Por ti, mi amor...
Misión
Natasha dejó llorar unos minutos después, se dijo internamente que tenía que guardar la calma; no era normal en ella tener ese tipo de arrebatos, pero en esa ocasión sus sentimientos habían sido atacados por partida doble. Frente a ella tenía, ni más ni menos, que a un querido amigo que creyó perdido para siempre en la oscuridad de la muerte. Él estaba ahí, quizás más grande, más fuerte, mucho más serio, pero era él, era su voz, sus ojos. ¿Cómo olvidar a su mejor amigo de la academia?
Steve estaba vivo, el por qué lo ocultaron era un misterio, hasta para él. Natasha no quiso ahondar demasiado en ello, no quería presionar en nada. Además, era evidente que no obtendría todas las respuestas que quería, pero si podía darle a Steve unas cuantas; aunque él no preguntó demasiado. Se dio cuenta que, ahora, su amigo era más callado, más reservado. Había cambiado ligeramente, era más sombrío; lógico, cuando se es un soldado.
—¿Amigos de la academia?—Fury la miró extrañado e intentando confirmar la información con Steve, pero éste le devolvió una mirada plana. Él estaba tan en blanco como o él.
—Perdí la memoria—explicó—, en el accidente que…
—… supuestamente moriste—terminó Natasha—. No lo entiendo. ¿Por qué hacerte pasar por muerto, Steve?
Él se encogió de hombros. Fury, por su parte, lo observó en silencio. Aquello era muy interesante, y era cierto, había muy poca información sobre el pasado del capitán en los archivos de SHIELD. Él era realmente como un ideal más que un hombre. Y como tal, sólo se contaban sus hazañas. Se hizo el propósito de investigarlo a fondo.
—En fin, creo que no los he presentado, correctamente—dijo—aunque, Natasha, no lo necesitas— ella sonrió levemente, lo cual era todo un avance para su estado de ánimo—. Capitán, ella es la agente Natasha Romanoff-Barnes.
—Sí— dijo ella y sonrió más ampliamente, como si Steve hubiera preguntado algo—Bucky y yo nos casamos.
—¿Bucky?
—¿No lo recuerdas?
Steve negó—Pero ese nombre hace eco en mi mente.
—¿Señor?—Jarvis se asomó al taller; llevaba una tetera y una palangana entre las manos, y una toalla colgando de su brazo.
Tony levantó el rostro y le miró cansinamente.
—Estoy bien, Jarvis—dijo en automático.
—Estoy seguro de ello, señor—no tenía ganas de contradecir a Tony, no era, de todas maneras, una buena idea—, pero pensé que, ya que lleva 48 hrs aquí, le haría bien asearse un poco.
Tony suspiró, pero no se negó. Jarvis colocó la palangana frente a él y vació agua caliente en ella. Tony se lavó el rostro y se dejó afeitar, antes de regresar a su escritorio y sumergirse en su computadora.
—Señor, ¿qué quiere que le traiga de comer?
—Lo que sea… donas.
—Eso no es comida, Señor.
—Vamos, no me hables como Steve…—silencio. Sí, Steve, solía decirle que eso no era comida, se lo dijo tanto antes, cuando eran adolescentes, como hace unas noches atrás, cuando Tony le pidió que llevara unas para su reunión nocturna.
—¿Alguna noticia, señor?
Tony negó.
—No ha llamado, no ha dado señales siquiera.
—¿No ha pensado que quizás el señor Rhodey tiene razón?
—No
Pero mentía, si lo había pensado. En especial en momentos así, dónde recordaba que no había tenido contacto con él desde aquella noche. Aunque le preocupa la posible traición, se sentía más triste por la nueva pérdida de Steve. Y en el fondo, en medio de todas las dudas que comenzaban a filtrarse en su mente, quería volver a verlo no importaba qué, porque nada importaba sin él.
—Volverá… lo encontraré, ya verás, Jarvis.
—Señor, permítame decirle, que no creo que el joven Steve aprobara que usted pase tanto tiempo sin dormir.
Tony sonrió travieso— Lo sé, pero es su culpa por no estar aquí y llevarme a la cama.
Jarvis no pudo reprimir una risita y después, sigilosamente, se retiró. Esperaba, también, que Steve volviera y diera su explicación de los hechos.
—Bucky y tú eran amigos de la infancia, crecieron juntos—explicó Natasha—. Se adoraban, y él sufrió un horror cuando nos mintieron y dijeron que habías muerto.
Steve la escuchaba con ávida atención. Tal vez, había escuchado de Bucky y Natasha de Tony, durante sus reuniones. Pero lo cierto era que a veces dejaba de escucharlo y sólo lo veía como embelesado. Saber de su pasado, sin embargo, por otras personas le daba cierta sensación de seguridad sobre sí mismo.
—El sargento Barnes—dijo Fury interrumpiendo la reunión de amigos que se estaba llevando a cabo—fue capturado por el enemigo, capitán. Es un elemento preciado, y lo necesitamos con vida.
—Entiendo. ¿Dónde está? ¿Quién es el enemigo?
Fury desplego entonces una serie de imágenes frente a ellos. Apareció una insignia tenebrosa: una calavera con tentáculos.
—Se le conoce como Hydra, sus intenciones son conseguir el orden mundial, bajo sus términos. Son genocidas, conspiradores y científicos maquiavélicos. Hay de todo ahí, capitán. El comando 107 junto con el matrimonio Barnes estaba investigando la posible existencia de una base de dicha organización…
—Espere—Steve le detuvo con una mano—¿el comando 107?
—Sí, capitán.
—¿Mi comando? —Fury asintió—¿Por qué mandaron a mi comando a una misión sin mí?
Le habían dicho que sus hombres estarían de licencia después de su última misión en tierras extranjeras. Se lo merecían y él estuvo de acuerdo. Pero la 107, también conocidos como los aulladores, sólo respondían a un líder y ese era él.
—Me temo capitán que esto es una conspiración contra usted, están intentando eliminar a sus aliados—. Fury desplegó la imagen de un complejo militar—Esta es la base. Natasha logró obtener los planos antes de ser atacada, afortunadamente logró escapar, pero…
—Bucky y el comando fueron capturados, Steve—Natasha le cubrió la mano con las suyas—. No sabemos si están vivos o no—su voz se quebró e instintivamente, Steve, la abrazó suavemente.
—La misión que quiero encomendarle capitán es esta: Rescatar a los hombres capturados, en especial al sargento Barnes.
Steve asintió con firmeza.