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Debajo de las Sábanas por Glace Rose

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En el palacio Gémeaux se oían pasos, los cuales no parecían detenerse, aun cuando no estuviera solo, era observado por unos profundos ámbares.

 

_Debo ir a buscarlo - rompió finalmente el silencio.

 

_Me niego rotundamente - la oposición fue inmediata.

 

_Yo sé que Camus sigue vivo.

 

_Sólo lo dices porque no se encontraron sus restos, Mystoria.

 

_No puedes entender el instinto de una madre - susurró con frialdad.

 

_Puede que no, no creció en mis entrañas.

 

La pareja real se debatía respecto a sus próximos movimientos, se había levantado una alerta universal tras el ataque en el baile dorado, ahora era difícil movilizarse inclusive dentro del reino, según los pronósticos no tardaría más de una semana para ser declarada la guerra. Tras el atentado el príncipe Camus había desaparecido, no se logró encontrar vestigios del jovencito dándole la desesperada esperanza a su madre y una molesta incertidumbre al rey Cain, que siendo sincero, pensaba que su hijo menor había fallecido producto de una flecha dorada.

 

_Recibí un mensaje de mi hermano, ni él ni Dégel vieron a Camus…

 

Iba a seguir hablando cuando sintió los fuertes brazos de su esposo rodearlo por la cintura para ser atraído a su cuerpo, no se opuso al contacto más tampoco mostró signos de disfrute, como si se tratara de un bloque perenne de hielo.

 

_Debes relajarte cariño, estás muy tenso - con calma despejó un largo mechón de cabello aguamarina dejando a la vista su delicado cuello, sus labios se rozaron con cuidado sobre la suave piel por más que su receptor estuviera esquivo.

 

_No puedo Cain, no ahora - buscó apartarlo por más que no fuera soltado del opresivo agarre.

 

_¿Sabes hace cuanto tiempo que no lo hacemos? - gruñó en reproche.

 

_Unos dos meses.

 

_¿Y aún así te atreves a negarte a tu esposo? - pudo notarse la imperiosa voz, que a cada palabra iba engrosando su tono.

 

_Por favor… no ahora…

 

No alcanzó a terminar cuando notó como los plateados cabellos del soberano se fueron oscureciendo al igual que sus ojos, las pupilas del joven Verseau se expandieron dibujando una expresión de terror en sus finas facciones, como si hubiera visto al diablo fue cediendo a su toque a su vez que su expresión fue suavizándose, culminando en una artificial sonrisa.

 

_Cain ¿tú me amas? - preguntó el más joven refugiando su rostro en el pecho de su consorte.

 

_Más que a nada en este mundo - no dudo un segundo en responder, sabía lo que el menor deseaba escuchar.

 

Lentamente los oscuros cabellos iban volviendo a la normalidad, al igual que sus pupilas y voz, Mystoria se sintió inmerso en un efímero y terrorífico limbo, en el cual dependía de su actuación para tener un final favorable. El de pupilas de hielo buscó los labios de su esposo depositando un lento y tímido beso, el cual fue respondido de inmediato por el soberano que no se midió a la hora de abrirlos y buscar su lengua, paseo sus manos por la delgada cintura haciendo un recorrido que culminó en sus formados glúteos.

 

_¿Me ayudarás a buscar a Camus? -Mystoria suspiró sobre sus labios para luego depositar más besos, muy cortos y tenues.

 

_Todo por ti, mi vida…

 

Teniendo sus manos en sus posaderas lo levantó para depositarlo sin ningún tipo de cuidado en uno de los divanes, la ropa estorbaba a la hora de tocar y saciar su necesidad, la fría piel del menor era su adicción, su total perdición, mientras éste, se dejaba hacer una vez más, sin oponer resistencia, fingiendo cada expresión, movimiento y gemido, su falso éxtasis le ayudaba a conseguir su anhelo más grande, encontrar a su hijo.

