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Kaleidoscope por CrawlingFiction

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Kaleidoscope


Capítulo 6: Sonrisa del Mal


 


Se ocultó entre los arbustos del laboratorio farmacéutico abandonado. Pocas veces había escuchado a HakYeon hablar de aquel lugar, y fueron suficientes para grabársele a la memoria. Allí llevaban a los pacientes especiales. Lo supo desde un principio y no hizo nada. Fue uno más de ese universo indiferente y no alienado a lo que su oficio pregonaba. Creyó eran transferidos a un centro de investigación especializado, no a un matadero blanco y pulcro e igual de aterrorizarte.


Un hombre de blanco salió de la entrada trasera a fumarse un cigarro.


Tenía el bolsillo lleno de jeringas y una navaja. Tomó esta última y la blandió dentro su mano. Agarró al sujeto por detrás y le tapó la boca para que no gritara.


—Dime donde está el Proyecto Y, y no te haré daño —le ordenó al oído afincando el filo de la navaja a su yugular— Abrirás la boca y me dirás dónde está. Juega conmigo y acabarás desangrado —añadió dejando una lívida gota de sangre brotar al lastimar la piel.


—P-piso cinco… —el arma se afincó más haciéndole chillar— ¡L-Laboratorio doce!


—Gracias —susurró. Sin dar tiempo a reacciones se sacó la jeringa del bolsillo y se la clavó en la nuca. El hombre se retorció hasta caer inconsciente en el piso. Le arrastró al fondo de los matorrales y le desnudó.


No podía esperar a Hyuk.


Tenía que salvarlo.


  ••••••


HakYeon volvió a entrar en la sección del laboratorio donde estaba encadenado. Tenía dos cuencos con agua y comida para gato en las manos.


—Tu almuerzo —dejó los cuencos a su lado. TaekWoon apenas y asomó la cabeza entre sus brazos. Estaba encogido en el frío suelo tiritando de dolor— ¿No tienes hambre? —insistió ante el silencioso rechazo.


Sonrió.


Volcó los cuencos de una patada cubriendo su espalda del pegajoso paté. TaekWoon ni atrevió a subirle la mirada.


—No te mereces más que esto, recuérdalo.


TaekWoon siguió sin mirarle, haciéndole enojar aún más.


El otro doctor entró con su tablero de anotaciones bajo el brazo.


—Creo que una lobotomía y la remoción de sus recuerdos nos hará que sea menos molesto, Doctor Cha —le explicó al notar la fingida indiferencia de su experimento.


—¿Tú crees? —volvió a sonreír. El doctor asintió y HakYeon se rio— ¿Qué opinas, eh, TaekWoon? —miró de soslayo al hombre en el suelo. La sangre a su alrededor y los moretones de su piel eran horrendos. HakYeon se acuclilló delante y tiró de su cabello para que por fin le mirase— ¿Te gustaría olvidar esa conversación? —apretó sus mejillas hasta abultar sus labios ensangrentados— ¿Que tu vida es un teatro?


—No quiero olvidar a HongBin —respondió con inexplicable valentía. Le soltó con desprecio y se puso de pie.


—Patético —le soltó con desprecio y se levantó— Prepara la sala de operaciones —ordenó— Evalúa también la posibilidad de amputación, Jang. No necesitamos más que su mente.


El hombre en el suelo se encogió en un ovillo.


—Mi cuadro… —se escuchó apenas de su voz— HongBin…


••••••


—¡No, WonSik, yo debo estar ahí! —quejó el joven oficial de policía de pie al lado del auto. Estaban estacionados en la parte trasera, y aparentemente, sin cámaras de vigilancia. La seguridad era laxa, con uno que otro anciano vigilante merodeando sin muchas ganas el desolado terreno baldío.


—Ni hablar, es muy peligroso —replicó acabándose el cigarrillo con inexplicable calma.


—¿¡Qué hay ahí!? —insistió SangHyuk— ¡HongBin está allá adentro! —una inquietud se había apoderado de él, tenía demasiado miedo de tanto misterio. Aquel laboratorio a las afueras de la ciudad parecía un cementerio— ¡Es mi amigo! —imploró. Su superior le tomó bruscamente de los hombros.


—Escucha, tú te quedarás aquí en contacto con la operadora, ¿de acuerdo? —le ordenó— Yo iré, conmigo será suficiente, no podemos hacer un escándalo o será peor —le convenció con sus ojos severos.


—Pero… —quería creer en su compañero, sin embargo, esa corazonada se lo impedía.


 —Confía en mí —palmeó su hombro. SangHyuk asintió cabizbajo. WonSik cargó su arma y tras un ademán fue hacia el laboratorio.


Una pequeña sonrisa ladina se trazó en su rostro.


La sonrisa del Mal.


••••••


—¡Eh, YoungJin! —una voz llamó a sus espaldas— ¿Tienes fuego? —el hombre tenía un cigarro apagado entre los labios. Frunció ligeramente el ceño y se apresuró en alcanzarle— ¿Qué haces aquí? Tu lugar es en planta, bastardo —bromeó con una risita nasal, sin embargo, una corazonada le hizo apresurar y tomarle del hombro. Cabizbajo llevó la mano al bolsillo de su bata— ¿Young…?


HongBin se dio vuelta y le clavó la jeringa en el cuello. Los estertores ahogados del hombre y sus pataleos no fueron suficientes y cayó como peso muerto en el suelo. De un tirón le arrancó el carnet sobre su pecho.


—¡Alto ahí! —gritó alguien. Pasos atropellados por las escaleras resonaban en el eco del pasillo— ¡Identifícate! —ordenó. HongBin le quitó el arma al hombre inconsciente y corrió. Comenzaron a disparar por el pasillo. HongBin deslizó la tarjeta en la puerta número doce y entró. Trancó la puerta y apuntó.


—¡TaekWoon! —llamó. La pistola temblaba dentro su mano. Golpes y forcejeos azotaban la puerta trancada a su espalda— ¡TaekWoon! —volvió a clamar. Un exhalo se ahogó dentro su garganta.


Un par de hombres enfundados en batas blancas le miraron y encogido en el suelo le encontró. El piso sucio era aterrorizante, al igual que los cables, las dagas, los monitores. Era una sala de tortura modernizada.


—Los niños como tú no me sorprenden, te estaba esperando —le sonrió HakYeon.


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