de todo.

Por lo demás, bueno, Levi llegaría a ese puente cuando estuviera ahí. Ahora solo quería salir porque todo era demasiado.

Con un suspiro, Levi se levantó, fue a devolver el libro al estante y salió de biblioteca.  No tenía humor de visitar a Hange o Erwin, por lo que se dirigió a revisar como seguían Erd, Auruo y Gunther, ellos habían estado también en el enfrentamiento del módulo D y les había ido un poco peor con algún desagradable moretón y unas cuantas puntadas por evitar intentos de apuñalamientos por esos malditos cepillos de dientes que afilaban tanto para convertirlos en armas.  

Levi solo había obtenido un par de rasguños y un esguince de muñeca por haber utilizado tontamente su mano como escudo ante un hombre gigante que tenía la fuerza de un oso –había estado distraído, por ello no había actuado como debería, sin embargo, logró detener el golpe-.

Los reclusos del módulo D eran terribles, normalmente estaban tranquilos, pero cuando peleaban, cuando peleaban el caos se desataba; Estaban desquiciados y siempre que cometían algún motín iban por todo, destruyendo y lastimando a todo lo que se les pusiera enfrente.

Despotricar sobre ello ayudó a Levi en no pensar en lo otro, y deseó que se mantuviera de esa manera.

Lamentablemente, no tuvo tanta suerte. Y, sin embargo, los pensamientos tampoco fueron tan malos.

—x—x—x—

Fue extraño como lo ocurrido en biblioteca era en todo lo que Eren podía pensar. Despejar su cabeza sobre ello era un esfuerzo enorme, pero las sensaciones no se iban. Ese nerviosismo, esa calidez… ese afecto, se quedaron en él.

Más de una vez Carla le cuestionó por su distracción, probablemente creyendo que Eren estaba enfermo o quizás deprimido por los resultados de su caso: Aún no había respuestas sobre la apelación, a pesar de que más pruebas a favor se habían recaudado; Las cámaras tenían algunos segundos perdidos, suficiente tiempo para que alguien más se viera siguiendo a Gross por la calle.

Pero Eren negó su distracción por el mal humor, y continúo tratando de prestarle atención, no obstante, era difícil cuando solo recibía negativas y se le dijo lo mismo que en la última visita. Fue repetitivo y nada sustancial.

Las demás horas fueron similares, sintiéndose tan banales, simples y sin sorpresas. Su mente llevándolo inevitablemente a biblioteca a la menor oportunidad, con tan solo recordarlo le era cómo estar en una montaña rusa de emociones.

Connie, Jean, Reiner y Bertolt miraban a Eren con curiosidad, intrigados por como el castaño se perdía en pensamientos, como estaba tan tranquilo a la hora de la cena, y en el breve tiempo libre. Pero no Thomas, quien simplemente soltó una risita con una mirada cómplice como si supiera. Eren evitó mirarlo sintiéndose tonto.

Y para cuando llegó la noche, cuando las luces se apagaron, cuando sus compañeros de celda se desearon las buenas noches y solo se podía oír las suelas de los zapatos de los guardias merodeando por los pasillos fue cuando Eren se perdió en sus pensamientos sin distracción.

Estaba de vuelta ahí en biblioteca, mirando esos ojos grisáceos y sintiendo todo ese remolino de sentimientos; El nerviosismo, el anhelo, la incomprensión, la calidez y el miedo. Todo en uno.

¿Cómo era esto posible? Debería ser irreal, trató de culpar a Ruslan y a todo aquel que sembró este pensamiento en él, pero Eren nunca se había considerado alguien que aceptaba las cosas porqué sí. No, había sido Levi; La forma en la que lo miraba, la pequeña curvatura de sus labios y en la manera que lo hacía sentir.

Si alguna vez Eren se burló de la cursilería de las películas, de las absurdas descripciones en los libros, de lo estúpido que actuaban los personajes cuando buscaban aquel sentimiento. Ya no lo haría más, porque ahora creía entenderlo.

Dios, Eren era un tonto. El más grande de los tontos por pensar en eso. Debería de estar durmiendo antes de que salieran los horrorosos sonidos nocturnos, pero en cambio estaba despierto mirando al techo, sonriendo al recordar.