 

“Espero un día logres entenderme, hijo”

 

**

 

Todo se mantenía exactamente igual lo cual le hizo preguntarse ¿su madre habría dejado gnomos a cargo de la casona? Al abrir la puerta de su alcoba pudo ser transportado a una parte de su infancia, la habitación contaba con dos camas individuales ya que cuando eran niños, Camus no se despegaba de su lado a tal punto que el pequeño pelirrojo le había implorado a su tío si podía dormir con Dégel.

 

_¿Dónde estarás Camus? -luego del atentado no supo más de su primo, esperaba que fuera encontrado por sus tíos o en una última instancia, por la familia Gémeaux.

 

Sólo con la bata de baño debía buscar algo que ponerse pero como supuso, no había más que ropa infantil en las cajoneras, tuvo que ir a la habitación que había sido de su tío Mystoria en sus años de adolescencia. No conocía mucho de él, siempre estaba al lado del rey Cain como si se tratara de una hermosa prolongación de él, lo que el albino ordenaba, él obedecía, había perdido hace mucho su autonomía.

 

Tras buscar en su armario dio con un conjunto simple, pantalones oscuros al cuerpo y una túnica de seda rojo bordado con hilos dorados que llegaba arriba de sus muslos; bajó las escaleras siendo llamado por el delicioso aroma del té de jazmín, allí se encontraba justamente Krest que al enfocar su mirada en su hijo no evitó sorprenderse.

 

_Esa túnica - pestañeo algunas veces.

 

_Es del tío Mystoria ¿no?

 

_Mi ropa te queda corta, ya me pasaste en estatura - lo cual no era difícil, el castaño era bastante pequeño - te pareces mucho a él cuando era un adolescente.

 

_Solo en el cabello.

 

Extrañamente Dégel había heredado el color de cabello de Mystoria y no de Krest, sus rasgos eran casi idénticos a los de su madre aunque los hermanos Verseau se parecían mucho entre sí.

 

_Hice un poco de sachertorte - el más bajo hizo un ademán para que se sentara a su lado y lo acompañara en la pequeña merienda.

 

Estuvieron algunos momentos compartiendo trivialidades, Dégel, siendo un gran observador pudo percatarse de algunos detalles, como el atuendos de Krest era otro y estaba inmaculado, también la merienda que aparte del té completo, tenia sachertorte, pie de durazno y tarta de fresas y arándanos, todo eso pudo haberlo hecho teniendo al menos dos gnomos pero, la casa estaba deshabitada.

 

_¿Pasa algo Dégel? - no fue ajeno a la ceñuda expresión de su hijo, solía poner esas expresiones al devanarse los sesos por respuestas - deberías confiar más en mí y preguntar lo que desees - extendió su mano acariciando la suave mejilla del menor.

 

_Solo quiero saber que hay detrás de todo esto - sus violáceos recorrieron toda la estancia, había un pétalo de batallaba por abandonar la flor más no lo hacía, como si estuviera suspendida en el tiempo - mi habitación seguía exactamente intacta, la del tío Mystoria igual inclusive - tomó el cuello de la túnica aspirando su aroma - mantiene su esencia de gardenias, es como si…

 

_… Como si no experimentarán el paso del tiempo -el castaño terminó la frase, se alejó un poco de su hijo para beber algo de té, debía resumir todo y a su vez decirle gran parte de las cosas - hay muchas cosas que te he escondido, cuando eras un niño no se me dificultaba pero creciste, al igual que tus curiosidades. No soy igual de iluso que mi hermano que piensa que lograra proteger a su hijo escondiéndolo del mundo, así no funcionan las cosas.

 

Dégel no le contesto, bastaba con ver la expresión del mayor como para saber que debía mantener silencio y esperar a que le revelara algunas cosas, se sentía nervioso pero a su vez expectante.

