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Por ti, mi amor... por Aomame

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Por ti, mi amor...

¿Cómo ganar?

Tony giró sobre sí mismo, y subió la colcha hasta su hombro. Era una mañana un poco fría y buscó calor medio dormido. Fue entonces, que sintió el brazo de Steve atrayéndole un poco más cerca. La piel del capitán contra la suya le resultó un alivio tal, que lo hizo sonreír. No sólo porque el frío había desaparecido, sino porque había llegado un nuevo día y él, Steve, estaba a su lado.

—Buenos días—murmuró Tony, levantando los parpados sólo un poco.

—Buenos días—escuchó la respuesta ligeramente ronca de su amante.

Tony sonrió y levantó el rostro para encontrar el de Steve. Suspiró.

—Me gusta despertar así—confesó—. Steve, haz que esto termine pronto; quiero despertar así todas las mañanas.

Steve esbozó una suave sonrisa y asintió, al tiempo que se removía en la cama, para alzarse sobre el cuerpo de Tony. Éste sonrió con conocimiento, y siguiendo la armonía de los movimientos del otro, deslizó sus piernas a cada lado de la cadera del capitán, atrayéndolo contra su pelvis al mismo tiempo.

Steve bajó el rostro y fundió sus labios con los de Tony. Se besaron lentamente, todavía ligeramente atontados, contagiados por el deliciosos sopor que les había dejado la maravillosa noche compartida anteriormente.

Tony arqueó la espalda al sentir el tacto de Steve, rio por lo bajo y se estremeció por una mezcla de cosquillas y escalofríos. Sintió el roce de su miembro contra la firme musculatura del rubio, y contra su trasero el roce del de éste. Cerró los ojos, inundado de placer, de confort. Dejó escapar un suspiró que reflejaba todo eso cuando su pareja se deslizó en su interior y comenzó a acariciarle por dentro, con rítmicos y suaves movimientos. Steve se tomó su tiempo para construir la culminación de ese encuentro. Lenta pero apasionadamente, cómo sólo él podía hacerlo. Para Tony aquello era, cada vez, como morir. Una muerte maravillosa, tan hermosa, que al abrir los ojos se encontraba con una vida aún más bella. Hace tiempo que había reconocido el sol en Steve, hace mucho que sabía que la luz de su vida provenía de él. Y tenerlo de vuelta era justo eso, vivir una vida nueva y más brillante, acompañada de dulces muertes.

Permaneció por unos segundos que le parecieron minutos, con los ojos cerrados, la respiración hecha una lío y sintiéndose débil; pero eso sí, con las piernas tensas en torno a la cadera del otro para mantenerlo cerca.

—¿Tony?—la voz  con trazas de preocupación, hizo sonreír al mencionado.

—Definitivamente, me gusta despertar así—fue la respuesta.

***

Lejos de ahí se cocinaba una operación nada fina. Un acto desesperado. Pierce tamborileaba los dedos ansiosamente, así como movía la pierna derecha con impaciencia.

Con el secuestro de Stark, las cosas se habían puesto más complicadas. Y estaba casi al punto de matar a todo mundo, puesto que esa solución parecía más rápida.

Había mandado un comunicado de prensa. Todas las noticias hablaban del secuestro del magnate Tony Stark. El video del evento se había vuelto viral. Y él había aprovechado para boletinar una vez más al capitán Rogers, pero, esta vez, no sólo a él sino a sus cómplices también: la pareja de agentes Barnes, Fury y también a Barton. Todos señalados como traidores y peligrosos. Se hacía también, el llamado para que los ciudadanos los denunciaran en caso de verlos y se anunciaron recompensas por información que llevara a  su captura. Pierce estaba consciente de que aquello no pasaría. Rogers era astuto, Fury lo era más, y si trabajaban juntos, aquella era una búsqueda con resultados anticipadamente negativos.

Rumlow abrió la puerta, sin tocar.

—Está todo listo—dijo apuradamente—. Cuando usted de la orden, entraremos.

Pierce detuvo sus movimientos nerviosos y le miró, al tiempo que tragaba saliva.

—Adelante—Rumlow asintió, estaba por salir cuando lo llamó de nuevo—. No quiero fallas.

—No, señor.

Pierce sabía que no había manera de encontrar a Rogers y compañía. Sabía que más que un secuestro, lo que había hecho con Stark, había sido un rescate. Sabía también que el capitán y Fury tenían leales agentes dentro de SHIELD. Y sabía que la única manera de atraparlos era obligándolos a salir.

***

Sentado en la cama, aún sin ánimo alguno de ponerse de pie o vestirse, Tony terminaba el desayuno que Steve le había llevado. En ese momento, mordía una manzana con la mirada en la pequeña ventana de la habitación. Fue entonces, que como a Netwon, se le iluminó la mente. Las manzanas son mágicas, pensó.