La negatividad, los malos pensamientos, el doloroso recordatorio de lo ocurrido hace varios meses en lavandería, los comentarios obscenos, el miedo y la realidad se quisieron abrir pasó en la mente de Eren, recordarle porque todo esto que sentía era anormal, imposible e inapropiado. Por unos minutos sí pensó en ello y le aterró. La celda se comenzó a sentir pequeña, el oxígeno difícil de llegar a sus pulmones, pero cuando recordó la mirada de Levi; la importancia en ellos, la forma en la que parecían describir mucho, y en como lo hacían sentir. Hizo que toda aquella problemática se fuera.

Eren ya creía tener suficientes desgracias como para cuestionarse, para dejarse abrumar por más, por ello se concentró en lo bueno y se aferró a ello con todas sus fuerzas.

Y con todo eso en mente, durmió con muchas dudas, pero con una revelación y esta nueva sensación que no eran tan malas.

 

El día siguiente Eren lo manejó sin problemas, un poco distraído, pero con mucha más calma, desviando las preguntas de Thomas con nerviosismo y mayormente conversando de cosas sin relevancia con los demás. Pero al llegar al turno de biblioteca fue cuando todo se desmoronó. Porque ahora el miedo, el nerviosismo y la angustia lo sometieron.

¿Qué tal si Eren lo había malinterpretado todo? Que la preocupación que había sentido en su momento había conflictuado sus emociones. Quizás inconscientemente se había dejado influenciar por las palabras de Ruslan y los demás, y visto cosas o creído sentir algo que no estaba ahí. “¿Qué tal si…?” ese cuestionamiento creó varios escenarios decepcionantes y desalentadores en la mente de Eren.

Eren apoyó su cabeza en el estante, sintiendo la frialdad del inmueble y soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. Entonces la puerta se abrió de pronto, y ahí estaba Levi. Su rostro severo e inexpresivo, pero luego su expresión se suavizó.

 —Oye—saludó Levi, su ceño se frunció al ver la postura derrotista de Eren—, ¿No hay buenas noticias?

Las inseguridades, los temibles escenarios de cosas que podrían suceder se marchitaron de la mente de Eren, porque Levi estaba ahí mirándolo con preocupación. No con la indiferencia, la lejanía que había temido.

—En realidad no hay ninguna noticia todavía—Eren respondió, y no pudo evitar sonreír y sentir ese revoloteo en su pecho al ver como la expresión de Levi volvía a esa familiaridad.

—Ya habrá algo—chistó Levi, y se dirigió al estante por un libro.

Al ver a Levi empezar con la mundana rutina, Eren empezó con lo suyo. No obstante, el silencio no era una compañía que Eren estaba dispuesto a aceptar.

—Nunca me dijo qué sucedió ayer—preguntó el castaño.

—¿Ayer? —había cierta alarma sorpresiva en el tono de Levi, y al igual que él y entendiendo que su pregunta podía no ser interpretada a lo que Eren se refería. El castaño corrigió de inmediato con nerviosismo.

—En el módulo D, nunca me dijo que ocurrió en el módulo D.

Levi, ignorando la sorpresa anterior, comenzó a contar incluso la causa por la que se creía que se inició el motín. Por lo que Eren entendió, los reclusos del módulo D eran mentalmente inestables y podían provocar el motín simplemente por el placer de hacerlo, por aburrimiento, no cómo en el A o el B, que muy comúnmente eran para pagarse deudas pendientes. Contó también sobre sus heridas y lo exageradamente cuidadosa que Hange había sido al vendarlas.

Eren siguió preguntando, animando a Levi a contar más.

Cuando el guardia terminó sus historias, Eren ya había acabado sus deberes, y estaba ahí frente al guardia con sus brazos cruzados sobre la mesa y apoyando su cabeza en ellos. Relajado, simplemente oyendo cualquier cosa que Levi quisiera contar. Pero aparentemente Levi ya no tenía nada, porque tan pronto acabó se quedó en silencio.

El silencio no era incómodo o desagradable, pero no era bien recibido. Había una tensión ahí que Eren no quería tener.

Sin embargo, fue Levi quien habló primero, tensamente, sin perder la vista de su libro.

—¿Quieres leer, o seguirás con tus tontas preguntas?

—¿Mis tontas preguntas? —, Eren cuestionó y miró a Levi sin comprender. Levi lo miró a cambio, Eren siguió sin entender al principio, pero lo hizo cuando Levi mencionó:

—Cómo lo has olvidado, supongo que iniciaré con las estúpidas preguntas.

