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~Soul´s in the darkness~ por Nozomi17

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

¿Qué tal todo? Espero que bien. 

Vuelvo con la continuación de esta historia, espero sea de su agrado hasta el final.

Sin más, ¡A leer se ha dicho!

— ¡Vitya! ¿Dónde demonios estás? —Preguntaba Yakov claramente molesto—, ¡Tienes tareas por terminar! Regresa aquí mismo ¡Ya!

            El anterior nombrado solo reía por lo bajo mientras observaba al mayor desde arriba; se encontraba sobre las tablas del techo del granero. Al ver como su padre se retiraba, aguardo unos segundos más hasta estar completamente seguro; una vez solo, se levantó con cuidado, dio un paso atrás y se dejó caer, para de inmediato sostenerse con ambos bracitos de la madera. Hizo un poco de fuerza para levantarse y darse impulso; hizo una pequeña vuelta, dejándose caer al final en la paja amontonada en el piso.

            Quedo completamente cubierto por la misma, salió de un brinco; sus largos cabellos platas estaban llenos de restos por todos lados. No podía evitar esbozar una radiante sonrisa por haber logrado burlar a Yakov.

            —Tuviste cuidado de no caer de la tabla, para después tirarte de la misma, ¿Eres idiota? —Pregunto Yuri mientras lo miraba desde la misma tabla, recostado y apoyando su rostro en su mano

            —No es lo mismo. Si caía por error corría el peligro de no lograr sostenerme y lastimarme.

            —O morirte—el rubio suspiro mientras se ponía de pie y bajaba hasta donde estaba el niño—, Así harías más fácil mi trabajo

            —Es una lástima que “tu trabajo” sea cuidarme, Yuri—El menor saco la lengua mientras caminaba fuera del granero—, así que te aguantas.

            —Maldito Bastardo…

            — ¿Qué es un bastardo?

            —Alguien como tú

            — ¿Y cómo es alguien como yo?

Soltando una risa al ver la expresión desesperada del contrario, el peli-plata salió del granero, escuchando muy tenuemente como el ángel comenzaba a murmurar insultos.

            Miro con cuidado a los lados, esperando que Yakov no estuviese cerca, una vez comprobado eso, salió del lugar soltando un suave suspiro.

            Habían pasado siete años desde su llegada a ese lugar, si bien no eran una familia de bastante dinero, tampoco eran unos mendigos; Yakov se dedicaba a la ganadería mientras Lilia hacía de costurera y una que otra vez labores domésticas para obtener un tanto de dinero extra, aquellos trabajos que no los separaran mucho de casa y aquel pequeño niño era lo que necesitaban

            Debido a esto, Víctor creció conociendo un poco de todo; empezando por algunos animales, cosechas, costura, poca carpintería (pues Lilia temía que se lastimara martillando algo) y un tanto menos sobre mecánica –Lo que le podía enseñar Yakov cuando estaban juntos-, sus pocos años de edad ya dominaba en cierta parte todo eso, ¿Cómo no? La vida de campo no era del todo tranquila, siempre había algo que hacer.

 Al ser aun tan joven tenía demasiada energía guardada la cual era aprovechada para hacer sus tareas, siempre las terminaba pronto logrando dejar gran parte del día sin nada más que hacer, solamente jugar con Yuri.

Aun con todo eso, había dos días en específico en los cuales no le quedaban ganas de hacer algo, simplemente estar en calma: su cumpleaños y cierto día de noviembre. No entendía la razón, desde que tenía cuatro años aproximadamente la comenzó a notar, muchas veces se encontraba mirando al cielo, como si buscase algo.

Aquel día logro esconderse de Yakov con éxito, pensaba caminar un poco lejos de la granja y dar una vuelta por los alrededores, llegar hasta una pequeña colina algo alejada y permanecer en ese lugar hasta que fuera hora de volver; si lo atrapaban, lo regañaría Yakov, lo mataría Lilia. Pese a aquello, de verdad quería intentarlo.

Mientras pensaba bien que hacer, un grito femenino lo hizo volver a la realidad, derrumbando así su ilusión de irse.

— ¡Víctor!

Lilia estaba molesta.

—Jeje—Su ángel rio con malicia—, parece que te descubrieron

El peli-plateado no respondió, simplemente se quedó de piedra pensando rápidamente en que hacer. La suerte no estaba de su lado, pues antes de que lograra concretar algo Lilia se encontraba a pocos metros delante de él.

