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El fin del mundo y más allá por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Aquí hay katanas” Madara agarró una barra de metal que había sido abandonada en el suelo y rompió la vitrina. Cogió la katana más cercana y se la entregó. “Tómala. No es la Honjo Murasame, pero al parecer perteneció a muchos shogunes. Te defenderás bien con ella”

“Déjame ver” tenía mis dudas, pero al probarla me pareció obvio que era de buena calidad. Si aplicaba la fuerza suficiente no se rompería ni se dañaría al golpear hueso. Desenvainó el arma cuando escuchó otro sonido, proveniente de la otra sala. El pelinegro lo siguió, cogiendo su barra metálica. En la otra habitación un solitario zombie caminaba, buscando carne fresca. Llevaba puesto el uniforme de la escuela. “¿Los sempais vinieron aquí de paseo?”

“Ahora que lo mencionas, creo hacer escuchado algo así por los pasillos” frunció el ceño. “Recoge las katanas” señaló el destrozado escaparate. “Tengo el presentimiento de que las vamos a necesitar.”

“Sí” respondí. Seguro que a Tobi le encantaría tener la suya propia. Entonces algo cerca del muerto viviente captó mi atención. Desenvainé, a pesar de las advertencias de mi compañero, y entré en el otro cuarto sin miedo. De un espadazo me encargué del zombie, que se derrumbó sin hacer ruido. Cogí el implemento más pesado que encontré, golpeando una vitrina con él. Fue un milagro que más criaturas no aparecieran con el sonido del cristal rompiéndose.

“¿Qué se supone que haces?”

“Toma” cogí lo que había adentro, un abanico enorme y una hoz. “Estos son implementos ninjas de verdad.”

“Todo lo es” de todas maneras aceptó el regalo, desviando un poco la mirada. Entonces me di cuenta de algo, era lindo. Con su expresión así se veía como un adorable gatito que me daba ganas de besar en las mejillas… ¡pero qué estoy escribiendo! Volviendo a la historia, tomamos todas las armas que pudimos. Con ellas en mano corrimos hacia la puerta, dejando caer por una ventana lateral un celular poco antes.

“Que buena idea” lo felicité mientras cerraba la puerta. Colocándome detrás del cristal. Los zombis comenzaban a aparecer alrededor de nosotros y no estaba seguro de que nuestro pequeño auto fuera a resistir el ataque de muchos sin volcarse. “Arranca”

“Dame tiempo, esto no es tan fácil como lo pintan” al parecer algo estaba fallando. Me mordí en labio, tratando de pensar en un plan de emergencia… que al final no fue necesario. El vehículo prendió en ese momento y salimos disparados por la calle. Él iba manejando tan mal como siempre, casi chocando en algunos momentos.

“Deberíamos buscar a alguien que te ayude con tu manera de conducir” dije tratando de levantarme. Mis piernas se tambaleaban tanto que no podía mantenerme en pie. “Ufff, demonios, para.”

“No hay tiempo, tenemos que llegar” me sentí mucho más estable tras recordar qué me había hecho tomar este bus con él. “Espero que estén bien… los dos”

“Yo también” finalmente vi el muro de la escuela de mi hermanito. Estaba todo rodeado de esos espantosos muertos vivientes. Incluso en el patio… tuve que respirar hondo para calmarme. Sabía que Tobirama encontraría la manera, el sólo… tenía que seguir vivo. Estacionamos muy cerca a la pared, lo suficiente como para poder trepar por el muro desde una ventana abierta. “Hay más adentro”

“Son niños, podemos evadirlos” susurró Madara. Por dentro sentí un poco de pena por todos los pequeños ahí, que habían sido asesinados por quién sabe qué. Comencé a soltar un poco mi katana. “No es momento para sentir pena, Hashirama, tienes que seguir.”

