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Mortalidad por Pandora_Von Christ

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Notas del capitulo:

¡Hola! He aquí un nuevo capítulo, espero que lo disfruten :)

Y como siempre, ya saben que nada me pertenece, que el fic es una traducción y pertenece completamente a MaverikFlame, y que yo hago esto por pura diversión.

—¡Loki!

El suelo sabía a polvo. Loki se ahogó y entornó los ojos entre el picor de la arena y la crueldad del sol. La tierra se movió y se coló entre sus dedos mientras intentaba levantarse.

—Loki. Ey.

Una sombra bloqueó el resplandor del sol y Loki parpadeó y abrió los ojos para observar un mundo saturado de arena amarilla-anaranjada y un cielo azul, dos planos de color sólido encontrándose y chocando en la distancia.

Le palpitaba la cabeza. El azul y el amarillo eran demasiado, cerró los ojos y mordió su lengua para frenar un gemido.

Entonces notó el peso en su hombro en forma de una palma y cuatro dedos, un peso que se presionó, se apretó y lo sacudió.

—¡Loki, maldita sea!

El calor era un segundo peso, una manta gruesa de la que no podía desenredarse. Sofocándolo.

—Tony —dijo Loki, apretando los dientes. Se lamió los labios y probó más polvo—. Silencio. —Golpeteó la mano en su brazo sin entusiasmo—. Estoy cansado.

Una exhalación que sonó como una maldición. La mano en su hombro se movió para palmear su mejilla, piel pegajosa contra piel pegajosa. Loki hizo una mueca mientras el contacto hacía a su cabeza latir en breves pinchazos de dolor.

—Más tarde podrás tomar una siesta, Lokes. Levántate.

Loki no quería levantarse en este momento, pero la voz de Tony sonaba tensa a pesar de su bravuconería. El dios rodó sobre su espalda para mirarlo.

El sudor manchaba el rostro de Tony, agudizando su cabello en pequeñas puntas, y aunque sonreía torcidamente, sus ojos estaban duros de preocupación. Todavía estaba en su armadura, pero no tenía casco.

¿Por qué Tony estaba en su armadura?

De hecho, ¿por qué él también tenía puesta la suya?

—Estamos en un desierto —se preguntó Loki en voz alta, arrastrando las palabras con una lengua algodonosa—. ¿Por qué estamos en un desierto?

El suspiro de respuesta de Tony se sintió como una bocanada de aire contra el rostro de Loki.

—Esa iba a ser mi segunda pregunta —dijo.

Loki parpadeó, ceño fruncido.

—¿Cuál era la primera?

—La primera es: ¿estás bien?

Loki sonrió débilmente, torcidamente.

—Qué conmovedor —murmuró.

—Bueno, ¿lo estás? —preguntó Tony. Ahora había un filo en su voz.

—¿Y cuándo no lo he estado? —Sus balbuceos no fueron de ayuda.

Tony rodó los ojos.

—Bueno, esa sí que fue una respuesta —se quejó— ¿Puedes responder al menos la pregunta número tres?

—¿Cuál es?

—¿Qué demonios acaba de suceder?

Loki frunció el ceño y miró hacia la distancia. El calor estaba sofocando sus pensamientos.

—Se supone que estuviéramos en casa —murmuró, sacudiendo la cabeza lentamente y sintiendo el sudor deslizándose por su frente—. En la Tierra. Midgard. Esto no es Midgard.

Tony se pasó una mano por el rostro (también tenía las manos sin los guanteletes) y preguntó:

—¿Estás seguro de que no estamos en el Sahara o algo así?

Loki titubeó y pensó en ello, saboreando el aire y sintiendo el zumbido de la magia bajo sus dedos.

—Esta no es la Tierra —dijo, sin saber cómo explicarle esto a un mortal—. Pregúntale a J.A.R.V.I.S. si dudas de mí.

—No dudo de ti —murmuró Tony. Loki sospechaba que ya lo había intentado—. Entonces, ¿dónde demonios estamos?