—Oh, no— Eren interrumpió, juguetonamente—. No terminó de elegir. Así que, qué prefiere, ¿pizza con piña o hamburguesa con piña?

Levi suspiró disgustado, y se quejó por las desagradables opciones, pero terminó de responder después de unos segundos. Como tenían tiempo de sobra antes de que llegarán los demás, estuvieron aún con las preguntas y dándose terribles opciones sobre comida, la preferencia sobre algún color, o cualquier cosa absurda que se les ocurriera.

Ninguno quería quedarse en silencio, ninguno quería mencionar lo ocurrido ayer. Trataron de que todo fuera casual, trivial como de costumbre. Para Eren era mejor así, todavía demasiado abrumado para verdaderamente aceptarlo, inseguro sobre sus emociones, pero esperaba resolverlo pronto. Mientras tanto, estas charlas, y la compañía era algo que Eren no quería cambiar.

Sus días siguieron igual, con la diferencia de que Eren sabía que nada era igual y trataron de evitar la cercanía extraña de aquella vez; No pasó nada, Eren se lo había repetido varias veces, Marco había llegado a interrumpir, pero por las noches, en ocasiones, Eren pensaba en qué hubiera pasado si hubiera sido diferente.

La idea debería serle rara, temerosa, y lo era un poco, pero también le causaba esa extraña sensación cálida, nerviosa y agradable en su estómago. Todo era tan extraño. Porqué había tanta inseguridad cuando pensaba mucho en eso.

Eren nunca había sentido todo este remolino de sentimientos hacia alguien de esta manera. Había estado la admiración con esa chica Annie, una estudiante de intercambio que duró unos meses en la secundaria; ella era una chica increíble, que Eren había admirado porque ella era tan buena luchadora y fantástica en los deportes y cada que competía con Mikasa en algún juego deportivo parecía el ‘súper bowl’ estudiantil y que casi siempre terminaba en empate. Luego estaba esa otra chica Christa, quien era la más bonita y popular, y sí Eren se sentía bien al hablar con ella, y sí puede que a Eren le gustara un poco, pero Christa siempre parecía estar feliz, optimista, nunca tenía ningún mal momento. Toda su actitud parecía tan antinatural y falsa que Eren jamás pudo conectar realmente con ella incluso si lo hubiera intentado. Aparte siempre estaba esa otra chica Ymir en compañía de Christa que era demasiado contundente y muy protectora con la rubia, como para que Eren intentara algo con ella incluso si hubiera querido.

Además, con la constante compañía de Armin y Mikasa, o sus terribles preocupaciones adolescentes sobre sus tareas, partidos, o simplemente su vida diaria. Pensar en la perspectiva romántica era lo último en lo que pasaba por su mente. Era feliz como estaba.

Pero ahora Levi lo hacía feliz, o lo más cercano a ello dadas sus condiciones, las sensaciones con el guardia eran de las más despreocupadas y seguras que Eren tenía, tan familiares como en su antigua vida a pesar de ser tan diferentes y nuevas. Mientras más pensaba sobre ello, más dudas llegaban, pero todo se desvanecía cuando estaba ahí en biblioteca junto a Levi. 

Pero una tarde todo eso tuvo que olvidarse. Carla había visitado por segunda ocasión este mes, y tan solo un par de semanas después de su anterior visita, Eren estaba sorprendido por la prontitud de la visita e impaciente por ya recibir la apelación.

Así que ahí estaba en la pequeña habitación esperando a Carla, sentado en la rígida silla, encadenado a la mesa y terriblemente ansioso. Mientras esperaba pensó en todo su nuevo futuro, pero fue lamentablemente pobre la idea que tenía porque no había mucho ahí; Solo el deseo de recibir pronto la exoneración, y por fin abrazar a Mikasa, Armin y Hannes que los extrañaba tanto. Eso parecía ser lo único importante. Pero entonces Carla llegó con su rostro cansado y terriblemente serio.

 —Eren…—saludó ella, y tan pronto escuchó el castaño el tono apático e infeliz, intuyó lo que vendría a continuación.

—Fue negado, ¿no es así? —murmuró Eren, sintiéndose frío e impasible. Debió de haberlo imaginado.

