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Speak politely to an enraged dragon por Valeria Penhallow

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Notas del capitulo:

¡Hola! Perdón por la tardanza, pero como ya habréis adivinado: ¡se acabó el hiatus! (que ya era hora). Como sea, este capítulo es la primera parte de dos, y, como se me ha dejado saber en una encuesta que hice en mi página de Facebook, he dejado las distintas canciones que más me han inspirado a cada trama del capítulo. Yo uso Spotify, pero entiendo que no todo el mundo, por eso no os preocupéis, ya que he buscado la música en Youtube y en cada parte en la que debería ir X canción está el nombre de la misma y su URL en Youtube. Si queréis escuchar esa música tipo “ambiental” mientras leéis, sois más que bienvenidos! En fin, espero que os guste~

 

As The Lights Fade Away - The Echelon Effect: https://www.youtube.com/watch?v=5bk4KYGPLZI

 

Las luces de colores inundaron el cielo de Kamisama no Sosu como  estrellas fugaces que nacían de la tierra para explotar entre la oscuridad de la bóveda celeste.

La noche había sido simplemente perfecta; todos se lo habían pasado a lo grande. Antes que nada, la gente que había ido al festival se reunió frente al templo para atender al pequeño ritual que los dos sacerdotes de Kamisama no sosu realizaban cada año, con el que se imploraba buena suerte y la protección de los dioses. Una vez terminado, la diversión empezó. Comida, bailes, juegos… Y finalmente, los tan ansiados fuegos artificiales. Naruto terminó convenciendo a Kazuo de que le llevara a ese sitio secreto que le había mencionado un día Iruka, desde el cual los fuegos se veían tan cerca que parecía que podías tocarlos… Y el viejo no supo decir que no. Tenzo y Asuma, como niños pequeños, también quisieron verlo y, aunque haciéndose los adultos que “solo iban a supervisar”, no podían esconder las pequeñas sonrisas que se les escapaban. Genma, por su parte, se perdió entre la multitud con una chica y un chico (aparentemente gemelos) colgados de cada brazo.

Kakashi no pudo evitar pensar que llevaban demasiado tiempo sirviendo como máquinas de guerra; solo así se explicaba las ganas de tres fuertes y reconocidos jonin de pasárselo bien en un mero festival. Cuatro, si se contaba a sí mismo, lo cual debía hacer.

Sonrió un poco nostálgico. Sí, se habían ganado ese remanso de paz que había simbolizado para ellos Kamisama no Sosu. Se lo habían ganado a pulso… A su lado, Iruka veía embelesado los cohetes estrellarse contra el cielo. Kakashi sonrió levemente; últimamente no podía evitar hacerlo, mucho menos en presencia de Iruka.

―No has ido con Kazuo y los demás…― le dijo a modo de pregunta y en voz baja Kakashi, como temiendo romper el momento. Iruka no contestó en seguida, y Kakashi, pensando que no le había escuchado, decidió dejarlo correr, contentándose con sentir ese extraño cosquilleo que le calentaba el estómago, simplemente por ver el perfil de Iruka, tan sereno, bañado en luces de colores, como una preciosa vidriera.

―Tú tampoco…

 

In the clouds, by Atron: https://www.youtube.com/watch?v=ACE7JC832uQ

 

Kakashi se sobresaltó un poco ante el extraño tono de la voz de Iruka. Se giró a mirarlo de nuevo. Iruka le devolvía la mirada con una pequeña sonrisa. A Kakashi se le atragantó algo en la garganta. Podía escuchar el “¿por qué?” implícito en aquella oración. De pronto, como si Iruka se hubiera dado cuenta de que acababa de ser demasiado atrevido, agachó la mirada momentáneamente, solo para volver a fijarla en el espectáculo de luces y colores.

―Solo he creído que desde aquí se vería igual de bien…― musitó finalmente Iruka, al cabo de un rato.

Kakashi lo vio mirarle de reojo con cierta timidez y, a pesar de saber que estaba pisando terreno pantanoso, de que dejarse llevar por lo que sentía por Iruka no era una apuesta inteligente, ni aunque fuera momentáneamente… Lo hizo. Kakashi se deslizó con suavidad sobre la pequeña valla sobre la que estaban ambos inclinados. Ni se molestó en sacar las manos del interior de las mangas del haori, casi como queriendo dejar ver una postura casual y despreocupada. Se limitó a sentarse junto al castaño, lo suficientemente cerca como para que sus brazos se rozaran.

