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El circo de las sombras por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

¡Espero que disfrutéis del capítulo número 7!

                Shun levantó a Hyoga del suelo mientras este se ayudaba del bastón. Tenía la piel más blanca de lo normal y el cuerpo le temblaba como si acabase de descubrir el frío de su interior. Se apoyó en la pared y echó un tímido vistazo al espejo del que acababa de escapar, comprobando que, como los otros que habían dejado atrás, se había convertido en pedazos de cristales.

—¿Te encuentras mejor? —Le preguntó Shun secando las lágrimas de sus mejillas.

—Sí… —asintió levemente, pero se veía a simple vista que estaba mintiendo—. Tenemos que salir de aquí y buscar la carpa blanca —dijo al tiempo que comenzaba a caminar por el pasillo.

—¿Cómo saldremos?

—Haré una brecha. —Alzó el bastón sobre su cabeza y comenzó a canalizar energía de su cuerpo, pero Shun se abalanzó sobre él para detenerle.

—¿Estás loco? ¡No tienes fuerzas!

—Es la única manera. No tengo la menor idea de dónde puede estar la salida. —Volvió a poner el bastón en alto y Shun se apartó con el corazón latiéndole a gran velocidad.

                Hyoga cerró los ojos para concentrarse. Profirió un grito y golpeó la pared con el bastón, que brillaba intensamente. La lona tembló y emitió un sonido semejante al de un muro resquebrajándose. Entonces, una raja atravesó la carpa en vertical y la niebla se coló por la abertura. El rubio se desplomó en el suelo y dejó caer el bastón a su lado.

—¡¡Hyoga!! —Gritó Shun, y se apresuró para cargárlo sobre los hombros.

                Corrió con dificultad por las calles de aquel circo tenebroso. Le costaba mantenerse en equilibrio y al mismo tiempo llevar a Hyoga con él, pero ni por un momento se planteó la posibilidad de dejarlo tirado. Tenía que llegar a la carpa blanca cuanto antes, aunque eso significase agotar también él sus energías. En realidad, todo le daba igual menos Hyoga.

                Llevaba el bastón mágico en la otra mano con la intención de utilizarlo si alguna sombra aparecía y se abalanzaba sobre ellos, aun sin tener la menor idea de cómo usarlo. Continuaba corriendo a duras penas. Nada más importaba, solo su vida y la del rubio.

                Por fin, y sin saber cómo, vislumbró la carpa blanca a lo lejos. Parecía que representaba el final de una calle gris y lúgubre por la que nadie se atrevería a pasar, ni siquiera para descubrir qué cosas tan brillantes les aguardaban al final del camino. Pero nada era tan fácil como parecía.

                Dos sombras se interpusieron entre ellos y la carpa, saliendo cada una de un lateral de la calle. Eran amenazadoras y parecían reírse como unos payasos que perdieron la cabeza tras muchos años de espectáculo en el circo. Shun los miró con los ojos llenos de miedo, pero no dejó de correr. Estiró hacia adelante el bastón y cerró los ojos cuando las sombras estaban a pocos metros de él, con la esperanza de que al abrirlos de nuevo estas desaparecieran.

                Para su sorpresa, su sueño se hizo realidad. Las sombras se desvanecían frente a ellos lentamente hasta que no quedó nada de ellas. Hyoga estaba de pie al lado de Shun y sujetaba con él el bastón. Tenía la respiración entrecortada y parecía que iba a desplomarse en cualquier momento, pero en vez de eso cogió su bastón y a Shun de la mano, tirando de él hasta que entraron, por fin, en la carpa blanca.

                La nieve caía dulcemente sobre la hierba de hielo acristalada. Hyoga se dejó caer al suelo y Shun se apresuró a sostenerlo sobre sus piernas. El menor lo miró con preocupación y el rubio le regaló una mirada de esperanza.

—Gracias —le susurró Shun, y Hyoga posó una mano enguantada sobre su rostro, arrebatándole una lágrima que comenzaba a caer por su mejilla.

—No sé qué haría sin ti. Me has salvado.

—Tú eliminaste a esas sombras. A todas ellas, desde el principio, desde que estoy aquí…

—Tú le diste color a mi vida gris. Gracias a ti, mi amor, he descubierto de dónde vengo. Gracias a ti, Shun, ahora sé cómo podemos escapar de este circo de sombras.

—¿Qué te mostró el espejo? —Preguntó al tiempo que le brillaban los ojos y acariciaba el pelo de Hyoga con cariño.

—Mis padres murieron para salvarme de las sombras —dijo con dificultad, y le relató todo lo que había visto a través del cristal.

                Shun estaba completamente conmocionado y movía los labios tratando de decirle algo, pero sin encontrar las palabras necesarias para ello. Inevitablemente, recordó lo que la carpa de los espejos le había mostrado a él: ese lugar lleno de colores en el que se había encontrado con Hyoga. El rubio había desaparecido de su lado y un blanco intenso inundó toda la estancia después de girar a velocidad de vértigo.

—Y si… Hyoga, tenemos que encontrar la carpa en la que entraste de niño —le dijo.

—¿Por qué? —Preguntó extrañado.

—Uno de los espejos me mostró… una carpa parecida, y al final ambos nos íbamos por ella, desvaneciéndonos…

—¿Crees que esa es la salida? —Shun asintió no muy convencido, pero era lo único que se le ocurría—. Shun —le llamó fríamente—, ¿puedes alejarte un momento? —Le pidió.

                Shun le hizo caso y se levantó dando unos pasos a la izquierda. Hyoga cerró los ojos y los cristales del suelo apuntaron hacia él. Entonces, todos los copos de nieve se concentraron en su cuerpo y comenzaron a caer sobre él, envolviéndolo en un suave y frío tejido. Poco a poco, Hyoga fue absorbiendo los copos de nieve que no dejaban de caer hasta que estos volvieron a su patrón original, cayendo, de nuevo, sobre el cabello verde de Shun y sobre la hierba de hielo indiscriminadamente.

                Hyoga se levantó del suelo y cogió su bastón con la mano derecha. Se colocó bien el sombrero y se acercó a Shun. Le depositó un gélido beso en los labios y lo abrazó con fuerza. Shun se estremeció por el constante frío que emanaba de él, pero no se apartó. Se separaron unos segundos después y Hyoga le miró con una sonrisa llena de vitalidad.

—Vamos a buscar la carpa de colores.

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! Espero que les haya gustado y dejen review con su opinión. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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