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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste

“Auch…” el sol me despertó y en seguida me di cuenta de por qué no debería haberme relajado tanto. Mi cuerpo estaba tan adolorido que no podía moverme con libertad. Aunque pensándolo bien, quizás todo el esfuerzo del día anterior había tenido algo que ver. Tras unos cuantos minutos de quedarme en la misma posición me obligué a levantarme. “Levántate”

“¿Ummm?” entonces me di cuenta de que todavía tenía a alguien a mi lado. Su rostro se sonrojó un poco cuando descubrió que habíamos pasado toda la noche en esa posición, los dos juntos. “Bue… buenos días”

“Buenos días” bajó la cabeza, gateando hacia nuestra improvisada muralla para asegurarse de que todavía estábamos seguros. Al parecer los zombies se habían tomado un descanso durante la noche, porque no había ninguno al otro lado. Por desgracia, unos pasos se acercaban del otro lado. “No va a ser sencillo” se frotó el cuello. “Me duele todo”

“Claro, hemos dormido más que incómodos” lo seguí, palpando la espada en mi cadera. Parte de mí había esperado que esto sólo fuera un sueño, que al despertar todo hubiera regresado a la normalidad… pero era mucho pedir, ¿verdad? Mi estómago rugió en ese momento, atrayendo a los primeros zombies que asomaban, a juzgar por los sonidos que hacían. “Demonios, tengo hambre”

“No podemos hacer nada” las manos comenzaron a aporrear el armario. Con cuidado nos subimos a él, observando a los monstruos. “Ayúdame a deshacerme de estos, luego podemos comenzar a pensar en el desayuno.”

“Eso suena bien” agarré mi arma con fuerza, metiéndola en el ojo del primero a mi alcance. Se desplomó contra el armario. Con la ayuda de Madara la saqué y continuamos. El trabajo era difícil y peligroso, estuve a punto de caerme un par de veces mientras lo hacía, pero mi amigo lo impidió. Pronto tuvimos una pila de cuerpos a nuestros pies, apestando el lugar. “Tendremos que deshacernos de ellos”

“Después” le dije, frotándome todavía más mi adolorido cuello. Bajamos y buscamos a los demás. Se habían reunido en un salón para comer, incluso ese insufrible engreído que tan mal me caía.

“Buenos días, aniya” Tobirama me saludó, tendiéndome un sándwich en papel plástico. “Dejamos unas cuantas sobras ayer, son el desayuno de hoy. Lo siento si está pasado, pero como no comiste ayer…” tenía razón, estaba delicioso. Mi hambriento estómago lo recibía con mucho gusto. “Ten, no te lo vayas a tomar muy rápido”

“Gracias” le acepté la caja de jugo. Seguro que no habían muchas, pero mientras se mantuviera el flujo de agua por las alcantarillas estaríamos bien surtidos. Cuando hubo terminado la comida, todos nos sentamos a hablar. “Tenemos que expandir nuestro perímetro de seguridad.”

“No veo por qué” el insufrible ese volvió a hablar. “Sólo tenemos que esperar, las autoridades vendrán por nosotros. Quizás incluso ya estén peinando la zona por posibles supervivientes y todo esto esté a punto de acabar.”

“¿Eres idiota? ¿Acaso has escuchado helicópteros o algo así?” Madara lo fulminó con la mirada, causando que se encogiera. “Además fíjate, ya no tenemos comida. Debemos llegar hasta la cafetería para conseguirla.”

“Entonces ustedes dos pueden hacer el viaje…”

“¿Todos los días tres veces al día? Y piensa, no podríamos conseguir suficiente” él se quedó callado, recostándose contra su espaldar. “Ahora… ¿Qué se puede hacer para asegurarnos de que al menos tenemos un pase seguro hasta la cafetería?”

“Nii-san, creo que sería imposible. Con la cantidad de ellos que hay…” los Uchiha se miraron entre ellos e Izuna bajó la vista. “Lamento contradecirte”

“No, sigue… creo que tienes razón”

“He… Senju-san y yo hablamos en la noche y… los dos creemos que… no se podría conquistar todo el camino hasta la cafetería en tan sólo un día” el niño parecía intimidado por tener la atención de todos, más se tragó su miedo y comenzó a hablar. “En el piso de abajo todavía debe de quedar comida… suficiente para un día más. Y cosas… con las que armar una barricada.”

