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Las llaves por mistdowner

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Notas del capitulo:

Doble actualización porque fue navidad (????) 

 

—¡Jack, espera, Jack!—se puso de pie de un salto, corriendo hacia la puerta. Era muy tarde para que él se fuera así como así, pero siendo sincero, lo que más le preocupaba era que él se hubiese marchado echando humo por las orejas por su falta de atención en él. Abrió rápidamente la entrada, y cuando iba a echar carrera hasta la parada del bus, lo escuchó.


—¿Hiccup?—el aludido se dio media vuelta rápidamente, encontrando la descolorida cabellera de su amigo asomándose desde la cocina, para dar paso a la figura de Frost sosteniendo una lata de Coca Cola en la mano. — ¿Qué rayos? Me diste un susto de muerte, idiota.— Hiccup entró en la casa, cerró la puerta y se acercó hasta la cocina. Al ver esto, Jack se devolvió rumbo a la heladera que había dejado abierta.


—Lo siento, creí que te habías largado.—se disculpó el más alto, sintiendo como la vergüenza se lo comía. ¿Habría sonado muy desesperado al llamar por su nombre? Jack cerró por fin el electrodoméstico, y bajo la tenue luz amarillenta del sitio, comenzó a pasar el reverso de una de sus manos por su boca y quijada. Ahí fue donde el pecoso se dio cuenta de como algunas gotas de refresco caían por el apenas expuesto pecho de Jack, mojando la camisa que llevaba puesta.


— Me hiciste escupir todo.—comentó con un tono serio, casi de regaño. – Solo vine por un refresco, y cuando lo estoy probando, sueltas de un grito mi nombre. ¡Casi me atraganto!


—Lo siento, perdón.—volvió a disculparse Hiccup, casi como un reflejo.—No vi tu mochila, creí que te habías enojado y que te ibas rumbo a tu casa.


—Pues sí me voy. Pero antes quería tomar un refresco sin morir del susto en el intento.


--¿Qué? ¿Te vas?


—Sí. Estoy cansado—una indiferencia aparentemente natural surgió en Jack. Cualquiera podría haber apostado porque él decía la verdad, pero Hiccup no. Conocía muy bien a su amigo como para saber con seguridad que estaba enojado y ofendido ante su pequeño error de no prestarle atención. Él era como un niño: adoraba que uno se centrara en él, que le pusiera atención a todas sus palabras y que participara activamente de sus charlas. Si no conseguía aquello, se sentía como un estorbo, dañado y hasta cierto punto indignado. Hiccup sabía aquello. Jack siempre trataba de tener su atención de algún modo, y ahora que se encontraba en aquel lío, no sabía como salir.


—P-pero es tarde. Además, no pudimos jugar mucho tiempo.


—Solo iré hasta la parada del bus. No creo morir en el intento. Tú pareces ocupado.—Y ahí estaba. Ese pequeño tirón en su pecho que hacía que no pudiera darle la razón a Jack.


—No, no te irás. Es peligroso. —Jack frunció el ceño. ¿Quién era él para mandarlo?


—Sí, me iré. No eres mi madre.


—¡Es muy tarde!


—¡Exageras!—No queriendo alargar la pelea, Jack intentó esquivar a Hiccup, puesto que éste se interponía entre él y la salida. Dio un paso a la derecha, pero fue bloqueado. Intentó por la izquierda, pero sucedió lo mismo. Intentó cruzarlo de manera tan insistente, que hasta parecía que ambos bailaban alguna especie de danza latina, cruzando sus pies de manera torpe y gruñéndose entre sí al no poder conseguir que el otro hiciera lo que quería. —¡Demonios, Hiccup, quítate o te quitaré a golpes!


—¿¡Se puede saber por qué te quieres ir!?—él ya lo sabía, pero quería escucharlo de labios de su amigo. Como supuso, éste frunció el ceño en señal de disgusto y exasperación.


—Qué te importa.—su tono desinteresado clavó espinas en el pecho del pecoso. Jack siempre era así: se ponía a la defensiva reforzando su carácter indiferente e indignado con aquello que no le gustaba, y cuando se veía confrontado de manera contundente recorría a ese lado jodidamente infantil que tenía, contestando vanamente con frases que cualquier niño podría fácilmente replicar a sus madres.


—¡No seas tan infantil!—Y Hiccup, como siempre, se resintió de aquella actitud tan reprochable, mirando con dureza a su amigo. Ya había pasado un buen tiempo en el cual Jack no se atrevía a recurrir a esa manera de evasión con él, así que de cierto modo se sentía algo herido. Como buenos amigos, Jack ya no utilizaba aquella faceta tan rígida delante de él si no que por el contrario, se tomaba la molestia de tratar de explicar lo que sentía y así poner de su parte para arreglar los problemas que ocasionalmente surgían entre ellos. En ese momento sintió que había perdido mucha de la confianza del albino, y sin quererlo, se desesperó un poco. ¿Por qué lo estaba tratando tan mal? Vale, lo había ignorado. En cualquier situación "normal", Jack le habría quitado el celular, él lo habría perseguido por toda la casa hasta atraparlo, y habrían terminado forcejeando en el suelo, entre risas, muy unidos el uno con el otro, mientras Jack susurrara: "No te atrevas a voltear o ignorarme cuando te hablo, dientes chuecos. Mírame, soy tu invitado."


