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Hermanos por Aomame

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Hermanos

¿Y con eso podré jugar?

Tony miraba, con la mejilla apoyada en su mano, el rostro concentrado de Steve. Le gustaba verlo cuando su ceño se fruncía de esa manera y sus labios se tensaban. Le gustaba su gesto serio. Mientras hacía eso, pensaba que tenía que estar prestando atención a otra cosa; y sí, tenía que, pero no podía con esa imagen frente a sí.

—Lo justo es que tú elijas—Steve levantó la vista de la hoja de papel que habían estado rayando desde hace una hora o más—“Peter” fue mi idea, aunque ambos estuvimos de acuerdo en que era un buen nombre.

Tony asintió, pero ciertamente no le había escuchado.

—¿Entonces, cuál te…?

—Oye—lo interrumpió Tony—, ¿te había dicho antes que tus pestañas son bonitas?

Steve frunció el ceño con extrañeza, pero, también, ligeramente divertido.

—¿Mis pestañas? ¿Bonitas?

—Sí—Tony sonrió levemente—, son largas y curvas; y en cuando les da el sol se ven doradas.

Steve rió por lo bajo. Era extraño que Tony sacara ese tipo de cosas así de repente, extraño y no, Tony siempre sacaba cosas de repente.

—¿Por qué  no te sonrojas?—reclamó Tony y se cruzó de brazos indignado.

—Ah… ¿tengo qué?

—Por supuesto; estás recibiendo un cumplido de tu marido.

Steve volvió a reír, no dijo nada, pero vio complacido como la indignación de Tony se tornaba en molestia.

—Me preocupa—dijo este último— no ser capaz de ponerte nervioso nunca más.

—Oh, Tony—Steve estiró los brazos y acunó entre sus manos el rostro de su esposo—, no tienes idea de cómo alteras mis nervios—dicho eso lo besó breve, pero dulcemente, en los labios.

Tony cerró los ojos y disfrutó de su pequeño triunfo.

—Sólo estaba pensando—continuó Steve cuando dieron por terminado ese beso—, que tus pestañas también son bonitas.

—Cállate.

—Te sonrojaste.

—No, no lo hice.

—Claro que sí—Steve se permitió soltar una carcajada.

—¡Demonios, cállate!

Pero Steve siguió riendo hasta que escucharon una vocecita que les llamaba a sus espaldas.

—Bien hecho, Rogers—murmuró Tony al tiempo que se  giraba—Hey, Pete, ¿tu padre te despertó?

Peter los miró desde el marco de la puerta, llevaba consigo su manta y a su oso de peluche en los brazos.

—Los dos—dijo y caminó hacia ellos—¿Qué están haciendo?

—Elegimos nombre para tu hermanito.

Tony lo levantó y sentó en su regazo, Steve le mostró la hoja con tachones, aunque Peter aún no sabía leer, al menos no del todo, puesto que Tony ya le estaba enseñando.

—¿Cómo te gustaría que se llamara tu hermano, Pete?

Peter los miró a ambos.

—Peter—dijo, era un buen nombre, le gustaba su nombre.

Sus padres rieron y él lo interpretó como algo bueno, así que también rio. Después, le llevaron  de vuelta a la cama; exigió un cuento, por supuesto, y tras recibir los besos correspondientes en su frente, decidió que estaba bien, que podía volver a dormir, pero el asunto del hermano siguió dando vueltas en su cabeza.

 

 

 

 

—¡Tío Bucky!

Ese día su tío había ido por él el colegio; sus papás irían por el dichoso hermano menor.

Bucky sonrió  cuando lo vio correr hacia él, y se acuclilló para recibirlo con un fuerte abrazo.

—Hey, ¿qué tal la escuela?

Peter se encogió de hombros, no había estado mal, de hecho había sido un día fácil y hasta un poco aburrido. Él ya se sabía los colores y los números, no entendía porque a sus compañeros se les dificultaba tanto.

—¿Quieres un helado?

—Pero no puedo comer dulces antes de comer.

—¿Quién dice?

—Mis papás.

—¿Están ellos aquí?—Bucky le miró con complicidad.

—Ja, ja, ja ¡no!—Peter  sacudió la cabeza, rio  y después, dando saltitos de alegría caminó de la mano de Bucky.

 

 

 

 

—Eso es todo—la directora del orfanato revisó la última firma que el matrimonio había plasmado en los documentos de adopción; y después, les sonrió ampliamente.

—¿Y a qué hora nos lo traen?

—¡Tony!

—¿Qué?

La directora rio por lo bajo y descolgó su teléfono.

—Enseguida, señor Stark, sólo quería que todo lo burocrático estuviera en orden.

—Pues ya lo está—apuró Tony.

La mujer sonrió y dio instrucciones por teléfono. Minutos después, la puerta del despacho volvió a abrirse, dos enfermeras entraron, una con una pequeña maletita y la otra con pequeño bulto envuelto en mantas.  Steve y Tony se pusieron de pie casi de inmediato.

—Aquí lo tienen— dijo la enfermera al tiempo que les tendía al bebé.

Fue Tony quién  estiró los brazos primero para recibirlo, y casi de inmediato sintió el brazo de Steve rodeándole los hombros. Levantó la vista para encontrar su mirada por un instante, y descubrió el rostro de su segundo hijo.

 

 

 

Peter  hundió la cuchara en su helado triple con  galletas, jarabe de chocolate y cerezas extra, ante la mirada cariñosa de su tío Bucky, quién, también, disfrutaba de un helado gigante.