            — ¿Qué estas haciendo? —Pregunto al mismo tiempo que cruzaba sus brazos

            —Na-Nada…

            —Exactamente Víctor, no estás haciendo nada—La expresión seria de la mujer no cambiaba—, tienes tareas pendientes ¿Por qué no las haces?     

            —Es que estaba jugando con Yuri…

            — ¿Otra vez con eso? —En esta ocasión su tono sonaba molesto—. Vuelve a casa, tienes cosas más importantes que hacer que jugar con tu amigo imaginario.

            —Yuri no es imaginario—Respondió el joven—, es un ángel ¡Es mi ami…!

            — ¡Víctor! —La mirada que le brindo la mujer era sumamente atemorizante, logrando que el pequeño temblara un poco de miedo—. Vete a casa. Ahora.

            Asustado, el peli-plata se encamino a su hogar para terminar sus deberes. Mientras más se acercaba, miro al cielo, “Ya será para la próxima”, pensó.

A manera de castigo por escapar, Lilia puso al niño a limpiar hasta el último rincón de su hogar –que no era precisamente pequeño-, lavar la ropa de los tres habitantes del lugar, hacer la cena para todos y finalmente, lavar los trastos usados. Después de semejante día no tuvo tiempo ni de cruzar palabra alguna con su ángel, sin embargo, aquella sensación nunca le abandono.

            Al llegar su hora de dormir, fue el único momento que pudo hablar con el rubio, necesitaba preguntarle sobre aquello.

Se encontraba acostado en la cama, su almohada estaba ligeramente inclinada, su espalda reposaba sobre la misma. Opto esta posición para hablar con su acompañante.

            —Oye Yuri

            — ¿Mm? ¿Qué sucede?

            — ¿Qué es esto que siento?

            — ¿”Esto”, qué? Soy tu ángel, pero no te adivino pensamientos

            —Como si hubiera un vacío…—Llevo ambas manitas a su pecho, colocándose donde suponía estaba su corazón, cerró sus ojos con calma—. Como si me faltara algo

            —Ah, eso—El rubio suspiro sin darle demasiada importancia—, aún eres joven, además no me corresponde decirte que es

            —Pero ¿Si sabes qué es?

            —Sí

            — ¿Me lo dirás?

            —No

            — ¿Por qué?

            — ¿Por qué no dejas de hablar?

            — ¡Quiero saber!

            — ¡Víctor guarda silencio! Recuerda que estas castigado

            —Si mamá…

Eran alrededor de las diez de la noche, se suponía ya debería estar dormido, pero eso no era así, aquel sentimiento llegaba a ser tan molesto que no lo dejaba conciliar el sueño. Tuvo la mala suerte de que mientras hablaba sobre ello con su único amigo y confidente su madre lo atrapara.

            Hizo un pequeño puchero, se recostó correctamente sobre la cama mirando al techo sin decir nada, una de sus manos aun permanecía en su pecho. Dos horas, en dos horas más se acabaría el día, pero esto solo aumentaba esa sensación.

            Pasaron aproximadamente quince minutos –o eso parecía para el peli-plata- hasta que escucho suavemente unos ronquidos. Era Yakov, una vez que empezaban se hacían más fuertes, evitando que Lilia le pudiera escuchar nuevamente.

            El rubio le acompaño en todo momento en completo silencio.

            —Yuriiii

            — ¿Qué quieres? —Se acercó hasta sentarse al otro de la cama—, estas castigado, no debes hablar.

            —Ni mamá, mucho menos papá me escucharan—le brindo una media sonrisa y se quedó en silencio cinco segundos. Un ronquido sonó por toda la casa—, ¿Podrías responder lo que te pregunte?

            — ¿Ha? ¿Preguntaste algo?

La almohada del peli-plata golpeo la cara del rubio, cuando este miro a su humano designado, lo encontró sentado en la cama un leve sonrojo adornaba sus mejillas acompañando un puchero.

La luz de la luna que se colaba por la ventana –justamente enfrente a la cama del niño- alumbro la escena. El ángel se quedó en silencio admirando al niño frente a él, era idéntico a Luna; incluso su cabello comenzaba a ser tan largo como el de ella.

—Contéstame Yuri

—Todos, sin excepción alguna, nacen con un par o pareja destinada—Respondió de golpe, el encanto que tenía el niño no le dejaba pensar bien sus palabras—, que sientas eso es por culpa de tu pareja

— ¿Pareja destinada? ¿Cómo es eso?