—Oh, no, no fue así—dijo Carla, se sentó de inmediato frente a Eren dejando los documentos a un lado sobre la mesa, pero aún tenía un ceño preocupado—. Hay buenas y malas noticias—. La mujer suspiró y explicó: —Fue a otra revisión, no podrás ir al juicio con los otros. Se dijo que tu caso debería irse a un juicio propio ya que de los demás eras el único que sí tuvo cercanía con la víctima y hay pruebas de ello.

“Pero no hice nada” quería brotar de los labios de Eren, pero en cambio se resignó, Carla le había dicho que le creía, y que su juicio seguía en pie—. ¿Entonces qué significa eso? ¿Hay que esperar otros cuatro o cinco meses para una respuesta? —cuestionó seriamente.

—No, no iba a permitir tanto tiempo. En 21 días se dará fecha para comenzar el juicio, ya tenemos suficiente para tener un buen caso, no hay forma de que pueda evitarse. Y tan pronto den la señal, estaremos listos.

 —¿21 días? —cuestionó Eren, inseguro.

—21 días—confirmó Carla, lentamente el bueno humor la invadió—. Y no hay nada que puedan hacer para detener ese juicio. Tú sólo trata de mantenerte en el buen camino aquí, no queremos darles motivos para que nos atrasen, ¿de acuerdo? —comentó y sonrió a pesar de su rostro cansado. Sin embargo, lucia optimista a pesar de todo, contagió a Eren

El alivio inundó al castaño—. Por supuesto, gracias.

—Aún no me agradezcas, aún no llegamos a lo verdaderamente importante. Pero pronto estaremos ahí, y estaremos preparados para ese momento.

Eren asintió con renovado optimismo y comentó: —. Sabes, realmente me asustaste, creí que…

—Lo siento mucho por eso, hay tantas cosas y estoy un poco abrumada—interrumpió Carla de inmediato—. Comenzaré a preparar a los demás para su juicio, y realmente odio que no puedas formar parte y tengas que esperar más de lo que ya lo has hecho, es… no debería ser así.

Eren se encogió de hombros, tratando de no darle mucha importancia—. Eso no importa, es lo que es.

—No debería…—habló Carla, pero fue interrumpida por una llamada, revisó el teléfono—. Lo siento, es muy importante. Tengo que irme, lamento que nuestra reunión sea tan corta. Pero esto aún no acaba, te veré en 21 días sin falta, y nos comenzaremos a preparar.

—Entendido, gracias.

—Todavía nada de gracias, Eren, lo verdaderamente difícil estará por comenzar, te necesito preparado.

Carla salió de la pequeña sala cargando con dificultad el montón de papelería con el que había llegado, apoyando el celular sobre su hombro y murmurando nombres, fechas y horarios que Eren no pudo reconocer. El castaño se movió para ayudar, pero recordó que seguía aprisionado, tuvo que sentarse nuevamente, conmocionado por la noticia.

Veintiún días. 21 días para tener la fecha de un juicio, lo que había estado esperando estos meses. Parecía irreal.

Con la noticia, es como si Eren volviera a conocer lo que significaba la esperanza. Sabía que no saldría rápidamente después de esos 21 días, pero era algo. La libertad estaba un poco más cerca cuando había parecido tan lejana y a años luz de su alcance.

Cuando llegó el guardia para liberar a Eren de los grilletes y devolverlo a la celda. Eren pidió ir a biblioteca, porque la visita había sido tan rápida que todavía tenía algo de tiempo de su horario laboral, y necesitaba compartir la noticia o estallaría, y en la primera persona en la que pensó en contárselo era Levi. Con algo de suerte y prontitud Levi aún estaría en biblioteca.

—x—x—x—

Levi estaba en silencio leyendo, esperando terminar lo poco que quedaba del turno de biblioteca. Desde que Eren había sido llevado a su reunión con la abogada, el lugar se había vuelto callado y tranquilo. Levi creyó que el ambiente seguiría así, pero minutos más tarde y poco antes de que terminara el turno, Eren llegó con ese brillo singular en su mirada y una sonrisa que no le había visto, había una extraña alegría.

—¿Buenas noticias? —preguntó Levi, bajando un poco el libro de su rostro para ver al castaño que parecía a unos segundos de explotar espontáneamente.