“Entiendo” me levanté, capturando la atención del público. “Tobi, a ti te gustaban leer libros sobre arquitectura, ¿no?” mi hermano asintió. “¿Podrías diseñar una más segura que la que tenemos ahora? No podremos armarla completamente, pero luego…”

“Creo que me reservaré ese diseño para cuando conquistemos toda la escuela” él suspiró. “Tendremos que… hacer de este lugar un sitio más fuerte” pateó algo que quedó en el suelo tras la limpieza del día anterior. “Avísenme cuando…”

“Oh, no, ustedes no van” lo interrumpí inmediatamente. “Es peligroso”

“Aniya, con todo respeto, ya he corrido por un pasillo lleno de zombies, creo que puedo con un par más”

“Me refiero a para los demás” corregí antes de que se diera cuenta. “Aparte de mí y de Madara, tú e Izuna son los únicos que pueden pelear. Si quedáramos atrapados ahí afuera no les quedaría nadie… ¿de verdad quieres dejarlos así?”

“Ahora que lo mencionas, sería muy irresponsable de mi parte, perdona” apretó las manos. Sabía en lo que estaba pensando, ahora mismo yo era toda la familia que le quedaba. Simplemente no podía dejar que me atraparan. “Hay que pensar en otra manera de combatirlos.”

“¿Alguien aquí sabe disparar?” todos negaron. “Genial” me ajusté la katana con molestia. “¿Y cocinar?” la profesora y algunas de las chicas levantaron la mano. Sorpresivamente, Madara también lo hizo, finalmente dándole una mordida a su onigiri. “Muy bien, abajo está el salón de economía domestica. No estoy muy seguro, pero tendrán ingredientes ahí. Seguro que hoy podremos comer mejor que ayer.”

“¿Entonces qué esperan? Vayan a por ese piso”

“Intenta ordenarme de nuevo y te juro que te aviento a los zombies por esa ventana” le amenazó mi amigo, tomándolo de la camisa. Este casi se hizo en los pantalones. “Ven conmigo, haremos algo para distraerlos” se levantó y salió del salón, terminando en tiempo record su comida. “Ahhh, cuando lo hayamos conquistado, será mejor que les quiten la ropa a los cadáveres antes de tirarlos por la ventana.”

“¿Para qué quieres la ropa de los muertos?”

“Si la lavas bien todavía puedes reutilizarla… sobre todo si utilizaste lejía” se paró en la puerta. “¿o quieres seguir llevando la misma ropa que ayer hasta que se deshaga?” me quedé mirándolo. “Eso pensé, camina”

“Cla… claro” fuimos a uno de los salones. Era obvio que alguien había dormido ahí la noche anterior. Muy incómodamente, era verdad, pero al menos seguro. “¿Habrá colchonetas abajo? Necesitamos…”

“Primero hay que mantenernos con vida” tomó los celulares guardado detrás del pupitre del profesor. “¿Quieres llamar a tu familia?” le tendió uno. “Utilízalo antes de que muera”

“No lo sé, yo…” igual marqué. Nadie respondió en casa, aunque eso era de esperarse. Quizás los habían trasladado a un sitio seguro. “Nadie contesta” le informé, devolviéndole el aparato. “¿Qué vas a hacer?”

“Llamarlos al patio” cogió uno de los pocos cables que quedaban y lo ató al lazo de la cortina, creando poco a poco una cuerda. “Si lo pongo a un volumen adecuado y lo descuelgo por la ventana los que están en los pisos superiores bajarán” bajó la mirada “O eso espero” terminó de atar las cosas. “Engañarlos es la única oportunidad que tenemos de salir con vida de ese sitio.”

“Lo sé” le tomé de la mano. “Voy a colectar todos los cables que pueda, ¿si? No hagas ninguna estupidez” lo solté. “Salgamos de ese lugar juntos” me fui a hacer lo que decía, debía estar preparado para levantar la nueva barrera antes de que entraran de nuevo los zombies… por las dos escaleras. Cuando terminé él me esperaba delante de la que no estaba bloqueada por cuerpos. “¿Qué?”

“Dentro de poco sonará la alarma del otro lado, hay que estar listos” se miró el reloj. Parecía estar deprimido por alguna razón. “Prepárate”

“¿Llamaste a tu casa?”

“¿Para qué? No va a haber nadie” dijo con un poco de amargura. Conque por eso sabía cocinar, tenía que hacerlo para sí mismo y para Izuna. “El general hace tiempo que dejó de recibir llamadas de sus problemáticos hijos.”

“¿General?”