 

_Como te había dicho antes, los Verseau provenimos de una de las familias más antiguas de la ya extinta nación de Bluegraad, he buscado años el origen de nuestro linaje pero gran parte se perdió tras el diluvio universal - frunció los labios con notoria frustración, no deseaba irse por la tangente por lo que prosiguió - ellos eran unos poderosos hechiceros, hay muchas familias que provienen de un linaje mágico, algunos saben aprovecharlo, otros lo han ido perdiendo con los años por más que las habilidades siguen latentes en su sangre.

 

_¿Me intentas decir que nosotros poseemos la habilidad de hacer magia? - ante la pregunta Krest dudo en contestar pero terminó asintiendo.

 

_No es llegar y hacerlo, han pasado tantos años, tantas generaciones perdidas, es difícil regresar a los años en donde podíamos dominar la magia a nuestro antojo.

 

_Tú… tú sabes algo al respeto.

 

_Bueno, he dedicado más de la mitad de mi vida a investigar y practicar lo primero que encontrara, mi madre solía darme tremendas palizas al enterarse de mi avidez, decía que eran una sarta de estupideces y que terminaría mal pero - puso ambos pies sobre la mesita, luciendo sus enormes botines de cuero - tenme aquí.

 

_¿Divorciado y con un hijo? - no pudo evitar decirlo recibiendo la severa mirada del mayor.

 

_Libre, actualmente soy el cabecilla de los Verseau, no le debo nada a nadie, no es lo que esperaba pero estoy satisfecho.

 

A esas alturas, Dégel buscaba que preguntas hacerle, había tantas que se agolpaban en su cabeza buscando a como diera lugar ser expresadas, lo primero que pudo salir iba más allá de su naciente y al parecer, heredada curiosidad.

 

_Camus ¿Dónde está mi primo?

 

_Ustedes piensan que porque manejo algo de magia puedo saber el paradero de todos, como si fuera un ser omnipresente - aunque se mostrara malhumorado igualmente estaba preocupado por su sobrino - hace un rato hable con Mystoria, como debes saber esta tan desesperado por encontrar a su hijo, no le dije nada aún pero yo tengo una sospecha - esta vez se mostraba realmente alarmado - yo lo vi al lado de un chico, ya sabes, uno de los príncipes Skorpious.

 

_¿Hablas de Kardia? - no dudo en llamarlo por su nombre, le había sido inolvidable.

 

_¿El vago de cabello azul? - parecía decir aquello con total rencor - no, el rubio.

 

_¿Por qué no se lo dijiste al tío?

 

_¿Y adelantar la guerra? - unió sus manos comenzando a pensar con velocidad - los Skorpious se creen muy inteligentes ¿sabes cuál es el mejor modo de combatirlos?

 

_¿Desafiarlos? - Krest negó.

 

_Actuar como débiles y estúpidos - hablaba con calma, ya estaba encontrando una salida - a ellos les encanta engañar a sus víctimas, jugar con ellas hasta el cansancio y desecharlas, significa un gran desafío si la presa en cuestión se opone, libera sus instintos y le es más excitante, pero están en constante alerta. Lo mejor es actuar de manera inofensiva y aparentar caer en su trampa, hacerles bajar la guardia.

 

Todo lo dicho por Krest encajaba a la perfección con el perfil de Kardia, lo cual le hizo preguntarse como su madre conocía tanto de esa familia ¿habría tenido la oportunidad de conocer a un Skorpious?

 

_Yo quiero ayudar a Camus, si él está vivo y retenido por alguien de Skorpious no puedo dejar que le pase algo.

 

_Lo sé, tu le gustaste al heredero del trono ¿lo sabes?

 

_¿A Kardia?

 

_Se ve a leguas que te tiene en la mira - suspiró totalmente molesto ¿acaso era una broma del destino? - son peligrosos, pero nosotros también podemos serlo.

 

_¿Cuál es el plan entonces?

 

_Fácil, debes utilizar a Kardia para dar con el paradero de Camus pero primero.

