Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Debajo de las Sábanas por Glace Rose

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

No quedaba nada del esplendor y elegancia en el gran salón, tras sentir los cristales de la edificación estallar, del cielo comenzaron a llover innumerables flechas doradas las cuales daban muerte a quien quiera que fuera su víctima, todo fue gritos, dolor y total caos.

 

Camus buscó con desesperación a su familia, no solo desconocía el paradero de sus padres, ni siquiera sabía dónde estaba su primo Dégel u otro familiar, se escabulló detrás de uno de los derruidos pilares evitando ser el blanco de las flechas.

 

_¡Mamá! ¡Dégel!

 

Sus gritos eran ahogados por el ruido provocado por la histeria colectiva, gateo hasta una de las mesas de piedra buscando la mejor oportunidad de salir o dar con algún conocido, el miedo se veía opacado por la adrenalina del momento y su instinto de supervivencia, debajo de la mesada esperaba hallar algún punto muerto hasta que dio con esos ojos.

 

_Ven ¡por aquí!

 

Era un completo desconocido, no habían compartido más de algunas cortas palabras y le ofrecía ayuda de modo tan deliberado, no había que ser un genio para darse cuenta de las cosas, había algo peligroso que le era advertido por su conciencia pero aún así…

 

_¡Milo! ¿Que haces aquí?

 

_¿Estaba en la fiesta? - sonrió con ironía.

 

Hubiera reído ante la obviedad pero su sonrisa se había expandido al sentir la mano de Camus cerrarse con la propia, de un tirón lo sacó de su escondite comenzando a vadear los sitios peligrosos, buscado una vía de escape. Se había sentido resguardado por su amplia mano, inclusive pensó en olvidar todo y solo seguirlo pero había ciertas cosas que sería imposible dejar atrás.

 

_Espera… ¡debo ir por mi madre!

 

_Él ya se fue con el rey - su voz salió suave, quería tranquilizarlo.

 

_Pero ¿Y Dégel? - su primo era inclusive más importante que sus medio hermanos.

 

_Con su prometido.

 

El rubio había atado cabos rápidamente y pudo entender la mentalidad del menor, apenas era un niño que permanecía siempre al alero de alguien, bajo la protección de su madre o demás familiares.

 

Era la presa perfecta.

 

_¿Dónde vamos? No puedo llegar e irme contigo.

 

_A un lugar seguro ¿No lo ves?

 

Habían llegado al exterior, corrieron algunos minutos entre la espesura del bosque, a ratos el pelirrojo dudaba de seguir, tras un ataque homicida se estaba yendo con un desconocido ¿Qué clase de estúpido haría eso?

 

_Espera… no, no puedo seguir - Camus estaba confundido aunque no soltaba la mano de Milo.

 

_¿Dudas de mi ayuda?

 

Camus imaginó que se mostrará molesto u ofendido pero solo pudo apreciar la confiada sonrisa en el apuesto rostro, con total facilidad lo cargó atrás de su espalda siguiendo su camino.

 

_¡Suéltame! ¡Maldición déjame bajar!

 

_Me lo agradecerás precioso.

 

No hizo caso a ninguna de sus réplicas, mucho menos a sus patadas ciegas y golpes en su espalda, no creyó que un joven tan menudo tuviera tanta fuerza.

 

_¡Joder basta! - mascullo Milo.

 

Lo bajó mostrando una exasperada expresión, sostuvo su cabeza unos momentos buscando algo de paciencia, tenía al molesto pelirrojo de brazos cruzado y dispuesto a irse.

 

_Quiero que me digas donde pretendes llevarme, esto puede tomarse como un secu…

 

_Mira Camus, en vista y considerando que más de un cuarto de la realeza murió con las flechas doradas - lo encaró con crueldad - ¿piensas que alguien te buscará pensando que estás vivo?

 

_Pero… - no continuó hablando al sentir los dedos del más alto sobre sus labios, pidiéndole que guardara silencio.

 

_Soy un desconocido para ti pero te pido que, al menos en ésta ocasión confíes en mí, no sé con exactitud que se avecina.

