Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por ti, mi amor... por Aomame

[Reviews - 66]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Por ti, mi amor...

Confianza

—Capitán, lo necesito aquí cuanto antes—recalcó Fury. Su autoritarismo habitual parecía haberse potenciado.

—Tengo una misión aquí, Fury.

—Pues termínela y venga de inmediato. Esto es urgente, capitán, y no confío en nadie excepto en usted…  Por ello no diga nada a nadie. Capitán, no confíe en nadie y venga.

—¿Qué hay de Pierce? Él es quién me asigno la misión y…

—Cumpla su misión y venga, capitán. Ya no hay tiempo.

Después de eso, la llamada se cortó. Steve apartó el teléfono de su oído y lo miró con un gesto de extrañeza tal que Sharon  tuvo que pasar una mano frente a su rostro para que reaccionara.

—¿Qué quería?—le preguntó.

Steve le tendió el teléfono, no contestó y dio media vuelta.

—Gracias, Sharon.

—Steve, ¿qué sucede?

Steve se giró y le dirigió una mirada imprecisa.

—Tengo que irme—dijo.

 

 

 

Jarvis dejó la taza de café sobre la mesa y se irguió para ver a su jefe muy concentrado en algún nuevo invento. Carraspeó para llamar su atención, pero no dio resultado. Así que se acercó a él, y se dio cuenta que tenía los audífonos puestos; con toda la elegancia que le caracterizaba, le apartó uno del oído y le llamó.

—Señor—Tony giró el rostro y lo miró ligeramente ofendido—, su café.

—Gracias, Jarvis—bajó de su banco de trabajo y corrió por un trago de café, mientras bebía dirigió la vista hacia el reloj en su muñeca. Necesitaba mantenerse despierto, aún faltaba para la media noche y a pesar de haber estado trabajando todo el día, no estaba dispuesto a perderse su cita de cada noche.

—Señor, creo que debería ir a dormir—Jarvis se inclinó sobre el objeto que Tony estaba construyendo—¿Qué es esto, señor?

—Un reactor—dijo Tony quitado de la pena y con una mano en la cintura— Creo que podemos ahorrar mucha energía y ser ecologistas…

“Bip, Bip”

Tony frunció el ceño, esa era la alarma que había instalado para cuando Steve llegara, una alarma sencilla e insulsa, para no levantar sospechas. Incrédulamente, volvió a mirar su reloj y luego, a Jarvis, quién seguía observando el cuerpo del reactor.

—Jarvis—dijo dejando su taza de café sobre la mesa—, no te muevas de aquí.

—¿Eh? ¿Sucede algo, señor?

—No, no, para nada—Tony retrocedió de a poco hacia la salida—Tengo que traer algo y necesito… necesito que… que vigiles el reactor, no le quites los ojos d encima. Si ves algún cambio, me gritas.

—¿Señor?—Jarvis hizo un gesto nervioso con los dedos.

—¿Y Bruce dónde está?

—Me parece que en su habitación, señor.

—Bien…No te muevas.

Alcanzó la puerta y salió disparado hacia el vestíbulo.  Y como hiciera la primera vez que se había reunido con Steve en su casa, derrapó al llegar a la entrada.

Steve lo miró con tranquilidad, llevaba una mochila de viaje sobre los hombros, pero Tony no presto atención a ese detalle. Le ocupaban la mente otras dudas.

—Steve, ¿qué haces aquí? Quiero decir, a esta hora—miró nervioso hacia atrás, temeroso de que Jarvis o Bruce decidieran ser inoportunos.

Steve avanzó hacia él y, sin decir ni una sola palabra, le atrajo en un beso tan cálido como hambriento. Tony se sorprendió, pero no emitió queja alguna ante esa explosión de aparente deseo. En realidad, había estado muy ansioso durante el día anhelando lo mismo.

—Steve… espera.

—¿Qué?

—Caray, eres tú quién pidió discreción, ¿recuerdas?

Steve dio un medio paso hacia atrás y asintió al tiempo que suspiraba. Tony le sonrió, volvió a dar un vistazo hacia sus espaldas y tras comprobar que todo estaba bien, le besó rápidamente.

—Ve a la habitación ¿sí? Voy a deshacerme de Jarvis. Lo dejé en el taller, creo que hasta lo espanté—añadió antes de salir corriendo en dirección al taller.

Steve no fue directamente a la habitación, le siguió unos pasos, hasta que lo vio perderse escaleras abajo. Entonces, sí, dio media vuelta, se reacomodó la  mochila en el hombro y se dirigió a la habitación.

 

Tony entró al taller precipitadamente y volvió a asustar a Jarvis. Éste le dijo que todo en el reactor se había quedado igual; lo miraba tan fijamente que era cómico.

—Que bien—dijo Tony resollando un poco—, ya te puedes ir. Es más, ya no te necesito esta noche. Ve a dormir… es más, yo también me iré a dormir.

Tomó a su mayordomo del brazo y lo empujó fuera del taller.