 

Del bolsillo interno de su túnica sacó una pequeña varita de madera oscura, la empuñadura tenía zafiros y esmeraldas, con un corto movimiento hizo desaparecer la bandeja, con otro encendió las llamas de la chimenea.

 

_De niño te enseñe esgrima y tiro al arco, eso te servirá en esta guerra pero - con su índice equilibraba la varita esbozando una ladina sonrisa - aún no te he enseñado el secreto mejor guardado de los Verseau.

 

**

 

Por más que se burlara de aquel viejo clarividente, Eudoxia sabía la veracidad de sus predicciones, éste había anticipado las epidemias y guerras civiles en su reino, también partes importantes de su vida como el día en que falleció su madre, el ascenso al poder de su hermano y más importante, el día exacto en que conocería a Krest Verseau. Tras todas esas muestras era imposible dejar pasar la última de sus predicciones.

 

Las lágrimas del sol traerán la desgracia a las brillantes gemas de la corona, un dolor necesario antes de que el torrente de sangre llegue al caudal de agonía, las deidades reclamarán lo que le corresponde…

 

Écarlate había inferido que las lágrimas del sol podían tratarse de las flechas doradas y las joyas de la corona, una metáfora de la realeza en la tierra, ahora quedaba averiguar el resto del mensaje. En el mejor de los casos una nueva guerra, en el peor, un designio divino irrevocable.

 

Eudoxia y Écarlate habían llegado a mitad de la masacre, entre los cuerpos no lograron reconocer a nadie relevante para ellos lo cual no era algo muy alentador, había tantos escombros y cuerpos desechos que no había posibilidad de reconocimiento. Por fortuna encontraron a su sobrino Kardia a las afueras del bosque, en un rápido movimiento le obligaron a subir a uno de los caballos y seguirlos. El menor les contó con lujo de detalles todo lo que había alcanzado a ver en el baile, que efectivamente los cabecillas de la familia Gémeaux y Verseau habían asistido, también que pudo ver como Milo había llevado de “manera diplomática”  a un chiquillo de dicha familia.

 

Pudieron comprobar que el portal hacia el reino Nord que estaba en el bosque había sido utilizado hacia poco, Écarlate analizó la inscripción y el césped quemado debido a la invocación sonriendo de modo casi orgulloso.

 

_El bribón de Milo ya aprendió a utilizar los portales.

 

_Algo productivo que aprenda de su hermano - bufó Kardia, se cruzó de brazos sin mucho interés, no es que le gustara estar mucho con sus tíos, cada uno era más excéntrico que el anterior pero, en ese ambiente de total caos, lo mejor era estar juntos, eran sujetos de temer en asuntos de guerra.

 

_Lo mejor que podemos hacer ahora es volver al reino y trazar un plan - fue lo que dijo Écarlate, como el cerebro pensante de casi todas las estrategias de Nord, prefería estar en su territorio.

 

_Lo siento pero yo tengo otros planes - Eudoxia se encontraba detrás de uno de los árboles, no había hablado en todo ese tiempo.

 

_¿Piensas ir detrás de Krest Verseau? - el pelirrojo fue escéptico - ni siquiera sabes donde está.

 

_¿Acaso no escuchaste al mocoso? se fue con su vástago, esa es suficiente información para mi.

 

_Recuerden que sigo aquí - mascullo Kardia pero luego tomó atención a todo lo dicho - ¿sabes donde está Dégel?

 

_Quizás -Eudoxia jugo a misterio sin embargo luego negó con la cabeza - pero no me conviene decirte, sólo lograrás entorpecer mis planes.

 

_¿Encamarte con su madre?

 

_No todo en la vida es el sexo, renacuajo urgido - volvió a montar su caballo - pobre de ustedes que me sigan.

 

_No tengo la más mínima intención de hacerlo - Écarlate tomó el brazo de Kardia con total firmeza, sabía que querría seguir a su hermano - y no, no te irás a ningún lado, necesito ayuda con ciertos hechizos.