—Desheret —respondió Loki, empujándose con sus manos temblorosas para sentarse. Miró mortalmente a Tony cuando este trató de ayudarle, pero el humano le devolvió la misma mirada mortal—. Un planeta como Asgard, pero en una región diferente. Un lugar en el que no queremos estar, por cierto.

—Genial —suspiró Tony. Ahora tenía una mano entre los omóplatos de Loki, una ligera ayuda—. ¿Supongo que no hay un hotel cinco estrellas por aquí?

Loki suspiró y cerró los ojos, invocando magia que era inquieta y temperamental en sus manos ahora mortales (temporalmente mortales, se recordó). Podía sentir el zumbido de voces y vida en la distancia, y gesticuló vagamente en esa dirección.

—Veo tu hotel cinco estrellas en forma de palacio —dijo—. En esa dirección.

Con energía renovada, se puso de pie, frunciendo el ceño cuando se tambaleó. De nuevo, Tony estuvo allí con una mano estabilizadora en su codo.

—¿Palacio? —preguntó Tony, cabeza inclinada.

—Sí —respondió Loki—. Conozco a los dioses de aquí. —Con un guiño, agregó—: Esta no es mi primera vez aquí.

—De alguna manera, dudo que aún te queden primeras veces, anciano.

—Podría enterrarte hasta las orejas en la arena. Esa sería una primera vez.

Reunió el equilibrio necesario y se alejó en dirección a Ombos, una ciudad que una vez había conocido demasiado bien, y Tony lo siguió, ambos cascos metidos bajo su brazo.

—Podría simplemente llevarnos hasta allá volando —señaló Tony—. Sabes, este traje no sirve solo para hacerme ver bien.

Loki había olvidado cuánto odiaba el desierto, con arena que encontraba maneras de meterse en su ropa y cabello, que se pegaba a su sudor, y con un sol que brillaba con venganza.

La idea era tentadora.

—No estoy seguro de que respondan favorablemente a un hombre de metal volando hacia su ciudad. Además, tendrías que llevarme, y tengo mi orgullo. No está tan lejos, de todas formas.

Podía sentir a Tony rodando los ojos.

—Tú te lo pierdes. Al menos mi traje tiene aire acondicionado.

Cuando Loki se volvió para lanzarle a Tony una mirada mortal, se encontró al idiota con su yelmo puesto, para colmo de todo. Loki dejó de caminar para darle al humano toda la fuerza de su ceño fruncido.

—¿De verdad?

Tony giró la cabeza y movió las cejas bajo el casco.

—Qué puedo decir, hoy me siento cachondo.

—¿Alguna vez te cansarás de ese chiste?

—Nunca.

Tony volvió a girar y siguió caminando, aunque «contonearse» era la palabra más adecuada.

—Eres un idiota —suspiró Loki, reanudado su marcha.

—No me odies solo porque a mí me queda mejor.

 

****

 

Loki prácticamente podía sentir su piel despellejándose donde le daba el sol. Tropezó otra vez, maldiciéndose por su debilidad, y una vez más, Tony lo atrapó. Esta vez podía sentir la mirada de Tony lacerando su piel como el mismísimo sol.

—Entonces, ¿vas a decirme qué está pasando?

Sus ojos eran duros, pero su toque era gentil, cuidadoso mientras sostenía a Loki. Loki sonrió melancólicamente pensando que esa dicotomía era esencialmente Tony.

—Pensé que habíamos ido a Asgard para contarle a tus padres que íbamos a casarnos, pero lo siguiente que sé es que estamos tratando de robar frutas y huyendo para salvar nuestras vidas. Y ahora estamos aquí.

—No fue la única razón por la que fuimos a Asgard —admitió Loki.

Prácticamente podía escuchar a Tony rechinando los dientes. Al menos el idiota se había quitado el yelmo otra vez.

—¿Y cuál era exactamente esta «otra razón»? —dijo, apretando los dientes.

Loki vio la tierra pasar bajo sus pies. Su sonrisa era lánguida mientras le preguntaba:

—¿Confías en mí?