“Es cierto” desenvainé la espada y me puse la funda en la cadera, junto con la otra que estaba cargando. Esa era un poco ornamentada, con motivos acuáticos. No me gustaba mucho, pero por alguna razón quise traerla. Mi amigo también traía un arma inesperada, un arco con flechas. “Hay que encontrar a nuestros hermanos”

“Vamos” saltamos. Comenzamos a correr. Me sorprendí a mí mismo por lo silencioso que era mi paso. Quizás no tan bueno como el de él, más me ayudaba a pasar desapercibido. Llegamos a la puerta y nos escondimos en un armario vacío. “Hay demasiados…” entonces recordé. “¿Tienes más teléfonos?”

“Nos quedan pocos” el Uchiha sacó de su bolsa uno rosado, obviamente de una chica. Lo tiró por la ventana, esperando a que la alarme hiciese su trabajo. Finalmente se activó, llamando la atención de nuestros enemigos. Un tropel de personas… o carcasas que antes eran personas salieron hacia el sonido. “Es hora” corrimos por los pasillos, librándonos de los pocos monstruos que deambulaban por ahí. “Esa puerta”

“¿Qué?”

“Hay alguien ahí” señaló el pelinegro. Tocó la puerta. “Izuna… ¿estás ahí?” volvió a hacerlo y un murmullo vino desde el interior. Conque sí había alguien. “¿Izuna?”

“Entren rápido” una voz femenina nos dijo, abriendo la puerta. En el interior había niños de diferentes clases refugiándose, junto con dos profesores. Algunos lloraban, otros estaban más tranquilos. Y en medio de ellos…

“Tobirama” mi hermanito levantó la cabeza. Estaba sorprendido, bastante. De seguro había creído imposible conducir desde mi escuela hasta allá.

“¿Aniya?”

“Aquí estoy” le abrí los brazos y él se abalanzó sobre mí. Nos abrazamos y por el rabillo del ojo pude ver a mi amigo haciendo lo mismo con un pequeño pelinegro. Se parecían mucho para no ser hermanos. “¿Estás bien? ¿No te mordieron?”

“Claro que no, aunque fue…” entonces recordé la espada que todavía tenía en mi cintura. No debería dársela a un niño, pero de seguro le ayudaría a recuperar un poco la seguridad. “De todas maneras, toma esto” se la entregué. “Un regalo”

“Es verdadera” comentó, sacándola de la vaina “¿Acaso robaste un museo?”

“Algo así” me rasqué la nuca. “Considerando las circunstancias, dudo que sea algo tan malo… ¿no lo crees?”

“Por una vez tienes razón” la apretó entre sus manos, colocándola en su cintura. Luego paseó la vista por su alrededor. “Las cosas no están bien”

“En ninguna parte lo están, el resto de estudiantes que se salvaron de nuestra escuela están escondidos en el techo. Y tuvimos que atropellas a muchas de esas cosas para salir” suspiré. “Me alegra que…”

“No entiendes, lo que realmente me preocupa son las ventanas” señaló. “No vamos a durar mucho aquí, sólo hace falta que…” ni siquiera había terminado de decirlo cuando un zombie comenzó a aporrear un cristal, generando grietas. Retrocedí hacia la puerta, las cosas no estaban nada bien, incluso los profesores estaban espantados. La escuela debía estar completamente llena de muertos entonces. “¿Ves lo que digo?”

“Y ahí vienen otros” Izuna finalmente habló, señalando la horda que venía del otro lado. “Debe haber una puerta trasera abierta o algo así.”

“Demonios” entonces recordé nuestra escuela. “Sensei… no prometo que sea completamente segura, pero nuestra secundaria está un poco mejor. ¿Cree que puede llevar a sus alumnos al autobús en el que vinimos?”

“Pero… ya deben haber mandado gente a rescatarnos” la profesora comenzó a decir. “No van a…” el cristal se rompió estrepitosamente, permitiendo a una mano entrar. “Ya deben…”

“Aún si lo hubieran hecho, no llegarían a tiempo, sensei” Madara agarró un plumón, escribiendo un mensaje rápidamente en la pizarra. “¿Ve? La ayuda irá inmediatamente a la secundaria. Ahora… ¿podrá llevar a los niños allá?”

