Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

[Reviews - 76]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste esta página y perdón por retrazarme en actualizar.

“Lo harás bien” le dijo Seiya por millonésima vez a su hermanito, que se arreglaba la espada en la cintura para que no se arrastrara por el suelo. Sakuya era un poco pequeño para su edad, pero no por eso debías subestimarlo… sobre todo cuando tenerlo como enemigo es una condena a muerte. “¿No es así, Kagami?”

“Sí, sí” contesté sin realmente escucharlo. Mi primo me miró con cara de pocos amigos. Nuestra relación era un poco tensa desde que ambos empezamos a alcanzar la pubertad. Ahora con catorce años era más terrible que nunca. La adolescencia sin duda no nos había hecho ningún favor. “Creo que me voy a ir con mi grupo, mamá…”

“Ha hecho una excepción y por hoy estarás ayudando a cuidar a Sakuya” gruñí, haciendo que Kotonoha y Akiho se rieran a mis espaldas. A la primera ya la habré mencionado de vez en cuando, a la segunda… creo que es la primera vez que siquiera la nombro. Akiho Senju no era precisamente una gran guerrera, tampoco era tan bonita, más bien… ¿de la media? Aunque también era muy mimada, tal vez por ser la menor… hasta la llegada de Kaito. Bueno, para eso falta todavía. El caso es que las niñas y Shizuku aún eran muy pequeños para esto y se quedarían atrás, por lo que estaban del lado seguro de la puerta, observando con curiosidad.

“Nii-chan…” mi otro hermanito Kouhei se agarró de las mangas de mi camisa. “¿Verás cosas bonitas del otro lado? ¿Cómo conejitos corriendo y plantas enormes como en el libro de las habichuelas?”

“No, hermanito, allá afuera es todo muy diferente” traté de explicarle sin revelarle lo horrible que era allí afuera. Kouhei tampoco era muy bueno con las armas, era muy ingenuo… fue una suerte que naciera dentro de estos muros, porque si no hubiera sobrevivido mucho tiempo. El mundo en el que habíamos nacido era una catástrofe homicida, pocos lo sabían mejor que yo. Y tarde o temprano tendría que aprenderlo… pero por ahora era sólo mi niño. “Así que practica mucho para que puedas acompañarme ahí afuera”

“¡Sí!” levantó la mano, haciendo ruido. Se la tapé rápidamente, silenciándolo antes de que pudiera atraer a algún muerto. Voltee, con mis cuchillos listos para clavarlo en el cráneo de cualquiera que se acercara. Suspiré de alivio al no ver ninguno.

“Shhhh, no hagas ruido, ¿sí?” le solté la mano. “Gracias” le sonreí. “Volveré más tarde, hoy cuidaré a Sakuya con el tío Madara” vi a mi madre acercándose sin su equipo, con cara de preocupación. “Todo va a estar bien”

“Sí” asintió mamá, sonriendo casi forzosamente. Nos apartamos un poco para ir a la salida. “No hagas nada arriesgado, ¿está bien?” me susurró, ansioso. “Ha pasado un tiempo desde que nos topamos con cadáveres, pero no descartes nunca la presencia de estos… o de otra cosa. Si escuchas un ruido te regresas y nosotros te apoyamos.”

“Ya no soy un niño, sé qué hacer” tomé sus manos. “No me vas a perder solo por no ir conmigo a una misión una vez.”

“Yo… lo sé” palmeó mi hombro, todavía nervioso. Habían miles de cosas que podían salir mal en una recolección como esa. Zombificados, emboscadas, pasillos llenos de muertos… y eso sin contar con la posibilidad de tener un encuentro cercano con un grupo de hostiles. Todavía no sabía qué era peor. “Te quiero mucho, hijo”

“También te quiero” me puse en posición. Salimos por la puerta con cuidado, siguiendo a nuestros líderes de equipo. Tío Madara estaba demasiado alerta, más que de costumbre. Entonces la marcha por la zona explorada comenzó. Caminamos durante horas, hasta llegar a una zona no explorada. Nos apartamos de la columna principal de exploradores para revisar algunos viejos edificios que aún se veían en buen estado. “No sé por qué las personas veían tan necesario construir edificios de esta altura” dije frunciendo el ceño a un rascacielos. “¿Quién querría subir tal cantidad de escaleras?”