Tony frunció el ceño y lo observó con una mirada de soslayo.

—A veces —murmuró—. Mira, Loki, puedo aguantar muchas cosas, pero... el rey de los dioses está enojado con nosotros, estamos varados en una isla desierta...

—Esta no es una isla...

—Bien, varados en un desierto—o lo que sea, y ahora estás tan débil como un gatito. Creo que merezco saber por qué.

Loki se erizó ante la analogía. Entonces recordó que esta no era la primera vez que Tony estaba varado en un desierto, y cerró los ojos, haciendo una mueca.

A veces se preguntaba por qué Tony seguía con él y se preguntaba si sería tan paciente cien años después, si se volvía inmortal.

Se preguntó si, después de todo, las cosas serían mejores si Tony seguía siendo mortal.

—Te lo diré cuando lleguemos a Ombos —mintió Loki, voz tornándose quebradiza—. En cuanto al debilitamiento de mi magia, soy un Gigante de Hielo. El sol del desierto no me sienta bien.

Verdades parciales, esas eran las armas favoritas de Loki.

La mirada de Tony se suavizó, se tornó un poco más preocupada, y Loki se aclaró la garganta, decidiendo cambiar el tema antes de que Tony hiciera otras preguntas.

Principalmente, preguntas sobre por qué su magia estaba débil antes de caer en el desierto.

—Ahora —dijo Loki, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano—, cuando lleguemos, déjame hablar, ¿sí? No estoy seguro de quién es el rey en este momento, así que esto podría ser... interesante.

Tony lo miró de reojo.

—Nunca es bueno cuando llamas a algo «interesante».

—Tengo una interpretación más amplia de la palabra.

—Como sea —suspiró Tony—. Solo... ¿qué quieres decir con que no sabes quién será el rey? Son dioses, ¿cierto? ¿Inmortales? ¿O la gente del desierto tiene un sistema más democrático?

—Dioses, sí. Democráticos, no. —Loki frunció el ceño y se lamió los labios, sintiendo que comenzaban a agrietarse por la sequedad—. Usualmente hay un poco de lucha interna y usurpación. Ojalá Horus sea el rey esta vez. No me aprecia mucho que dígamos, pero al menos nos ayudará a volver a Asgard. Y si él no es el rey...

Loki se detuvo, mordiéndose la lengua. Esa no era una alternativa en la que quería pensar.

—¿Y si él no es rey? —repitió Tony.

—Y si él no es rey —retomó Loki—, ahí es cuando las cosas se pondrán interesantes.

—Sigues usando esa palabra y no estoy seguro de que signifique lo que piensas que significa.

 

****

Caminaron y caminaron, un pie delante del otro hasta que Loki entendió mejor la palabra «piloto automático», y mientras caminaban, trató de mirar hacia Yggdrasil y alcanzar una de sus ramas más pequeñas, probando discretamente su magia. Podía ver el Árbol del Mundo pero escasamente, sintiendo más su sombra que su forma. Mentalmente soltó un torrente de maldiciones. Necesitarían llegar a Ombos para llegar a Asgard, y tendrían que llegar a Asgard para llegar a Midgard.

Estaba jodido en más formas de las que podía contar.

Se cruzaron con carruajes mientras se acercaban a la ciudad, un hecho que fue, por alguna razón, una fuente interminable de diversión para Tony.

—Quiero uno.

—No, Tony.

—Pero...

—Puedes hacerte uno cuando lleguemos a casa —dijo Loki, cruzándose de brazos—. Uno que vuele. Y dispense licor.

Tony abrió la boca para discutir solo para cerrarla de nuevo y asentir apreciativamente.

—Haré dos —respondió firmemente—. Entonces podremos competir. Prometo no hacerte la de Ben Hurr.

Loki frunció el ceño.

—¿La de Ben Hurr?

—Ya sabes, la... —Tony hizo un movimiento giratorio singularmente inútil con su dedo—, la cosa de Ben Hurr.