 

Enmudeció, Milo tenía razón, nunca se había visto envuelto en un ataque de esa magnitud, al ser hijo del rey siempre había sido criado en la burbuja del palacio, por más que hubieran enfrentamientos era el tesoro de sus padres y no había visto la violencia con sus propios ojos.

 

_Está bien, confiare en ti - podía verse le determinación en su mirada, extendió su mano hacia el mayor y por primera vez mostró una sonrisa aunque muy sutil.

 

Era encantador, Milo se vio golpeado por el brillo de su mirada y discreta sonrisa, no quiso pensar más a la hora de seguir su camino hasta llegar a un claro en medio del bosque, al ser un espacio tan reducido apenas lograba colarse algo de la fría luz lunar sobre la superficie de césped, en medio se hallaba una pequeña placa de piedra.

 

_Esto es ¿una inscripción? - Camus se sorprendió, parecía una clave ya que estaba escrita en un idioma antiguo.

 

_¿Logras reconocerlo? - sonrió de lado retando sus conocimientos.

 

_Es un idioma arcano - más que por la antigüedad de la inscripción era el tipo de escritura y su código - ¿Jamirense antiguo quizás?

 

_Eres más inteligente de lo que pensé.

 

Milo pasó la punta de sus dedos sobre el relieve recitando unas extrañas palabras, al terminar pudo escuchar un extraño chillido antes de ver como en el césped, se dibujaba un círculo perfecto de luz roja siendo su centro, la extraña roca.

 

Por mero instinto el pelirrojo se aferró del brazo del más alto, se sentía absorbido por algo que le impedía mantener los ojos abiertos, asco, mareos y una profunda sensación de vértigo se apoderaron de su cuerpo hasta que antes de que se diera cuenta, mitigara por completo, al abrir los ojos se encontraba en un sitio completamente distinto.

 

_Bienvenido al reino Nord, Camus.

 

**

 

Lo que ocurrió después fue demasiado vertiginoso como para tener un orden establecido, Dégel solo pensaba en buscar a su madre y a su primo, sabía que Camus ya tenía quince años pero aun así no podía evitar pensar en él como si se tratara de un niño, su hermano menor.

 

_¡Mamá!... ¡Camus!

 

Gritos, esa fue la respuesta al desesperado llamado del peliverde, la edificación comenzaba a mostrar signos de fatiga tras ser roto su pilar principal, corría apegado a las paredes buscando una señal, restos nunca ya que no aceptaría la idea de perderlos de ese modo. Una de las flechas se impactó contra el cristal ya trizado de uno de los rascacielos haciendo que estallara, justamente donde se encontraba Dégel, se movió de manera rápida tropezando con algo que le hizo caer en el alfombrado piso, al recobrarse sus pupilas se dilataron.

 

_Este es… 

 

Ahogó un grito al ver que ese “algo” era el cuerpo inerte de un joven no mayor a él, parecía ser que la causa de muerte no había sido una de las flechas, uno de los candelabros de cristal había caído encima suyo quebrando su cuello y cráneo al instante. Se levantó sintiendo la pequeña torcedura en su muñeca izquierda más el asco y sorpresa eran mayores.

 

_¡Cuidado!

 

No tuvo tiempo de saber quién gritaba eso cuando ya era rodeado por unos fuertes brazos que lo sacaron de allí, basto un segundo para que en el mismo sitio en donde estaba cayera de manera estrepitosa uno de los pilares terminando por sepultar los restos del cuerpo de ese chico, la sangre salpicó de manera abundante.

 

_¿Acaso nunca has visto un cadáver?

 

Esa voz, levantó su rostro encontrándose entre los brazos de Kardia Skorpious, no hizo repulsa, demasiado impactado estaba como para reaccionar a su posesivo agarre. Pudo sentir como llevaba sus manos a sus caderas otorgando una furtiva caricia cuando por fin fue liberado.

 

_Kardia yo…

 

_Cuida más ese trasero, sería una lástima que ese rostro fuera aplastado por un trozo de escombro.

 

Sentía el corazón latir de manera desbocada, no por haber sido cortejado por la muerte, tampoco la incertidumbre sobre su familia, las palabras de aquel hombre se habían quedado con él.

 

_¡Dégel!!

