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Por ti, mi amor... por Aomame

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Por ti, mi amor...


¡No tenemos tiempo!

Jarvis permaneció quieto en su asiento, con la espalda recta y la mirada atenta. Las dos agentes que lo habían liberado, le habían llevado de un lado a otro: dos casas de seguridad, y por último, una casa que, más que de seguridad, parecía de campo. El trayecto hasta ahí había sido el más largo de todos, y había sido, también, tenso; las agentes siempre habían estado alertas durante cada cambio de lugar; se habían turnado para hacer guardias y mantenían cerca sus armas.

Una taza de té le fue puesta en frente, y agradeció por el gesto desde lo más hondo de su alma británica. En la sala estaban las agentes, pero también un tipo que no conocía, y cuyo parche en uno de sus ojos le hizo pensar en piratas. Éste, en particular, parecía esperar algo antes de hablar con él. Lo único que Jarvis sabía era que necesitaban cierta información que él tenía, pero para evitar filtraciones, no le habían dicho cual.

Le dio un sorbo a su té deliciosamente caliente, y justo en ese momento, la puerta se abrió y dio paso a alguien que reconoció de inmediato.

—¡Joven Steve! —exclamó olvidando el té para ponerse de pie y acercarse al muchacho, quien lo miró con dudas sobre acercarse o no—. ¡Es un verdadero milagro que esté vivo! ¡Me alegra tanto! ¿Puedo abrazarlo?

Steve abrió la boca para contestar, pero no le dieron tiempo, Jarvis rodeó la mesa y le abrazó breve, pero significativamente y, el mayordomo mismo, retrocedió al dar cuenta de su efusividad tan poco habitual y propia.

—Señor Jarvis—dijo Steve tendiéndole su mano para saludarlo de nuevo— Es un placer conocerlo… o conocerlo de nuevo.

Jarvis asintió y estrechó la mano que le había ofrecido.

—Dígame, joven —se le había quedado la maña de decirle así; y aunque aún era joven, el “señor” le habría sido mejor, sin embargo, para el mayordomo, parecía antinatural llamarle así—. ¿En qué puedo ayudar?

El hombre del parche, que se identificó como un tal Fury, desplegó un mapa sobre la mesa, dicho papel tenía varias marcas en rojo.

—Estos son los bancos dónde se guardaron pertenencias de Tony Stark que hacían referencia al capitán—dijo Fury—¿Puede confirmarnos esa información?

Jarvis, quien había tomado de nuevo su taza de té, se inclinó sobre la mesa lo más recto que pudo. Entendió a qué se refería, y también, quién era el dichoso capitán.

—Oh, sí, son esos—dijo y sonrió poco antes de sorber su té.

Steve y Fury se asintieron mutuamente. Éste último pidió a las agentes Carter y Hill que salieran de la habitación. Cuando lo hicieron, fue Steve quien habló.

—Buscamos el diseño de un arma—dijo—, una armadura para ser exactos, su nombre clave es “Mark”. Tony dijo que debía estar en uno de estos bancos. Señor Jarvis, necesitamos saber en cuál exactamente, ¿podría decirnos en cuál?

Jarvis frunció el ceño.

—¿Un diseño? ¿Una especie de dibujo?—Steve asintió.

Jarvis suspiró y bebió su té al tiempo que miraba el mapa; fue cuando se lo terminó y dejo cuidadosamente a un lado de la mesa, que señaló un punto en el mapa.

—Debe ser ahí. No recuerdo un diseño específico, o un dibujo con ese nombre, pero todos los documentos que eran de tipo: cartas y dibujos, fueron depositadas en una caja de seguridad en ese banco.

—¿Seguro?—inquirió Fury— ¿No hay otra caja de seguridad en dónde puedan estar?

—Le aseguro que no. Parecen muchos bancos, pero algunas de las cajas están vacías. Eran para confundir al enemigo, en ese entonces, el enemigo era el señor Stark.  

—Bien. Muchas gracias, Jarvis.

Steve le sonrió y con un movimiento, que parecía ya una costumbre, enrolló el mapa y se lo puso bajo el brazo. Después, salió de la habitación y con paso seguro se dirigió a la sala, pero antes de llegar, Tony le salió al paso.

—Quiero ver a Jarvis—exigió. Seguía molesto con Steve, así que su voz sonó dura e imperativa—, ¿o tampoco es conveniente? Vi a esa tal Carter aquí, así que él debe, también, estarlo.

Steve no suspiró ruidosamente para no empezar otra discusión.

—Está en la habitación del fondo, hablando con Fury. Puedes verlo cuando quieras Tony, no es un prisionero y tú tampoco.