Cuando la puerta se cerró detrás de Eren, el castaño no estaba muy lejos de estallar, pero lo hizo mediante palabras, hablando más rápido de lo que hubiera hecho alguna vez y con entusiasmo:

—En 21 días darán la fecha del juicio.

—¿Veintiún días?

—En Veintiún días.

—Esas son buenas noticias.

Eren asintió y sonrió, y se quedó ahí de pie expectante. Levi no sabía que más decir, estaba feliz por Eren, realmente lo estaba, pero no sabía cómo debería expresarlo o que más se esperaba de él.

Para Levi fueron unos breves segundos incomodos, pero a Eren no parecía importarle, en todo caso, Eren tomó aire y comenzó a hablar.

—Pero no es como que vaya a salir de aquí pronto, y sé que es tardado y ya me lo han dicho mucho, y creí que no me pondría así, porque ya sabe me preparaba para lo peor, y sé que tampoco debería de crear expectativas, pero ahora no puedo evitarlo y…

Eren balbuceaba, comenzando a caminar. Se acercaba a la mesa y parecía que tomaría su asiento usual, pero de pronto se quedaba ahí de pie siguiendo con las habladurías y caminando de un lado a otro. Estaba poniendo nervioso a Levi e incapaz de entenderle alguna palabra.

—Quizás deberías sentarte—comentó Levi, siendo ignorado—. Eren—lo intentó de nuevo, pero el castaño era todo oídos sordos.

Al ver que sus esfuerzos eran inútiles, y por mucho que intentó entender las divagaciones del castaño, era imposible. Así que se levantó, se acercó a Eren, lo tomó por los costados de sus brazos y lo dirigió hacía la silla más cercana.

—Son maravillosas noticias, Eren, pero no te estoy siguiendo—explicó Levi, aun sosteniendo al castaño que lo miraba con ojos sorprendidos y muy abiertos.

Eren soltó una risita—Lo siento—murmuró, aún con esa radiante sonrisa en su rostro, fue contagioso, muy probablemente e inconscientemente Levi correspondió sonriendo levemente de la mejor manera que podía porque el rostro de Eren se suavizó en consecuencia.

Mierda, Levi pensó, sintiendo esa sensación cálida y esa necesidad que había intentado enterrar. Su corazón se aceleró sin aparente motivo.

Pero entonces repentinamente la alegría se desvaneció de Eren y se volvió pensativo. Esos breves segundos aterraron a Levi, quizás el castaño había intuido las intenciones, y de una vez por todas iba a decirle a Levi lo incómodo que lo hacía sentir.

Levi apartó las manos que no sabía que seguía manteniendo a los costados del castaño y trató de alejarse, esperando lo inevitable. No obstante, se detuvo al escuchar la murmuración que soltó Eren, y que lo tomó por sorpresa.

—Son solo fechas para un juicio que quizás no cambien nada, no sé ni--…

—Alto, oye, no te detuvo para eso, lo hice porque realmente me estabas poniendo nervioso con tanta caminata en círculos y quería escucharte. Estuviste esperando esto por meses, es natural que sientas emoción y alegría, porque definitivamente son buenas noticias. Además, dijiste que las cosas se veían bien, encontraron más pruebas a tu favor, ¿No?

—Sí, pero…

—Pero nada, saldrá bien. Estarás bien. Ahora, sigue contando, pero más despacio.

Eren desvió su atención y resopló ligeramente divertido. Y luego comenzó a contar todo lo que Carla le había dicho. Levi se recargó junto a la mesa al lado del castaño mientras lo oía. 

Duraron solo unos breves minutos ahí, incluso cuando Eren había terminado de contar y se había inclinado un poco casi apoyándose al costado de Levi. Fue un desafío para Levi mantener la compostura, para no delatar todo ese remolino de sensaciones que pasaban por dentro. Simplemente se quedó ahí, manteniendo las manos para sí mismo, y permitiendo que el castaño se apoyara en él.

Por esos cortos minutos, a pesar de todo el nerviosismo que abrumaba a Levi, se permitió mirar al castaño, no podía ver mucho por la posición en la que estaban más que ese cabello chocolate desordenado que ya estaba casi llegándole por los hombros y que le cubrían la mitad del rostro. La punta de su nariz, y el jugueteo ansioso de los dedos sobre las rodillas. No había duda de que había mucha ansiedad y mucha inseguridad en Eren. Levi tuvo ese imperturbable anhelo de alejar toda esa incertidumbre, toda duda y ansiedad que lo carcomían. Porque Eren no merecía eso.

