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Por ti, mi amor... por Aomame

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Por ti, mi amor... 

¿Amor?

Bruce Banner era un compañero de Tony y Steve, con el que asistían a clase de química. Realmente, ninguno de los dos había reparado en él hasta entonces. Era un chico de apariencia normal, pero un tanto retraído. Apenas hablaba con Natasha. Y en cuanto a ellos admiraba el conocimiento de Tony y la serenidad de Steve. Pero los odiaba cuando comenzaban a pelear.

La clase de química era la clase donde Tony hacia todo por humillar a Steve, lo que éste le devolvía en deportes o en clase de dibujo. Así que no era raro que comenzara una discusión con tintes peligrosos en el laboratorio.

Bruce tenía ataques de ansiedad e ira, nadie lo sabía, pero cada vez que una pelea tocaba la puerta él se retaría intentando no escuchar ni ver ni nada. Cosa muy difícil de hacer. Y un día, llegó a su límite.

Después de una pelea entre esos dos, Bruce había salido de clase escapando de la situación. El resultado fue que los tres se quedaron castigados limpiando el laboratorio. 

—Gracias, Rogers—Tony y él fregaban los pisos codo a codo, mientras Bruce se encargaba de llevar a lavar todos lo matraces y demás material de cristalería.

—Es tú culpa, Stark—Steve lo miró de reojo y siguió trabajando.

Tony rodó los ojos, se detuvo, se apoyó el palo del trapeador, y lo miró trabajar con desdén.

—A veces, quisiera tumbarte los dientes.

—Cállate y ponte a trabajar.

—¡Cállame, si puedes!

Steve también se detuvo y le miró con seriedad.

—Eso sería muy sencillo

—¡No me digas!—Tony tiró el trapeador violentamente a un lado.

—Vamos a fuera y lo verás.

—¡No! ¡Aquí y ahora, bastardo!

Y entonces, escucharon un “crash” seguido de otro y otro. Voltearon y vieron a Bruce tirando al piso matraces con diferentes sustancias al suelo.

—¡¿Qué haces Banner?! ¡Nos aumentas el trabajo, maldita sea!—le espetó Tony.

—Espera, Tony—Steve le puso una mano en pecho y observó con atención a Bruce.

—¿Qué?

—Algo le pasa.

Tony frunció el ceño, pero miró para el mismo lado. Sí, algo le pasaba. No respiraba bien, estaba agitado y también, temblaba, tenía el rostro tenso y enrojecido de ira. Ambos muchachos se vieron entre sí y decidieron calmar a su compañero.

—Oye…—intentó, Tony al dar un paso hacia él. Pero Bruce tomó un frasco más de un estante. Tony trago saliva—. Oye… no, no hagas eso.

Steve frunció el ceño, él no era un entendido de la química, pero por la expresión de los otros dos supo que aquello no era nada, nada bueno.

—¿Qué pasa?

—Se quemará, si lo tira…—explicó Tony con el rostro blanco como un papel. Él sabía lo que había estado usando en clase y sabía que eso, más lo que Bruce tenía en las manos haría que el lugar se incendiara, y Bruce estaba muy cerca, incluso, pisaba las sustancias.

Fue apenas una fracción de segundo. Bruce soltó el frasco enfadado, Tony gritó un desgarrador “no”,  mientras, Steve corría para empujar lejos a Bruce de esa fogata química.

El incendio se propagó con rapidez ante los ojos estupefactos de los chicos. Steve había empujado tan fuerte a Bruce, que éste se había estrellado contra un estante y  perdido el conocimiento. Steve fue por el extintor, pero Tony le dijo que era inútil.

—¿Puedes detener esto?—preguntó Steve a Tony, entonces.

—Puff, ¿quién crees que soy? Un párvulo de la química o…

—¿Puedes o no?

—Claro que puedo.

—Bien, hazlo.

Steve se pasó un brazo de Bruce por encima de los hombros; no sin dificultad lo cargó, y salió del laboratorio esquivando como pudo las llamas. Tony se quedó sólo en el laboratorio, pero no tenía miedo, sabía lo que tenía que hacer y tenía que hacerlo rápido o  el fuego se extendería por toda la academia. Además, no se extinguiría de ninguna otra manera.

Y mientras Tony  corría por el laboratorio contra el tiempo, Steve logró sacar a Bruce del edificio. A sus espaldas el incendio comenzaba a ser llamativo desde lejos, por lo que algunos estudiantes se acercaron, entre ellos algunos amigos de Steve.

—¡Steve! ¿Qué pasa?

—¡Bucky! Ayúdame, tenemos que sacar a todos en el edificio y los aledaños.  Ve por los demás para que sea más rápido.

Bucky asintió. Y en menos de cinco minutos la evacuación ya estaba en curso. Sin embargo, el fuego continuaba y Tony no salía. Fue entonces, que Steve dio media vuelta dispuesto a regresar.

—Espera, Steve—Natasha le sujetó del brazo—, es peligroso.

—Pero Tony sigue ahí.

Se soltó y corrió al interior del edificio.

Tuvo que quebrar una ventana para entrar, la puerta ya estaba invadida por el fuego.  Pero lejos de lo esperado,  recibió un regaño que provenía de su izquierda.