―Yo también…― le dijo en un susurro, aprovechando la cercanía casi íntima.

Iruka se sorprendió, lo pudo ver en sus ojos, que se agrandaron levemente. Pero debieron parecerle demasiado encantadoras las acciones de Kakashi, porque terminó sonriendo de forma divertida, a la vez que enternecida.

―Cuidado, Kakashi, si coqueteas así conmigo, Asuma podría ponerse celoso…

Ah, y ahí estaba ese delicioso tira y afloja.

―Oh, bueno, qué se le va a hacer…

Ni se dieron cuenta de que entre pequeñas bromas sus rostros se habían acercado a peligrosos centímetros el uno del otro. No hasta que levantaron la mirada y se encontraron a escasos milímetros. Ónice reflejado en ámbar viejo, con tonalidades añiles y violetas que explotaban más allá tiñendo las pupilas de ambos. Iruka dejó escapar un tembloroso suspiro y se relamió los labios secos por el incipiente frío del otoño. Y Kakashi se acercó aún más. Quería ver de cerca cómo eran aquellos labios, tan de cerca que pudiera dibujar los pequeños surcos que se dibujaban sobre la carnosa superficie. Iruka se estremeció, y casi temblando de anticipación, empezó a cerrar los ojos.

Ninguno de los dos pensaba, tan solo sentía, temblaba y latía…

Kakashi pasó un brazo por detrás de Iruka y, apoyando su mano en la barandilla, cerró el poco espacio que todavía quedaba entre ellos, como en un ligero pero íntimo abrazo con el que bien podría estar tratando de proteger del frío a su amante. Con la otra mano, Kakashi deslizó levemente la máscara de su rostro.

De pronto el frío ya no era tanto y era un poco difícil respirar, como si acabaran de zambullirse en el agua, como si trataran de regular el poco oxígeno que les había dado tiempo a guardar en sus pulmones antes de la abrupta inmersión. Sus pechos prácticamente retumbaban como tambores…

 

Kari Sigurdsson - Dark Frontier: https://www.youtube.com/watch?v=bbG4Va-83k0

 

Hasta que un chillido angustioso cruzó el aire como un rayo.

De pronto, todo ruido cesó.  La tensión podía cortarse con un cuchillo. Y tan pronto como se produjo aquél silencio sepulcral, el ruido atronador volvió. Pero ya no era música ni fuegos artificiales lo que sonaba. La muchedumbre se agolpaba en las puertas del templo, ansiosos por salir corriendo en medio de sombras tan veloces que cruzaban el cielo tan veloces como jaguares, bombas de humo y explosiones.

Kakashi e Iruka se separaron de un salto. Se miraron mutuamente sobresaltados, sin saber qué estaba ocurriendo, pero la marea humana amenazaba con engullirlos y arrastrarlos, así que se vieron obligados a saltar para ponerse a salvo sobre un tejado.

Una nueva y pequeña horda de sombras negras cruzó las calles con velocidad, parándose de vez en cuando, y causando gritos de terror entre la gente que trataba de huir ante los asesinos que no dudaban en derramar sangre, pero que pronto seguían su camino, siempre dirigido hacia templo principal.

―Ninjas de Kirigakure… ―musitó Kakashi, que al activar el Sharingan pudo ver con mayor claridad en la noche el símbolo que decoraba las bandanas de aquellos shinobi.

―¡Naruto, maestro!― exclamó Iruka con terror impregnando su voz  antes de salir casi volando en busca de sus amigos.

―¡Mierda!...― musitó Kakashi, saliendo detrás del castaño.

Llegaron hasta el claro que había justo detrás del templo. Los ninjas de Kirigakure, raudos como pocas cosas había visto Kakashi en su vida, parecían decididos a ir hacia el templo. Sin embargo, no parecían muy seguros de dónde buscar lo que fuera que estuvieran intentando cazar, porque no paraban de dispersarse y reagruparse. Tan absortos en su área parecían que ni siquiera notaban la presencia de Iruka y Kakashi a varios metros de ellos, avanzando tan rápido como ellos y escondiéndose entre las sombras para no llamar su atención e iniciar una batalla que les obstaculizara el camino hasta sus compañeros.

