Reservas de Texas, hace cinco años
El bosque que se mostraba ante sus ojos era oscuro y espeso. Nunca le había gustado usar trasladores pero en esta ocasión no podía quejarse, sintió el vértigo característico de la aparición y eso solo le dio mas ganas de volver la poca comida que había ingerido en esa sucia celda en donde se encontraba, suspiro dándose cuenta que ese mugriento cuarto estaba mejor que este oscuro lugar, pues su poco instinto que había desarrollado como mago le decía que este no era para nada seguro. Después de reponerse un poco del mareo observo con mayor detalle su alrededor, los arboles eran altos, de tronco grueso y hojas de diferentes formas, no lo pensó y agarrando fuerte la pequeña daga que se encontraba en su mano, comenzó a andar, no debía quedarse ahí, después de todo no sabia exactamente donde se encontraba. Camino por horas y la oscuridad se hizo mas densa, si su estado de análisis no le fallaba, y nunca lo había hecho, eran pasas la una de la madrugada. Hacia poco que lo había notado, pero en ese gran bosque no se encontraba solo, un miedo le recorría cada que se detenía a descansar, sus pies comenzaban a dolerle, su vista cada vez era mas pobre. En un determinado momento el cansancio le gano y callo de rodillas, suspiro y decidió recostarse para tomar aire, de inmediato se quedo dormido.
No había pasado mucho cuando un fuerte crujido lo hizo sobresaltarse, las pisadas eran fuertes y se acercaban, se puso de pie de un salto y lo pensó al momento de echarse a correr, no quería averiguar que era lo que se acercaba, pero algo le decía que no era nada amigable. La adrenalina corría por su cuerpo y corría todo lo que sus piernas podían, rápidamente llego a un claro en donde se permitió descansar un momento, sea lo que fuera que lo asechaba no salía a la luz de la luna, todo el claro estaba iluminado, miro alrededor y solo pudo ver como crujían las ramas de los arbustos en las raíces de los árboles, algo estaba viéndolo algo que solo quería devorarlo, lo veía en lo único que se apreciaba en esa oscuridad, unos grandes ojos amarillos.
Hill City, Nebraska
— Draco – una voz lejana lo llamaba – Draco – una sacudida fuerte logro despertarlo de golpe.
– ¿Qué? – se incorporo con la frente sudada, se había quedado dormido recargado en la mesa de ese cuarto del motel que se encontraban.
— Estabas quejándote – la castaña fue quien lo despertó, el rubio solo le asintió y suspiro pesado de nueva cuenta esas pesadillas. — ¿estás bien?
— Si – fue lo que menciono y por un momento reino el silencio hasta que le rubio retomo sus palabras—lo estoy, solo que esto me tiene abrumado.
— ¿Y a quién no? – menciono el pelirrojo entrando a lo que habían adaptado como comedor.
— Es extraño – la castaña se sentó a un lado del rubio y observo los documentos que se encontraban por toda la mesa. – ¿para qué quieren todos estos objetos?
— Aun no lo sé – el rubio se recargo en su mano derecha con cansancio.
— Deberías descansar Dragon – Dean se había acercado al escuchar la plática, Harry quien había entrado junto con Ron gruño por lo bajo al escuchar el apodo hacia el rubio.
— Descansare en un rato, -- bostezo ligeramente—aun no logro comprender que es lo que tanto buscan.
— Creo saber que – Sam quien se había quedado en el sillón con mas documentos y su computadora tomo la palabra.
— ¿A si? – fue la pregunta que Harry hizo por todos.
— Si, -- se levanto con su computadora en mano y se dirigió a donde todos se encontraban—según algunas leyendas encontré algo llamado, las estrellas de Orión.
— Pero las estrellas están en el cielo, ¿Cómo pueden estar aquí? – la mirada de todos se dirigió al pelirrojo con incredulidad por la pregunta estúpida.
— Literalmente no son estrellas, si no que son joyas. – respondió el hombre más alto de todos.
— ¿Joyas? ¿estos demonios buscan joyas? – la incredulidad en la voz de Harry se dejó escuchar.
— Según la leyenda fueron piedras creadas por un gran mago cuyo nombre era Orión, no se sabe mucho, pero según estas piedras fueron pasando de dueño en dueño creando destrozos y maldiciones por quien las tocaba. – siguió con la explicación Sam.
— Entonces estamos hablado de objetos malditos – concluyo el rubio mayor.
— Creo que lo ideal es regresar al bunker, ahí podremos buscar más información y Draco podría descansar, no queremos que pase lo de la última vez.
— Diablos ¿tienes que recordármelo Dean? —el rubio menor le mando una mirada de muerte al mayor.
— Te lo recordare cada día, si no descansas como se debe – le dijo mientras comenzaba a salir de la estancia—así nos evitamos que destruyas medio hotel por una explosión – escucho a la distancia.
— ¡Aaaahh te odio! – grito el rubio menor mientras se dejaba caer en la mesa—¡la acumulación de magia por estrés no fue mi culpa! ¡odio a las tarantelas!