“Habían ascensores en ese tiempo” durante un breve momento quise preguntar qué demonios era un elevador... ¿acaso ustedes saben? La mejor explicación que obtuve era que era una caja de metal jalada por una polea de un piso a otro con personas dentro… bueno, creo que me estoy desviando, así que de vuelta a la historia… vi una habitación libre de infectados con estantes que aún estarían en buen estado.

“Investigaré aquí adentro, ustedes adelántense” les pedí. Mi tío estaba un poco reacio a acceder, pero ante la insistencia de Sakuja combinada con la mía permitió que me quedara. Fue una suerte, porque tan pronto como llené mi mochila me encontré con un espectáculo insólito.

“¿Y tú de dónde vienes?” maldije desde mi escondite. Hostiles, y habían acorralado a mi primo. Este tenía la espada en mano, pero ellos tenían pistolas, armas que definitivamente sabían usar. “¿Qué hace una cosita tan linda correteando por ahí sola?”

“Seguro que estaba esperando por nosotros” se rieron. Silenciosamente, yo me posicioné en un flanco. El líder de los forasteros también se movió… reconocí inmediatamente el paso, sobre todo porque no hacía un solo ruido al moverse. Y su cuerpo… estaba entrenado en el arte ninja como nosotros.

“Mira, si te portas bien no te haremos daño. Sólo vamos a divertirnos un tiempo juntos” el parecido… ese hombre me resultaba conocido. A Sakuja parece que no, porque levantó su katana un poco más. “¿No? Es una pena, te habríamos enseñado lo que es el verdadero placer.”

“Corre” murmuré, escondiéndome y esperando el momento. Él entendió, porque trató de perderlos por los pasillos. Ellos lo siguieron… y yo detrás. Atravesé al primero cuando se retrasó al pasar por uno de los laterales. “Uno menos, faltan cua…”

“¿Qué...?” asomé por el lateral. En seguida vi al líder congelado delante de Madara, cuyo cuerpo estaba ocultando a Sakuja. Pronto lo entendí, ellos dos se conocían.

“¿Haruka? ¿de verdad eres tú?” se expresión se volvió de piedra, apretando la espada más de lo necesario. “No puedo creerlo, pensé que habrías muerto cuando el fuerte fue inundado. Dime, ¿acaso escapaste del miedo?”

“Bonitas palabras de alguien que ha nunca ha estado en una situación así” fijó la vista en el jovencito, que se aferraba a él. No me moví, sacando la bengala que teníamos en caso de emergencia, una de las pocas que quedaban. Debía avisarles a los demás. “Aparte estás con ese niño… ¿será que tienes gustos tan perversos?”

“Y lo dice quien quería hacer cosas retorcidas con su propio sobrino” su mano libre empujó a su hijo detrás de él para ocultarlo de ellos. ¿Eran hermanos? Creía que mis otros tíos murieron hace mucho tiempo.

“¿Es tu hijo? No tenía ni idea… qué asco” contrajo el rostro, seguramente al pensar en lo que iba a hacer. “Tendré que buscar a alguien más”

“Dudo que alguien quiera a una rata” le espetó al mayor, que llevó una mano a la cadera. Sin duda iba a realizar un tiro. Madara, por su parte, dio un paso al costado, escudándose con una pared. Sakuja aún estaba firmemente aferrado a su madre, por lo que se movió con él.

“De esta no te escapas, hermanito… ¡Tras él!” Haruka salió corriendo hacia él, dándoles caza a su hermano y sobrino. Eso me dio oportunidad de acabar con otro de sus acompañantes y disparar la bengala por la ventana. Volví a mi trabajo, apuñalando a cada uno de los hostiles por la espalda mientras Madara distraía a su hermano. “¡Vuelve aquí!” los seguí hasta la salida del edificio. “¡Ya te tengo!”