Sin embargo, Levi no sabía qué debería hacer, y sentía que la compañía no le era suficiente. Por lo que se aclaró la garganta, y dijo la frase más simple, que ya había repetido más de una vez, pero que era más fácil, la que deseaba que de verdad sucediera:

—Estará bien, Eren—y quizás Levi se inclinó un poco para que Eren verdaderamente se apoyara en él. Lo que Eren no dudó.

—… Estará bien—murmuró Eren, tranquilamente.

A pesar de que el pitido del reloj sonó indicando el nuevo turno, se quedaron unos segundos más ahí, como si solo fueran ellos y no había obligaciones, deberes y tonterías que hacer. Y por mucho que Levi quisiera continuar con ello, no podía.

—Anda, mocoso, tenemos que irnos.

—Tiene razón—susurró Eren con pesar, se recargó un poco más en Levi y con una última inhalación y exhalación se apartó.

Al ya no sentir la presión en su costado, y ver las intenciones de Eren por levantarse y estar aún en demasiada cercanía. Levi se alejó, acomodando las sillas más lejanas que estaban ya ordenadas, porque tenía ese aterrador sentimiento que se estaba volviendo más difícil de contener. Quién iba a imaginar que Levi no iba a ser mejor que esos cerdos que tanto despreciaba, sabía que los sentimientos no se asemejaban en nada a esos bastardos pervertidos, pero dadas sus posiciones, no dejaba de ser abuso. Si Eren tan solo supiera…

Eren ignorante de todo eso, volvió a recuperar su compostura conocida. No había ni un ápice de la inseguridad de hace unos segundos. Volvió a ser el mismo mocoso insolente.

—Lo veré mañana, capitán.

—Sí, sí, ya vete, llegarás tarde a lo que sea que tengas que hacer.

—Lo mismo digo. Y sabe que, estos segundos nos costaran puntos con las habladurías.

—Sabes que eso no me importa.

—A mí tampoco.

Levi le dio esa mirada de poca credibilidad, pero sorpresivamente el chico se veía honesto en su juguetona expresión, incluso comenzando a caminar lentamente hacía la salida.

—Eren—regañó Levi—, no pierdas el tiempo. 

—Bien, bien—se burló Eren—. Hasta mañana, Levi.

Levi en respuesta hizo un ademan con su mano izquierda para que se diera prisa, Eren simplemente rodó los ojos en la diversión.

Antes de salir, Eren se detuvo en la puerta, mirando a Levi con una extraña expresión entre la gratitud, y otra emoción más que Levi no pudo descifrar. Pero que de todos modos hizo que sus pulmones dejaran de funcionar correctamente.  Con una suave e insegura sonrisa de labios apretados, Eren finalmente salió.

Levi volvió a recuperar las funciones de su cuerpo, negó con la cabeza en un resoplido y con esa pequeña curvatura de sus labios que no pudo ocultar.

Realmente deseaba que el juicio llegara pronto.

Conforme pasaban los días, y la fecha para el día del juicio llegaba, Eren estaba nervioso, ansioso y no había un solo segundo que podía quedarse quieto. Aquellas inquietudes se le contagiaban a Levi cuando estaban juntos, porque no había ni un solo momento en el que Eren no dejara de balbucear sin sentido, tamborilear sus dedos o su pierna si estaban sentados leyendo, o limpiar excesivamente zonas que ya estaban limpias.

Eren no podía concentrarse en nada, a pesar de que más de una vez dijo que solo era una fecha y que definitivamente no estaba entusiasmado porque cualquier cosa podría pasar y más con su terrible suerte. Eren era increíblemente pesimista cuando se trataba sobre el asunto.

En el quinceavo día Levi no tuvo de otra que conseguir todos los videos y fotos que Hange tuviera sobre Gato, y le ordenó a Eren que se sentará de una maldita vez.

Así que ahí estaba junto al castaño, mirando el anticuado celular de Levi, viendo los videos de Gato que no hacía nada especial más que mover su muñón de cola y mirar espeluznantemente a la cámara. Pero eso fue suficiente para que Eren guardara silencio, tuviera una pequeña sonrisa en su rostro, hiciera uno que otro sonido maravillado por cualquier movimiento que hiciera gato y preguntando en qué momento había sido tomado el video, o la foto, dependiendo de lo que estuvieran mirando.

