No volvió.
Ansiaba tanto regresar a la escuela que hasta su hermano mayor lo notó y se burló de él.
-Maldito Leeteuk –masculló rabioso.
-¿Leeteuk? ¿no es ese el nombre de tu hyung?
-¡Carajo Kangin! –se sobresaltó, había salido de la nada.
-¿Qué?
-¡Me asustaste!
-Sabrá Dios en que andarás pensando, ah sí, en tu hermano… creí que andaba en América, me dueles Kyu –dijo mientras posaba una de su mano sobre el pecho de forma dramática.
-Deja el dramatismo para después, no te comenté nada porque intuí que lo sabrías por Sungmin
-Pues ya ves que no, ese enano sólo habla cuando le conviene, ¿desde cuándo esta acá?
-Desde el lunes, ya hasta entró a la facultad en nuestro mismo instituto
-No lo he visto
-Sabes…
-¿Umm?
-Siempre me pregunté porque tú y Teuk no se conocieron, puede que no estuviera todo el día con nosotros pero aun así antes de comenzar a viajar debieron toparse al menos una vez
-Si lo conocí…
-Las fotos no cuentan
-Ahh, qué más da, fue cosa del destino
-Sería muy gracioso que ahora que terminará sus estudios aquí no lo veas
-Si tanta ganas tienes de que uno de tus mejores amigos lo conozca pues preséntamelo
-Tienes razón, le enviaré un mensaje para vernos en la hora de receso, ahí te lo presentaré
…
Hyung espero que no acordarás nada con Heechul, te quiero atrás de la cafetería en la hora de descanso, voy a presentarte a Kangin.
Kyuhyun.
-Vaya, al fin te tendré en persona Kangin
Fue a los 17 años cuando lo vio por primera vez, todo gracias a una videollamada que realizó en el cumpleaños de Donghae, un pelinegro robusto estaba entre Sungmin y Ryeowook, uno que lo atrajo al instante y desde ese día hizo todo lo posible para averiguar de quien se trataba, cuán grande fue su sorpresa al descubrir que era hermano del conejo.
Eres para mí mapache, de eso no hay duda.
…
Era viernes, cuatro días después de lo sucedido con sus padres y… él seguía en su cama, no había puesto un pie fuera de su habitación para nada, si continuaba de ese modo lo más probable es que le quitaran la beca.
Es lo mejor, no mereces nada.
-Cállate…
¿Por qué debería? Sólo digo la verdad.
-No es cierto
Lo es, realmente es un fastidio tener que lidiar contigo, eres basura Yesung, simplemente basura.
-¡Ya basta! –sus manos fueron a parar a su cabeza para tomarla fuertemente. -¡Por favor detente! Se lo que soy, no tienes que repetírmelo… no quiero oírte más… me lastimas
Débil.
La misma voz interior que lo atormentaba todos sus días, la que surgió luego de su fatídico cumpleaños.
Si tanto odias sufrir, sabes lo que debes hacer.
-No puedo…
Hazlo, te quitará el dolor.
-No lo haré
Confía en mí.
No quería revivir el pasado, pero tampoco quería seguir sufriendo, no pensaba con claridad, la violación aún seguía presente en su mente junto con las palabras de ese sujeto diciéndole que estaba sucio. Llegó a la cocina y buscó un cuchillo.
El más filoso, será más sencillo.
Asintió ante eso, era una buena idea. Sus verdaderos sentimientos quedaron enterrados, sus memorias dispersas, llevó el filo a su muñeca derecha, donde diversas cicatrices opacaban la hermosa piel dorada, un centímetro, sólo un centímetro faltaba para dejar brotar la sangre y entonces, la luz llegó.
-¡Yesung! -aquella voz no podía ser real, era un espejismo sin duda. – ¡JongWoo[ya1] n abre!... ¡Soy yo! ¡Hangeng!
-Hangeng… -reaccionó y dejo caer el arma. -¡Hannie! –de manera brusca se puso de pie, ocasionando que un dolor recorriera su columna y cayera de nuevo.
Realmente piensas dejar que te vea en ese estado.
-Él puede ayudarme…
¿Ayudarte? ¿Y por qué lo haría?
-Porque… es mi amigo
¿Tu amigo? No me hagas reír, ¿quién se atrevería a tener a una porquería como tú?
Tragó grueso, ¿qué si era verdad aquello?
Sólo piénsalo bien, te conoció cuando estabas perdido, está contigo por lastima.
-¡YESUNG ABRE POR FAVOR!
No te atrevas a ir, arruinarás todo.
Nuevamente luchando contra su ser, quería salir, debía hacerlo, Hangeng lo clamaba a gritos, su salvación estaba afuera de su casa, esperándolo.
Tú no tienes salvación JongWoon.
-No… sí la tengo
Reunió fuerzas y se levantó, a pesar del dolor que estremecía su cuerpo con cada paso llegó a la puerta y giró el plomo.
Comenzaba a desesperarse, había saltado sus clases para ver a Yesung, gracias a ser un estudiante transferido y porque pertenecía a una de las familias más importante en China, pudo averiguar con las secretarias del colegio toda la información relevante a su amigo… y ahí estaba, de pie, llamándolo a gritos, se enteró que a causa de su ausencia sin justificación la beca con la que ingresó desapareció. No lo conocía mucho, pero con lo poco que llegaron a hablar ese día, supo de las inmensas ganas que sentía por estudiar y tener una buena carrera para que sus padres se sintieran orgullosos, así que algo debió de pasarle para que faltará la primera semana de clases. La puerta se abrió de repente sacándolo de sus pensamientos, iba a saludarlo y reclamarle pero al ver su aspecto quedó mudo, NUNCA en su corta vida había visto a alguien así, la cara linda de su pequeño estaba siendo opacada por unos grandes moretones, ambos labios rotos, su ojo izquierdo no se notaba debido a la inflamación que presentaba, en la frente un bulto sobresalía, bajó la vista y ahogó un gemido, los brazos poseían diferentes marcas de golpes, todos recientes, el color acaramelado de su piel ni siquiera se apreciaba, todo era entre morado y rojo, sin embargo, lo que más ensombreció a Hangeng fueron las cicatrices en sus muñecas.
-Ye… Yesung ¿qué… ¿qué te paso? –el nudo en la garganta comenzaba a arder, no respondía, solamente temblaba. –Yesu…
-Ayúdame…
-¿Qué te paso mi niño?
-Hyung… -la voz le tembló, era ahora nunca. –Me violaron… estoy sucio
Y el corazón de Hangeng dejó de latir.