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Debajo de las Sábanas por Glace Rose

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Las amplias manos se posaron en sus caderas, afirmando el cadencioso vaivén, aquel cuerpo no dejaba de moverse sobre su pelvis, marcado y sudoroso, con el éxtasis dibujado en el otrora inocente rostro, era hermoso, erótico, totalmente excitante, lo absorbía de modo delicioso.

 

_Me… ¡me vendré! - jadeo el pelirrojo.

 

Milo sonrió satisfecho.

 

Con sus manos sostuvo los glúteos del menor, comenzando a golpear de manera incesante aquel recóndito punto en su interior, mismo que había descubierto junto a sus zonas más erógenas, en un último embate lo sintió irse en el limbo de su placer, proferido en un extasiado grito ambos cuerpos fueron bañados con la caliente estela del pelirrojo. Camus parecía derretirse debido a su calurosa pasión, pese a sentirlo lánguido y al borde de su resistencia física no dejó de bombear en su interior, el orgasmo del menor le hizo contraerse sobre su miembro de un modo exquisito, era delicioso, enloquecedor, necesitaba saciar su apetito. Abrazó el níveo cuerpo ahogando un gutural gruñido para llenar nuevamente sus entrañas.

 

Lo mantuvo entre sus brazos largos segundos, no dejándole huir por más agotado que estuviera, necesitaba bombear hasta la última gota de su simiente, a sabiendas de que recibiría los reclamos del jovencito al retirarse de su interior con brusquedad, procuro ser cuidadoso a la hora de salir escuchando una débil queja de aquel, tras recostarlo en el arrugado lecho lo abrazó comenzando a acariciar su espalda, apreciando el silencio tras la tempestad de sus cuerpos.

 

_Milo yo… yo…

 

La rendida voz de Camus rompió la apacible atmósfera, apenas lograba entenderse lo que decía, sentía su garganta seca y las palabras perdidas aún más que sus pensamientos, sólo las suaves caricias del rubio lograron darle tranquilidad, tenía que hablar ciertas cosas mas no sabía cómo.

 

_Duerme un poco, luego podremos ir a bañarnos - por más apacible que fuera su voz, no dejaba de ser autoritario y hasta cierto punto intimidante.

 

_Pero yo quiero hablar sobre.. esto, nosotros - ¿Había realmente una historia entre ellos?

 

_¿Nosotros? - sonrió de lado, con su mano libre despejó algunos mechones rojizos de la frente del menor para besar sus labios- piensas mucho las cosas Camus, en serio deberías dormir.

 

_Sólo quiero saber una cosa - no deseaba armar alguna pelea innecesaria, estaba demasiado cansado para eso.

 

_Quieres saber que somos ¿no? - el menor asintió - amantes, eres mío.

 

_Entiendo.

 

Aunque en su interior no lo hacía en lo absoluto.

 

No mostró algún cambio significativo, la respuesta de Milo era la esperada, él era uno más en su prontuario, ni siquiera tenía las pretensiones de permanecer a su lado, igualmente, había sido una experiencia increíble, inolvidable.

 

_Pero no pienses que te dejaré ir, ye te dije, eres mío - lo decía casi como si se tratara de uno de sus bienes más preciados.

 

_Quiero que mi madre sepa que estoy bien - acarició con calma su fornido pecho, cambiando abruptamente de tema - por favor.

 

_Haré algo al respecto - besó su frente no dejando las caricias en su cintura y espalda.

 

_Fue… increíble, tú lo eres…

 

Lentamente fue siendo vencido por el sueño, sabía que no tenía muchas chances, su situación era efímera e incierta pero sentía una extraña paz en sus brazos, estaba aprendiendo rápidamente a cómo tratar con él.

 

**

 

_¿Cuánto falta?

 

_Dos horas.

 

_Dijiste lo mismo hace dos horas.

 

_Entonces ¿Para qué preguntas?

 

_Porque estamos en tu reino Kardia, no me obligues a señalarte lo obvio.

 

_Ohh lo siento, se me había olvidado que su eminencia lo sabe todo - espetó con sarcasmo.