—¿Y tía Nati?—preguntó Peter con helado en la boca.

—Trabajando, pero te manda saludos.

Peter sonrió—Tío Bucky,  ¿por qué ustedes no tienen hijos? ¿No quieren?

Bucky desvió la vista y suspiró.

—Cosas de adultos, Pete. No estamos listos para ello.

—Pero mis papás también son adultos y ellos quieren otro—Peter hizo un puchero y Bucky no pudo evitar sonreír.

—¿Qué sucede, Pete? ¿No te agrada la idea de tener un hermanito?

Peter ladeó el rostro, no sabía si la idea le gustaba o no. Simplemente no entendía. Él y sus papás eran felices los tres, ¿por qué tenía que llegar un hermanito? Concepto que aún no terminaba de entender.

Bucky le sonrió, entendía sin que Peter le dijera nada.

—Oye, tener hermanos es divertido—le dijo—, juegas con ellos, son tus cómplices y siempre podrás contar con ellos.

—¿De verdad?

—De verdad

—¿Tú tienes hermanos, Tío Bucky?

—Claro que sí. Tengo uno: Steve.

—¿Mi papá es tu hermano?

Bucky asintió, si bien no eran hermanos de sangre, era justo así como se consideraban.

—Crecimos juntos; jugábamos juntos; peleábamos y peleamos juntos, también, peleábamos entre nosotros…—se encogió de hombros restándoles importancia—… cuando estoy triste, tu papá me anima; cuando él lo está, yo lo ánimo; vamos a los partidos de beisbol,  salimos a beber, nos reímos… Sabemos que podemos contar uno con él otro siempre y sin importar qué. En resumen, es genial tener un hermano, Peter.

Peter sonrió.

—¿Mi hermano y yo seremos como tú y papá?

—Claro que sí. Ya lo veras.  Anda démonos prisa, para que lo conozcas pronto.

 

 

 

—Se parece a ti—dijo Tony apoyado en el barandal de la cuna y mirando a su bebé.

Steve rio a sus espaldas, mientras Tony estaba embelesado, él acomodaba las cosas del bebé en los cajones correspondientes y también disponía de los biberones y los pañales cerca para cuando llegara el momento de usarlos.

—Es en serio—dijo Tony—míralo, míralo.

Steve terminó lo que hacía y se acercó. El pequeño dormía en esos momentos y hacía pequeños y tiernos pucheros.

—¿Ya viste?—insistió Tony— su cabello es rubio, y te puedo jurar que le vi los ojos azules cuando despertó en el camino.

Steve sonrió un poco escéptico.

—Tony el color del cabello y de los ojos cambia en lo bebés cuando crecen.

—No en todos, no en él.  Se parece a ti. Va a ser igual de bonito.

Steve ahogó la carcajada que ese último comentario le había provocado, así como las ganas que le dieron de besar a su esposo, porque justo entonces, se escuchó la voz de Peter desde el corredor.

—¡Pá, papá, ya llegué!

—No corras, Pete—ese era Bucky.

Ambos padres salieron de la habitación del bebé y fueron al encuentro con su primogénito.

—¡hey, Pete, bienvenido! —dijo Tony.

—¿Ya llegó mi hermanito?

—Sí, ya está aquí—Steve lo cargó con un brazo, y estiró su mano libre para saludar a  su amigo—. ¡Gracias, Buck!

—Un placer, hermano—dijo éste sonriendo.

—Sí, gracias, Barnes—murmuró Tony, y después, dirigió su atención hacia Peter—¿Quieres conocerlo?

Peter asintió, bien sujeto al cuello de su papá.

—¡Entonces, vamos!

—Tony, no grites; lo vas a despertar.

—No lo despertaré… o quizás sí. Así verás que tiene tus ojos.

Nada más decir eso, Tony, salió disparado hacia la habitación del bebé, los demás le siguieron. Steve se dio cuenta que Peter tenía ciertas manchas de chocolate en la comisura de los labios, pero no dijo nada, se limitó a limpiárselas con el pulgar. Bucky fingió demencia cuando le dirigió una mirada de conocimiento.

—Uno más, eh—Bucky intentó no tocar el tema del helado—¿Seguro que quieres repetir las noches en vela?

Steve rio y asintió.

—Estoy dispuesto a las horas de desvelo, Bucky. Cuando lo ves en retrospectiva, te parece la mejor inversión de tiempo del mundo.

—Imagino que sí.

—No lo han pensado—la conversación de pronto, se volvió un poco más seria—, quiero decir, si nosotros pudimos, ustedes…

—No lo sé, Steve. No sé si yo sea ese tipo de hombre ¿sabes?

Steve no añadió más, pero cabeceó ligeramente para darle a entender que, sin embargo, la conversación no había terminado. Llegaron a la habitación del bebé, éste seguía durmiendo sin darse cuenta de nada.  Se acercaron a la cuna y Steve inclinó un poco a Peter entre sus brazos, para que viera un poco más de cerca a su hermano.

Peter vio aquella cosa pequeña y rosada, que dormía envuelto en mantas en el fondo de la cuna. Frunció el ceño.

—¿De verdad podrá jugar conmigo, tío Bucky? 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Ah, lamento la tardanza para actualizar... tengo tantos pendientes (creo que moriré sin terminarlos XD) 

 

Hasta la próxima!

Continuará...


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