—Es aquella persona que esa destinada a amarte desinteresada e incondicionalmente, así como tú a ella

—No entiendo

En esta ocasión, la almohada golpeo el rostro de Víctor.

—Por eso no te lo quería decir, idiota. Eres un niño

—Sí, pero…

—Pero nada, ya duérmete. Es tarde.

—No puedo, el sentimiento no me deja.

—Oh, entiendo. Ter ayudo en ese caso—El rubio se levantó, se acercó al niño y coloco una mano en su cabeza—. Listo—Con ese simple toque le había dormido.

Tomo al pequeño en brazos para recostarlo en su cama, lo cubrió con sus sabanas y lo miro por largos segundos Tenia una expresión angelical, como deseaba que fuera de esa manera siempre.

Alcanzo a visualizar una sombra que se posaba a un lado suyo, logrando sacarle de sus pensamientos.

— ¿Qué sucede Luna?

—Solo quiero ver como esta

—No mientas

Yuri se dio la vuelta encarando a la bella mujer; Luna suspiro, pasó de largo al guardián y se dirigió al peli-plata -quien dormía plácidamente-, hizo el intento de tocarle, pero se detuvo al instante. Simplemente le miro.

—No debiste decirle eso

—No me entendió

—Pero lo recordara—La mujer se giró para mirarle, sus ojos tranquilos mostraban algo de molestia—, se supone que no debes interferir con la vida de tu humano, Yuri. Conoces las reglas

—No vengas de doble moral bruja. Tú hiciste lo mismo

—…

— Si tanto te molesta borrare el recuerdo

—Gracias

—Por cierto, eso de interferir—Comento—; sabes que más no puedo estarlo, no desde que impedí que lo matasen.

—Lo sé—Luna bajo la mirada apenada—, solamente quiero que Víctor viva su vida como algo nuevo día tras día. No quiero que sepa de su destino, quiero que lo disfrute.

—Entiendo, entiendo. Que molesta. No diré más de lo que se deba

—Está bien

Se quedaron en silencio contemplando al niño unos segundos. Para Luna poco a poco se estaba tornando algo incómodo, busco rápidamente un tema al azar para acabar con ello. Lamentablemente no escogió bien, debió permanecer en silencio.

            — ¿Por qué te preocupas incluso más de lo que se debería? —Pregunto con calma—, ¿Tiene que ver con…?       

            —Eso es algo que no te importa Luna—Interrumpió agresivamente—. Si yo decido cumplir con mi tarea de cuidarle o no, es mi problema, al igual de si me preocupo de más o no. No te metas donde te llaman

            —…

            — ¿Ya puedes irte? Víctor nos puede ver y escuchar, no quiero que después pregunte estupideces

            — ¡Pero…!

            —Largo

Luna se quedó callada, miro con tristeza al ángel y después a Víctor. Yuri pudo notar fugazmente un pequeño collar con un cuarzo en el cuello de la mujer; este brillo cuando la mirada se dirigió al niño dormido.

            —Lamento lo de antes…

Sin ninguna otra palabra desapareció. Yuri se acercó al peli-plata, poso su mano derecha en su frente, un leve brillo emano en dicha zona. Había borrado la memoria de pocos minutos antes. Suspiro con cansancio y se dejó caer en el suelo, sentándose a un lado de la cama.

            — ¿Tiene que ver con mi pasado, eh? —Bajo la mirada, derrotado—, con suerte recuerde mi nombre. ¿Cómo espera que sepa más?

            Sintió como Víctor comenzaba a moverse algo inquieto, no quería tener que aguantarle de nuevo, no, no, bastaba con hacerlo todos los días. En las noches le gustaba descansar.

            Se levantó y desplego sus grandes alas, alzo los omoplatos un poco, se impulsó así para salir volando con rumbo al cielo, a su hogar.

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La vida de los ángeles, más generalmente hablando, la vida en el cielo, era similar a la vida en la Tierra. Claro, la bondad, amor, respeto y sobretodo, la Paz, abundaban en este lugar.

            Cada ángel tenía una familia, amigos, compañeros; vaya, mejor dicho, un lugar donde regresar, por ende, las casas donde habitaban eran bastante grandes. Aunque claro, había sus excepciones, pero no era mal visto si se vivía solo, simplemente se le trataba igual.

            Este era el caso de Yuri.

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Llego al cielo cuando tenía tan solo seis años humanos, debieron pasar miles de estos antes de que cumpliera dieciséis en el cielo. Muchas cosas vio pasar en la tierra, lo que menos quería era ser un ángel guardián, le parecía molesto estar cuidando de otros; sin embargo, ahí estaba, siendo el encargado de aquel niño tan especial.