 

Habían caído en medio del desierto, a mitad de la noche, sin más polvos de teletransportación ni portales cercanos, se las tuvieron que ingeniar para montar los dos al único caballo que había llegado junto a ellos. Dégel se preguntaba si el otro equino había quedado perdido entre el tiempo y el espacio o, con algo más de suerte, había permanecido en los páramos de Sud.

 

Viajaron toda la noche, haciendo algunas escalas para que el pobre caballo descansara, era demasiado pesado para el noble animal cargar con dos personas, sin contar las alforjas. Debían mantenerse apegados para conservar el calor, el peliverde lo soportaba de mejor modo al ser oriundo del sur del mundo, algo que Kardia estaba comenzando a envidiar.

 

_Maldición Dégel, estás muy frío - intentaba abrazarlo, según el peliazul, para brindarle calor.

 

_Estoy bien así, gracias - mantenía la distancia, no se sentía mal, solo un poco cansado.

 

_Eres una sensual barra de hielo - se mofó del menor, picando sus costados.

 

_¿Gracias? - no sabía si era una ofensa o elogio, quizás ambas - tu eres muy cálido.

 

_Lo se primor - Skorpious se tomaba todo como una alabanza.

 

_No puedo creer que estemos a mitad de la nada - contemplo el cielo nocturno, salpicado de múltiples y desconocidas estrellas -y yo que creí que eras un poderoso hechicero y guerrero.

 

_Lo soy, pero era transportar cuatro seres vivos, los hechizos de transporte y convocación son los más difíciles, también la transmutación.

 

_Parece que efectivamente, sabes mucho - seguía con el rostro pegado en el cielo, contando cada punto luminoso.

 

_Tengo un buen maestro.

 

Dégel bajo la mirada, curioso ante lo dicho por el mayor, finalmente dejó que Skorpious pasara su brazo por su cintura desembocando en su cadera, por más que aparentara, su toque remecía cada fibra, era fuerte y posesivo.

 

_¿Quién te enseña? - se atrevió a preguntar.

 

_Mi tío, está algo loco pero es un genio - admitió - es la persona más inteligente que conozco.

 

_Me gustaría conocerlo - iba a decir que todo el linaje Skorpious estaba loco pero no era tan insensato.

 

_No estoy seguro si yo quiero eso - su amplia mano presiono la zona de la cadera del menor - estas demasiado verde para ellos.

 

_¿Es por mi cabello? - Dégel parecía ofendido.

 

Kardia río, no pudo evitar levantar el cuerpo del menor, sentándolo en sus piernas tal cual niño pequeño.

 

_Realmente eres joven.

 

Su mano viajó desde su cintura, caderas, acariciando las torneadas piernas, Dégel se estremeció sintiendo una descarga por toda su espina dorsal.

 

_Kardia no… basta… - la precaria situación y su acongojado rostro parecía ser un catalizador para el mayor.

 

Aún de ese modo, detuvo las superficiales pero sugerentes caricias, se encargó de recorrer con la punta de sus dedos la fina silueta, por encima de la ropa, como un depredador que juega previamente con su presa.

 

_¿Sabes las ganas que tengo de hacértelo?

 

A esas alturas, Verseau sentía su corazón latir de manera acelerada, la oía perfectamente retumbar en su cabeza, era persistente y molesto. Pudo sentir los dedos cerrarse en su quijada, obligándole a ver el apuesto rostro de su captor, la sensual y sugestiva sonrisa, los fríos zafiros que brillaban a la luz de la luna. Sintió terror.

 

Quería huir.

 

_No sería buena idea - un lastimero suspiro se escapó de sus labios.

 

_¿Por qué no? - Kardia parecía divertido.

 

Era una buena pregunta, Dégel sabía que, eventualmente, terminaría en esas instancias con Kardia ¿Realmente no lo deseaba? Debía estar loco, bueno… había escapado por su propia cuenta con su captor, a esas alturas dudaba de su propia cordura.

 

_Porque… no - ¿dijo eso? Se maldijo internamente.

