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Los chicos lloran lágrimas celestes [en REEDICIÓN] por DianaMichelleBerlin

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Notas del capitulo:

 

Soy fea por adelantar hasta estas horas, pero confío en que muchas apenas se van a dormir luego de la fiesta, como yo (al menos las mexicanas) xD

 

Este capítulo está muy chiquito y les va a bajar el ánimo un poco, pero aquí es donde se empieza a ver realmente una parte muy importante. 

 

Les dejo el capítulo, bellezas. 

 

PD: Lo escribí escuchando "So broken" de Björk. Por si gustan para mejor experiencia...

–Háblame de él.
–Púdrete.
–Mmm…Así no te espera nada bueno.
–Ja ja ja ja…Me siento como en una puta película de acción, ¿a qué hora me ahogas en el baño?
–A ninguna hora, si no me colmas la paciencia. Háblame de él. ¿Cómo empezó…esta cosa que tienes?
–¿Qué? ¿Quieres que te diga qué me gusta de él?
–…Si así lo quieres ver. Dime.

 

Aspiró una gran cantidad de aire y lo miró desafiante. Quería verse rudo e incapaz de intimidarse. Pero estaba muerto de miedo.

 

–Esos cabrones ojos que se carga- Respondió– La forma en que camina, en que habla, su cabello, sus labios, ¡su trasero! Ja ja ja…Estoy bien pinches enamorado.
–Pinche enfermito.
–Sí, está precioso. Tú también lo amarías…

 

– – – – – – – – –

 

El consomé de pollo estaba casi entero en el refrigerador. En realidad, sólo iba a comer por su hermana, pero como ella no llegó, sólo comió lo suficiente para que ella no llegara y le reprochara algo como “(Salí temprano para conseguir eso y no te lo comiste)”. No tenía ganas de nada, sólo de ir a dormir. Pero cuando se acostó, no pudo dormir hasta una hora después. Apenas eran las ocho.
Por eso, se molestó sobre manera cuando, al fin rasguñando el sueño, tocaron a la puerta. Seguramente Pavlovna había olvidado las llaves de la iguana… otra vez.

 

Se quitó a Limonchik de encima y la metió en su terrario. Se puso el primer pantalón que encontró para no mostrarle la ropa interior a su hermana y bajó las escaleras, con una cara de fastidio que la haría entender de una vez que se cargara las malditas llaves.
No tenía el mejor humor.

 

Nunca se imaginó quién venía tras de su hermana, tan calmada como acabada de salir de una de las meditaciones que hacía la hermana de ella.

 

–Te debo una disculpa–le dijo.
–¿Por qué??–preguntó él, con el ceño fruncido y todavía ganas de correrla de su casa, pero ella hasta se quitó los zapatos y Pavlovna le ofreció unas pantuflas.

 

–Perdón– insistió ella.
–Quiere hablar contigo– le explicó Pavlovna a él.
–¿Qué quieres?– le preguntó él a la pelinegra.

 

Ella lo abrazó. Él se quedó tieso del susto, pero luego se relajó.
Después se volvió a tensar.

 

–¿Qué mierda le dijiste??–se dirigió a su hermana.
–Lo que necesitaba saber, para que dejara de verte como te veía. Y además ya es tiempo de que ustedes dos hablen de lo suyo. Ya pasó un año, maduren.

 

Misha se sintió traicionado.
–¿Le dijiste…???
Pavlovna asintió con la cabeza.
–¡No tenías derecho a contarle eso!

–Misha, tienes que hablarle de eso a alguien–intervino Ari– Eso es horrible, y ya sé quiénes son. Yo supe de eso. No eres el único. Alguien sí habló.

 

Misha se la arrancó de encima y caminó a la sala, mientras ellas lo perseguían.

 

–Mi vida, hermano, perdón –le suplicó Pavlovna– pero creo que ella debía saber.
–¡¡A mí me importa un carajo estar peleado con ella!!!– la volteó a ver su mellizo, con los ojos llenos de rabia y vergüenza– ¡¡Te hice prometer que nunca ibas a mencionar eso!!!
–¡Ya te lo guardaste suficientes años!
–¡¡¡TE IMPORTA UN DEMONIO!!!!

 

Los recuerdos se le agolparon otra vez en la mente.
Se sentó en el sillón y se escondió la cara entre las manos. Se meció como si fuera un niño asustado en medio de un bombardeo.