“¿Eso crees?” Haruka cargó contra él y este se apartó. El otro corrió hasta encontrarse de cara contra un muro de espadas. Entre ellos estaba mi padre, que esbozó primero una cara de estupefacción que rápidamente se tornó en una de enojo. El acorralado hostil se llevó la mano a la cintura sólo para encontrar que ya no tenía su arma.

“Tan simple… como siempre” le apuntó a la espalda. “Cuando éramos niños siempre te vencía con trucos sencillos” este se puso tieso. “¿Por qué sigues vivo, nii-san? ¿Escapaste como lo hacías después de cada entrenamiento?”

“Ojalá hubiese sido así… para poder ver sus rostros cada día” afirmó él, levantando las manos. Se había dado por vencido. “No, a mí también me abandonaron. Estaba en esta ciudad cuando todo empezó, me ordenaron volver por mis propios medios… una condena a muerte, ¿no lo crees, hermanito?”

“Pues a mí me parece que eso es lo que nos salvó a los tres” lo empujó. “Avanza”

“De acuerdo” paseó la mirada por la gente que tenía reunida alrededor, deteniéndose un momento en Izuna y en mí, que me había colocado al lado de mi padre. “Sin embargo, como siempre, la vida les ha sonreído a ustedes más que a mí.”

“¿Eso crees?” supongo que era verdad. Después de todo, a nadie le iba a importar si él se iba de este mundo. Emprendimos nuestra marcha de regreso, llevando al prisionero con nosotros. Este estaba demasiado calmado… ¿acaso esta noche iba a ser la primera en la que dormía sin el miedo a ser mordido? ¿O la primera en hacerlo rodeado de familia? No llegué a preguntar, porque en ese momento se detuvo y en un solo movimiento empujó a Madara al suelo.

“¡Nii-san!!” mi padre corrió a auxiliar a su hermano… sólo para darse cuenta de que Haruka acababa de salvar a su hermano. Un muerto había aparecido en una fracción de segundo, tirando al humano más cercano al piso, su boca alrededor de su brazo. La sangre manchó el piso antes de que pudiera reaccionar. Izuna se quedó paralizado por unos segundos antes de levantar su katana y empujar su espada a través de la cabeza del zombie.

“Haruka… ¿Por qué…?” Madara preguntó, levantándose del piso. “Tú…”

“No me creerás, pero no te odio. A ninguno de los dos” él sonrió, acunando un brazo. “Sólo les tenía envidia… mucha” observó la herida con aprehensión. “Es una pena que tengamos que despedirnos tan poco después de habernos reencontrado, ¿verdad?”

“Sí, más no te entiendo” mi tío se acercó a él para vendar la herida. “¿Qué tenías que envidiarnos?”

“Todo, la verdad. Y mis hermanos también” suspiró. “Marissa no era una muy buena madre, sólo se preocupaba por ella misma. Se la pasaba de tiendas y en tertulias, dejándonos solos en casa… tan sólo ver cómo Nanami los recogía después de su entrenamiento era suficiente para envidiarlos. Incluso padre la miraba con añoranza, como si fuera la perfección. Y ella se dio cuenta. Por eso” apretó los puños. “por eso esa noche tomó el auto y…” se puso pálido. “Yo la vi salir con él el día que tu madre murió.”

“¿Fue Marissa? ¿Ella mató a mamá?” preguntó Madara, haciendo que yo también me quedara helado. No conocía la historia, pero parecía que era lo que había fragmentado a la familia Uchiha aún más.

“Debí haberlo dicho antes, lo siento” gemidos se escucharon en la lejanía. “Déjenme aquí, ya no tengo nada que temer. Pronto me uniré a ellos de todas formas.”

“Mamá decía que debíamos pasar nuestros últimos momentos en familia” se pasó un brazo por encima de la cabeza. “Y, pensemos lo que pensemos, sigues siendo de nuestra sangre. Aparte acabas de salvarme la vida” suspiró. “Vamos, hay un lugar en casa donde puedes esperar.”

“¿Vas a ir con él?” pregunté a mi padre, que parecía un poco indeciso.