“Ha… Hai” los dos adultos asintieron y se prepararon, con los pequeños detrás. “Manténganse juntos, ¿sí? Y corran lo más rápido que puedan” ellos asintieron, algunos preparándose. Madara sacó un celular más de su cartera y lo programó. Tobirama sacó su espada de la vaina e Izuna, con el arco y las flechas en las manos, tensó su cuerda. “Estamos listos”

“Vamos” ordené. Pensé que él respondería algo, que no me seguiría, pero lo hizo sin replicar. Todos lo hicieron. Lo aparté de mi mente por un momento… aunque en el fondo me sentía asustado. Asustado de que me siguieran a su muerte.

“¡No te distraigas!” una flecha pasó delante de mí, impactando a un zombi directamente en el ojo. Apreté los dientes, debía tener más cuidado. Tobi no podía verme caer. Aparté con mi espada a algunos más, decapitando a otro. Llegamos a la pared sin bajas… demonios, la maestra no se veía bien. Había que apresurarnos.

“El bus está del otro lado, tienen que treparla y entrar por la ventana” indiqué, asegurándome de mantener el volumen de mi voz bajo para no atraer la atención. Los profesores entendieron y comenzaron a subir a los niños. Cuando todos hubieron pasado a salvo ayudé a Madara a subir, quien a cambio me izó con los adultos. Entramos al bus y él se puso instintivamente en el asiento del conductor.

“Vámonos de aquí” arrancó, alejándose a toda pastilla de la escuela. Las calles estaban infestadas, ¿tan pocas horas y ya todo se había puesto así? Temía por mi familia… no, no podía admitirlo. Tobirama no podía escucharme decir eso. Un bache me hizo sentir mareado, así que me adelanté para hacerle un favor a todo el mundo.

“¿Por qué no dejas que alguien más conduzca? Has estado manejando todo el día y deberías descansar” me miró con mala cara, pero al final accedió. El profesor tomó su lugar, manejando hacia la secundaria. Me acerqué a la profesora, que se tapaba la cara con la mano. Mi amigo venía detrás de mí, apretando el mango de su hoz. “¿Está herida?”

“¿Qué?” nos miró. “Oh, no, gracias por preocuparse” ella sonrió cansada. “Es que… estoy embarazada y… me pregunto dónde estará mi marido.” Miró por la ventana. “Si estará bien”

“Oh… lo siento… ummm… señora…”

“Namikaze, Noa Namikaze” me tendió la mano y yo la apreté con cuidado. “Supongo… que tengo que agradecerles por habernos ayudado al bebé y a mí” puso los brazos alrededor de su pancita. “Si nos hubiéramos quedado ahí más tiempo nos habrían matado”

“No hay problema” respondí, sentándome en una silla. “Yo… lamento no tener un lugar seguro donde poder llevarla… pero… será mejor que ese en el que estaba… yo…” me froté la nuca, sin saber qué más decirle. “Yo…”

“Lo que quiere decir es que” el pelinegro se adelantó “esperamos poder mantenerla cómoda hasta que nos rescaten. No tenemos mucho… y todos tendremos que trabajar, pero no puede ser peor que antes.”

“Gracias” llegamos a la escuela. Volvía a estar rodeada de zombies, que rascaban el muro. La puerta exterior parecía estar causando otros problemas, sólo bloqueada por el autobús que habían puesto ahí. “¿Qué hacemos?”

“Lo único que podemos hacer…” me acerqué al conductor, que tenía el volante apretado con fuerza. “¡Atropéllelos!”