—No me digas—dijo con tono irónico— ¿No se supone que tengo que abrir la caja de seguridad esa? No me dejaras ir hasta que lo haga, ¿cierto?

—Cierto. Pero a excepción de eso, eres libre de hacer lo que quieras.

—Gracias, oh, gran Steve—Tony se cruzó de brazos, había pensado fingir una caravana, pero, al final, se arrepintió.

Steve, por su parte, aguantó las ganas de rodar los ojos.

—Tony, esto es importante, te aseguro que nuestros amigos estarán bien, mientras no nos atrapen.

—¿Nuestros? Lo siento, Steve, pero aún si fueron tus amigos en el pasado, ya no lo son. Te recuerdo que estabas muerto hasta hace unos días.

—Claro, lo siento. Olvide ese detalle—ironizó el capitán, su tono de voz sólo enardeció un poco más el ánimo de Tony.

—Quiero que los rescates ahora—una vez más, su voz fue la de una orden. Steve levantó una ceja—, si no lo haces… si no lo haces…

—¿Qué?

—¡No iré, no abriré la caja fuerte!

El ceño del rubio se contrajo, Tony vio ante sus ojos desaparecer a Steve, y vio, por primera vez, al capitán en funciones. Sintió un estremecimiento, pero no supo interpretar bien a bien el porqué.

—¡Basta, Tony! ¡Esto no es un juego!

—¡Yo no estoy…!

—¡Deja de ser un niño malcriado y entiende de una buena vez, que esto va más allá de ti o de mí, incluso de  tus amigos! ¡Esto se trata de vidas civiles! ¡De millones de personas!

—¡Ellos también son vidas…!

—¡Lo sé! ¡Quiero salvarlos, pero necesito tu ayuda, y no que me pongas más trabas de las que ya tengo! ¡No servirá de nada salvarlos, si dejamos a Hydra viva; si la dejamos ganar, de todas maneras morirán!

—¡Pero ellos…!

—Estarán bien, señor—Jarvis había sido atraído por las voces que discutían. El señor Fury le había dado las gracias y explicado someramente de que iba todo, después,  le dijo que podía hacer lo que quisiera, mientras se mantuviera en la casa, por seguridad, más que nada.

—¿Cómo lo sabes?

—Estaba ahí cuando se los llevaron, señor. El líder fue muy preciso en sus órdenes: nos querían vivos e ilesos, hasta que atraparan al capitán Rogers.

Tony frunció el ceño, giró en redondo para ver a Steve, pero éste ya no estaba. No tenía tiempo para seguir discutiendo, tenía que armar el plan con Bucky y los demás, para actuar cuanto antes. Así que, Tony, volvió a mirar a su mayordomo.

—¿A Steve? ¿Por qué a él?

Jarvis negó con la cabeza al tiempo que decía que no lo sabía.

***

Tony se sentó en una silla cercana a la mesa del comedor. Steve y Bucky parecían trabajar tan bien juntos, que comenzó a sentir una especie de celos que le quemaban el estómago, o bien, se trataba de una mera gastritis. El punto era que a pesar de estar molesto con el rubio, le seguía queriendo, eso no cambiaba por cosas como esas.  Sin embargo,  censuró sus celos más de una vez, puesto que no era como si  los soldados estuvieran bailando o besándose, estaban armando un plan de ataque, en él que el participaría, aunque en menor medida.

—Confirmé con Sam—anunció Bucky—, todo listo y en espera de órdenes, capitán.

Steve asintió—. Fury asegúrese de mantener cubierta la zona y de retirar a los civiles. No sabemos que pueda pasar, incluso podemos encontrarnos a Hydra ahí.

—Por eso no se preocupe, capitán—dijo Fury—; las agentes Carter y Hill harán bien su trabajo.

—Steve—esa era Sharon, y más que Bucky, ella y su trato hacia el capitán, eran lo que más llenaba de piedritas el hígado de Tony—, la señorita Potts, los señores Rhodes y Banner, ¿saben de la localización de aquello que buscamos?

Steve volteó a ver a Tony, pero al ver que éste no parecía dispuesto a contestar; preguntó a Jarvis.

—El señor Rhodes, sí, joven Steve.

Steve asintió—Gracias por esa pregunta Sharon. Eso nos pone más presión, no podemos perder el tiempo.

—¿Hora? —Natasha preguntó, estaba de acuerdo en apresurar las cosas.

—Tienen dos horas para juntar su equipo. Esta noche volaremos a Nueva York.

Todos asintieron, menos Tony, quien no podía quitar su vista de la sonrisa de aquella rubia, por la que en ese momento sentía aversión. No le caía bien, era evidente, pero ahora le caía menos bien. Le pareció que ésta se sentía feliz de ser de ayuda para Steve, de ser útil y oportuna. Algo que él no estaba siendo.