―Están cazando…― dijo Iruka en un momento dado, justo cuando pararon para evitar cruzarse de frente con varios enemigos. Kakashi eso ya lo sabía, pero ¿cómo podría Iruka…?― Hicieron lo mismo la noche que asesinaron al clan Hisakawa… Varias partidas de ninja irrumpen en un sitio por varios flancos al mismo tiempo, siembran el caos y obligan a la gente a dispersarse en pleno desorden. Continuamente se dispersan para alcanzar al máximo de víctimas posibles, pero siempre se reagrupan para seguir su ruta principal, dirigida siempre hacia el eje central, hacia allí donde saben que puede encontrarse su víctima principal.

Kakashi sintió algo retorcerse en su interior. Cómo un niño tan pequeño como Iruka en aquél momento pudo vivir a algo así y no convertirse en un escombro de ser humano era algo que quedaba completamente fuera del alcance de Kakashi. El albino tuvo la imperiosa necesidad de tocar a Iruka, de acercarlo contra sí, con miedo de que el castaño, al igual que él en muchas ocasiones, se dejara perder entre los recuerdos.

 

Kari Sigurdsson - Beyond The Horizon: https://www.youtube.com/watch?v=XRAGITF39s0&list=PLI1bSWKizJ-A8SPgZtwqTyA5Lduc9XrSK&index=1

 

 Pero entonces una bomba estalló a lo lejos, y de pronto, entre las nubes rojizas que causó la explosión, se alzó un dragón cuyo rugido pareció congelar el tiempo.

Los ojos de Kakashi no daban crédito a lo que veían. Una de las bestias más magníficas que había visto jamás se alzaba orgullosa y desafiante a poco menos de un kilómetro de ellos. Kakashi había visto a Shinwa, los poderosos músculos de una bestia legendaria cubiertos de hermosas escamas de distintos tonos de turquesa engarzados sobre piel gruesa y dura, que se extendía sobre una figura grácil como si toda ella apenas pesara más que una pluma. Pero este dragón era distinto; era pura fuerza bruta, un ser colosal que ningún interés parecía tener en disimular el poder que ejercía sobre la tierra, hasta tal punto, que parecía tener una órbita para él solo. Shiban na Gaku, el Seishin del viejo Kazuo, parecía el mismísimo dios de la guerra. Un verdadero monstruo que, completamente negro, bien podría disfrazarse de humo y oscuridad, si no fuera por esos dos jades que tenía por ojos y que parecían ver a través de las almas de los pobres mortales que habían osado causar molestia en su guardián.

―Maestro…― susurró Iruka con voz temblorosa. Si Kazuo había invocado a Shiban na Gaku significaba que ya no había nada que perder… Que fuera cual fuera el resultado de aquella batalla, si perdían, morían, y si ganaban y salían con vida, serían perseguidos, porque el sangriento Mizukage, de algún modo, había dado con ellos, con dos de los últimos Kantoku. Pero peor aún era que ahora Naruto también sufriría las consecuencias de aquella persecución, así como Kakashi y el resto de ninjas de la hoja deberían batallar una lucha que nunca debería haber sido la suya.

―Pero mira qué tenemos aquí…― dijo estruendosamente una voz a espaldas de ambos ninjas. Kakashi e Iruka se giraron. Allí, de pie frente a ellos, un hombre acompañado de un pelotón se alzaba imponente. Algo en el interior de Kakashi invocó a gritos desesperados su parte ANBU, aquella parte de su ser que mataría a ese hombre en milésimas de segundo y de la forma más fría y rápida posible. Porque había algo en la forma en la que ese hombre pasó de largo la presencia de Kakashi y posó su mirada en Iruka, como si fuese algo que hubiera estado deseando durante mucho tiempo… Algo en los ojos de aquél hombre, tan claros que parecían glaciares, hizo que Kakashi quisiera plantarse entre Iruka y él y partirle el cuello de mil formas diferentes. La forma en la que Iruka se atragantó con su propio aliento al reconocerlo, fue todo lo que Kakashi necesitó para empezar a acumular chakra y activar el sharingan.

―Fujikawa Homura… El asesino del clan Hisakawa…

El asesino de ojos glaciares y rostro marcado por lo que debió ser el zarpazo de un gran animal sonrió de forma torcida.

 

CONTINUARÁ...


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