Levi contó lo que recordaba del momento, y no dejaba de quejarse de lo terrible, monstruoso, destructor y un almacén de gérmenes que era Gato.

—Si llegó a salir de aquí… me gustaría conocerlo—murmuró Eren.

La mención hizo que Levi lo mirara, con extrañeza, incredulidad. El castaño seguía mirando el celular sin titubear. Levi iba a resoplar, tomarlo como una mala broma, decir algo despectivo sobre el pobre felino. Pero en cambio dijo:

—Cuando. Cuando llegues a salir de aquí, y sí, si… si eso es lo que quieres.

Entonces Eren lo miró devuelta, con todas esas emociones en su rostro.

El corazón de Levi se detuvo al notar la cercanía, la calidez del otro cuerpo junto al suyo, el roce de sus hombros y antebrazos. ¿En qué momento se habían juntado tanto?

Lo había estado haciendo bien, había sido todo normal a pesar de que ya había encontrado un significado para todo aquello que lo inundaba. Pero ahora, ahora con el castaño tan cerca, con esos ojos verdes azulados comenzando a inspeccionar su rostro con curiosidad con ese afecto que Levi sentía como un puñetazo en el pecho. Fue como si todo se desbordara de Levi. Mucho más cuando Eren se movió un poco más acortando la distancia entre ellos.

Hace tiempo que Levi no se consideraba débil, había entrenado, luchado y se había esforzado por ganar batallas, por sobrevivir, por no dejarse pisotear. Pero ante el castaño que estaba ahí ahogándolo con su mirar, erizando su piel ante el contacto involuntario, haciéndolo sonreír por tonterías, siendo una compañía constante… no pudo defenderse. Ignoró todo deber, ignoró la voz de su cabeza que decía que todo esto era incorrecto, que le decía que definitivamente estaba malinterpretando el silencio y la cercanía.

Pero ya no podía contenerse, lo necesitaba, lo quería como nunca había querido algo en su vida. Tenía que saber, quería acabar con esto de una vez por todas.

Inevitablemente, impulsado por el deseo, por el instinto, por la emoción que no quería nombrar, Levi hizo un movimiento, acortó toda distancia y presionó sus labios contra los del castaño.

Lo besó, Eren vaciló por un instante con sus labios apretados, sorprendidos e inciertos, pero que correspondieron a la brevedad antes de que Levi entrara en verdadero pánico. Fue besado devuelta. Lo sorprendió, Levi abrió los ojos que no sabía que había cerrado, y se apartó tan pronto pudo con resiliencia. Sintiéndose sin aliento, con su corazón acelerado y su mente latiendo con fuerza.  

Y la imagen que vio frente a él lo derritió, definitivamente era algo que no esperaba. Eren estaba ahí a tan solo unas pulgadas con sus mejillas y orejas sonrojadas. Era… hermoso. Sus pestañas se agitaron, parpadeó suavemente, abriendo sus ojos lentamente como rendijas, notándose los profundos tonos verdosos azulados. Su mirada febril se enfocó en los labios de Levi, y luego llegaron a sus ojos.

El corazón de Levi se detuvo.

Se miraron brevemente, ninguno siendo capaz de hablar de moverse, de hacer algo.

Entonces Eren sonrió con esa sonrisa tonta, que Levi había dicho odiar, pero que había terminado amando irremediablemente.

Era oficial, estaba completamente enamorado. 

A pesar de haberlo negado, de que su mente le dijera que no había ninguna posibilidad, de que la realidad le dictaba que Eren merecía algo mejor, de que su obligación y moral rechazaban cualquier fantasía o pensamiento. No pudo evitar el extraño revoloteo, esa felicidad, esa esperanza inusual que lo invadieron.

Quizás eran las endorfinas o esas jodidas cosas de la cabeza que Hange había explicado, sea lo que fuera, era de las mejores sensaciones que había sentido. Y no había nada que pudiera compararlo a ello.

Sus rostros todavía estaban a pulgadas de distancia, sus narices casi rozándose. Estaba nuevamente ese condenado deseo de continuar besándolo, pero se contuvo, porque le bastaba la cercanía, solo mirarlo, había parecido tan imposible hace semanas, meses atrás, pero ahí estaba. Y Eren no estaba mostrando el rechazo, el desagrado que Levi había imaginado.