            Ya era de noche, muchos ángeles –Si no es que todos- dormían.

Yuri vivía en una pequeña casa, daba más un estilo de cabaña.

            Llego revoloteando a la entrada, abrió la puerta  se introdujo en el lugar, cerró tras de sí mientras cerraba los ojos: estaba cansado.

El lugar no era bastante grande o lleno de lujos a diferencia de otras casas, pero contaba con lo más básico: una cama, donde cocinar, baño y… Prácticamente era todo.

            Camino pesadamente hasta su cama, dejándose caer en la misma bocabajo, ladeo un poco el rostro para permitir el paso de aire. No se había molestado en encender luz alguna, alcanzaba a ver perfectamente.

            Frente a él se encontraba una pequeña mesita de noche, sobre la cual había una lámpara y, justo a un lado, un collar el cual emitía un extraño brillo, en las noches se notaba más.

“Yura”

Una voz femenina resonó en su mente, un fuerte sentimiento de impotencia y tristeza le invadieron, cada que se acercaba o miraba por mucho tiempo ese collar pasaba lo mismo.

“Lo sabía muy bien.

En él se encontraba todo recuerdo del pasado”

            Cuando llego al cielo lo traía puesto, era el único lazo que tenía aún con la tierra, pero cada que quería saber más de su pasado se arrepentía, el dolor era demasiado grande, tanto, que a pesar de vivir en un lugar donde abundaba la felicidad, prevalecía.

            Giro el rostro al lado contrario, algún día se animaría a saber qué fue aquello que vivió.

“Algún día…”

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Por primera vez, desde hace años que había llegado al cielo, volvió a soñar, sin embargo, lo único que pudo visualizar fueron un par de siluetas frente a él; la de una mujer y un niño.

            Fue pésima idea hablar con Luna –aunque haya sido poco- sobre el tema.

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Despertó al escuchar su nombre repetidas veces, se trataba de cierto niño que volvía a tener la misma energía de siempre.

            Con una clara molestia se levantó de la cama, desplego sus alas y fue en su compañía, en menos de diez segundos se encontraba con él.

            — ¿Qué demonios quieres?

            — ¡Buenos días! —Respondió contento—, solo quería verte Yuriii…

            — ¿No tienes más amigos?

            —Nop

            — ¿No quieres unos cuantos?

            —Nop—Sonrió tiernamente—, con Yuri me basta y sobra

El anterior mencionado se sonrojo tenuemente ante tal comentario para después comenzar a sermonear al peli-plata por no tener más amigos, aunque no era como si no quisiera o fuera su culpa, la zona por la que vivían estaba algo alejada, además de que no había más niños de su edad.

            Ese día no tenía nada que hacer, todas sus tareas pendientes estaban cumplidas, se le sumaba el hecho de que seguía castigado nos da como resultado un pequeño guardaespaldas de Lilia, pues opto por acompañarla a todos lados, era mejor que pasarla encerrado en casa.

            Se encaminaron al pueblo más cercano a conseguir algunos víveres.

Incluso si la mujer era demasiado estricta y no retiraba el castigo, se tomó la libertad de comprarle un dulce al niño, estaba más que consiente que la actividad de ese día sería aburrida para él. Víctor acepto el dulce gustoso.

            A Víctor no le agradaba salir mucho, no por el mero hecho de la salida, sino porque –después de unos cuantos años y sermones de Yuri- él estaba consciente de que podía ver ángeles, pero no sabía diferenciarlos de los humanos.

            Muchos pensaran que se distinguen por vestiduras blancas, aureola y alas -El peli-plata también pensaba esto-, pero aquello no era del todo cierto. Si bien podían ser vistos de esta forma en el cielo, en la tierra se mostraban como si fueran un ser humano más del montón, ellos decidían si mostrar sus alas, vestiduras o armas –en el caso de los guardianes- o no; según las palabras de Yuri.

            Para mala suerte de Víctor, cada que hablaba con un ángel, al solamente ser visto él, la gente (incluida su madre) le terminaban tomando a loco.

            Ese día fue el caso, hablo con un ángel, por suerte solo una mujer le miro, pero le ignoro. El rubio le hizo una señal de que se detuviera, el peli-plata entendió pronto.       

            Aun no comprendía porque él podía ver todo aquello y su guardián no quería decirle tampoco. Llegaba a ser frustrante a veces.