 

Escuchó nuevamente la risa, aunque esta vez una mucho más divertida y sin ningún indicio de maldad, lentamente fue soltado y recostado en el pecho de Kardia.

 

_Eres bastante divertido, mi querido helecho.

 

_… ¿Helecho?

 

_Bueno, tu verdor es adorable.

 

_Retráctate.

 

_¿Y si no quiero?

 

El menor se abalanzó sobre el cuerpo que lo apresaba, haciendo una pequeña nube de arena, terminó a horcajadas del peliazul que no había hecho intento alguno de defenderse, en ese momento Kardia aprovechó de llevar ambas manos en las caderas del menor, apreciando su hermosa silueta a la luz de la luna, había algo que le fascinaba de Dégel, en circunstancias normales hubiera perdido la paciencia y tomado sin miramientos, pero su actitud, esa inteligente rebeldía le enganchaba más de lo que imaginó.

 

Mantuvo su zurda sobre la cadera mientras su otra mano ascendía con lenta delicadeza por todo su torso, todo sobre la ropa que protegía su piel del frío, terminó en su cuello, luego su mejilla la cual acuno.

 

_¿Sabes? Soy bastante pretencioso, te deseo pero - su caricia descendió hasta su boca, con su pulgar tiro levemente su labio inferior - quiero que me lo pidas.

 

_Eres un egocéntrico - la seriedad del peliverde solo era su escudo ante su desconcierto.

 

_Lo sé.

 

Aun teniéndolo sobre su pelvis subió su rostro atrapando los labios del menor, llevando ambas manos sobre su estrecha cintura, no fue apasionado, marcó un lento ritmo, paciente, reconociendo, controlando el calor en su estómago bajo.

 

_Durmamos un poco.

 

La susurrante voz de Dégel detuvo el beso cosa que sorprendió al peliazul, pudo ver cómo se apartaba de su rostro para bajar de su pelvis y finalmente recostarse sobre la arena. Había algo misterioso en ese chico, se había dado cuenta desde que lo conoció, era como un puzle, complejo, rebuscado, enigmático. No lograba saber que pasaba por su cabeza, desde siempre se había enorgullecido de leer perfectamente a sus amantes, saber todo lo que sentían, sus pensamientos, una simple mirada lograba entender todos sus mecanismos.

 

Con Dégel no podía.

 

Era frustrante y hasta cierto punto, desconcertante, no obstante, estaba dispuesto a seguir el juego del escurridizo Verseau. Notaba su silueta recostada sobre la arena, con cuidado hizo la misma acción, rodeando su cintura y dejando su pecho recargado sobre su espalda, quedando en una cómoda y hasta romántica posición.

 

_Kardia te dije que…

 

_Durmamos, hace frío.

 

La gruesa voz parecía en calma, Kardia llevó su mentón en el hombro del menor que no se negó, la temperatura descendía y debían estar juntos si deseaban conservar el calor, pudieron dormir bastante cómodos considerando el hecho de que estaban en medio del desierto.

 

--

 

Lo primero que pudo oír fue el suave relincho de un caballo, lentamente abrió sus pupilas notando como los primeros rayos del alba iluminaban las uniformes dunas, a menos de un metro, una alta y semidesnuda silueta cepillaba al equino de castañas crines. Tuvo el tiempo suficiente para apreciar los detalles, debido al calor que ya se manifestaba a primeras horas de la mañana.

 

Kardia estaba sin la parte superior de su ropa, su largo cabello se encontraba tomado en una enmarañada coleta alta, dejando a total vista su perfecta y bien marcada espalda, tenía varias cicatrices que dudaba que fueran hechas por uñas en un arranque de pasión, parecían ser más bien cortes de alguna arma blanca. Por un breve lapso de tiempo se vio recorriendo la marcada piel con sus labios.

 

Sintió un indescriptible calor.

 

Skorpious había sentido la incisiva mirada en toda su silueta, haciendo tensa la atmósfera, dejó de cepillar al caballo y pasó su antebrazo por su frente, despejando la fina capa de sudor y dándole un espectáculo al menor.