 

_¡Suéltame anciano! ¡No quiero terminar como un hechicero que ni sabe dónde meterla!

 

_¡Pagaras por eso Kardia Skorpious! - los ojos verdes de Écarlate se expandieron.

 

Antes de que siguiera reclamando, murmuró algunas palabras y en menos de un segundo, se hizo humo junto a su sobrino y dejado a solas a Eudoxia.

 

_Hora de ajustar cuentas - era algo que el peliazul se había repetido los últimos dieciocho años.

 

**

 

Tuvo que armarse de paciencia a la hora de explicar cada parte de su historia como hechicero a su hijo, había muchas cosas que Dégel había heredado de él, la curiosidad era sin lugar a dudas la mayor. Su avidez de conocimiento lo dejó perplejo al punto que le había pedido todos los libros al respecto y deseaba comenzar lo antes posible su entrenamiento. Le hubiera gustado haber recibido la misma guía que le daría a su hijo, en su tiempo había sido desprovisto de todo indicio, lo único que poseía eran las ganas de aprender e inteligencia de buscar en los lugares indicados, erró miles de veces, pago grandes consecuencias por utilizar de un mal modo la hechicería, no dejaría que su “pequeño” pasara por lo mismo.

 

Estaba agotado de hablar y explicar cada detalle, tuvo que prácticamente ordenar al menor que se fuera a descansar un poco ya que, al día siguiente darían comienzo a los entrenamientos básicos, Dégel hizo lo que por un momento creyó un pueril puchero aceptando irse a su alcoba.

 

Krest estiró sus extremidades  haciendo tronar algunos huesos de su columna y cuello, había hecho tanta magia de limpieza y cocina que estaba agotado, su cuerpo pedía a gritos un reparador baño de tina y una cama que lo cobijara. Fue al enorme salón de baño dejando que el agua de la tina sumergiera su cuerpo, que se llevara todas las impurezas de su piel y dudas de su mente ¿estaría haciendo lo correcto? había visto la mirada que Dégel había compartido con el vástago Skorpious, todo parecía un fresco déjà-vu, se sintió estremecer del terror ante aquella unión, si le ordenaba dejar de verlo, probablemente haría lo contrario, no por nada era su hijo y, para su desgracia, había heredado su fuerte carácter. Se sentía bastante más relajado del baño, llevando solo una larga camisa y unos short estaba dispuesto a irse a dormir, necesitaba descansar su cuerpo y mente.

 

Pudo sentir entonces como alguien ingresaba a los terrenos de la casona, su energía era de una fuerza tan abismal como para ser capaz de destruir de manera sencilla la barrera mágica que había puesto, no dudo a la hora de tomar su varita y hacerle frente al intruso. Como lo supuso, pudo ver una alta silueta que trepaba con total agilidad y destreza hasta el balcón que daba con su habitación; haciendo a un lado su miedo se escondió detrás de uno de los biombos esperando que la desconocida silueta cruzara el umbral de la ventana, hubo algo, quizás la alta estatura o aquella esencia, tembló levemente antes de buscar toda su fortaleza y pararse detrás de la amplia espalda del encapuchado.

 

_Si das un paso más, soy capaz de incinerar todo tu cuerpo, no me molestaría hacer barbacoa con escoria - susurró con frialdad, su instinto se llevó al miedo.

 

El encapuchado levantó ambas manos en claro signo de rendición, y contrario a todo pronóstico, una suave risa atravesó toda la estancia, cosa que hizo alertar a Krest.

 

_¿Esa es tu manera de recibirme encanto? - la varonil voz no dejaba de reír.

 

_No...no puede ser.

