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Por ti, mi amor... por Aomame

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Por ti, mi amor...

¿Una ilusión?

Tony se secó el cabello ya en su habitación.

—Jarvis…—el mayordomo contestó desde el vestidor, dónde elegía un traje para su señor, adecuado para la cena de esa noche— ¿Dije algo fuera de lugar?

—Oh, no señor. No se preocupe.

—¿Pepper se fue?

—No, lo está esperando afuera, señor.

Tony asintió. Se vistió y arregló en silencio. Cuando volvió la vista hacia Jarvis, que cepillaba su abrigo, sonrió con el júbilo de siempre.

—¡Arrasemos está noche!—rió y Jarvis asintió con una leve sonrisa.

Tony se puso el abrigo y abrió la puerta de su habitación.

—¡Pepper! Es hora de irnos—le dio un beso en la mejilla y bajó la escalera dando brinquitos.

—Parece que su humor está mucho mejor.

Jarvis asintió y bajó junto con ella las escaleras.  Por seguridad, Pepper le pidió a Jarvis que los acompañara a la reunión, así que éste fungió como chofer, y acompañante de Pepper, porque una vez que la cena terminó y se dio paso a la fiesta. Tony  se dedicó a hacer lo que siempre hacia: bromear, jugar, filrtear con cualquier chica guapa que se le cruzara enfrente…

Después de saludar a unos cuantos inversionistas y disculparse por la tardanza una vez más,  Pepper  se sentó junto a Jarvis y le tendió una copa de champagne.

—Voy a manejar, señorita Potts.

—Una nada más, para agradecerte lo de esta noche. Sin ti jamás habría logrado que Tony estuviera aquí—suspiró y tras acomodarse el cabello tras la oreja, preguntó—: ¿A qué te referías con “el amor”?

Jarvis le dio un sorbo a su copa y vio cómo, a lo lejos, Tony se bebía una copa entera y coqueteaba con una jovencita, quién, aparentemente, estaba dispuesta a ceder fácilmente.

—Oh, bueno, en ese tiempo, yo estaba siendo entrenado para convertirme en el mayordomo de la familia, para ocupar el lugar de mi padre cuando éste se jubilara. Mi entrenamiento se reducía a servir al sucesor de la familia Ya que, claramente, sería a él a quién serviría en el futuro. Era muy importante, porque eso generaría entre nosotros un lazo de confianza. De eso se trataba.

Pepper asintió— Gracias a ello te debo la vida hoy.

Jarvis sonrió y después, recuperó su porte flemático, casi sin moverse.

—Fui el único en la casa que se dio cuenta. Supongo que se debió a esa cercanía que tenía con él y también, a que en ese entonces yo era muy joven.  Sus padres estaban demasiado ocupados como para notarlo.

 

 

 

—¡No es lo que parece!—Tony le arrebató el libro de las manos y atropelladamente lo metió en un cajón de su escritorio.

—Pensé que sólo eran fotografías de su amigo y usted. ¿Acaso son algo más?

El rostro de Tony se coloreó de rojo, apartó la vista e intentó cambiar de tema. Jarvis aguardó tranquilamente a que su verborrea terminara.

—No se preocupe, señor, no diré nada.

Tony lo miró, como quién duda.

—Tampoco le digas a Steve.

—Como usted desee.

Tony tenía un álbum con fotos de Steve. Eran tantas que ya no tenía espacio en él y el libro vomitaba fotos sin ordenar.  Jarvis no tardó mucho en darse cuenta del porqué.

 

 

 

—¿Aún tiene el álbum?—Preguntó Pepper con curiosidad. Tal vez, pensó, podría conocer al famoso Steve por una foto.

—Sí, aún lo tiene, pero en una caja de seguridad en el banco.

—¿Por qué?

—No quiere tentaciones, señorita Pepper, ni motivos para la depresión.

Pepper le dio un trago a su copa y le instó a continuar.