 

Una voz totalmente distinta hizo que saliera de su pequeño ensueño, con firmeza fue tomado de su brazo izquierdo y jalado lejos de ahí, vio entonces que iba siendo llevado por la pequeña pero firme mano de Krest ¿Cuando fue hallado por él?

 

_Ma..madre - la voz le salió entrecortada debido a la carrera que llevaban entre los escombros.

 

_Calla - el más bajo no perdería su oxígeno en nimiedades - debemos salir de acá.

 

_Pero…

 

_¡Que te calles mocoso!

 

Cuando era llamado de ese modo lo mejor era hacerle caso, volteó su rostro buscando a Kardia mas no pudo verlo más. Anduvieron de ese modo hasta poder llegar fuera de la edificación que ya se encontraba en ruinas, ambos Verseau se mostraban agitados, temblando debido a la conmoción.

 

_Madre yo… - sentía que debía hablar, decirle algo al menos - gracias yo pensé que…

 

_No me subestimes - despejó los cabellos apegados de su rostro, el castaño estaba intacto aunque su cansancio era evidente - no iba a dejarte morir allí.

 

Escucharon a lo lejos algunas explosiones y sonido de cascos, esto hizo que de inmediato Krest se recobrara y tomara el brazo de su hijo que emitió un pequeño quejido de dolor.

 

_No te quejes - notó la inflamación en su muñeca siniestra - ¿se torció? - Dégel asintió - ya veremos eso, ahora debemos irnos.

 

No había más tiempo, el mayor comenzó a andar hasta dar con la entrada del pantano, era tan oscuro que Dégel fue reacio a entrar, Krest frunció los labios y fue suficiente una sola mirada para que su hijo le obedeciera, sólo bastó que anduvieran un pequeño tramo para que no escucharan más el ruido provocado por el atentado, no había que más que las dos esbeltas siluetas siendo devoradas por el húmedo e inhóspito ambiente.

 

Cuando Dégel creyó que ya no tenían un rumbo fijo llegaron a un sitio en donde los árboles se abrían levemente, en el medio había un enorme estanque que, a diferencia de los lodazales que habían vadeado, tenía un agua tan pura y translúcida que lograba verse las profundidades, todo tipo de algas multicolor que eran dignas de ser retratadas.

 

_¿Que es esto? - Dégel se atrevió a romper el soporífero silencio.

 

_Es un portal de Bluegraad - Krest fue escueto, estaba más concentrado en otra cosa, como si buscara recordar algo.

 

_¿Bluegraad?

 

_Si, los Verseau venimos de una rama de las familias más antiguas de la nación de Bluegraad, la que como debes saber eran unos poderosos hechiceros.

 

_Pensaba que solo eran cuentos fantásticos.

 

_No ofendas a tus raíces.

 

Krest suspiró antes de levantar su palma pidiendo silencio. Lo siguiente que pudo ver Dégel fue como su madre recitaba unas extrañas palabras y como, del fondo del lago comenzaba a emitirse una luz en tonalidades turquesas, tenía una intensidad tan grande que llegaba a ser cegadora. Krest tomó el brazo de su hijo y sin alguna duda se tiró en aquel enorme lago, por inercia Dégel cerró sus ojos esperando ahogarse pero aquella desesperante sensación nunca llegó, pataleo buscando la superficie y cuando la hallo solo se sostuvo del borde encontrándose con algo que le sorprendió.

 

_Pero…

 

_Después de todo aún sirve.

 

En la superficie se encontraba su madre, estrujando su cabello y ofreciéndole una mano para que pudiera salir, ya en tierra firme pudo percatarse en qué lugar estaba ¿Cómo no hacerlo?

 

_Pero nosotros ¿Estamos en el bosque perdido?

 

_Exacto, el que colindaba con nuestra casa de verano.

 

No supo cómo se habían transportado desde el pantano de la zona neutral hasta la espesura de uno de los bosques del reino Sud, eran al menos cuatro días sin parar a caballo y solo sumergiéndose en un lago místico habían llegado allí.

 

_Vamos Dégel, es media noche y si no nos abrigamos terminarás enfermando.