Todos se dispersaron, menos Tony y Jarvis, ellos no tenían que juntar equipo de ningún tipo.

—¿Señor, está bien?

—No. Steve y yo estamos peleados.

Jarvis sonrió. No le preocupaba, era lo normal, tan normal como las reconciliaciones posteriores.

—Haga un esfuerzo, señor.

Tony suspiró, sí… por él, nada más para no ser opacado por la rubia desabrida, pondría un poco de su parte.

***

Rumlow abrió la puerta de la pequeña, oscura y mohosa celda en la que Pepper y Rhodey estaban. Encendió una luz amarillenta que apenas iluminó la estancia.

—Bien, hablemos—dijo con una sonrisa torcida.

No había entrado sólo, por supuesto que no, un grupo de fornidos hombres fuertemente armados le siguieron. Para ese momento, ya sabía que el mayordomo había sido “secuestrado” por el bando contrario, es decir, por el maldito Rogers y compañía. La noticia le resultó amarga, más aún porque, el hecho de llevárselo significaba que, el mayordomo, tenía más valor de lo que él le había presupuestado. Se sentía estúpido, rebasado una vez más por ese idiota; y evidentemente, eso lo ponía de malísimo humor.

Rhodey escupió el piso, muy cerca del  zapato de Rumlow, pero éste ni siquiera se inmutó.

—No tengo tiempo para tonterías—tenía prisa, mucha prisa—. Demando que me digan dónde está el “Mark” hecho por Stark.

—No sabemos de qué hablas—replicó Rhodey.

—¿Señorita Potts?

Pepper negó, estaba temblando, pero no sabía si de miedo o de frío. Rumlow suspiró.

—Se trata del diseño de una armadura que, además, funciona como arma. La necesitamos, y ya que los archivos de Stark no contienen ni un solo dato al respecto, pensamos que ustedes podrían ayudarnos.

—¿Si no hay ni un solo dato al respecto, cómo saben que existe?

Rumlow sonrió y alargó el brazo para tomar la silla que uno de sus secuaces le había llevado. La arrastró lentamente mientras caminaba y hablaba.

—No tendría que decírselo pero, para que se dé una idea de la culpa de quién es que usted y la señorita estén aquí, se lo diré. Su amigo Stark habla mucho cuando esta ebrio. Se lo mencionó a una de nuestras espías después de dormir con ella. Un hombre bastante básico y torpe, si se me permite la observación.

—No, no se lo permito—dijo Pepper con la mirada más firme que Rumlow hubiera visto jamás. Ante sus palabras, el hombre hecho a reír y tomó asiento en la silla con displicencia.

—En fin, quiero la localización de ese diseño.

Ni Rhodey ni Pepper despegaron los labios.

— Según tengo entendido, y por palabras de Stark, claro está, en su diseño tuvo que ver el capitán Rogers—mencionó y esperó un poco— ¿Nada? Bueno, entonces, tendremos que sacárselos de alguna manera. Lleven a la señorita Potts a una sesión de relajantes electroshocks—ordenó y dos de sus hombres se acercaron a ella.

Pepper quiso huir, y Rhodey hizo lo posible por protegerla, pero aquellos hombres tenían armas y en un dos por tres la tenían bien sujeta de los brazos.

—¡Suéltala, Rumlow!—exigió Rhodey— ¡Ella no tienen nada que ver en esto!

—Dime la ubicación del Mark.

—No la sé.

—Lastima. Llévensela.

Los hombres reanudaron su camino hacia la puerta con una desesperada Pepper removiéndose tanto como podía.

—¡Espera!—Rhodey dio un paso hacia Rumlow y escuchó como cortaban cartucho—Espera… si lo hizo con Steve, sé dónde puede estar.

Rumlow hizo una seña y los hombres se detuvieron—. Te escucho.

—Todas las cosas que le recordaban a Steve, fueron llevadas a cajas de seguridad de bancos, el único fin era proteger a Tony de sí mismo. Si esa cosa, ese Mark,  tiene que ver con Steve, sin duda está ahí.

—¿Qué banco?

—No lo sé, eran varios.

—¿Podrías señalar cuáles?

—Suelta a Pepper.

Rumlow sonrió una vez más, torciendo los labios, hizo otra seña y los hombres soltaron a Pepper, quién corrió a los brazos de Rhodey; ahora si sabía porque estaba temblando.

—Traeré un mapa, coronel. Hasta entonces, descanse.

Rumlow se incorporó de la silla y la arrastró fuera de la habitación, detrás de él salió el resto de los hombres; y la habitación volvió a oscurecerse. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

Prometó más acción en el próximo capítulo. 

Hasta la próxima!

 

Continuará...


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