Entonces carruajes estuvieron sobre ellos, y Tony estuvo demasiado ocupado asfixiándose con polvo y arena como para seguir explicándose.

 

****

 

Tony aprendió una nueva dimensión del termino «caballos de fuerza» mientras el aire del desierto azotaba, caliente y seco como papel de lija, contra sus mejillas. Entornó los ojos entre la arena, el polvo y el viento, ocultando su sonrisa eufórica detrás de un brazo revestido de metal mientras con la otra se apoyaba contra el borde del carruaje.

Definitivamente iba a fabricarse uno de estos cuando llegaran a casa. Ya estaba haciendo cálculos y ajustes en su cabeza, pensando en formas de hacer un carruaje que fuera más estilizado y más aerodinámico. Tal vez uno que volara como el que tenían los Chitauri.

Su sonrisa se tornó en una mueca ante esto, y le lanzó una mirada a Loki, que estaba presionado contra al otro lado del carruaje y luciendo mucho menos impresionado con su modo de transporte. Se apilaban contra un auriga que casi ignoró su existencia, pero ofreció algunas respuestas cortas a algunas de las preguntas de Loki.

Tony no entendió ni una de las palabras que intercambiaron Loki y los hombres de los carruajes, hombres bronceados con taparrabos y delineador que parecían extras del set de Cleopatra.

Y fue entonces cuando lo entendió: un reino del desierto, dioses, Horus...

Agarró la manga de Loki y tiró de ella, y el dios se detuvo a mitad de una frase para darle una mirada que era molesta e inquisitiva.

—¿Estamos en el Antiguo Egipto? —murmuró Tony, y sí, eso no era lo que había querido preguntar.

Loki lo miró como si fuera un idiota.

Tony rodó los ojos y agitó su mano en un gesto de «olvídalo».

—Los dioses del Antiguo Egipto —dijo— ¿Viven aquí?

Loki suspiró, quitó su manga de las manos de Tony.

—Sí —dijo secamente, pero sin mirar a Tony a los ojos.

A Tony le encantaban aquellas historias de pequeño y, para su crédito, no gritó como un niño pequeño.

—¿Puedo conocer a Anubis? ¿Realmente tiene cabeza de chacal? —preguntó en un susurro excitado, y —síp— ahí estaba otra vez la mirada de: «eres un idiota».

Loki se inclinó cerca de Tony y, lamiéndose los labios, enunció lenta y suavemente:

—Haznos un favor, y cierra la boca hasta que te diga.

Tony frunció el ceño, pero Loki le estaba dando Esa Mirada, la que lo hacía sentir como si estuviera siendo despellejado vivo y que le prometía que así sería si no se iba con cuidado.

—Sí, querido —dijo, tono entre sarcástico y dulce.

Entonces los carruajes se acercaron a las puertas de lo que para todo efecto era una fortaleza. La ciudad era un castillo de arena gigante, las paredes todas de color amarillo arena con lados lisos, y Tony imaginó dioses del tamaño de gigantes sentados en la playa, aplastando arena mojada entre pies de mamut.

Miró a Loki, quien parecía pálido bajo una quemadura creciente, mandíbula y pómulos afilados y enmarcados en cabello sudoroso. Tony estaba replanteándose constantemente la imagen mental que asociaba con la palabra «dios».

Sabía que era inútil, pero estaba a punto de preguntarle a Loki si estaba bien cuando el dios habló primero.

—Bienvenido a Ombos —dijo. A pesar de la sonrisa y las palabras alegres, Loki sonaba como si estuviera llevando a Tony a una funeraria en lugar de a una ciudad.

Tony frunció el entrecejo y se preguntó qué era lo que Loki no le estaba diciendo.

 

 

Notas finales:

Como siempre, gracias por los reviews y claro por estar ahí :)

En cuanto a las actualizaciones, quiero aclarar que trataré de actualizar al menos semanalmente, sé que tal vez no es lo que esperan, pero de momento es con lo único que puedo comprometerme.

Cuídense mucho y nos leemos en unos días :)


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