—¡Idiota, me espantaste!

—Tony—Steve hizo caso omiso a sus palabras—, olvídalo, vámonos, esto está cada vez peor.

—Ya lo sé, pero ya casi termino.

—¡Tony!

—¡Cállate y tráeme ese frasco de allá, está muy en alto y no lo alcanzo!

Steve frunció el ceño, pero como todo un atleta sorteó los obstáculos, trepó al estante y sacó el frasco.  Se lo llevó a Tony y lo dejó trabajar, a pesar de la inquietud que le causaba ver como el fuego se extendía poco a poco.

—Tony… ¡Tony!

—Ya voy.

El fuego, de pronto, trepó al techo. Era un fuego claro casi transparente, y eso era bastante asombroso como peligroso.

—¡Tony!—Steve estaba al borde de la desesperación.

—¡Terminé!

Y justo entonces, uno de los estantes de metal  cercano al fuego hizo explosión. Al parecer, las sustancias contenidas en él, habían reaccionado entre sí o al calor, o se habían evaporado y el gas contenido había necesitado salir, o quizás todo eso al mismo tiempo.

Los chicos escondieron la cabeza debajo de una mesa de laboratorio. Steve decidió que era suficiente. Tomó del brazo a Tony y lo arrastró fuera de la habitación.

—¡Espera!—le gritó Tony,  pero Steve prácticamente lo cargaba fuera del edificio—¡Tenemos que apagarlo, o no se detendrá!

Una nueva explosión los sacudió e hizo caer al piso del pasillo.

—¿Qué hacemos?—preguntó Steve .

Tony le mostró lo que había estado haciendo.

—Una bomba molotov salvadora—le dijo Tony sonriendo—Un delicioso coctel químico.

Steve suspiró, tomó la “bomba” y desde ahí la lanzó contra el fuego. Tony protestó, pero calló cuando vio que ésta entraba por la ventana y se escuchaba un nuevo “crash”. El fuego se avivó de pronto. Steve estaba a punto de reclamarle a Tony cuando, así como se había avivado, de pronto, aminaba.

Ambos se sentaron en el pasillo con la espalda pegada a la pared y respiraron profundamente. 

—Nos van a matar—dijo Tony.

Steve rió por lo bajo y estuvo de acuerdo con él. Pero era bueno estar vivos y completos. Un verdadero alivio que no hubiera tampoco otros heridos.

—Oye, gracias por volver—Tony le sonrió por primera vez.

—Gracias a ti por detener eso— y Steve le devolvió la sonrisa, también, por primera vez.

 

 

 

—¿A partir de entonces se hicieron amigos? —Pepper  estaba acodada en el cojín sobre sus piernas.

Jarvis le daba la espalda porque ahora cubría la pantalla con su cuerpo, Tony había salido de la bañera y se secaba despacio y a conciencia.

—Sí. Muy amigos.

 

 

 

Decidieron echarse la culpa de lo sucedido, para proteger a su recién añadido amigo, al cual instaron a tratarse ese problema de ansiedad-ira. Y si lo pensaban bien, si había sido culpa suya que Bruce entrara en un estado desesperación.

Dado que no hubo más daños (y claro, un cheque expendido por señor Stark padre), solo fueron castigados por tres meses con trabajo de mantenimiento a la escuela.  Tuvieron que convivir más en ese tiempo y descubrieron que tenían más en común de lo que pensaban. Y que sus diferencias, lejos de separarlos, los enriquecían.

Por ejemplo,  Tony le enseñó matemáticas a Steve a través del dibujo, algo que él entendía muy bien. Y Steve hizo varios de los planos de Tony, dándole forma a muchas ideas que éste sólo mantenía en sus pensamientos. Se ayudaban mutuamente, trabajaban codo a codo.  Y no podían entenderse sin el otro. Dejaron de ser enemigos. Y todos tuvieron paz al fin, incluso ellos.

De pronto, al final de esos tres meses, los grupos de amigos se habían unificado. Y ellos se volvieron terriblemente cercanos. Tanto, que hasta sus familias hicieron migas.

Todo parecía ir viento en popa. Tony se perfilaba para ser un ingeniero de renombre, y  Steve a convertirse en un artista plástico de igual envergadura. Pero ambos tenían destinos trazados. A los 25 años, Steve ingresaría oficialmente a la milicia, mientras que Tony  sería director general en prácticas. A ninguno le disgustaba ese destino, lo aceptaban, estaban hasta impacientes por ello. Pero  todo plano tiene puntos de fuga… Nada es perfecto, ni siquiera los planos que habían trazado para sus vidas. Tenían un fallo.

 

 

 

—¿Cuál?—Pepper se irguió y ladeó la cabeza intrigada.

Justo entonces Tony llamó a Jarvis.

El mayordomo apagó diligentemente la pantalla y se encaminó al baño. Pero antes de girar el pomo y entrar, contestó con voz queda.

—El amor, señorita Potts, el amor. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

Lamento dejarles la duda (en realidad no XD), pero ya poco a poco se ira aclarando el asunto. 

 

Hasta la próxima!

Continuará...


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