 

–¡Misha!–Pavlovna se sentó junto a él y lo abrazó. Se puso a llorar.

 

Ari también estaba muy triste. Se puso frente a él.

–Misha, no tienes por qué seguir pasando esto.
–¡No te importa!!
–¡Pues lo siento, pero ahora también eres mi problema!! ¡No puedo dejarte así!! ¡Y a ti menos!!
–¡¡Carajo!!

Misha se esforzaba por no llorar. Su piel blanca se le puso roja.

 

–Misha, yo sé que no soy la mejor persona para estarte exigiendo cosas –le dijo Ari– Pero tenemos que trabajar ahora en sanar todo eso.
–Déjame…
–No. Ya fue mucho el daño que te hizo y no vamos a dejar que te lo siga haciendo más.
–…
–Yo conozco a un terapeuta que es muy bueno y trabaja con nosotras. Una vez también atendió un caso como este.
–No quiero ir a ningún maldito terapeuta.
–Lo siento. Te voy a agendar una cita. Nada más llego a mi casa y le hablo por teléfono.
–Deja de meterte en lo que no te importa.
–¡Tú me importas! ¡Tanto como Joaquín y tanto como Ian! ¡Tanto como los demás! Y tu hermana está de acuerdo.
–Aléjense de mí.

 

A Ari se le salió una lágrima.

–Perdóname por no haberme dado cuenta nunca.
–Qué bueno que nunca te diste cuenta. Qué bueno que nadie se da cuenta.
–No eras nada de las cosas que te dije–a la pelinegra se le salió otra lágrima– Eras uno de mis niños a los qué ayudar.
–No me interesa ser “uno de tus niños”, estúpida.
–Misha…
–¿Qué??
–Tienes que decirle a Ian.
–No.
–Tienes qué.
–¡Quiero que Ian se vaya de mi vida!!

 

Misha se quitó a su hermana de encima y se desplomó en su mismo lugar.

 

–Misha –continuó Ari– ¿No lo quieres?
–¡Cállate!!
–Por eso te portabas así con él ¿verdad?
–¡¡Quiero que te calles!!

 

El ruso volvió a aprisionar su cabeza, pero entre sus brazos completos. Volvió a mecerse.

 

–Misha, no vas a solucionar nada alejándolo de ti. Él también sufre mucho por ti.
–¡Él tiene la culpa!
–No, cariño. La culpa la tiene quien te hizo eso. No Ian.
–¡Nada de eso me hubiera pasado si yo no lo hubiera conocido!
–No digas eso.
–A mí me gustan las mujeres.
–Eso no quita que él también.
–¡Me gustan las mujeres!!– le gritó Misha, con rabia, asomándose desde su coraza, pero sin ver– ¡Toda la vida me han gustado y toda la vida tuve novias!!
–No sólo hay gays y heterosexuales, Misha.
–¡No soy uno de tus pútridos enfermos!!

 

Misha ya tenía la cara totalmente roja. Apretaba los ojos.

 

–¿Entonces por qué te diste la oportunidad de besarlo?... ¿De tocarlo?
–…
–¿Por qué?
–…
–…

Abrió sus ojos por fin. El mar se desbordó.
Eran las olas más devastadoras que han tenido lugar.

–…Porque lo necesito.
–…
–Con todo mi corazón.

El pecho de Misha se sacudió violentamente, casi como una convulsión en cada sollozo.

Su voz se rompió completamente.
Era una voz totalmente diferente. Dos voces diferentes. La que le hablaba y la que iba pegando gritos y gritos de dolor.

A Ari se le rompió el corazón de ver eso.

 

–¡Está dentro de mí!

Ariadna corrió hacia él y lo abrazó. Con ayuda de su hermana, lo aprisionó.

 

–El me dejó de amar e hizo su vida.

 

Podía sentir su dolor como si fuera el de ella.

–¡Pero yo siempre lo he amado con todas mis putas entrañas!!!

 

Pavlovna comenzó a llorar a volumen alto. Ari se aguantó, para darle fuerza al rubio, mientras lo estrechaba contra sí, acariciándole la cabeza para que se desahogara.

 

–¡Es como una maldición!

Un alma rota.

 

Mne stydno! (¡Me da vergüenza!).

Un alma rota, en todo su esplendor.

 

…Mne stydno.

Notas finales:

Hasta mañana <3


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