Nadie entendió nada mas Sam quien rio ligeramente por el drama que hacia el rubio menor, sin darle mas importancia les indico a los otros que empacaran, el viaje sería muy largo, después de todo habían estado viajando mientras les seguían la pista a los tres demonios.
La primera que encontraron fue en el templo vikingo habían hurtado lo que parecía un brazalete, de ahí buscaron plagas, tormentas eléctricas, todas las señales que los demonios podían dejar, y habían tenido suerte, los siguieron por kilómetros, todos y cada uno de los lugares que habían visitado eran robados, desde templos en medio de bosques hasta tumbas antiguas cuyas localizaciones habían sido desconocidas, hasta ahora, cada uno de los objetos robados eran muy variados desde collares hasta un par de zapatos, la única conexión que tenían era el tiempo, todos relataban aproximadamente del siglo VI. Con todo eso en mente se puso a empacar y guardar cada archivo que habían recopilado, después de todo el rastro había cavado ahí en Hill City y habían perdido a los demonios, que ahora identificaban como “las perras del infierno”, según Dean, y esas eran Lilith, Eva, y por supuesto Ruby.
Sapphire Village, Montana
— Lindo lugar – una rubia con un hermoso vestido negro y una chaqueta café se acerco a la pequeña mesa que se encontraba en el pórtico de uno de los establecimientos del lugar—para esconderse.
— No me escondo – el hombre de cabello oscuro y ojos café vestido con una camisa blanca deportiva bajo una chaqueta caqui, le regreso la palabra.
— Al grano, Chuck—la rubia se quito los lentes oscuros dejando ver sus lindos ojos azules. – para que me has convocado.
— ¿Que simplemente no puedo invitarte a tomar un café conmigo? —le miro tras sus lentes.
— Siempre que me mandas a llamar, es para algo que no me va a gustar – la sonrisa de lado que se poso en el rostro del hombre le dio mala espina, suspiro pesadamente – bien te escucho.
Y con esa expresión comenzó una larga charla, cerca de ahí se encontraba un hombre con gabardina que esperaba paciente, sumergido en sus pensamientos, con el único deseo de volver con su familia.
Pine Haven, Wyoming
Tres mujeres se encontraban observando a una cuarta que estaba destrozando el pequeño cuarto donde se encontraban.
— ¡No es este! – Vanity aventaba lo que parecía una copa.
— Ese era el último. —murmuro la pelirroja.
— ¡No es suficiente! —parecía leona enjaulada—deben estar en algún lugar
— Ya tenemos dos, ¿Qué eso no es suficiente? – la rubia menciono harta de todo eso.
— Si fuera suficiente ya lo hubiera liberado.
— ¿Por qué están importante esas piedras? – pregunto como que no quiere la cosa.
— ¡Por qué es la única manera de abrir esa maldita puerta! – Emma había explotado y con ella su magia lanzando todos los objetos y sus acompañantes por los aires. —¡pero no están! ¡Hemos encontrado cada maldito objeto que le pertenecía y no se encuentran!
— ¿Pero qué mierda te pasa? – la pelirroja se exalto—nosotras no tenemos la culpa de que ese viejo decrepito no la haya guardado.
— ¡Estúpido Orión! —grito aún más furiosa.
— Serénate, mantén calmada la mente, el alma, y el cuerpo – la “mayor” de todas ahí, Eva, se incorporó lentamente.
— ¿Qué? —Vanity la miro algo sorprendida –¿qué has dicho?
— Que te calmes – respondió Lilith.
— No, eso no – Emma recorrió la mirada por los objetos— mente, alma, cuerpo – observo con atención los objetos cada uno de ellos tenían grabados, en diferentes idiomas, esas mismas palabras. – ¡eso es! – las otras mujeres no comprendieron y se lo hicieron saber por su mirada— Alma, ¿Qué no lo entienden? – aun veía esas miradas de confusión en los demonios frente a ella—no, claro que no lo entienden, es muy sencillo, la espada es el cuerpo, la gema de obsidiana es la mente, así que falta el alma, al estúpido vejete le gustaban los acertijos, -- rio histéricamente -- ¿Cómo no me di cuenta antes?
— Si eso es cierto, podemos conseguir cualquier alma – dijo Ruby con una sonrisa.
— No, no debe ser cualquier alma – Emma las miro—y no creo que sea solo una.
— ¿Qué quieres decir? – comento Lilith.
— Estamos hablando de una energía poderosa, tanto que pueda darle energía a Excálibur.
— Entonces podemos deducir que se necesitara más de una – menciono Eva.
— Exacto
— Pero – Ruby llamo la atención de todas – ¿Cómo pones almas en una espada? – dijo mientras señalaba la espada oxidada la cual tenía la piedra negra incrustada en un extremo del mango y del otro un orificio.
— Conteniéndolas – dijo la pelinegra como si fuera obvio.
— ¿Cómo? —fue la pregunta de las otras tres.
— Aun no lo sé – menciono mientras tomaba la espada—pero se quién me lo dirá. – una sonrisa siniestra se posaba en sus labios, y con esa expresión miro a sus acompañantes—prepárense chicas, aremos una visita.
Las otras tres mujeres solo asintieron y en menos de un segundo todo había desaparecido.