“Así es como le gusta que le llamen… Tajima Uchiha o papá no le basta” en el piso de abajo sonó algo, seguido por un tropel de pesados pasos que lo seguían. Miré por la ventana, el celular estaba colgando de las cuerdas casi a la altura del primer piso. Tenía que admitirlo, era ingenioso. “Vamos”

“Sí” con cuidado de no hacer ruido escalamos por la improvisada barrera, pasando por encima de las diferentes cosas que componían la parte de arriba. En total silencio logramos bajar los primeros tramos de la escalera. Entonces nos encontramos con el primero. Era una chica… o eso había sido. Y yo… la reconocía… “¿Kamizada-san?” mi antigua compañera de proyecto de arte, la que se había burlado de mi pasión por los árboles. “Eres…”

“No es ella” una hoz le impactó la cabeza, haciendo que cayera al piso, totalmente inerte. “Ayúdeme, ese señuelo no va a durar mucho más”

“Bien” entre los dos volteamos un armario y lo pusimos en el camino. Este tramo de la escalera era mucho más ancho que el anterior, así que necesitamos un buen tiempo para taparlo. Incluso con la pistola de clavos que me encontré en el armario del conserje de la azotea el trabajo fue extenuante. Recién habíamos conseguido tapar esa escalera cuando el sonido se apagó.

“Volvamos” asentí, debíamos salir de ahí antes de que regresaran. De regreso al interior de nuestro pequeño refugio, mi hermano me esperaba con un vaso de agua en la mano. Me lo entregó antes de sentarse conmigo.

“Otskaresama”

“Eso se dice al final del día, todavía nos queda un gran agujero que parchar del otro lado del piso…”

“Al menos no tienen que lavar” me enseñó sus manos. “Mientras ustedes trabajaban nosotros recolectamos la ropa, la lavamos y la pusimos a secar” se acurrucó un poco más. “No es que me esté quejando, pero menos de la mitad está lista. Quitar la sangre y otras cosas de ahí ha sido una pesadilla…”

“¿Está toda blanca ahora?” asintió. “Bueno, es mejor que andar descalzos.”

“No… no va a durar mucho” me informó, ocultando el rostro entre sus piernas. “La ropa… es demasiado delgada. Si… si no nos rescatan pronto… entonces…”

“Ya pensaremos en eso más tarde, ¿sí?” lo abracé. “Ahora sólo preocupémonos de seguir con vida hasta que podamos reunirnos con nuestras familias, ¿está bien?”

“Como… como digas, aniya” le apreté la mano con cariño y me levanté. Necesitaba acabar con esto cuanto antes, Tobirama debía comer. Decidido, me acerqué a Madara, que cambiaba el celular que colgaba de la ventana. Los dos asentimos y dejamos caer otro. Mi hermanito se nos acercó entonces. “Aniya”

“¿Sí?”

“Vuelve con vida”

“Lo haré” le sonreí y me preparé. Repetimos el proceso por el otro lado, apareciendo más cerca de la escalera destapada. “Rápido”

“Aquí hay algo que podemos usar” tuvimos que arrastrar unos cuantos metros más el pesado armario, pero ya estaba hecho. Lo pusimos ahí, asegurando con cables y clavos su posición. Íbamos a poner los siguientes materiales cuando nos dimos cuenta que una horda de ellos se aproximaba. Entonces lo escuché.

“Silencio… ¡Rayos!” me tapé la boca, aunque las ganas de maldecir me estaban ganando. Algo había fallado. “Hay que volver…”

“No tenemos tiempo… y hay demasiados” habían algunos más detrás saliendo de algunos salones. Eran al menos diez, así que era imposible llegar al piso de arriba. “Hay que…”

“Psstt” escuchamos. Volteamos un poco y vimos uno de los salones. Tenía la puerta entreabierta, con el rostro de una persona claramente viva asomando de él. Era nuestra mejor oportunidad, así que corrimos hacia él. La puerta se cerró justo a tiempo. La aporrearon, pero todos nos unimos para mantenerla en su sitio.

“Eso estuvo muy cerca”

“Demasiado” me alejé de la puerta, cansado. En el cuarto habían cuatro personas, todos chicos. No eran de nuestro grupo, pero estaba muy feliz de verlos. Dos de ellos eran gemelos, ambos con los ojos muy raros. Los otros dos no eran parecidos. “Gracias por salvarnos”

“No fue nada” uno de los gemelos se acercó. “Soy Hideryoshi Hyuuga. Ellos son Hideyori, Yuki Shiranui y Ryu Haruno” los señaló uno por uno. “No hemos… ¿saben lo que está pasando? Nos quedamos en el salón desde ayer y no nos hemos atrevido…”

“No sabemos más que ustedes, ni nosotros ni el resto” señalé al techo. “el resto de nuestros compañeros está en el piso de arriba, llevamos ahí desde ayer” asintió, un poco decepcionado. “¿Tienen una radio o algo así?”

“No… pero creo que el profesor del 2-B trajo una para la práctica de hoy” los demás se encogieron. “¿Qué vamos a…?”