—¿Pero y el reac…?

—Si no explotó ahorita, ya no lo hizo—dijo— Luces fuera.

El taller se oscureció y ambos subieron las escaleras.

—Señor, ¿está bien? Me parece extraño que quiera ir a dormir tan temprano.

—Sí, bueno, no he dormido bien… así qué…

—Señor…

—Estoy bien, Jarvis. Tengo cosas que pensar y lo haré sobre la almohada.

Sonrió intentado tranquilizar a Jarvis, quién acató la orden que le había dado, pero aun así, le dirigió una mirada llena de recelo. Tony le despidió de nuevo y no fue hasta que lo vio alejarse por el pasillo que entonces, él mismo, echó a correr por el pasillo.

Steve había dejado su mochila a un lado de la puerta de la habitación y se había sentado en el borde de la cama con aire pensativo. No le gustaba apresurar las cosas, y menos cuando tenía desconfianza hasta de sus propias acciones. También le preocupaba el para qué lo quería Fury; volteó  a ver su mochila, llevaba muy poco para el gran volumen que aparentaba, pero dentro de ésta llevaba su arma, la única que realmente le gustaba.

Tony entró como un torbellino y detuvo todo pensamiento en su cabeza cuando lo derribó en el colchón y le besó los labios arrebatadoramente. Steve sonrió, le sujetó de la cadera y, sin mucho esfuerzo, intercambió posiciones al tiempo que lo hacía trepar un poco más arriba en la cama. Tony le rodeó la cadera con las piernas al tiempo que levantaba el rostro para devolverle la sonrisa.

—Me gustan las sorpresas así—dijo Tony, haciendo referencia a la hora de la visita—. Steve… ¿cuándo terminas con esa misión?

—¿Por qué?—Steve ladeó el rostro y lo hundió en el cuello de Tony, sintió como los dedos de éste sujetaban su pelo.

—Porque…—Tony cerró los ojos, sintiendo los besos de Steve así, magnificados. Se sentía tan bien que se le estaba olvidando lo que quería decirle—Porque… porque… — una de las manos de Steve se deslizó por su costado y encontró acceso a su piel por el borde de la playera—… porque ya no quiero… Ah, ¡espera!

Le obligó a mirarlo tirando de su pelo, Steve se humedeció los labios al levantar el rostro, y Tony sintió una flecha de deseo apuñarle el pecho.

—Demonios, ya no quiero esconderte… —le dijo en medio de un jadeo, no se había dado cuenta que había aguantado la respiración.

Steve no contestó, su respuesta, si es que podía considerarse como tal, fue un beso que le absorbió la capacidad de articular palabras y sólo le dejó la primitiva habilidad de gemir y balbucear. Un beso húmedo que le mordió los labios y le inflamó la lengua, un beso que le estremeció cada célula del cuerpo.

 

 

 

 

Fury miraba por la ventana con gesto pensativo cuando tocaron a su puerta.  Se dio la vuelta lentamente y vio a una mujer con los ojos enrojecidos y una expresión de abatimiento tal, que hasta él se sintió conmovido.

—Intenta dormir—le dijo, pero la mujer negó y suspiró—. Todo estará bien, te lo prometo.

—¿Cómo puedes asegurar eso?

—He llamado al mejor hombre, el mejor soldado que existe en el planeta. No te preocupes.

—No puedo no hacerlo—la mujer caminó hasta el sofá arrastrando un poco una pierna y se dejó caer en él pesadamente, su rostro se crispó por el dolor.

—Ve a descansar, estás herida. Te prometo que todo estará bien. En cuanto él llegue, todo estará bien.

—¿De verdad? —Ella lo miró escepticismo— En primer lugar, ¿quién es él?

—No puedo darte mucha información, es una de las armas secretas del gobierno—ante sus palabras ella bufó, así que, Fury,  decidió darle un poco más, sólo por consideración—. Pero seguramente has escuchado de él. Su nombre clave es: Capitán América.

—Creí que era un rumor, un cuento motivacional.

—Oh, no. Es real, muy real. Si alguien puede abrir las puertas del infierno es él. Y si alguien puede sacar de ahí  a tu esposo, sí, también, es él.  De eso no tengo duda.

 

 

 

 

Si alguna vez Tony fue consentido en la cama, no lo podía recordar. Bueno, tal vez, si se remontaba a esa primera vez en la casa del lago de su familia. Esa primera vez en la que él y Steve eran demasiado inexpertos, demasiado torpes, y estaban muy ansiosos y nerviosos, pero,  también, estaban muy enamorados. Habían ido lento, con cuidado, disfrutando y explorándose mutuamente; trazando mapas en el cuerpo de otro sólo para reconocer y marcar los oasis que en él se encontraban. Y esta noche, Steve parecía haber recordado todas las marcas de ese mapa que era Tony Stark.

