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Por ti, mi amor... por Aomame

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Por ti, mi amor...


¡Vuelve aquí!

—Señor, estamos listos.

Rumlow levantó la vista, hasta ese momento se había estado mordiendo las uñas intentado planear un operativo lo suficientemente grande y a la vez, discreto, que abracara casi todos los bancos donde la armadura pudiera estar. Nunca había tenido que organizar a tantos hombres y ciertamente, estaba cansado. Muy a su pesar, para cumplir con la misión que la había sido asignada por Pierce, se obligó a pensar como el capitán, o al menos a intentar aplicar lo que había aprendido de las misiones con él.  Y por fin, podía decir que estaba listo para la maniobra.

—Bien—dijo—, escalonaremos la búsqueda. Primero entraremos al bloque oeste, después, al  este, sur y finalmente norte. No tenemos tiempo de revisar nada, tómenlo todo y salgan. ¿Entendido?

—¡Sí, señor!

—¿Los prisioneros?

—En el helicóptero como lo pidió, señor.

—Bien. Tienen luz verde.

El hombre asintió, y tras una pequeña reverencia salió apresuradamente de la habitación. Rumlow suspiró y acarició su arma. Estaba seguro de que el Capitán aparecería, ya que él si debía saber a qué banco dirigirse. Todos sus hombres tenían la orden de notificarle en caso de topárselo. Y él sobrevolaría la zona, listo para enfrentarlo cara a cara.

***

Tony se sentó en el avión enfurruñado, cruzó los brazos en su pecho y se negó a hablar. De reojo y con la intención de no parecer demasiado pendiente, observó a Steve a lo lejos. Éste, como todos los demás, estaba uniformado ya, cargaba en la espalda un escudo, un par de armas en la cintura, y daba las últimas instrucciones. Era la primera vez que Tony lo veía en acción. Era, hasta cierto punto, intimidante, pero increíble. No tenía palabras para describir la admiración que le causaba.

La plataforma del avión subió y todos ocuparon sus puestos. Steve se acercó a él y Tony, al verlo, desvió la vista y frunció más el ceño. Seguía molesto y aunque se había dicho que pondría de su parte, el enojo no había desaparecido.

—Tony…

—¿Qué quieres?—respondió hosco.

Steve suspiró y se sentó a su lado.

—Quiero que no estemos así, Tony.

—¿Es mi culpa acaso? ¿Fui yo quien dio la orden de dejar a Pepper, Rhodey y Bruce en manos de los enemigos?

—Tony, ya te explique qué…

—¡Y yo te expliqué que no me importa!

El capitán desistió, guardó silencio por un breve momento; después, abrió la casaca de su uniforme y se sacó por encima de la cabeza sus placas de identidad.

—Está bien si no quieres que hagamos las paces—dijo—, pero hazme un favor.

—¿Un favor a parte de sacar de la caja de seguridad el juguete que quieres?

—Sí.

—¿De qué se trata?

Steve tiró de su brazo y le colocó las placas en la mano.

—Guarda esto por mí.

No dijo más, ni espero respuesta, se levantó del asiento, arrastró consigo su escudo y se dirigió a la cabina principal, dónde estaba Fury, Bucky y Clint.

Tony abrió la mano y observó las placas, la cadena pendió entre sus dedos, balanceándose suavemente con el movimiento del avión. Frunció el ceño confundido y sintió miradas sobre él. Natasha, Jarvis, Sharon y María habían visto todo, desviaron la vista cuando Tony levantó la suya y los miró con fastidio, todos, excepto Natasha.

—Guárdalas—le dijo—. Creo que Steve presiente algo.

—¿Qué?

Natasha negó suavemente para indicarle que no tenía idea. Tony bufó, pero obedeció y se colgó en el cuello aquellas placas. 

***

Bloque oeste completado.

Escuchó Rumlow a través de la radio del avión. Sonrió y entonces, mando la orden para el bloque siguiente. Detrás de él Pepper y Rhodey, esposados a sus asientos, guardaban silencio, sólo se permitieron intercambiar una mirada de preocupación. No tenían idea de que era el Mark, pero estaban seguros de que no era nada inocuo.

