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Por ti, mi amor... por Aomame

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Por ti, mi amor

Bienvenido a casa

Bruce sonrió cansinamente desde el sofá, había bebido un poco de más, así que también sonreía bobamente. Tony no encontraba la manera de hacerlo ir a dormir, miró su reloj de pulsera y nerviosamente, comprobó  la hora con el reloj de la sala. Era justo la media noche.

—¿Qué te pasa?—dijo Bruce arrastrando un poco las palabras—Hoy no estás de ánimo eh, Tony.

—No tienes idea del ánimo que tengo—Tony sonrió significativamente, pero Bruce no pareció entender. En cambio, se inclinó en busca de otro vaso de whisky—. Oye, no será mejor que te vayas a dormir…

—No, quiero hablar contigo —Bruce lo señaló acusatoriamente—. Rhodey me dijo lo que pasó en el hotel.

—Ah, ese boquifloja.

—Tony, creo que tienes que ir a terapia. Te lo digo como amigo. Me preocupas.

—Ya fui a terapia.

—Pero, Tony, Steve está… sé que es difícil, pero él está muerto.

Tony suspiró cansinamente.

—Bruce, ¿si te digo que sí, te irías a dormir de una buena vez?

El aludido asintió, pero negó casi al mismo tiempo. Por un lado, pensó Tony, estaría bien que Steve llegara entonces y que Bruce comprobara por sí mismo, que estaba vivo. Pero, por la manera en la que Steve lo había buscado, era evidente que no quería que nadie más lo viera. Así que tenía que obligar a Bruce a marcharse a dormir.

—Escucha, hablamos mañana, cuando estés menos ebrio.

—Eso es raro—señaló Banner—, tú no lo estás. A esta hora deberías estar más ahogado que yo.

—Tengo algo que hacer… Mira, incluso Jarvis está descansando ya, porque no…

Justo entonces se escuchó el “Bip” de advertencia del sistema de seguridad.

—Demonios. Bruce, no te muevas.

Como un rayo, Tony cruzó la casa en dirección a la puerta de entrada. Patinó cuando frenó. En la entrada Steve había ya puesto sus dedos en la placa y el sistema anunciaba: “Bienvenido a casa, señor Rogers”.

Ambos se miraron por un instante en silencio. Fue Tony quién rompió el hielo con un extrañamente tímido:

—Hola

—Hola—respondió Steve y Tony sonrió.

—Tengo un problema. Bruce, ¿te acuerdas de él?

Steve negó lentamente, pero Tony no se dio por enterado.

—Él no quiere irse a dormir, es un grano en el culo, pero no puedo evitarlo. Dame unos minutos para machacarlo y llevarlo a su habitación. ¿Sí? Espérame aquí.

Dio media vuelta y una vez más, echó a correr como demonio hasta el otro lado de la sala. Steve lo observó marcharse, pero no pudo esperar mucho. Caminó lentamente por el pasillo, siguiendo su trayectoria, se escondería si era necesario, pero no le gustaba la idea de permanecer en la entrada de la casa.

Cuando Tony regresó a la sala, Bruce se había dormido en el sofá. Lo cuál era genial, pero sintió que se había estresado por nada. Estaba por volver con Steve cuando lo vio de pie bajo el marco de la puerta.

—Se durmió—explicó al tiempo que señalaba a su amigo.

—¿Quieres que lo llevemos a su habitación?

—Nah, que sufra. Ven, podemos hablar en otro lado… tú y yo.

Tony le tendió la mano, Steve, sin embargo, no se movió de dónde estaba. Así que Tony fue por él, le sujetó de la mano y lo condujo escaleras arriba, hacia su habitación.

 

 

 

Pepper se quitó los zapatos de tacón y los dejó caer sobre la alfombra. Había sido un día muy ajetreado. Pero, al menos, no había tenido que lidiar con Tony. Había sido, hasta extraño, su comportamiento. Había estado tranquilo, bebiendo y bromeando, pero sin excederse, pero lo más raro fue que rechazó a todas y cada de las chicas que se le acercaron. Y todavía más atípico: se fue a casa temprano.

Sonó el timbre y fue abrir con un mohín. Jarvis estaba del otro lado de la puerta, llevaba consigo una caja de cartón.

—Buenas  noches, señorita Potts.

—Buenas noches, Jarvis, pasa— el mayordomo entró y dejó la caja en la mesa de centro de la sala.

—Le traje lo que me pidió.

Pepper se acercó y levantó la tapa de la caja para ver su contenido.

—Sólo te pedí una foto, Jarvis— dijo con una sonrisa.

—Oh, es que no quise dejar la caja al alcance del señor Stark, señorita Potts.

—Entiendo— dentro de la caja había dos gruesos álbumes que supuso de fotos, así como objetos varios, incluyendo peluches.  Daba gracia pensar que eran regalos, que seguramente Steve le dio a Tony cuando eran novios—. Por cierto, Jarvis, ¿cómo regresó Tony a casa?

—Bastante bien, señorita Potts. Honestamente para ser él día que es hoy, estaba muy tranquilo y alegre. Aunque no me fio del todo… El señor Bruce se quedó con él, así que espero que todo siga en orden.

—Es raro ¿verdad? Es como si ese extraño con el que durmió le hubiera inyectado ganas de vivir.

—Es raro, pero honestamente, señorita Potts, ya lo había visto así antes.

—¿En serio? ¿Cuándo?

—Cuando el joven Steve vivía.

 

 

Tony se quitó los zapatos en cuanto entró en su habitación y se subió a la cama. Steve cerró la puerta y le siguió hasta el borde del colchón. Tony aprovechó su cercanía y su reciente estatura ganada para rodearle el cuello con los brazos y besarlo en los labios.

Ya no había duda, ninguna. Ese de ahí era Steve, su biometría era exacta. Era la prueba que necesitaba, y pensó que ya no tenía que ir al cementerio para sacar un cuerpo falso de la tierra. Steve no se negó al beso, pero intentó que fuera lo más breve posible.

—Tengo que hablar contigo—le dijo.

Tony suspiró, y se dejó caer en la cama pesadamente. Lo miró desde ahí, Steve seguía de pie, firme como un soldado, le dio gracia y se rió.

—¿Te hiciste militar como decías? ¿Qué eres?  ¿Sargento, coronel…?

—Capitán.

—Qué sexy—dijo al tiempo que lo barría con la mirada.

Steve frunció el ceño, no sabía si reír o pedirle que dejara de desviar su atención. Tony por su parte, estaba tranquilo. Al parecer tanto él como Steve habían cumplido con el deseo de sus padres. Eso no estaba del todo mal, excepto por una cosa, se habían perdido años de compañía mutua.

—Oye, Steve—gateó en la cama y tiró de la chaqueta de éste—, hagamos el amor.

—Tengo que hablar contigo—insistió Steve, pero se inclinó hacia él, con la intención clara de besarlo.

—Después—le dijo Tony y cerró el espacio entre ellos un poco más—. Te prometo que después hablamos de todo lo que quieras ¿sí?

No tuvo que esforzarse más, Steve cedió. Apoyó una mano en el colchón y atrapó los labios de Tony con los suyos. Éste sonrió y suspiró complacido, al tiempo que se hacía hacia atrás para darle espacio a la anhelada compañía en su cama.

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

 

Soy mala, lo sé XD Pero ya casi, se los juro. 

 

Hasta la próxima! 

continuará...


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