“Humm…”

“¡Ahora!!!” él lo hizo, llevándose por delante a muchos. Apenas hubo estacionado delante de las puertas de la escuela salimos por las ventanas. “Tobi, ven” con dificultad cargué a mi hermanito y lo puse en lo alto del muro. A mi costado, Madara hacía lo mismo con el suyo. “Voy a izar a la señora Namikaze ahora para que me ayude, ustedes vigilen del otro lado”

“A la orden” Tobirama no era muy de obedecerme, pero en esta situación entendía lo que era sensato. Ayudé a la maestra a subir y ella me recibía a todos los niños. Los gemidos de los muertos se hacían cada vez más cercanos, asustándome un poco. Levanté al último niño, que me recibió el profesor.

“Vas tú” le dije a Madara. Sin darle tiempo de decirme nada lo levanté. Lo subieron al muro de la ropa, desde donde puso una cara agria. Igualmente me tendió la mano… justo a tiempo para ayudarme a subir antes de que los zombies inundaran nuestro pequeño espacio. “Woow, eso estuvo cerca”

“Mucho” me tomó de la camisa. “Si vuelves a hacer eso o cualquier otra cosa que me haga ver débil otra vez, te patearé tan fuerte que hasta tus ancestros lo sentirán” me soltó y saltamos al piso. “Hay que correr, los que quedan están acumulados en el pasillo y no me puedo arriesgar a usar una de mis bombas sónicas” me enseñó los celulares. “Llamaría demasiado la atención”

“Tendremos que llegar al techo por nuestros propios medios” empuñé mi katana, apretándola entre mis manos. “Tobi, tú vas atrás.”

“Izuna, tú también. Cuiden la retaguarda” los dos asintieron. “Nuestros compañeros están encerrados en el techo, pero tendrán que entrar en algún momento” negué con la cabeza. “Son tan negados para esto…”

“¿Tendremos que protegerlos?”

“Sí…” vi a unos antiguos compañeros caminando lentamente, emitiendo esos sonidos que me erizaban la piel. “Hay que ser rápidos, ¿entendieron?” no me paré a ver si habían respondido que sí. Me abalancé hacia adelante, cortando al primero que se me cruzó en frente. “Sigan corriendo, no se detengan.”

“No tienes que decirlo” Madara golpeaba con toda su fuerza. Finalmente entramos en la escuela. Todavía habían algunos zombies dentro… bueno, muchos. Sin descansar, corrimos escaleras arriba. En el último piso, mi amigo se detuvo en la escalera. Todavía los cuerpos estaban detrás de nosotros, no era tiempo de detenerse. Antes de que pudiera preguntar, empujó un armario.

“¿Vas a bloquear la…?” corría a la escalera, ayudándolo a poner la barricada. Los demás se dieron cuenta de lo que hacíamos, trayendo más cosas del pasillo para poner antes de que los cuerpos pudieran ponernos las manos encima. La profesora Namikaze trajo cables de algún salón cercano para asegurarla por los extremos…

“Tobi, la otra escalera… ¡por el otro lado!” le indiqué a mi hermano. Rápidamente Izuna y él dejaron si trabajo para terminar de encerrarnos en ese piso. Cuando estuvimos seguros de que estábamos a salvo crucé el pasillo a toda prisa. Tobirama estaba en problemas, el hermanito de mi mejor y único amigo también. “Demonios”

“Aniya… ten cuidado” me dijo, mirando horrorizado detrás de mí. Voltee justo a tiempo para ver a unos cuantos muertos salir de las aulas. Maldije, levantando mi espada para cortarlos. A mitad del piso me encontré con Madara, cuyas herramientas chorreaban sangre. “Hay que ir por el otro lado, si no hacemos algo entrarán”

“Coge cables, las computadoras deben tener” a toda prisa hice lo que me pedía. Mi cuerpo me chillaba que necesitaba un descanso, pero no podía… “¡Corre!”