 

Se alejó algunos pasos por mero reflejo, el terror fue apoderándose de su cuerpo y deformando sus lindas facciones. Con algo de lentitud, el encapuchado se sacó su capa dejando a la vista a un hombre alto y fornido, su cabello azul llegaba a la mitad de su espada y sus apuestos rasgos eran innegables, una marcada quijada, recta nariz y filosas pupilas violáceas.

 

_¿Esa es tu manera de recibir a tu amado?

 

_¡Vete! - le apunto nuevamente con su varita pero se notaba el miedo, evidenciado en su temblor.

 

_¿Y perderme de la diversión? - observó al más bajo de pies a cabeza dando un coqueto silbido - nadie creería que tienes más de treinta años, tu belleza sigue intacta.

 

Ahora no hablaba con ironía aunque su voz podía ser demasiado engañadora, se acercó sin miedo al castaño, sabía que sería incapaz de atacarlo, su sola presencia le intimidaba y estaba disfrutado en demasía volver a experimentar aquello, terminó arrinconándolo, seguía siendo tan pequeño, le sacaba al menos veinticinco centímetros pero hallaba su encanto en ello.

 

_Levanta tus manos - le ordenó a secas.

 

_No quiero - se negó de inmediato a lo cual Eudoxia no hizo más que apresar ambas manos con su sola diestra.

 

_Siempre has sido jodidamente rebelde - su siniestra se cerró en el tierno rostro contrario, podía ver el terror en sus esmeraldas - conmigo, luego con el bastardo de tu esposo.

 

_¡No me hables de él! - comenzaba a perder la calma - no estamos casados…

 

_¿Y pretendes que te felicite por ello? - negó manteniendo la cínica expresión - de todas maneras - acercó su rostro al oído del castaño - nunca obtuvo lo que yo tuve.

 

_Déjame… en paz - solamente su voz lo tenía de ese modo, ese hombre lo volvía tan débil.

 

_¿Luego de tantos años buscándote? - negó con ligereza apegando su cuerpo con el del más pequeño - tu expresión de miedo es maravillosa, aunque nada se compara a tus gemidos, rogándome por más…

 

_¡Maldito infeliz!

 

Le pegó un rodillazo que hizo retroceder de inmediato al peliazul pero aun así no soltó su agarre, llevó sus manos a la estrecha cintura de Krest, impidiéndole irse, ambas miradas se enfrentaron unos segundos, escondiendo tantos sentimientos, dolor, odio y total resentimiento pero sobre todo, pasional amor.

 

_Te detesto…

 

Krest no alcanzó a terminar su frase cuando fue asediado por los labios del más alto, al comienzo buscó hacer repulsa pero aquello pasó a segundo plano al sentir como le obligaba a abrir sus labios, no pudo resistirse a la reminiscencia de aquellas incandescentes llamas, las cuales engulleron todo el desprecio que alguna vez sintió, se entregó a su captor y a los apasionados besos, se dejó recorrer por las amplias manos sobre su delicada figura, ese veneno lo hacía sentir vivo de nuevo. Tuvieron que separarse al sentirse ahogados, sus labios se separaron sólo siendo unidos por un pequeño hilo de saliva.

 

_¿Me detestas? - susurró el peliazul dando suaves roces sobre los sonrosados labios contrarios - porque no sabes cuánto deseo marcarte de nuevo…

 

Ya no había marcha atrás, había caído otra vez en su trampa mortal, pero esta vez se aseguraría, de llevárselo consigo. 

Notas finales:

Hola gente, debo pedir disculpas por el retraso en la actualización pero al menos pude traer el capítulo 4 :’D

 

A ratos me da ganas de tirar la toalla pero prometí terminar esto a como diera lugar, además he recibido comentarios tan lindos, muchísimas gracias por cada review me alegran a mil <3

 

Como siempre agradezco a mi beta Skorpioknight que aguanta mis errores y me ayuda de modo gramatical y moral :D <3

 

Actualizaré lo más pronto posible, cualquier duda un opinión pueden dejarla en sus review, saludos n.n 


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