 

Por más estricto y serio que se mostrará, Krest haría todo por su hijo, lo amaba y era lo único importante para él, ya más tranquilos tendrían la oportunidad de hablar con calma. Anduvieron en silencio solo algunos minutos ya que ambos conocían ese bosque al revés y al derecho, pudieron salir viendo a unos metros la enorme casa, no tenía el porte del palacio Verseau pero podía alojar al menos a diez personas, al abrir la verja y escuchar el rechinar del óxido pudo sentirse en casa, se podía notar en el antejardín y fallada de la finca que estaba abandonada y sin algún indicio de vida.

 

Cuando entraron Dégel volvió a sorprenderse al punto que sus labios se abrieron sin poder emitir sonido alguno. El interior se había mantenido exactamente igual que hacía al menos diez años, era como una fotografía que no experimentaba el paso del tiempo, el inmaculado salón, brillante madera de los muebles, inclusive el arreglo de gardenias y orquídeas que descansaban en los floreros, todo permanecía exactamente igual.

 

_Mamá … necesitas explicarme esto - después de mucho Krest pudo sonreír.

 

_Lo sé, pero primero ve a darte un baño y a ponerte ropa seca ¿Te animas a escuchar mi historia con una taza de té?

 

_Sabes que siempre deseo escucharte.

 

No muy convencido el menor subió al segundo piso, donde estaba el salón de baño para asearse y cambiarse dejando a su madre a solas, Krest caminó unos pasos hasta la chimenea del salón y sacando una pequeña varita del bolsillo y susurrar unas cuantas palabras, hizo el fuego.

 

_Creo que llegó la hora de que Dégel sepa algunas cosas.

 

**

 

Lo primero que pudo sentir Camus, fue el cambio abrupto en el clima en Nord, con anterioridad estaban en las tierras neutrales que eran de un clima templado y el reino de donde el provenía, Sud, se caracterizaba por el clima frío, gran parte de esa península estaba compuesta solo por hielo.

 

_¿Tienes calor?

 

Escuchó la voz de Milo, interrumpiendo su silencioso análisis de la zona, la vegetación no era tan frondosa y se caracterizaba por tener grandes extensiones de pampas y sabana, habían hecho un tramo a caballo pero ahora seguían a pie ya que el príncipe había dicho que estaban por llegar a la finca en donde residían.

 

_¿Por qué lo dices? - respondió el pelirrojo, estaba cansado de recorrer tanto.

 

_Tu mano está sudando y tu respiración es agitada - se volteó sonriéndole - tienes un hermoso sonrojo.

 

_¡Cállate!

 

No era que le desagrada sus elogios, no iban más allá de sutiles cortejos, cualquier signo de admiración por parte del mayor lograba producirle extrañas sensaciones, buscaba a como de lugar mantener la compostura ante la situación.

 

_Llegamos, por fin.

 

Pudo ver entonces, un enorme muro de piedra no logrando ver nada al otro lado más que las copas de los árboles, el rubio se paró en el enorme portón de hierro forjado moviendo un mecanismo giratorio, parecía funcionar con una especie de código puesto tras girarlo un sin fin de veces logró abrirse, antes de que lograra asimilarlo se encontraba nuevamente sobre la espalda de Milo.

 

_¡Milo! ¡Bájame ahora! - le ordenó pero el aludido ignoro por completo sus berrinches.

 

_Apenas te puedes las piernas, no es mucho tramo, ya llegaremos a casa y podrás descansar.

 

Hubiera seguido reclamando de no sentirse demasiado extenuado, recargó su mejilla en la espalda ajena, a la altura de su omóplato y se dejó llevar. Atravesaron el amplio antejardín hasta llegar a la enorme casa, a diferencia de las edificaciones de su reino éstas mantenían otro tipo de arquitectura, no le prestó atención, tampoco a los exquisitos detalles en sus interiores, solo pedía un baño y ropa limpia.

 

_Al fondo, en la penúltima puerta a la derecha se encuentra el salón de baño, toma las toallas y batas que necesites mientras los gnomos preparan tu habitación.

 

_¿Tienen gnomos sirvientes?

 

_Si ¿Por qué? - Milo parecía curioso ante su pregunta.

 

_Es que pensé que ustedes no tenían.

 

_Quizás sean distintos a los de Sud, cada reino tiene sus gnomos domésticos.