“No hay necesidad de…” me detuve cuando lo vi de espaldas contra la barricada hecha de un armario de metal y sillas de nuestros hermanos, empujando contra los monstruos. Rápidamente coloqué los cables como había visto a los demás. Afortunadamente nuestro pequeño muro artesanal resistió. “Ufff, qué bien”

“Tendremos que deshacernos de ellos de alguna manera” dijo Madara, respirando hondo. “Hemos acabado con…”

“No lo sé” me volví a levantar, apoyándome en mi espada. “Será mejor que nos aseguremos” recorrimos todo el piso, examinando las cosas que encontrábamos. Cuando estuvimos seguros de que estaba completamente libre de cadáveres nos movimos hacia la azotea. Toqué la puerta de metal y escuché susurros. “Abran, somos nosotros”

“¡Váyanse! ¡Deben estar infectados por…!”

“No se pueden quedar ahí para siempre” le dije, rodando los ojos. A mi costado, Uchiha se cruzó de brazos, dispuesto a dejarlos ahí encerrados. “Tenemos comida”

“Saldremos nosotros” finalmente los cobardes salieron. El chico del bus tenía un trapeador en las manos. Cuando notaron las armas se tensaron un poco, pero igual tuvieron que dejar su refugio, estaban muertos de hambre. Entonces notaron que habían más personas en el lugar. “¿Trajeron a más?”

“Pareces disgustado, ¿realmente creías que esto era todo para ti?” mi amigo sacó de un armario que no estaba tumbado un bote de lejía. “Tengan, nosotros e ellos” señaló a los pequeños con sus maestros. “aseguramos el lugar. Les toca a ustedes limpiar”

“Lim… ¿Crees que soy un sirviente o qué?”

“Si no trabajas, te quedas sin comer” le dijo, señalando el piso. “Nosotros tenemos la comida Y las armas. No puedes hacer nada… ¿entiendes?”

“En la cafetería hay más comida, tú y tu amigo…”

“¿Crees que somos tus sirvientes?”

“¡Como los únicos que pueden pelear tienen que protegernos! ¡Esa es su obligación!”

“¿Obligación?” lo empujó al piso, poniendo su hoz en su cuello. “¿Realmente crees que tenemos la obligación de protegerlos? ¿A una panda de inútiles? Despierta, nadie va a protegerte. En este mundo los que son útiles y fuertes viven, los otros” señaló “están allá” le enseñó los dientes. “Así que más te vale hacer lo que pedimos y volverte fuerte o yo mismo voy a tirarte por la ventana para que te coman, ¿entendiste?” lo soltó. “Empiecen a trabajar”

“Rina, deja que te revise esa pierna” le pedí a la chica que cojeaba para traer el trapeador. Ella se sentó, permitiéndome revisarla. “Sólo es un tobillo torcido, sanará pronto”

“Yo… nunca te he dicho lo agradecida que estoy por…”

“No hay problema” le sonreí. Ella asintió. “Toma, eran de algún chico que… bueno” vio los cuerpos siendo tirados por las ventanas rotas. “Me voy a asegurarme de que no hagan algún desastre. Encuentra un lugar para dormir, ya está anocheciendo.”

“Yo… gracias” me alejé. Vi a Madara sentado contra la pared al lado de la escalera, esperando a cualquier cosa. Resoplaba ligeramente, claramente cansado. Me senté a su costado, ante lo que él desvió la mirada. “No te preocupes, sólo quiero… lo que sea que haya hecho, perdona. No lo vuelvo a hacer.”

“Parecías demasiado cómodo con esa niña, viendo sus piernas” se sonrojó un poco. “Te distraes fácilmente, deberías prestar más atención” los sonidos del otro lado se calmaron cuando los muertos se alejaron. “Habrá que deshacernos del resto mañana, cuando haya luz…”

“Sí, pero mañana… será otro día” él se recostó contra mi hombro. Al poco tiempo sus ojos se cerraron. Me recosté contra su cabeza, tratando de no despertarlo y… me dormí.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Review!!!


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