 

_¿Ya despertó el príncipe durmiente?

 

_Ni siquiera soy un príncipe - negó mientras se acercaba, aún un poco somnoliento y azorado - ¿Por qué no me despertaste?

 

_Era muy temprano, te veías adorable y completamente vulnerable durmiendo, si hasta pensé en probar esas hermosas curvas - miró de pies a cabeza al peliverde.

 

_Eres un degenerado.

 

El peliazul levantó ambas manos en señal de rendición pero con una sonrisa pícara en sus labios, como quien pilla a un niño haciendo fechorías. Guardo las cosas en las alforjas y las acomodó en el caballo, luego apuntó con su índice a un sitio determinado.

 

_Mira, si hubiéramos seguido anoche, de seguro podríamos haber llegado.

 

A lo lejos, distorsionada por el calor del desierto lograban apreciarse las figuras, algunas bajas, otras más altas, lo que parecía conformar una ciudad.

 

_Y de seguro podríamos haber dormido en una cama.

 

Fue sacado de sus pensamientos por las amplias manos, las cuales recorrieron lentamente sus caderas.

 

_Pero lo pasamos bien anoche - pudo sentir el mentón del peliazul acomodarse en el arco entre su hombro y cuello. La seductora voz de Skorpious acarició de manera peligrosa su oído, era tan incitante - además tu dijiste que no eras un príncipe.

 

_Tú lo eres - murmuró suavemente.

 

_¿Y es algo que cambiaría nuestra relación?

 

Por un instante, tuvo un fugaz déjà vu del día del atentado, guardando la calma, Dégel se apartó.

 

_No, no estoy muy interesado en esos asuntos - admitió mientras se estiraba y acomodaba sus prendas.

 

El peliazul negó con una sutil sonrisa mientras se vestía para disponerse a partir, ayudó a su acompañante y cabalgaron a una velocidad reducida, era poco tramo y no deseaban forzar al caballo.

 

_¿En ese pueblo hay portales? - preguntó curioso Dégel.

 

_En Kifisias hay varias opciones, es una ciudad muy grande.

 

Entonces era una ciudad, pensó Dégel, lo que le dejaba en la casi certera probabilidad de que el príncipe estuviera haciendo el tonto con él, no estaba tan mal andar a su lado aunque aun así debía mantenerse alerta, era algo que su madre le había recalcado hasta el cansancio.

 

Mientras más se acercaban lograban apreciarse más detalles, la ciudad estaba amurallada por enormes paredes de aparente ladrillo, en la puerta habían dos guardias de gran envergadura que llevaban con orgullo sus protecciones de cuero, no escondieron su asombro al ver al peliazul.

 

_¡Su majestad!

 

Replicaron ambos, al unísono, inclinando su cabeza en señal de profundo respeto.

 

_Necesito que no digan sobre mi llegada, es una visita extraoficial y rogaría por discreción.

 

Ambos jóvenes asintieron sin cuestionamiento alguno mientras abrían la enorme puerta de oscura madera. El interior de la ciudad era impresionante, las edificaciones mantenían una rica arquitectura y las pocas personas que lograban verse parecían deambular con tranquilidad, no anduvieron mucho antes de llegar a un torreón que asimismo conformaba parte de gran fuerte, Kardia ni siquiera preguntó si podía pasar, los guardias de inmediato le rendían reverencia y se apartaban.

 

_De verdad eres el príncipe.

 

_¿Lo dudabas?

 

Ya en las caballerizas, se bajaron del caballo dejando todo en su sitio, ya no necesitarían toda esa implementación.

 

_Es solo que - humedeció sus labios antes de continuar, algo que no pasó desapercibido por el mayor - a veces tus modales no son los mejores.

 

_No soy tan educado como mi hermano pero aun así la gente me rinde respeto - no se mostraba orgulloso ni avergonzado, hablaba con naturalidad.

 

Anduvieron por los interiores del recinto, parecía ser que conformaba parte de la guardia del pueblo puesto solo andaban por allí altos y fornidos jóvenes, los que, cabía señalar, no dejaban de observar al forastero, Dégel resultaba demasiado llamativo al ser un extranjero, lo que le hacía sentir incómodo y fuera de lugar.