            —Vitya

            —Dime, Madre

            — ¿Qué se te apetece de postre?

            — ¿Perdón?

            —No lo repetiré de nuevo, Vitya

            —No es eso—Sonrió divertido, acto seguido sujeto la mano de la mujer—, solo me tomo por sorpresa

            —Ya veo—Apretó el agarre—. ¿Entonces?

            —No lo sé

            —No juegues conmigo Víctor

El niño comenzó a reír sin soltar la mano de su madre, se aferraba a ella inconscientemente. Yuri, quien iba detrás de ambos, miro con preocupación aquello, el ángel de Lilia tenía la misma expresión.

            Saber que ambos tenían la misma inquietud fue suficiente para ponerlos incluso peor. Algo pasaría, era seguro.

La preocupación se podía ver en Yuri, pero en el otro ángel era peor; había miedo. Ellos podían presentir los eventos futuros de sus humanos –más no sabían cuáles eran estos-. La vida de Lilia estaba peligrando, y lo peor es que no podía hacer mucho (o tal vez nada) para evitarlo.

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            Parte de la mañana y toda la tarde se fueron volando, Víctor no recordaba cuanto tiempo tenía que no convivía tanto con sus padres; más aún, tan tranquilamente.

            Le ayudo a Lilia a preparar la comida y postre: se había ensuciado bastante y algunos rastros de comida quedaron en su rostro, logrando sacar una que otra sonrisa discreta a la mujer.

            Con Yakov paso el rato viendo como alimentaba a los animales, platicando con él y haciéndole enojar de vez cuando con sus comentarios fuera de caso.

            Faltaba poco antes de que cayera la noche, los tres se sentaron en la sala a platicar, recordaron viejos tiempos y planearon cosas a futuro. Los esposos se sentaban juntos en el sillón más grande de la sala, frente a ellos, en el sillón pequeño, se encontraba Víctor. El silencio estaba dominando el lugar, una duda llego a la mente del niño.

            — ¿Cuánto tiempo tienen juntos?

            — ¿Cómo dices? —Pregunto Lilia

            —Sí, ¿Cuánto tiempo tienen juntos? —Volvió a preguntar mientras se acomodaba en el sillón, quedando de cabeza, con las piernas sobre el respaldo—. Pelean bastante, pero aun así no separan, ¿Es por costumbre?

            —Es algo más simple y al mismo tiempo no tanto, Vitya—Contesto Yakov, tomando la mano de su pareja—, se le llama amor o cariño, por el aceptas todo de la persona. Lo único que quieres es estar con él o ella, simplemente porque eres feliz

            —Tiene razón—Continuó Lilia—, es quien nos complementa

            — ¿Cómo una pareja…?—Dijo Víctor inconscientemente

            —Sí

            — ¿Lo voy a encontrar?

            —Esperemos que si, Vitya

            — ¿Cómo sabré que lo hice?

            —Simplemente lo sabrás—Contesto la mujer, acto seguido se levantó—. Es hora de bañarse, después a dormir

            — ¿Y la cena?

            —Sigues castigado

            — ¡Ahh, vamos!

El peli-plata se acomodó rápidamente en el sillón de la forma correcta e hizo un puchero.

            —No hagas que lo incremente Jovencito

            Sin dejar su expresión, Víctor se levantó del sillón de golpe, cerrando los puños con lago de fuerza. Los adultos también se levantaron, para sorpresa del menor, ambos acariciaron su cabello con cariño.

            —Recuerda que te queremos Vitya

            —Algún día encontraras a alguien que te quiera y complemente, esperamos con ansias ver eso—Dijo el hombre—.Y que te vuelvas un hombre de bien, no un berrinchudo

            —Dudo que eso ocurra, Yakov

            — ¡Mamá! —El niño puso una expresión molesta—, ¡Ten por seguro que lo seré!

            La mujer arqueo una ceja.

            —Eso espero

            “La mayoría de las veces decimos las cosas solo por hablar,

No tomamos en cuenta todo el poder que tienen las palabras”

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Víctor salió del baño con un pijama azul cielo, este constaba de una camisa de manga larga y unos pantaloncillos, también largos. Una toalla cubría su cabello y parte de su rostro, se estaba secando. No alcanzaba a ver, pero caminaba con seguridad al conocer perfectamente su hogar.

“Es él…”

Un susurro tan suave como aquel era fácilmente confundido con el viento. La ventana del pasillo estaba abierta, ¿No podía ser más conveniente aquello?