“Tranquilízate, se irán tarde o temprano” su amigo pelirrosa le dio un golpe en la cabeza. “Sólo tenemos que correr hasta la otra escalera, lo lograremos…”

“La otra escalera está bloqueada, la cubrimos con algo para que no subieran. Tardaríamos demasiado en subir, nos atraparían” los otros estaban espantados. “Lo único que nos queda es terminar con la barricada y acabar con todos los que quedan en este piso” puse la mano en mi espada. “¿Alguien sabe pelear aquí?”

“Yo… y aniue-sama somos cinta negra en karate” Hideyori anunció.

“No, tiene que ser combate con armas. Si te atrapan esas cosas estás acabado, es mejor mantenerse lejos de sus manos” Madara fue al pupitre del profesor, sacando los móviles. “¿Alguno es suyo?” los cuatro asintieron, tomando los suyos. “Creo que hay una escoba por ahí, con sus movimientos seguro que pueden protegerse mientras…”

“Entiendo… seguro que podremos mantenerlos a raya” el mayor de los gemelos se adelantó. “Nosotros y uno de ustedes ganaremos tiempo con los zombies, el otro grupo tratará de construir la barrera lo antes posible” iba a ofrecerme, pero mi amigo lo hizo primero. “Bien, vamos”

“Sí” le cogí la mano antes de que pudiera salir. “¿Qué pasa?”

“Debería… debería ir yo” no me atreví a mirarlo, la súbita necesidad de protegerlo era casi abrumadora. “Tú puedes…”

“Puedo defenderme yo mismo, no hay necesidad de que me protejas” se soltó, molesto. Luego sonrió. “Pero si me caigo o algo así, ¿contaré contigo?”

“Claro” le aseguré. Descolgamos el nuevo teléfono y comenzamos a trabajar en la barrera. Unos pocos zombies se acercaron, pero lograron mantenerlos a raya. Miré por encima de mi hombro todo el tiempo mientras trabajaba, a él protegiendo a los Hyuuga hasta que estos cogieron palos de escoba y comenzaron a ayudar. Finalmente el muro estuvo construido. La avalancha de zombies intentó derribarlo, pero la precaria estructura resistió. Entonces me volteé para unirme a la pelea, deshaciéndome de cuantos podía.

“Ya pasó” dijo Madara, acercándose a la otra barrera. Los chicos salieron, sorprendidos de encontrar a alguien más. El idiota fastidioso ese estuvo a punto de comentar algo sobre que eran más bocas que alimentar, más me las arreglé para callarlo.

“Conseguimos conquistar este sitio, ahora les toca limpiar” le arrojé una escoba y un trapeador, cosas muy necesarias para arreglar el desastre de ahí.

“¡Pero tenemos hambre!” protestó él, queriendo tirarlas.

“Yo… creo que tendremos que comer lo que haya” la señora Namikaze nos sonrió apenada. “Lo siento, chicos, pero la comida rica tendrá que esperar a la cena”

“Hummm, espero que de verdad sea mejor” habló antes de ir directamente a un salón. Era un tipo de lo más desagradable… bueno, reunimos toda la comida y la repartimos, racionalizando algunas cosas. Mi emparedado de queso sabía a gloria. Tras eso ayudé con la limpieza, quedándome cerca de Tobirama para protegerlo en caso de que las cosas salieran mal. Nada pasó, él terminó de reforzar nuestra barrera y se alejó de ella.

“Gracias” me susurró cuando pasó a mi lado. Sonreí, me agradaba seguir vivo.

“Creo que deberíamos subir para dormir” aconsejé mientras esperaba la cena. Ya era de noche y no habíamos visto a nadie que viniera a rescatarnos. Todos estábamos cansados, esperando la comida. Lo único que queríamos era una cama caliente donde dormir… aunque una carpeta no estaría tan mal considerando las circunstancias.

“Toma” alguien me puso de improviso un plato de udon en frente. Levanté la vista y vi a Madara, que observaba atentamente a Izuna devorar su plato. “Los Hyuuga se han ofrecido a vigilar las barricadas hoy, así que podremos dormir… más cómodamente que antes” se sentó a mi costado. “Eso nos ayudará a recuperarnos”

“Sí” comí un poco. “¡Está delicioso! ¿Lo ha hecho tú?”

“S… sí” respondió, bajando la cabeza y sonrojándose.

“Te ha quedado muy bien, eres muy bueno en la cocina” lo felicité. Por alguna extraña razón se quedó callado. ¿Acaso dije algo malo? Supongo que tendré que preguntarle después, ahora me concentraré en terminar este plato de udon. Ummmm en verdad sabe a gloria.  

Notas finales:

¿Qué les pareció? Review!!!


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