 

_¿Pasa algo? - murmuró Kardia al notar el tenso semblante de su invitado.

 

_No dejan de observarme, es desagradable - Kardia aguanto la risa - ¡no te rías!

 

_Es cierto, debemos hacer algo al respecto.

 

Lo llevo a uno de los patios interiores, no había muchos soldados rondando pero al menos tendrían algo más de privacidad, observó a Dégel aguantando lanzar algún elogio indecente, el chiquillo estaba como quería.

 

_Cierra tus ojos.

 

_De seguro querrás hacerme algo poco decente - el menor era receloso.

 

_Ya quisieras, pero no - suspiró antes de continuar - confía en mi Dégel - se había tornado serio ¿había algo que no le cuestionara?

 

El menor cerró sus ojos, mantenía la postura tensa ante cualquier cosa que pudiera ocurrir, antes de que se diera cuenta pudo escuchar un chasquido de dedos seguido de un suave silbido de admiración.

 

_Perfecto… - escucho perfectamente eso- ya puedes abrir los ojos.

 

Lo primero que pudo notar era el cambio, no en Kardia, sino que en su propia vestimenta. Había sido ataviado de una túnica cruzada en tonalidades terracota con detalles en dorado y rojo, su largo cabello había sido trenzado a la altura de su cabeza, apegado a su cráneo, decorado con pequeñas piedras de colores, por más que la túnica fuera larga, debajo llevaba unos amplios pantalones color crema que llegaban debajo de sus rodillas, todo acompañado por las sandalias de cuero que se cruzaban por todas sus pantorrillas.

 

Skorpious observó detenidamente su obra de arte, no dio su visto bueno hasta que pareció recordar algo, chasqueó nuevamente sus dedos haciendo aparecer de la nada un velo que hacía juego con los pantalones, la tela cayó con gracia sobre la cabellera esmeralda, cubriendo buena parte de ella y también sus labios, solo quedaba a la vista las enormes amatistas de Verseau.

 

_Esto… parezco un… - su voz era atenuada sobre la tela que cubría su boca.

 

_Un hermoso jovencito de Nord - interrumpió Kardia, con notorio orgullo.

 

_Iba a decir que parecía un jacinto de Nord - descubrió su boca -  pero debo admitir que es ropa fresca y cómoda.

 

_Acá nadie te conoce - se acercó para acomodar las prendas, el hermoso velo y ajustar la túnica a la espigada silueta - es una ciudad bastante alejada de la capital, por el momento es mejor que pases desapercibido como un jacinto.

 

_Es porque te la pasas con ellos ¿no?

 

Su mordaz acusación iba cargada de un extraño rencor, en ese momento Dégel no lo comprendió ¿le molestaba eso? Nunca se había cuestionado sus términos con Kardia, ambos no se debían nada y si analizaba bien su situación, el que estaba más vulnerable, el que tenía más riesgos de salir perjudicado era él.

 

_Tienes razón, no ando con cualquier jacinto, por eso te escogí las mejores prendas - apreció sus bellos rasgos unos segundos - las que sean dignas de ti.

 

Por instinto, Dégel se apartó, le desarmaba por completo esa mirada, el modo en que lo contemplaba, como si estuviera siendo desnudado por sus profundas pupilas, le daba un escalofrío impresionante.

 

_Entonces ¿Cuál es el plan?

 

_Hay un portal en la esquina sur de la ciudad, es sumamente fácil utilizarlo y nos haría llegar directamente al palacio Skorpious.

 

Entraron nuevamente a los interiores del recinto, Dégel pudo comprobar que, efectivamente, pasaba desapercibido con esas prendas, ya no era mirado con extrañeza, sino que con lascivo deseo, no sabía que era peor.

 

_Entonces debemos ir de inmediato.

 

_Hay un pequeño problema.