 

El pelirrojo tenía una tremenda curiosidad y por poco entraba a otras habitaciones, solo el cansancio y necesidad de baño le hizo ser obediente. El cuarto de baño era casi igual de grande que el del palacio de Gémeaux, una tina de mármol blanco que asemejaba una piscina de la cual varias estatuas de peces largaban agua. Se desnudó para ingresar y ser sumergido en la templada agua, era una parte del paraíso, estuvo dentro lo que encontró necesario, relajando sus tensos músculos y lavando cada parte de su cuerpo y cabello, solo cuando estuvo lo suficientemente relajado salió sintiendo el calor golpearle, definitivamente el clima de Nord le afectaba, buscó en los armarios que ropa ponerse pero encontró sólo túnicas un tanto reveladoras, no se imaginaba a Milo en una de ellas, inclusive su talla era a la medida de alguien un poco mas alto que él.

 

Salió descalzo en búsqueda del rubio, no había nadie en los pasillos, ni siquiera lograba ver a los gnomos que normalmente merodeaban por todos los pasillos de la casa, sus descalzos pies hacían un nulo sonido, el alfombrado piso acariciaba cada centímetro de su piel.

 

_Te ves hermoso.

 

La conocida voz le hizo dar un respingo para encontrarse a Milo apoyado en uno de los bordes la de puerta, le sonreía de esa manera incitadora que tanto le ponía nervioso pero que a su vez le causaba una malsana curiosidad, sin siquiera ser llamado con palabras se acercó a él.

 

_Gracias, supongo - estaba apenado pero lograba disimular algo, llevó uno de sus humedecidos mechones rojizos detrás de su oreja.

 

_¿Sabes por qué estás aquí?

 

_No lo sé - respondió de inmediato. La pregunta lo dejo meditabundo ¿realmente no lo sabía? ¿de verdad era tan inocente como para negar lo evidente? ¿aparentaba serlo? - supongo que… quieres que sea tuyo, a cambio de haberme salvado.

 

_Si, quizás sea eso - extendió su mano invitándole a pasar a la habitación - la verdad es que… me gustas.

 

La habitación más que una recamara podría considerarse una pieza de descanso, no tenía una cama pero si montones de sitiales y muebles de total relajo, espejos en todas sus paredes y por más que no tuviera ventanas poseía una agradable luz.

 

_Milo, yo no sé qué decir…

 

No pudo terminar sus palabras cuando sintió los labios ajenos sobre los propios, cálidos, tersos y totalmente arrebatadores, sus pupilas se abrieron de golpe siendo contemplados por aquellas turquesas que en su apacible fulgor, lograban sumergirlo en las nuevas sensaciones. Lentamente iba asimilando el cariz del beso, rodeo su cuello con sus brazos buscando el mejor modo de responder, dándole el permiso para que la traviesa lengua se deslizará con pasión en los confines de su boca. Tuvieron que separarse por la necesidad de oxígeno y búsqueda de respuestas.

 

_Quiero que seas mío -Milo pasó la punta de su lengua dibujando el contorno de los inflamados labios - pero no te obligaré a ello, deseo que me implores, escuchar tus dulces ruegos.

 

_¿No puedo ir a casa? - en el momento en que se dio cuenta de ese detalle, ya era demasiado tarde.

 

_De que puedes, puedes - la enigmática expresión no abandonaba sus nobles rasgos - la pregunta es cómo lo harás.

 

Si, se había metido en la fauces del lobo, ¿lo lamentaba? quizás ¿deseaba huir? Como nunca antes, entonces...

 

¿Por qué había disfrutado de ese modo tan intenso su primer beso?

Notas finales:

Hola gente, como había prometido acá un nuevo cap!

Agradezco a todas las personas que han dado lectura y tienen ganas de seguir leyendo, esto está recién comenzando y queda mucho por recorrer :D!

 

Como siempre agradezco a mi beta Skorpioknight que aguanta todas mis fumadas y me ayuda en las subidas <3 <3

 

He pensado en subir un arts del fic, cuando los tenga daré los respectivos links. No duden en compartir y comentar si les gustó, también sus críticas me ayudarían mucho x3

 

Nos vemos en la próxima actualización :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).