Eren solo estaba ahí mirando igualmente con profundo detalle, sorprendido, con atención como si quisiera memorizar cada parte del rostro de Levi, mirándole con ese afecto, esa ternura y admiración que Levi no se sentía merecedor. Lo que le recordó que esto no estaba bien, esto no debería haber comenzado, aún no, o quizás nunca. No lo sabía. Pero en prisión como recluso todo parecía novedoso, no había opción.

Levi no quería quitarle eso a Eren, no quería recibir este afecto por pura gratitud, por algo que Eren creía sentirse obligado a dar. Era como esos jodidos síndromes que Levi había visto mucho en su tiempo en prisión. No quería eso, no para Eren.

Sí iba a hacer esto, quería hacerlo bien. Cuando Eren fuera capaz de decidir, cuando Eren fuera libre y teniendo un montón de posibilidades a su disposición.

Levi se apartó. El rostro de Eren se frunció en la confusión.

—¿Levi? —cuestionó Eren en un susurro.

—No debió pasar—respondió Levi roncamente, tomó el celular guardándolo en su funda y se puso de pie a tomar su distancia. Fue ágil en apartarse antes de que Eren pudiera tocarlo.

—¿Qué?, ¿Por qué-…?

—No está bien—interrumpió Levi, y tomó valor para mirar al castaño a los ojos, quien seguía confundido, sorprendido y sin encontrarle sentido a lo que estaba pasando, lo que había pasado—. No es co-…

—¿correcto? —habló Eren, seriamente—. Nada aquí está bien o es correcto. ¿Por qué esto es diferente?

—Porque lo es, porque no es lo que quiero… no así… no de esta manera. Tú-…

—¿Yo?, ¿Qué? —cortó Eren, ahora estaba molestó, sus cejas se habían fruncido, se había sentado correctamente, pero hacía aún lado para seguir teniendo contacto visual con Levi.

—No lo mereces, Eren. Mereces algo mejor que esto.

—¿Merecer? ¿Mejor? —resopló Eren exasperado y negó con la cabeza.

Esto no es lo que Levi quería, quizás no se estaba dando a entender, ¿Por qué no podía encontrar las putas palabras correctas?

—Eren no es-…

—Olvídelo, no importa.

 —No me-…

—No importa, tiene razón—argumentó Eren, interrumpiendo cualquier palabra que Levi quería decir. Eren se puso de pie y ordenó la silla rudamente—. Vamos a fingir que no pasó nada.

No, absolutamente no es lo que quería Levi, intentó explicarse, abrió la boca para hacerlo a punto de decir sus palabras, pero Eren le interrumpió nuevamente—. Creo que he terminado y ya está cerca la hora libre, y quiero irme. Lo veré mañana, señor—la última mención sonó con una terrible amargura.

—No actúes como un mocoso, Eren, y escúchame—dijo Levi, agriamente.

Eren hizo oídos sordos y caminó pronta y tensamente hacía la puerta—. Como dije ya no importa, está claro que no puedo tomar mis propias decisiones. Y de verdad, ya no quiero hablar de esto. No fue nada, no pasó nada— y dicho eso con voz alzada, Eren salió con un portazo.

Levi había olvidado lo terco y dramático que era Eren.

A pesar de que el castaño se había marchado, la tensión se quedó en el lugar, siendo opresiva y asfixiante.

Mierda, ¿Cómo Levi lo había jodido tanto?

Jodida moral y jodida impulsividad.   

Levi lo intentaría mañana, esperaba encontrar mejor las palabras, darse algo de sentido. En estos momentos no tenía fuerzas y había mucho para procesar.

Porqué esto tenía que ser tan jodidamente problemático, su yo del pasado había tenido suerte ahorrándose todos estos problemas. Si actualmente no estuviera tan jodidamente ablandado y el castaño no fuera tan condenadamente exasperante, molesto, valiente y… mierda, Levi odiaba todo el asunto. Ni siquiera el recuerdo de la calidez de sus labios, la suavidad, la mirada de afecto pudieron despejar toda la amargura que estaba sintiendo ahora. Lo único que tenía esa pesadez en sus entrañas en un terrible sentido.

Definitivamente hoy era un día de mierda.  

 

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