Por ti, mi amor...
Traición
Tony se llevó las manos a la cabeza, y se revolvió el cabello con cierto grado de desesperación.
—Esto no está bien—dijo.
—Claro que no lo está.
Pepper se paseaba de un lado a otro del taller, estaba nerviosa, estaba hasta temblando. Nunca habían estado en una situación así.
—Tony, ¿qué fue lo que se llevaron?
—Muchos diseños de armas y bombas, todas esas cosas que se supone que no iba a entregar al gobierno.
—Te dije que tenías que destruir esas cosas.
—¡Pero son mis bebes, Pepper!
—Pues a tus bebés los tiene alguien que no sabemos quién es o qué intenciones tiene. ¡Dios, Tony! ¿Cómo es que entraron a tu súper sistema?
Tony negó.
—Es que es imposible.
—Ya ves que no lo es. Piensa, Tony, ¿quién podría haber hecho esto?
—¡Nadie puede entrar al sistema! A menos…
—¿A menos que qué?
—Que hayas sido tú, o Rhodey o Jarvis o... —Tony se levantó de la computadora pensativo.
Pepper lo miró estupefacta. Nadie jamás había hackeado un sistema de Tony, estaba confundida, y era evidente que él también lo estaba.
—Fue el gobierno. Seguro—dijo Tony a punto de morderse las uñas—Los voy a demandar.
—Señor—Jarvis entró en ese momento—, tengo el video de seguridad.
—Bien, ponlo. Rápido.
Clint se cerró la chaqueta y dejo su maleta a la parte trasera del auto, Steve lo imitó y subió al automóvil. El aviso que esperaban de Fury llegó rápido, y el momento de marcharse llegó más pronto de lo esperado.
—¿Cuál es el plan, cap?—Clint subió tras el volante y encendió el motor.
—Directo a la base militar, ahí nos espera un avión privado. Saldremos junto con un grupo de prueba y nos separaremos, después.
—Perfecto.
Steve sonrió y palmeó el tablero, como señal de arranque.
Tony vio el video estupefacto. No pensó que aquello fuera un trabajo interno, pero no había otra manera de entrar a sus servidores. Así que lo vio con un hueco en el estómago. Había sido él.
Había sido Steve quién había bajado al taller, quién había encendido su computadora y robado los archivos. Había sido él. Incluso había mirado fijamente a la cámara de seguridad. Llevaba consigo herramientas que el mismo Tony había diseñado para el espionaje gubernamental. Nunca pensó que lo usaran contra él.
—Es Steve—murmuró.
Pepper abrió los ojos perpleja, y volteó a ver a Jarvis para confirmar esa información. El mayordomo le regresó la mirada de sorpresa, pero asintió.
—¿Así que es él? —ya que aún estaba ocupada con la clausura de la feria de la ciencia, no había revisado los videos, ni visto las fotos de Steve, pero ya no necesitaba hacerlo. Por fin, lo conocía y no era, para nada, una buena impresión
—¡No!—Tony se puso de pie—No puede ser él.
—Pero, Tony…
—¡Dije que no! ¡Él no haría algo así!
—Es que, quizás, no es él.
Todos giraron el rostro; Rhodey había llegado. Pepper le había llamado para que investigara en el gobierno si ellos habían sido, pero sus pesquisas no habían arrojado resultados. Mas tras escuchar lo que pasaba, se había creado su propia teoría.
—Tus amigos nos siguen, cap.
Steve no se giró, fijó la vista en el espejo retrovisor lateral. Efectivamente, los seguía un auto a poca distancia.
—En mi opinión son muy torpes—Clint se sabía más discreto para perseguir personas—¿Qué hacemos?
Steve frunció el ceño y miró su reloj.
—El chico que dijiste, ¿vive lejos?
Clint no entendió hasta que Steve se lo explicó, desviaron su camino de la base militar. Pero no muy lejos de ahí. Se detuvieron frente a una pequeña casa y bajaron del auto. De reojo se dieron cuenta que el otro auto se había estacionado unas cuadras atrás.
Clint tocó la puerta, mientras Steve se recargaba tranquilamente en el auto. La puerta se abrió y un muchacho como de unos doce años saltó sobre Clint con un grito de guerra. Steve se irguió sorprendido, pero vio como Clint sujetaba al chico, lo amagaba y lo metía sin esfuerzo a la casa. Steve los siguió y cerró la puerta tras él.
—Te faltan como cien años, Wade—Clint soltó a su rehén—¿Estás solo?
—¡Ah, un día te venceré!—Wade se acomodó el hombro de su playera—Seh, ¿por qué?
Steve rió
—Quiero presentarte a alguien, Wade—le dijo Clint—. Él es el capitán Steven Rogers.
Wade levantó el rostro; miró a Steve de pies a cabeza; y sus ojos brillaron.
—¡Genial! ¡Por fin alguien que te pude patear el trasero!—exclamó.
—Clint me dijo que quieres ser soldado.
—Quiero ser ninja. Pero lo más cercano a eso es el ejército.
—Conozco a alguien que puede enseñarte a usar katanas, no es un ninja, pero…
—¡Capitán!—Wade se le trepó encima como un niño pequeño—¡Creo que ya lo amo! ¡Hágame lo que quiera!
—Wade, escucha—Clint lo sujetó del cuello de la playera y tiró de él hasta regresarlo al piso—. El cap tiene una misión para ti.
—¿Y me llevará con el tipo de las katanas?
Steve asintió, Wade se frotó las manos, y en su rostro se dibujó una sonrisa amplia y traviesa. Se notaba que era un chico listo y también atrevido.
—¿Qué tengo que hacer?
—Mira discretamente, ¿ok? —Steve le señaló la ventana—¿Ves el auto gris de allá?
—Ajá…
—¿Qué quieres decir con eso Rhodey?
Tony lo miró ofendido. Ese de ahí era Steve, con un demonio que sí. Y le molestaba más la insinuación de que no, que el robo de sus archivos.
—Steve murió hace años. Creo que es un impostor que trajeron para engañarte y así robar tu información.
Tony negó.
—Steve no está muerto.
—Tony, Steve está muerto. Fui a su funeral, tal vez, tú no. Pero yo si lo vi…
Tony negó.
—Lo vi—continuó Rhodey—: tendido en su féretro; pálido excepto por los moretones y los cortes de las heridas; río, rígido… muerto, completamente muerto. Aunque te duela, él murió. Ya no existe, y lo único que ha de quedar ya de él son los huesos.
—¡CALLÁTE!
Tony sintió que sus ojos se inundaban de lágrimas.
—¡Eso no es verdad! ¡Él está vivo! ¡Lo está! ¡No existe ser humano en el planeta como él! ¡Así que cierra la boca, él está VIVO!
Pepper se llevó la mano al pecho, jamás había visto a Tony tan enojado y tenso. Incluso Jarvis tragó saliva. Sólo Rhodey se mantuvo quieto, sin mover ni un músculo y ecuánime.
—En ese caso, Steve te ha traicionado.