—Steve—llamó al capitán, quién (él sí, vestido y listo para cualquier situación, leía a su lado hasta ese momento)  levantó el rostro—Ya recordé.

—¿Qué?

—Que es “Mark”

Steve cerró su libro y retrepó en la cama para mirarlo con mayor atención.

—¿Qué es?

—Es un traje. ¡Qué digo un traje! ¡Es un súper traje! Con su propia fuente de poder automáticamente recargable, con propulsores y rayos de ataque. Es como una armadura de acero prácticamente indestructible.

Steve ató pensamientos. Podía entender porque Hydra querría algo así. Era más fácil equipar a cualquier hombre con ello y formar un ejército.

—¿Recuerdas?— Tony interrumpió sus pensamientos —Lo diseñamos juntos.

—¿De verdad?

Tony asintió.

—Bueno, lo hice casi todo yo— dijo con suficiencia—. Estábamos en la casa del lago, y salió la idea por alguna razón. Mientras yo divagaba en ella, tú hiciste un par de bocetos, a los que yo le añadí las especificaciones. Sólo estábamos jugando, pero… ¡Eso es lo que buscan!—tronó los dedos— Quieren el diseño preliminar de ese traje, Steve.

Éste le sonrió y le atrapó el rosto con ambas manos para plantarle un beso, que le supo a premio, pero lejos de sentirse como un cachorrito, Tony se sintió feliz de serle de ayuda y dar un paso más, hacia el final de aquello; ya podía vislumbrar su anhelado futuro.

—¿Dónde está, Tony?

—¿Qué?

—Ese diseño.

Tony enmudeció, la euforia había pasado y ahora, tenía que devanarse los sesos para recordar dónde lo había puesto. Siendo un genio, no tuvo que esperar demasiado.

—En un banco—Steve enmarcó las cejas interrogante, ante sus palabras—Sí, Jarvis guardó todas las cosas que me recordaban a ti en cajas fuertes, en diferentes bancos, para que no tuviera la tentación de deprimirme—explicó rápidamente—. Se supone que sólo yo puedo abrir esas cajas, el punto es que no sé en cuál de ellas está el Mark.

Steve asintió. Al menos, ya tenía una respuesta y un posible siguiente paso.

—Tenemos que encontrarlo antes que ellos—dijo poniéndose de pie.

—Entonces, no podemos perder el tiempo. Necesitamos a Jarvis.

 

***

—¡Esto es una locura!

Pepper se desplomó en el sofá. Su estrés, por fin, estaba alcanzando niveles que no podía manejar. En la televisión repetían una y otra vez el secuestro de Tony. Pero ni ella ni Rhodey entendían lo que los presentadores decían. Había sido secuestrado por Steve, no por un extraño. Y por más que Rhodey se mantuviera receloso respecto a éste, reconocía que era raro. Había tenido una huida muy estrepitosa y violenta, alguien que, hasta el momento, había logrado operar con astucia y en silencio mortal, era extraño. Además, Tony habría ido con Steve a dónde éste le pidiera, sin necesidad de hacer lujo de violencia. Algo sospechoso, algo más allá de su conocimiento se estaba fraguando bajo sus narices.

—No te preocupes, Pepper—le dijo—. Lo encontraré, y estará bien.

La mujer se sobó las sienes.

—Es que, ¿sabes? Sé que está bien, tal vez, mucho mejor que nosotros. Pero es que no logro entender qué sucede.

—Yo tampoco—aceptó Rhodey—, pero tenemos que tranquilizarnos y pensar… dónde puede estar Steve…

—Tal vez… Wilson…—Bruce tomaba un vaso de agua, aún se sentía nervioso.

—¿Wilson?—preguntó Pepper.

—Sam Wilson, es el otro mejor amigo de Steve. Quizás se ha comunicado con él.

—Jarvis—llamó Rhodey.

—Diga, señor—el mayordomo había permanecido de pie al lado de ellos en silencio, para él las cosas eran claras: Steve había ido a rescatar a su señor. En su mente y conociendo, casi de primera mano, el tipo de romance que ambos tuvieron en el pasado, no concebía ninguna otra cosa.

—¿Hay manera de localizar a Sam?

—Sí, señor. Iré a buscar la información en la agenda del señor Stark.

—Por favor.

Jarvis dio media vuelta para cumplir esa orden, pero no llegó a dar ni un paso. Las ventanas de la casa de Tony se rompieron con un estruendo violento. Los cuatro ocupantes de la sala se  encogieron en sí mismos, protegiéndose de los cristales que salieron disparados contra ellos. Después, con asombro y espanto vieron a todo un comando, de negro y pasamontañas, entrar por ellas con cuerdas de rapel y con metralletas en las manos.  Sólo uno de ellos llevaba el rostro descubierto, Rhodey lo reconoció.

—¿Rumlow?

El mencionado le sonrió de medio lado.

—Llévenselos— ordenó. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Creo que todo se complica... XD

Hasta la próxima!

Continuará...


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