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Perdido en el bosque por Miyuki Uzumaki Uchiha

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Notas del capitulo:

Gracias a todos(as) los que siguen el fic, espero que les guste :3

Pasó un mes,  en el que el azabache se había acostumbrado a vivir en ese lugar, aunque no mentiría, extrañaba a su familia.
Sobre Naruto, bueno, no era que lo odiara, pero existía cierta rivalidad entre ambos, aunque en realidad, cuando estaban solos, juntos, esa rivalidad... Seguía ahí.

— Oe Dobe, deja de hacer tonterías y camina.

— Si, ya voy teme. — el Uzumaki frunció levemente el ceño e hizo un puchero en muestra de su desagrado.

— Hmp.

El azabache iba con la frente en alto sin importarle que algunos lo vieran mal por no pertenecer a esa especie. En realidad todos eran más bien de especie lobo, por esa razón trataban mal al rubio desde un comienzo.

— Espérame Sasuke! — gritó el rubio al ver que ya iba muy lejos de él.

El rubio corrió con una sonrisa tras de él, ahora ya eran más cercanos y se sentían en confianza el uno del otro, aunque otros dijeran lo contrario.

— ¡! — ambos se sorprendieron.

El azabache fue tomado por lo hombros y sido jalado hacia un callejón, el rubio se dio cuenta de ello.

— ¿Que demo...?

El rubio creyó que sabía sobre ello, debía correr antes de que lastimaran al azabache. Este corrió y corrió hasta llegar y ver una escena que le desagradó bastante, ahí estaba Sasuke siendo acorralado mientras intentaba apartarse, pero le era imposible, los alfas poseían mucha más fuerza que un ser humano normal, el chico estaba forcejeando con el Alfa mientras esté intentaba desvestirlo a la fuerza.

— Maldito, suéltalo!

Le ordenó con una fuerte voz a la cual este debía obedecer, después de todo, el rubio era algo así como el rey de ahí, no podía hacer nada contra él.
De pronto, sus ojos se volvieron rojos y comenzó a rodearlo una luz naranja.

— ¿Naruto?

El azabache veía la escena sin temor, solo algo desconcertado al ver aquella escena.

— Te... ¡matare!

El rubio, tras su "transformación", se veía listo para atacar. El azabache observaba en silencio todo aquello, tenis rencor hacia que intentó abusar de él, pero no quería que la reputación del rubio se viera afectada.

— Naruto...

Se acercó a él sin importarle que este estuviera de esa forma.

— Ya basta, ven conmigo.

El rubio no le hizo caso para nada.

— Si no vienes conmigo, no volveré a dirigirte la palabra.

Al ver que se quedó quieto, se acercó más a él.
Sabía que estando en esa situación, débil, no podía hacer nada, así que solo le jaló de la oreja y comenzó a caminar, no iba a estar solamente suplicándole que se detuviera.

— Oe Dobe, ¿cuando aprenderás?

— Au, au, teme, sueltame.

El rubio al estar desconcentrado de su objetivo logró volver a la normalidad.

— Cállate y camina.

— ¿Por que no me dejaste terminar? Se lo merecía.

— ¿Enserio ibas a arruinar tu reputación solo por eso?

— Pero Sasuke...

— Pero nada.

— Hmp.

El azabache siguió jalandolo hasta llegar a la torre del Hokage. Entró junto al rubio y lo soltó.

— Eres un Dobe.

— ¿Ahora por que me llamas así teme?

El azabache suspira y le mira de reojo.

— Porque lo eres.

— ¡Teme!

— Dobe.

El rubio se va a sentar en su escritorio
— Hmp

El azabache se sienta frente a él con aburrimiento, observaba todo a su alrededor como si fuera la primera vez que estuvo ahí.

— ¡Que aburrido, dattebayo! — el rubio hizo un puchero.

— Cállate y continua con tu trabajo.

— Pero Sasuke.

— ya te he dicho que sin peros.

— Bien, bien, entiendo, dattebayo.

El rubio se levanta y comienza a caminar dispuesto a salir del lugar.

— ¿A dónde crees que vasm

— ¡Dejame ir!

— No.

El azabache lo jala de la capa, pero de pronto se intercambian las posiciones siendo el rubio quien lo tenia tomado.

— ¡Teme no hagas eso!

— Sueltame, maldito Dobe.

— Teme.

— Dobe.

— Cabeza de trasero de pato

— usuratonkashi.

— Amargado.

— Rubia teñida.

— ¡Mi cabello es natural!

— No lo parece.

— ¿Es muy hermoso para ser real?

— No, parece que la tintura que utilizaron era de mala calidad.

— ¿que dices?

— La verdad.

— ¡Teme!

— ¡Dobe!

De pronto, la puerta se abre empujándolos a ambos que estaban uno frente el otro, que por equivocación se besan.

— ¡!

Ambos abrieron los ojos de par en par, hasta que se escuchó la puerta cerrarse y ambos se separan.

— Mi lengua se pudre

— Maldito Dobe!

— Necesitaré un psicólogo.

— Ya cállate!

Suspiró frustrado y apretó los puños, molesto.

— Oe

— ¿Que?

— Tu... No, no es nada.

— Dime, dattebayo.

— No quiero.

— Vamos, dime.

El rubio se acerca corriendo hacia él.

— dime.

— No

— Por favor.

— ¿Que pasaría si no te lo digo?

— ¿Enserio quieres saberlo?

— Si.

— entonces te lo diré...

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