Aquí comando norte, me escucha, necesitamos instrucciones.

Rumlow se incorporó de su asiento.

—¿Qué sucede? ¿Rogers?

No lo hemos visto señor, pero parece un comando que acaba…

Conténganlos y esperen mi llegada.

Entendido.

Rumlow sonrió y se giró hacia dónde estaban sus prisioneros.

—Pronto los dejaremos ir—les dijo, pero su tono de voz, más que dar esperanza, intranquilizaba.

***

¡Steve, que gusto oírte, amigo!

Sam se había reportado con ellos. Su equipo de vuelo era más sofisticado y personal que él de ellos, así que tenía la posibilidad de ser más efectivo en el sobrevuelo de la zona.

—El gusto es mío, Sam—contestó Steve sujetando el intercomunicador—.Ya tendremos tiempo para hablar…

Por supuesto. Ahora, te tengo malas noticias—no esperó respuesta de Steve, puesto que era necesario apurar las cosas—. Hay grupos, parecidos al nuestro, apostados estratégicamente a las afueras de los bancos, algunos están uniformados con los escudos de SHIELD, otros no, pero todos están armados. Hace unos minutos peinaron los bancos al oeste, y se acaban de movilizar en el este.

Steve asintió pensativo.

—Sabíamos que se moverían—dijo y quienes estaban a su alrededor asintieron—. Están operando de manera escalonada.

—¿No era más fácil hacerlo simultáneamente?—preguntó Bucky.

—Sería  lo más seguro, pero—Steve sonrió— quieren darnos tiempo.

—¿Tiempo de qué?—Fury se volteó ceñudo.

—De llegar, es evidente que quieren un enfrentamiento.

—Y se los daremos—Bucky sonrió cínicamente.

—Sam mantente alerta, estamos por llegar, y es casi seguro de que nos los encontraremos.

A la orden, cap—. Sam cortó la comunicación entonces.

—Tenemos que ser rápidos, Capitán—advirtió Fury.

Steve asintió, y sujetó el hombro de su mejor amigo para arrastrarlo a un lugar más privado.

 —Bucky, sobre lo que hemos hablado… los códigos…

—¿Qué con ellos?

—¿Siguen en pie?

—Siempre. Déjame adivinar, ¿código rojo?

El capitán sonrió y asintió.

***

Descendieron del avión con presteza y coordinación. Clint junto con Sam y Fury, se dispuso a vigilar desde las alturas. Natasha entró al banco y lo desalojó tan rápido como pudo. En seguida Steve, Bucky entraron custodiando a Jarvis y Tony. Y cerrando el grupo y asegurando el perímetro las agentes Hill y Carter.

Tony observó todos los movimientos con cierto nerviosismo. Le parecía demasiado surreal. Se asustó un poco cuando las personas dentro del banco, clientes y empleados, salieron despavoridos del lugar; no se quiso imaginar que había hecho Natasha para sacarlos con tanta rapidez, pero, seguramente, nada amable.  Y de pronto era llevado junto con Jarvis al interior del inmueble.

Adentró, Natasha les esperaba con el gerente del banco, completamente pálido, a su lado.

—Llevemos a las cajas de seguridad—pidió Steve—Jarvis, dele el número, por favor.

El mayordomo asintió y se acercó al gerente. Tony miró a su alrededor.  Distinguió la espalda de las agentes tras las puertas de cristal del banco, y vio a Bucky con el arma apoyada en el hombro alerta y a pocos metros.

—¡Tony!—sintió la mano de Steve en su brazo, nada más un toque, que de inmediato repelió. Sin embargo, el capitán no tenía tiempo de fijarse en esos detalles—¡Vamos!

El ingeniero lo miró un poco desconcertado, se sentía fuera de lugar, pero con pasos firmes siguió al grupo a la entrada de las cajas de seguridad.