“Acaba de salvarle la vida a mi hermano, es lo mínimo que puedo hacer en agradecimiento. Además alguien tiene que asegurarse de que cuando se convierta no sea un riesgo para nadie” dijo antes de voltearse. Lo siguiente que recuerdo es que estaba muy preocupado por él, así que fui a la sala de muerte. Era una serie de cuartos muy lúgubres donde los familiares de los mordidos esperaban su fin… y les daban paz. Me estaba acercando cuando…

“Su nombre era Abraham Ruan, era una funcionario de R-corporation. Él era mi misión en esta ciudad” escuché a Haruka decir. “Me enviaron a conversar con él acerca de algunos efectos adversos que el suero AM-22 que nos vendieron estaba teniendo en los soldados a los que se lo inoculamos. Él traía cosas… las pruebas de laboratorio las teníamos nosotros grabadas… y eran tan buenos los resultados…”

“Encontramos el zombie de alguien con una maleta de R-corporation en un hotel… ¿acaso ese era tu contacto?”

“Sí, debía ser él. ¿Tenía un memorándum acerca de la implicación de su empresa en la epidemia que se desató?” el silencio me hizo pensar que alguien acababa de asentir. “Ya veo, entonces también se convirtió en víctima de la enfermedad.”

“¿Esperabas algo diferente?”

“Sólo digamos que menos justicia poética” respiró profundamente, ya con algo de dificultad. La enfermedad rápidamente se esparcía por su cuerpo y lo consumía. “Se suponía que aumentaría la potencia de nuestros soldados. Los experimentos que vimos… eran increíbles. Algunos podían hacerle frente a un tanque sólo con unos cuchillos… parecían supermans. Fue por eso que les compramos el suero en primer lugar.”

“¿Fue por eso? ¿Querían un ejército de superhumanos y terminaron con una pandemia zombie?” yo no lo entendía. Los humanos estaban bien como estaban, no necesitaban ser mejores mediante métodos artificiales. Por desgracia, yo había nacido en esta era y no sabía nada de cómo las cosas eran antes. Y quizás nunca lo entendería, ni a esto ni a la carrera armamentística que antes se celebraba. “¿Qué países también lo compraron?”

“Oh, Estados Unidos, Rusia, China… los de siempre. Y creo que asaltaron un carguero con el virus en Afganistán hace unos días” le restó importancia al asunto. “Además… quién sabe cuántos ricachones buscando ejércitos privados lo compraron.”

“Eres bastante pesimista en ese sentido, ¿verdad?” Madara comentó con un tono vacío. “O quizás realista. El virus se esparció demasiado rápido para haber tan pocos posibles pacientes cero… incluso con el ejército. En pocos días consumió todo el mundo” se rio secamente. “Sólo el hombre podía haber causado tanta destrucción.”

“Bueno, decían que tarde o temprano la humanidad terminaría por consumirse a sí misma. ¿No es cierto, querido hermano?”

“Si… nii-san” mi padre, que hasta entonces no se había hecho oír, finalmente habló. Al parecer esos pocos minutos los habían vuelto más cercanos que muchos años de niñez juntos. “¿Por qué te sacrificaste?”

“Oh, vamos, ¿no es obvio?” él respondió con una risa seguida por una tos húmeda. “Ustedes tienen tanto por vivir… tienen familias e hijos que los quieres. A mí nadie me extrañará, dudo que me recuerden” volvió a toser fuertemente. “Sí, ustedes son los que tienen que vivir. Para ver crecer a sus hijos y enseñarles los valores familiares, para ver a una nueva generación nacer… me encantaría tener la misma suerte que ustedes.”

“¿De verdad crees que una nueva generación se puede alzar en medio de tanta muerte?” preguntó Izuna, levantando la cabeza. “Uno perdería las esperanzas tras unos cuantos años en este infierno.”

“Bueno, sus niños me las han devuelto a mí” admití. “No pondría más allá de ellos vivir hasta la ancianidad en medio de este desastre. Y no sólo tengo esperanzas por una nueva generación, sino por muchas por venir. Muchísimas… que limpiarán nuestro desastre” suspiró. “¿Cuánto falta para que…?”