 

 

Era evidente, para aquel que quería ver, la verdad. Lo que ellos dos tenían no era amistad. Ambos tenían a sus respectivos mejores amigos, a los que trataban y querían como tales. Steve tenía a Bucky y Tony a Rhodney.  Sin embargo, para los padres de Steve y Tony, ellos eran mejores amigos entre sí. Lo cual era muy conveniente para muchas cosas.

Y no, no había error. No había error de interpretación en la manera en la que se trataban o se miraban, incluso los toques casuales de sus manos estaban cargadas de sentimientos de amor entre ellos. Sí. Entre ellos jamás hubo amistad. Sólo podían sentir  dos cosas por el otro. Una ya la habían sentido y agotado: el odio. Y la segunda, que no era más que la otra cara de la moneda: el amor.

Un día, Tony regresó a casa completamente alterado. Estaba al borde de las lágrimas y llamó a Jarvis con un ánimo febril en las venas. Dijo que había cometido un error.

—Se lo dije—caminó de un lado a otro a punto de tirar de sus cabellos—. Le dije lo que sentía por él. Jarvis me quiero morir.

—Calma, señor. ¿Qué fue lo que le dijo él le dijo?

—¡Nada! No sé… no le di tiempo. ¡Salí corriendo, Jarvis!

El mayordomo se mordió los labios para no reír e intentó calmarlo, y justo entonces, tocaron el timbre de la casa. Steve fue a visitar a Tony  en medio de su crisis, al parecer había corrido tras él. Jarvis los dejó a solas, y lo siguiente que supo es que, Steve le había asegurado a Tony que esos sentimientos eran recíprocos.

 

 

—Espera, Jarvis—Pepper lo detuvo con una mano, la misma que estiró después, para tomar una copa nueva de champagne de la bandeja de un mesero— ¿Me estás diciendo que Tony tuvo una relación con otro hombre?

—Así es, señorita Potts. Y tengo que decir que es la única relación seria que ha tenido.

Pepper sacudió la cabeza  y  dirigió la vista hacia Tony, quién ahora reía estridentemente con una chica en cada brazo y diciendo algo sobre jugar poker.

—No te lo puedo creer.

—Oh, créalo, porque es verdad.

 

 

Comenzaron una relación. Una relación bastante buena. Sí, a veces peleaban, tenían opiniones diferentes, pero siempre lograban conciliar. Todos sabían de su relación, es decir, su círculo de amistades más cercana. Los únicos incapacitados para darse cuenta eran sus respectivos padres, los cuales veían con buenos ojos una futura relación beneficiosa para ambos. Considerando que Steve sería un militar y Tony el dueño de la principal empresa proveedora de armas para el ejército…  No veían la realidad.

Jarvis y sus amigos se convirtieron en las tapaderas de todos sus escapes, de todos sus encuentros. Eran un gran escudo a su alrededor que los protegió de una posible separación. Fueron buenos tiempos.

 

 

Tony, dejó ir a las chicas que tenía entre sus brazos y buscó otra copa de champagne. Ya se sentía un poco mareado, pero apenas la noche comenzaba, y no quería perderse de la diversión. Cuando las chicas volvieron traían consigo un par de valientes que jugarían  poker con él. Tony exigió una mesa, cartas, fichas… apostaría unos cuantos dólares, total, esa noche tal vez tendría suerte.

—Necesitamos uno más—dijo uno de los jugadores al tomar asiento—Si sólo somos tres será un apoco aburrido.

Tony estuvo de acuerdo y a voz en cuello pidió que alguien se atreviera a perder contra él un par de dólares.

—Está bien, yo juego—escuchó una voz que aceptaba el reto y fue suficiente.

Se distrajo con las chicas, y éstas lo cubrían de besos y mimos, mientras la partida era repartida.  A lo lejos distinguió a Pepper y a Jarvis conversando animadamente, pero no le dio importancia.

 

 

 

—¿Entonces tú también los cubriste?