Steve se quedó en la entrada de éstas. Sólo Tony, Jarvis, Natasha y el gerente ingresaron. El ala de las cajas de seguridad constaba de una serie de casilleros, pero la de Tony estaba tras otra puerta de seguridad. Era una sala especial que tenía grabado en el acero la palabra “STARK”. Adentro había otra serie de casilleros donde se guardaban otros documentos y posesiones de los Stark. El gerente indicó cual era el casillo que buscaban.

—Es tu turno, Tony—apuró Natasha.

Éste tragó saliva y se acercó.  Colocó su dedo en la placa de seguridad, después dejó que el lector de pupila hiciera lo suyo, y por último dijo su nombre para el reconocimiento de voz; y la puerta se deslizó suavemente a un costado.

En el pasado había escapado muchas veces para buscar sus cajas de seguridad y recuperar sus recuerdos de Steve, pero en varias ocasiones las cajas estaban vacías. Siempre se sintió muy mal cuando eso pasaba, era como si le arrebataran un poco de alegría. Ahora, tenía frente a sí una caja que, aparentemente le había devuelto a Steve, y no sólo sus recuerdos. Era por esa cosa que guardaba en su interior que él había aparecido de nuevo en su vida, pero que, también, los tenía metidos en un embrollo del que ni siquiera tenían idea. Así que tenía sentimientos encontrados por ella.

—Tómala, Tony,  y vámonos.

Tony asintió y sacó la caja, era un cofre de acero no muy voluminoso, pero si algo pesado. Salieron del área, pero justo cuando estaba por alcanzar a Steve se escucharon disparos provenientes de afuera.

—¡LLEGARON!—gritó  Bucky y Tony vio a Steve correr hacia el otro lado.

—Por aquí—dijo Natasha y los arrastró fuera del área de las cajas de seguridad, excepto al gerente, a quien por su seguridad le pidió quedarse ahí y cerrar las puertas. Ellos tenían que salir fuera como fuera.

Tony cargó con la caja, mientras él y Jarvis seguían a la pelirroja por las puertas del banco. Pronto tuvo ante sí la escena de un tiroteo y una pelea, en la que Steve  participa férreamente, haciendo equipo con Bucky; las agentes Carter  y Hill también luchaban con verdadera valentía. Los enemigos eran muchos y llegaban más y más. Los disparos venían de todos lados, de fuera, de adentro, incluso del cielo. Tony vio a un hombre volando con una especie de alas caer en picada y derribar a unos cuantos hombres.

—Nat—una puerta se abrió y Clint se asomó por ella— Yo los llevo.

Entonces, Tony se encontró  en custodia del arquero, quién los condujo hasta la azotea. Ahí los esperaba Fury, la plataforma del avión descendió.

Un helicóptero dio un rodeo frente a ellos, las puertas estabas abiertas, así que Tony pudo ver perfectamente a Pepper en el interior.

—¡TONY!—le gritó ésta, pero su voz se ahogó en el ruido de las hélices del helicóptero, el cual comenzó un descenso y se perdió lentamente.

—¡Jarvis, toma esto!—Tony le dio al caja de seguridad a su mayordomo y decidió bajar de nuevo.

—¡¿Qué haces,Stark?!—le gritó Clint y corrió tras él.

—¡Maldita sea Stark, vuelve!—gritó Fury molesto—¡Barton no podemos esperar más!

—¡Aguanta un poco, tenemos que…!

—¡Suba, Barton es una orden!

Clint resopló renuente, pero volvió  y tiró de Jarvis para meterlo en el avión.

—¿Señor? —Jarvis lo miró asustado, al tiempo que abrazaba la caja de seguridad contra su pecho.

—Tome asiento, Jarvis. Tenemos lo que necesitamos, y nos iremos sin ellos, si es necesario—dijo Fury.

—Pero…—Jarvis volteó hacia la entrada del avión pero la plataforma ya había ascendido.

 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

Esto se está poniendo más peliagudo de lo esperado (?) 

Prometí más acción, sólo un poquito  más ;P

 

Hasta la próxima!

 Continuará...


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