—¡Si no te gusta puedes dejarme ir!—reaccionó Jack, como gasolina entrando en contacto con el fuego. El que Hiccup perdiera los estribos tenía ( quisiera o no) efectos en él: se desesperaba, temía escuchar algo que no quisiera, y lo hacía ponerse aun más agresivo. No le gustaba que tratara de controlarlo, mucho menos con aquella actitud tan... ¡Jodidamente tierna! ¿A qué estaba jugando? No era gracioso. No podía invitarlo a su casa a jugar, solo los dos, ilusionarlo con una buena partida de video juego y finalmente ignorarlo por Astrid. Porque sí, obviamente aquella chica era la persona con la que el pecoso se estaba mensajeando. ¿Y todo para qué? Para hacerle una escena cuando tranquilamente iba a dejar las cosas por la paz para marcharse a casa y dejarlo con su interesante charla con Astrid.


—¡He dicho que no te irás!


—¡Me importa un bledo lo que digas, me voy!—esta vez Jack avanzó derecho a confrontarse con él. Hiccup se retrajo sorprendido por aquello, sin embargo en seguida se repuso y avanzó un paso, dispuesto a retenerlo. Cuando ambos estuvieron frente a frente, se sostuvieron la mirada de un modo agresivo. Hiccup no retrocedía ni un milímetro, y Jack se desesperaba cada vez más.—Déjame. — habló con un tono gélido y demandante. Otros quizás se hubieran visto amedrentados, pero Haddock solo bufó.


—No.—lo retó. La tensión creció entre ambos, al punto en el cual se esperaba que alguno de los dos diera el primer empujón para comenzar con un forcejeo y posterior pelea física. Aquello era tan idiota... Y Jack lo sabía. Sabía que ambos estaban siendo imbéciles, pero quería marcharse. Su orgullo se sentía mancillado al tener que aguantar las risas de Hiccu hablando con Astrid, y por aquel motivo que ni siquiera quería nombrar, su corazón latía de manera irregular y dolorosa poniendo sus ánimos por el suelo y haciéndole fruncir el ceño con desagrado. Asqueroso celos de cuarta. Todo podría haber sido más calmado si tan solo se hubiera marchado: se encerraría en su cuarto, se odiaría con profundo desprecio un rato, lamentaría estar enamorado de su cabezón amigo y finalmente al otro día haría como que nada había ocurrido. ¡Pero no! ¡A Hiccup le encantaba llevarle la contra y obligarlo a pisar el límite de sus emociones! ¡Por la Luna, si pudiera solo suprimirlas no estarían allí peleando por algo que ni siquiera debería importarle! Cerró los ojos, respiró profundamente y se alejó. Bien, bien, no podía golpear a Hiccup, por más que quisiera. Seguro le dolería más a él que al castaño. Por ello cedió y contó hasta cien, ganándose una mirada extrañada del dueño de casa.


—Bien. —Aceptó bajo la atónita mirada de Haddock. —Como quieras. No voy a pelear contigo.


—¿Eh?—balbuceó Hiccup. Ahora no sabía como reaccionar. En todos los posibles escenarios que imaginó, nunca contempló que Jack alías "hago lo que quiero y soy un terco" le daría la razón.


—Que no voy a pelear contigo. —repitió con obvias ganas de soltar una sarta de groserías y malas palabras. Respiró de nuevo. Dejó su mochila tirada por allí y llevó ambas manos a los botones de su camisa. Su semblante era demasiado serio, incluso más decaído de lo que había aparentado horas antes. Los botones fueron quedando atrás, dejando a Hiccup helado en el lugar, hipnotizado ante la blanquecina piel que le ofrecían una vista que, si bien no era nueva dado que ya antes había podido ver a Jack con el torso expuesto, le atontaba los sentidos y cobraba una buena cantidad de sensaciones en su juvenil cuerpo. — ¿Qué me ves? Ve a traerme ropa. No voy a usar esto, está manchado.


—A-ah, sí, sí.—Como un resorte, Hiccup se dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras. Podía sentir el retumbar de su corazón en los oídos, y le ardían las orejas. Repentinamente se encontraba envuelto en esa sensación caótica que le provocaba una inevitable atracción por Jack. Y sumado a todo ese revoltijo, estaba su preocupación. Jack nunca, y repito, nunca cedía ante él: siempre peleaban, rabiaban y discutían hasta que finalmente él era el primer en mostrar la bandera blanca en busca de paz. Y sin embargo, de la nada, él estaba allí en su cocina, bajando la cabeza y mandando al diablo el pudor para comenzar a desvestirse delante de él.