 

Tocó el hombro de uno de los tantos soldados que iban por ahí, le dijo algo al oído antes de que el hombre saliera rápidamente en busca de algo, no tardó ni un minuto en regresar con la implementación básica de todos los soldados.

 

_¿Otro más?

 

Pudo observar como Kardia se puso la protección, incluido el casco que la mayoría utilizaba allí, los soldados de bajo rango.

 

_No estoy seguro si tu primo esté allí.

 

Conociendo a su hermano, de seguro lo habia llevado a la propiedad que había sido de su madre, un sitio seguro y bastante apartado del palacio central.

 

_Tu sabes donde está - fue seguro.

 

_Quizás - tomó su mano saliendo del lugar - pero primero quiero aprovechar mi tiempo contigo.

 

_Que romántico - susurró con sarcasmo - ¿por eso ambos vamos disfrazados?

 

_Yo estoy vistiendo como un honorable soldado de Nord - habló de manera solemne.

 

_Si claro, como alguien de bajo rango, para que no sospechen que andas con un noble de la nación enemiga, el cual, dicho sea de paso, también va disfrazado.

 

_Eres tan suspicaz como temerario - apretó más su mano, comenzando a caminar en dirección a la ciudadela - te daré un pequeño paseo por una típica ciudad de Nord, nunca se sabe si es la última vez.

 

_¿De qué hablas? - se detuvo en seco.

 

No fue ajeno a las palabras del peliazul, fue invadido por una extraña ansiedad, Kardia volteó su rostro brindándole una espléndida sonrisa que lejos de tranquilizarle, le dio más terror de lo encantadora que podía llegar a ser.

 

_Nada precioso, vamos.

 

Enredó sus dedos y se dispuso a caminar.

 

**

 

En el palacio Gémeaux se había convocado una mesa redonda, conformada exclusivamente por el matrimonio real y las cabecillas de las familias nobles. La tensión era tal que fácilmente podría haber sido cortada por el filo de una espada, el rey Cain se mostraba tranquilo, su esposo Mystoria, nervioso, los demás eran una mezcla de emociones, Itia Livre no dejaba de analizar al joven frente suyo, cierto castaño que lo ignoraba cómo era su costumbre.

 

_¿Es en serio? - Krest rompió el pesado silencio, tomó una pluma apuntando con ella varios sitios en el mapa que se extendía por toda la mesada - no considero plausible llevar las tropas en un ataque directo, mucho menos a un reino como Cette que nos gana por cantidad.

 

_No hay otra opción - Cain entendía las inquietudes de Krest, también su mal temperamento - las tropas se están agrupando en posiciones estratégicas hacia el suroeste, ellos sospechan de nosotros.

 

_¿De verdad ese niño inexperto de Sisifo heredó la corona? - Itia chasqueo sus dientes, al hablar su mirada residía en las curvas que Krest dejaba ver al estar inclinado de ese modo sobre la mesa - de seguro el culpable fue ese bastardo de Zaphiri Skorpious, debió enviar a los sádicos que tiene por hermanos.

 

Mystoria que había mantenido un silencio absoluto aclaró su garganta, incómodo con la situación conectó su mirada con la de su hermano mayor que ni se inmutó.

 

_Lo que debemos hacer ahora es mantener la calma en el reino, mantener las tropas en la zona limítrofe y dar un estado de alerta - la suave voz de Mystoria podía llegar a calmar el caldeado ambiente.

 

_Podrías encargarte de eso tú, hermano - murmuró Krest - creo que eres el que tiene mejor relación con el pueblo ¿Qué opina su majestad?

 

Cain era muy rígido, Itia no tenía sentido de la diplomacia y él mismo, era de plano un amargado, todo el ángel de los Verseau se lo había llevado su hermano menor.

 

_Me parece bien - le dejaría esa pesada carga a su esposo.

 

Todo se vio interrumpido por el sonido de unas trompetas, tanto Cain como Itia se levantaron de inmediato.

 

_¡Ustedes dos quédense aquí!