“¿Para que mueras? No debe ser mucho tiempo… aunque algunos tardan días” Madara volvió a hablar en este momento. “Depende… y no podría más allá de ti durar más que nadie con esa enfermedad.”

“Lamento decepcionarte, estoy muriendo ya” sonrió. “No quiero que sea lento, quiero irme ya, antes de hacer algo más que pueda lastimar a alguien” se movió, quizás para abrazarlos. Yo no lo vi, pero creo que quería sentirse cercano a los hermanos que había ignorado en el pasado y que ahora resultaban ser su única familia. “Gracias…” dijo en voz baja. “Gracias por dejarme ser su hermano mayor después de todo lo que hice.”

“Vamos, no eras tan terrible” Madara le restó importancia “Y no tienes toda la culpa”

“Sí, Marissa era la peor” mencionar el nombre de la asesina de la abuela sin duda le dejó un gusto amargo en la boca a mi padre, más la mujer en cuestión seguro que había sufrido un destino peor que la muerte, así que no puedo estar seguro. “¿Sabes qué les pasó, por cierto? ¿A todos ellos?”

“Cuando regresé al cuartel estaba infestado… nadie podría haberse salvado de ese infierno” suspiró. “No les pude dar la paz, a ninguno de ellos. Ni siquiera pude entrar con la cantidad de cadáveres que había adentro.”

“Está bien…”

“No lo está. Eran mi familia, incluso ella. Marissa… era una egoísta y sólo se preocupaba por ella misma. Yo la detestaba, más seguía siendo mi madre. Lo mínimo que podía hacer por ella por haberme dado la vida es acabar con su miseria.”

“Shhhh, tranquilo” me marché al escuchar esas palabras. Haruka no había podido darles piedad a sus familiares, pero yo estaba seguro de que la recibiría de los que le quedaban. No me equivocaba. Mi tío, a quien sólo conocí por un día, murió esa noche, acompañado hasta el final por sus hermanos. Antes de que se convirtiera, una espada se hundió en su cabeza y lo libró del suplicio de la vida de infectado, enviándolo directamente al más allá. Lo enterraron al día siguiente en el pequeño cementerio de Konoha.

“No lo entiendo” le susurré a mi padre cuando él y el tío Madara eran los únicos que quedaban frente a la tumba reciente. “¿Por qué tenían que hacer un arma capaz de destruir a la humanidad? ¿Para qué necesitaban mejorar a sus soldados así? Tanta ambición… simplemente no lo entiendo.”

“Y espero que no lo hagas” Izuna puso un brazo alrededor mío. Mamá se había marchado hace poco con el tío Hashirama para darles el almuerzo a los niños más pequeños. Yo me quedé porque quería acompañarlos. “Algunos dicen que eran tiempos más sencillos, otros dirán que… eran tiempos peligrosos. Ustedes los jóvenes no lo entenderían, no lo han vivido… igual que nosotros no entenderíamos las guerras mundiales porque no las vivimos.”

“¿Guerras Mundiales?”

“Sí, el mundo ha ido a la guerra los unos contra los otros en dos ocasiones. No sé mucho de eso, pero… creo que hay un par de libros sobre ellas en la biblioteca si te interesa” él puso una mano en la tumba. “Creo que se estaban preparando para una tercera cuando la humanidad se arruinó a sí misma con este virus. Ahora no hay nadie que recuerde lo que pasó antes del Brote… ni tampoco que nos recuerde.”

“¿Seguro?” se equivocaba. Se equivocaba igual que el tío Haruka. Sí habían personas que los recordaran, que los recordarían mucho después de que se hubieran ido. Yo en primer lugar… y cualquiera que lea estas palabras. Tengo fe en que el mundo nos recordará, a todos los que escribo en estas páginas. Nos recordarán hasta que la humanidad finalmente deje de luchar y se rinda a la infección que ellos mismos hicieran… o se alce, aprenda de los errores de sus antepasados y finalmente… arregle el mundo.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Perdón por tardar, pero los exámenes son la muerte. Y tenía que estudiar. Bueno, ya se terminaron. ¡Hurra! Volviendo a las historias, ¿a alguien le gusta el omegaverse? A mí me parece interesante. Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).