Estaba consciente de que Jack no sabía lo que le provocaba. Pero había ocasiones como esas en las que creía firmemente que el albino quería volverlo loco. No solo eran aquellas ocasiones en las cuales Jack discretamente y como todo un distraído rozaba su mano en ligeros toques que le creaban un nudo en la garganta; también perdía el juicio cuando él se acercaba más de la cuenta a su espacio personal, sonriéndole de aquella manera ladina y juguetona; incluso explotaba en ternura y nervios cuando se le ocurría entrelazar sus manos como una cadena, en aquellas raras ocasiones en las que ambos se encontraban solos y tranquilos, dedo por dedo hasta unirse a él irremediablemente, demostrando confianza y ese lado "cursi" que Overland no mostraba con nadie más que con él.


Lo sabía. Sabía que aquellas solo eran muestras de cariño fraternal, nada más. Pero no podía controlar su pulso cada vez que Jack dejaba de lado su orgullo y se entregaba al contacto físico. No podía dejar de sentirse dichoso con su mano fielmente unida a la de Jack. Y definitivamente no podía borrar la sonrisa de alegría y dicha al saberse el único capaz de tener a Jack así, tan cerca y "cariñoso" a su manera con él. Rapunzel y Mérida eran amigas de ambos, y aunque Jack compartía besos y abrazos con ellas, esas muestras de afecto quedaban reducidas a nada en comparación a lo suyo con Jack. O al menos, eso quería creer. Por que sí, él mataría por un beso de Jack. Y mentiría si no dijera que más de una vez deseó ser chica para recibir el trato tan amistoso del albino: sus abrazos, sus besos como saludo y despedida, y hasta las suaves caricias que Jack le daba a Rapunzel cada vez que la veía deprimida por no ser correspondida por Rider.


Entró en su habitación, y casi sistemáticamente se dirigió al closet para sacar alguna prenda. Luego de buscar y rebuscar, encontró una camisa de manga corta sin botones con el estampado de un dragón encima. Frunció el ceño al ver que obviamente le quedaría muy grande a Jack, pero no tenía de otra. Bajó las escaleras con rapidez, paralizándose al encontrar la espalda de su invitado sin prenda alguna, presumiendo su figura y marcando con aquella blanquecina piel cada músculo formado y torneado. Jack se percató de la mirada encima suyo, como si quemara, y sintiéndose cohibido arrebató la prenda de manos del dueño de casa, para ponérsela rápidamente. El cuello de la camisa era bastante grande, lo cual dejaba paso a gran parte de sus pectorales y pecho. Jack frunció la nariz en desaprobación a aquel detalle, pero terminó por dejarlo pasar. Sinceramente se sentía rendido y no quería reclamar nada que iniciara otra pelea.


Ambos se quedaron en la incómoda situación de no saber cómo obrar. Por un lado, Hiccup sabía que Jack estaba por demás molesto, o mínimo, ofendido. Mientras pensaba en cocinar algo para que los ánimos del albino se elevaran, comenzó a rememorar ciertos recuerdos que le hicieron fruncir la nariz. Por el otro, Jack se limitó a tomar el mando del Tv y comenzar un vago zapping por los canales. Su mente estaba lejos, tratando de aceptar por billonésima vez que los hechos no deberían afectarle tanto como lo hacían. Así, el castaño se marchó rumbo a la cocina para preparar alguna hamburguesa o lo que pudiese, dejando a Jack un tanto más relajado en la soledad de la sala de estar.


Cuando sacaba la carne del congelador, su celular vibró en su bolsillo. Bufó algo molesto, tomando los ingredientes con una mano y atendiendo el celular con la otra. Toothless llegó a la cocina con pesadez y bostezó, moviendo la cola al ver a su dueño gruñir. El pecoso leyó el mensaje de Astrid con un gran pesar. Otra vez ella lo animaba a declararse, pero habiendo arruinado toda oportunidad esa noche, no tenía ganas de contarle en el momento de su pelea con el albino. Desactivó el chat y se puso a revolver algunos huevos para un omelette. Quizás fue una pésima idea el planificar una confesión una noche de viernes en una casa, solo los dos. Sabía que no iba a ser fácil, pero ni en sus más locos pensamientos imaginó que Jack se comportaría así con él. Por lo general el albino solía reírse de todo, ser algo rebelde pero confiable, y sobre todo, era frontal. El conocido sentimiento de estar alejándose de él le hizo sudar volver a fruncir la nariz con desagrado.


No iba a permitir tal cosa. 

Notas finales:

Nos leemos muy pronto <3 

 

Estaré contestando sus RW a lo largo de la semana <3 


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