            No alcanzo a dar menos de cinco pasos más antes de que su ángel guardián estuviera frente a él.

            — ¿Yuri?

            El nombrado no respondió, miraba a todos lados, la preocupación y ansiedad se podían notar en su mirar.

            — ¿Qué pasa?

            —Vete a dormir

            — ¿Qué?

            — ¿Eres sordo o solo idiota? ¡Vete a dormir!

El tono que uso el rubio fue demasiado imponente y autoritario, le dio miedo. Sin pensarlo dos veces, el peli-plata salió corriendo en busca de sus padres, les dio las buenas noches para irse rápidamente a su cuarto, encerrarse y dormir. En todo momento su ángel le acompaño; no está de más decir que todo eso era raro, él nunca hacía eso.

            A penas toco la cama, Yuri puso una mano en su frente y lo durmió profundamente.

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— ¡Joder! —Exclamo ya fuera de la casa—, ¡Sabía que ese presentimiento no era falsa alarma!

            Los ángeles guardianes de Lilia y Yakov le acompañaban, las expresiones de ambos eran de una impotencia inigualable.

            —Dime, ¿¡Qué es lo que hacen aquí, Alfred!? —Pregunto al ángel de la mujer

            — ¿Crees que tengo idea, Yuri? —Respondió molesto—, van tras ellos, no podemos hacer nada, no tenemos idea de que quieren

            — ¿Podemos ayudarlos? Digo, nuestras espadas son-

            —No se puede Yuri—Interrumpió el ángel de Yakov

            — ¡No jueguen conmigo! —Grito—, ¡Somos ángeles, tenemos más poder que ellos!

            —Sólo cuando la persona no se ha dejado llevar por los demonios—Alfred bajo la vista—, en este caso, ellos…

            —Eso no es posible…—El rubio palideció—, ¿Por qué no lo evitaste?

            — ¡Sabes que no podemos interferir en sus decisiones! ¡No se pudo evitar!

Los gritos fueron silenciados por un fuerte golpe en la mejilla de Alfred. Alain, el ángel del hombre miraba la escena en silencio, acercándose a ayudar a su compañero después de semejante puñetazo.

            — ¡Claro que se pudo evitar! ¡Pero no lo hiciste! —Yuri alzo la vista, cruzando miradas con Alain—, Ninguno de los dos lo hizo

            —No lo digas como si fuera fácil

            — ¿¡Y Víctor!? ¿Qué harán con él?

            —No lo sabemos—Intervino Alain—, no está bajo nuestra jurisdicción.

EL rubio miro a ambos ángeles, tenía una expresión bastante molesta, parecía estar sediento de sangre y dolor… Idéntica a la mirada de los demonios.

            —Si algo le sucede a ese imbécil, y no es a causa de su idiotez creciente…—Se acercó a ambos, amenazante—. Juro que no me molestaría irme al infierno por acabar con sus miserables vidas y mandarlos al limbo—Sonrió sarcástico—O mejor, al mismo infierno conmigo… ¿¡Entendido!?

            Ambos hombres tragaron en seco y asintieron temerosos.

            “¿Por qué se preocupa tanto?”

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— ¿Sabes? Por su culpa tu amada está muerta

            — ¿Suya?

            —Exacto—La voz en su cabeza era cada vez más fuerte—, te quito a quien más querías, lo único que querías…—Escucho una risa suave—. Devuélvele el favor…

            —Pero…

            —Se lo que piensas, y no, “eso” no será necesario. Solo haz lo que yo te diga, ¿Está bien? Me encargare de darle lo que se merece

            —Entendido, ¿Qué tengo que hacer?

            —Primero; déjame usar tu cuerpo

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Se sabe que los demonios buscan gente débil (física, emocionalmente y mentalmente) o con un fuerte manejo de energía para aferrarse o apoderarse de ellos, alimentarse de sus miedos, hacerse manifiestos y ser causantes de sus desgracias, provocando una desesperación tan grande que es capaz orillarlos al suicidio, llevando más almas al infierno.

En este caso, aquel demonio había encontrado a la persona perfecta.

Notas finales:

Si llegasen a encontrar error ortográfico o existe duda, sugerencia y demás, sean libres de comentarlo. Gracias de antemano.

¿Qué tal les está pareciendo la historia? Espero que bien, pues esto aún ni siquiera empieza UwUr

Muchísimas gracias por leer.

Nos leemos a la próxima.

 

Nozomi17


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