—Sí—Jarvis sonrió como si hubiera realizado una travesura—. Aún recuerdo la vez que el señor Stark me pidió que los llevara a la casa del lago, en un verano particularmente caluroso.

 

 

 

—Señor, sabe que no me negaría, pero en esta época el calor ahí es insoportable. Soy de sangre fría ¿sabe?

—Vamos, Jarvis, por favor… puedes quedarte en la casa grande.

La propiedad contaba con ambas, una casa principal con todos los servicios, incluso aire acondicionado y una cabaña. Tony quería quedarse en  esa última, una casa rustica cercana a un lago que, aunque tenía baño y cocina, no se podía decir que fuera muy digna de un Stark.

—¿Por qué quiere la casa del lago a fuerza , señor?

—Porque Steve quiere dibujar ahí de noche. Ya sabes, la Luna reflejada en el agua  y esas cosas que tanto le gustan.

—Oh, ¿es eso? ¿Y usted, sólo quiere complacerlo con un paisaje digno de ser dibujado?

Tony apretó los labios e infló las mejillas, no quería decirlo, pero terminó confesándolo rojo como un tómate.

—Será nuestra primera noche juntos…

—Oh… ¿La primera?

—¡Sí, carajo! ¡La primera!

—¿Y quiere un ambiente romántico que sólo la casa del lago puede darle?

Jarvis le tomaba el pelo, y lo disfrutaba. Y aunque Tony lo sabía, no estaba en posición de reclamar.

—¡Sí, eso quiero!

 

 

—Ahora que lo pienso—Jarvis volteó a ver a Pepper quién aún no salía de su asombro—, eran una pareja muy tierna. Ya sabe, el primer amor es así, como una esfera de cristal que tratas con cuidado, que amas tanto y no puedes más que adorar.

—¿Así se querían ellos?

Jarvis asintió.

 

 

Unos metros más allá. Tony había recibido sus cartas. Por estar con las chicas ni siquiera había visto a sus contrincantes y no lo hizo hasta que, una vez que revisó sus cartas decidió cambiar dos de ellas. El siguiente contrincante también hizo movimientos, el tercero no y el último tardó un poco en decidirse y exasperó al millonario, quién no tuvo opción más que dejar de tontear con las chicas y  mirarlo para apurarlo

—Decídete de una vez, si no sabes jugar...—dijo tomando su copa con actitud déspota, pero cuando iba a beber de ella, vio a su contrincante del otro lado de la mesa y se paralizó.

 

 

—Pero, Jarvis, hay algo que no me cuadra.

—¿Qué es, señorita, Potts?

—Si todos lo sabían… Por ejemplo, Bucky o Rhodney, ¿por qué nunca hablan de Steve?

—Oh, hablan, señorita Potts, claro que hablan de él. Pero no lo hacen frente al señor Stark.

—¿Por qué?

—Creo, Señorita Potts, que necesito otra copa de estas, para contarle eso.

 

 

—Una—dijo el jugador que faltaba y dejo la carta sobre la mesa—. Sé jugar, señor Stark, no se preocupe por eso. Debería preocuparse por su propio juego. Si me permite la observación, ésta usted muy distraído.

Tony simplemente no podía moverse. Del otro lado de la mesa, justo frente a él, un hombre rubio de increíbles ojos azules le miraba con tranquilidad. Un hombre alto y fuerte, atractivo como sólo el demonio o un ángel pueden serlo.

Tony bajo su copa lentamente, y el hombre frente a él, por el contrario, levantó la suya y bridó brevemente con una sonrisa antes de beber.

La copa de Tony resbaló hasta el piso haciéndose añicos, mientras su voz, pronunciaba conscientemente por primera vez  en años, ese nombre.

—Steve…

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

A partir de aquí, y por un breve momento, tendremos tres tiempos en la historia, espero no haberles perdido. Estos tiempos son: La narración del pasado, lo que conversan Pepper y Jarvis; y lo que le pasa a Tony durante la fiesta. 

;D

 

Hasta la próxima!

Continuará...


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