 

Fue la orden certera del albino, Krest estaba a punto de cuestionarle cuando sintió el suave toque en su hombro, como siempre su hermano justificaba toda acción hecha por el soberano. Ambos Verseau tuvieron que permanecer en la habitación dejando partir a los mayores, esperaron un tiempo prudente antes de hablar, el estado de crisis se había disparado, los cascos de caballos y gritos de batalla habían dado inicio.

 

_Increíble que tenga que desatarse una alerta de guerra para que Cain te deje en paz.

 

Mystoria relajo su postura sentándose en una de las tantas sillas, hacía días que su mirada había perdido rumbo, el brillo se había desvanecido hacía ya muchos años. Observó a su hermano mayor, apoyado sobre una de las ventanas concentrado en el caos colectivo, parecía un retazo del pasado, no había cambiado nada más que su cabello.

 

_Camus ¿Has sabido algo de su paradero?

 

Toda concentración que pudo tener Krest se fue a la agazapada silueta de su hermano, se paseó un poco por la habitación, reflexivo ante las noticias ¿debía decirle todo?

 

_Algo así - hizo una extraña mueca, estaba preocupado - debo amarte mucho como para permitir que mi propio hijo se fuera con uno de esos bastardos.

 

Las pupilas de Mystoria se abrieron no escondiendo su desconcierto, ahora las cosas parecían ir de mal en peor, todo vaticinado por las trompetas bélicas.

 

_Dégel él…¿se fue con un Skorpious?

 

_Y no cualquiera - era una jugada arriesgada, Krest confiaba en su hijo, también lo conocía suficiente como para saber que no lo detendría - se fue con el heredero al trono, Kardia Skorpious.

 

_¡¿Estás demente?! ¿cómo permites que tu hijo se vaya con uno de esos infelices?

 

_Ya te lo dije ¿sabes exactamente dónde está Camus? - Mystoria negó - apostaría mi cabeza al decir que está con uno de los príncipes, se fue con el chico rubio, los vi en el baile dorado.

 

En ese momento, todo cobró sentido para Mystoria, su mirada pasó de la sorpresa, a la ira e impotencia. Había visto como ese chico coqueteaba descaradamente con su hijo, había actuado en sus propias narices.

 

_¿Cómo no me di cuenta?

 

_No te subestimes, te das cuenta de todo, tu mente es brillante, solo estás anulado por el psicótico de tu esposo.

 

Si había algo que Mystoria odiaba de su hermano, era el cruento modo que tenía de decir las cosas, lo peor de todo era que la mayor parte del tiempo acertaba, un rasgo que tenía desde que eran pequeños.

 

_No quiero hablar de mi relación con Cain - llevó su mano a su frente, se sentía mareado - no es el momento Krest.

 

_Nunca es el momento, en primer lugar nunca debiste casarte con él, muy rey puede ser pero te ha estado matando en vida durante la última década.

 

_No era algo que estuviera en mis planes, luego quedé esperando a Camus y todo cambió para mí.

 

Negación, siempre cuando intentaba abordar el tema con su hermano menor, obtenía respuestas evasivas, el castaño veía bajo el agua y sabía más cosas de las que quisiera aceptar, tampoco le convenía encararlo con la verdad puesto él mismo escondía demasiadas cosas, era una encrucijada.

 

_Déjame recordarte que me separé de Itia cuando Dégel tenía cinco años, no soporté sus abusos, si seguía de ese modo hubiera terminado loco o bajo tierra.

 

_Técnicamente sigues casado con Itia - recibió una dura mirada del castaño, era como echar sal en la herida.

 

_Porque no quiere firmar el divorcio, no entiendo cómo pero logró convencer a la corte de que era un arranque del momento - ahora se notaba completamente enfurecido - ¡¿un berrinche de doce años?! Inaudito…

 

_Ya sabes que la ley es unilateral, nosotros estamos condenados por ser fértiles.

 

_¿Qué te pasó Mystoria? - el más bajo se acercó a su hermano acariciando con suavidad su rostro - antes no eras así, luchabas por tu felicidad o al menos por tus ideales, eres la sombra de ese dulce jovencito.