De pies a cabeza, Steve le besó cada rincón de la piel; le mordió y lamió suavemente, con tanta delicadeza que Tony se sentía derretir con cada toque. Se comparó a sí mismo con un hielo expuesto al calor del Sol y, quizás, ese fue su último pensamiento coherente de la noche.  Se estremeció cuando Steve deslizó los dedos dentro de él y presionó rítmicamente su próstata. Vio estrellas, destellos que le indicaban que sus nervios estaban siento demolidos por el placer, nunca antes había visto eso, nunca antes se había sentido así. Se abandonó a sí mismo y se dejó hacer completamente alucinado.

Steve se sentía enardecido; volcado sin remedio. A pesar de todo el placer que estaba teniendo, y del disfrute que era hacer el amor con Tony, sentía un hueco en el pecho que no podía llenar por nada del mundo.   Fue por ello que se abrazó a Tony con fuerza, intentando dejar huella en él con desesperación. Aunque Tony no lo comprendiera. Y es que, Tony, había dejado de pensar muchos minutos atrás. Todo él era sensibilidad. Se corrió por primera vez cuando Steve lo penetró. Sólo eso y convulsionó sobre las sabanas. La bruma del orgasmo lo agobió y boqueó por aire cuando le corriente eléctrica había pasado a través de su columna vertebral.

Murmuró el nombre de su amante, y éste sonrió todavía más excitado que al inicio. Había observado con lascivia el orgasmo de Tony. Había sido un espectáculo sorprendente y maravilloso;  ya no espero más, comenzó a moverse lento primero, y después, frenéticamente. También él cayó, sin remedio, en el pozo del goce. También perdió la razón y los pensamientos. También él convulsionó y derramó dentro de Tony su propio ser.

Repitieron el momento tantas veces como sus fuerzas y deseos se los permitieron. Fueron absorbidos por la pasión, hasta la extenuación.  

 

Tony despertó con la mejilla sobre el pecho de Steve, de hecho, lo había agarrado de segundo colchón y todo su cuerpo estaba sobre él. La sensación fue maravillosa y sonrió adormecido. Se incorporó un poco y miró hacia arriba para encontrar el rostro de Steve, esperaba que estuviera dormido, pero no era así. Steve estaba despierto, muy despierto, con la mirada serena en el techo.

—Querías matarme ¿verdad?—Bromeó y ganó la atención del rubio, quien le sonrió tenuemente.

—Jamás…

Tony rió y bajó del cuerpo de Steve. Sintió, por primera vez, el dolor que le esperaba al día siguiente, pero le importo un bledo, incluso eso se sentía bien.  Se recostó a su lado en la cama y suspiró.

—Tony—Steve se removió en la cama para poder mirarlo cara a cara—, ¿confías en mí?

Tony levantó una ceja sorprendido por la inesperada pregunta, luego, sonrió.

—Por supuesto que sí. ¿Qué clase de pregunta es esa?

Steve le sujetó la mano, le besó la palma y luego, el dorso. Era un gesto tierno que trajo a Tony nuevos recuerdos de su adolescencia; esa etapa que había sido dulce, tan dulce y perfecta. Ningún adolescente podría presumir de no adolecer de nada en esa etapa, sólo él. Él lo había tenido todo entonces, había sido afortunado como nadie, feliz como nunca.

—¿Confiarías en mi sin importar qué?

—Claro.

—¿Incluso si todo apunta a que deberías hacer lo contrario?

—Sí—Tony quería preguntar qué pasaba, porque, de pronto, parecía que pasaba algo—. Steve, ¿todo está en orden? 

Éste asintió.

—¿Seguro? Porque si hay algo que te preocupe, yo…

—Te amo, Tony.

Y así fue como el millonario se quedó sin palabras, abrió y cerró la boca un par de veces, pero no salió ni un sólo sonido. En cambio, sus ojos se llenaron de lágrimas. Pensó que tendría otro orgasmo ahí mismo, aunque de otra naturaleza, y se acurrucó en el pecho de Steve.

—Tony, ¿estás bien?—preguntó éste preocupado. No había esperado respuesta, pero tampoco una reacción así. 

Tony asintió e intentó limpiarse las mejillas frotando su rostro en el pecho de Steve. Se sorbió la nariz y volvió a asentir, pleno, feliz.

—Yo a ti—murmuró con voz ahogada y temblorosa—, siempre… nunca dejé de hacerlo.

Steve sonrió y lo abrazó un poco más fuerte, hasta que le sintió caer rendido ante el sueño. Entonces, se apartó lenta y suavemente; bajó de la cama y se vistió sin hacer ruido; arropó a Tony con las mantas; tomó la mochila que había dejado apoyada en la pared; y salió de la habitación.

 

La sala de estar estaba a oscuras y solitaria. Tras la enorme pared de vidrio que daba hacia un paisaje natural, se dio cuenta del avance de la noche.

Suspiró y bajó las escaleras hacia el taller. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

Ya por fin se empieza desnredar el nudo...creo XD

 

Gracias por sus Reviews!

 

Hasta la próxima!

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).