 

_Ya no soy un niño - le brindó una cansina sonrisa - creí amar intensamente, que ese amor lograría cambiarlo todo pero - eludió su mirada, con decepción ante sus recuerdos - fui traicionado, mi pecado fue amar a la persona equivocada.

 

_¿Aún lo recuerdas?

 

No había reproche alguno en la voz de Krest, le costaba entender la intensidad de sentimientos que tenía su hermano, luego de tantos años y aún permanecía en sus recuerdos, seguía lastimando su mente y torturando su corazón ¿Cómo no entenderlo? los corazones rotos lograban conectar ese tipo de dolor.

 

_¿Cómo olvidar a un hombre como él?

 

_Te lastimó ¿lo sabes?

 

_Si, y lo sigue haciendo cada vez que evoco su recuerdo - ahora el peliverde parecía devastado, todo se había acumulado de un modo funesto en su mente - creí odiarlo, que ese sentimiento de despecho me haría amar a mi esposo.

 

_¿Pretendías olvidar a Écarlate Skorpious de ese modo?

 

_No me lo nombres... - su respuesta fue lastimera, le afectaba escuchar hasta su nombre - deberías entender mi miedo ¿Cómo quieres que me sienta al saber que Camus está con alguien de esa familia? ¡Tú deberías saberlo Krest!

 

El mayor se maldijo internamente al haber tocado un tema tan delicado, su hermano había sido dañado en todos los sentidos, lo había guardado y dejado fermentar de ese modo, no era sano.

 

_Lo sé - bajó su voz, en esos momentos ambos debían mantener la calma - sabes que me afecta mucho saber a Dégel en el poder de alguien de Skorpious pero, todo tiene un fin.

 

_Tu… - respiraba de modo pesado, regulando sus sentimientos hasta retornar en esa calma que tanto le caracterizaba - lo hiciste a propósito.

 

_Lo note desde que Dégel tuvo contacto con ese sujeto -se le notaba frustrado, resignado ante el destino - por más que le advirtiera o le prohibiera, terminaría involucrado con él, por eso me propuse hacerlo más fuerte, enseñarle a defenderse y tomar las respectivas precauciones.

 

_¿Qué tienes planeado?

 

Pudo notarlo en la sutil sonrisa que ahora dibujaba el rostro del mayor.

 

_Qué Dégel, tras saber el paradero de Camus lo traiga de vuelta a nuestro lado, en estado de guerra todos los territorios se verán expuestos, el caos nos dará carta blanca para actuar - tenía todo fríamente calculado, era arriesgado e inclusive podrían fallar de manera estrepitosa más confiaba en Dégel - nosotros podemos ser astutos si Kardia Skorpious se quiere acercar a mi hijo, no lo tendrá fácil.

 

_¿Has pesando lo que puede hacerle a tu hijo?

 

_Claro que si Mystoria, no me pienses un estúpido - se apartó, notoriamente exasperado -  actualmente estamos todos en peligro, créeme que lo más seguro para nuestros hijos es que estén bajo el alero de un Skorpious.

 

_A veces pienso que tu inteligencia te está volviendo loco.

 

_Lo mejor es estar lo más cerca posible del enemigo ¿No recuerdas lo que pasó hace diecisiete años?

 

Mystoria calló, sabía que su hermano tenía toda la razón mas no dejaba de sentir el terror y la incertidumbre.

 

_Solo ruego por que logren sobrevivir.

 

Esperaba que alguna deidad escuchara sus plegarias.

Notas finales:

Hola gente linda, después de muchas esperas pude traer el cap 7, es más largo de lo habitual espero no sea molesto para leer x3

 

Junto con la guerra se aproxima otro smut pero no diré sobre quién es, quiero mantener el suspenso xd

 

Cómo siempre agradezco a mi beta Skorpioknight que se da el trabajo de leer y corregir todo <3

 

También a todas esas personas que pasan dejando su review, de verdad me ayudan mucho y me animan a seguir, cualquier duda, acotación o teoría estaré dispuesta a escucharla. También a los fantasmones y sus visitas xd

 

Nos vemos en la próxima actualización :D!


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