Minho escuchó la puerta del departamento abrirse, y cerrarse casi de inmediato. Cerró el libro que estaba leyendo, y alzó la mirada hacia el pasillo, donde Taemin se encontraba, cargando una pequeña caja consigo.
-¡Minho! Amor, míralo.- Le escuchó gritar.
Oh no, Taemin por favor no. Minho cerró los ojos, rezando por no ver otro gato en esa pequeña caja. Al abrirlos, no supo lo que vio. Era una pequeña bola de pelos.
-¿Qué es eso?
-¡Es un cachorrito de bulldog!- Taemin suspiró. -Me siguió desde la universidad hasta el estacionamiento que está a tres cuadras al norte. Estaba llorando. No podía simplemente irme, y dejarlo ahí.- Gimió, acariciando la pequeña cabeza del perro.
-Si tan sólo te comportaras así con los humanos.- Minho rodó los ojos.
-Los humanos no se lo merecen.- Taemin alzó el rostro, altivo, bajándolo sólo para ver de nuevo al cachorro algo asustado. -Pero ellos no tienen nada que ver con los humanos, son hasta sus víctimas.
-Y ¿los humanos sí pueden ser tus víctimas?- Terminó por ponerse de pie y acercarse a la caja que Taemin cargaba. El perrito era color canela, excepto por su morro del característico color negro. A pesar de estar pequeño, Minho podía ver que estaba desnutrido.
-Yah, los demonios somos malos con los humanos. Es nuestro trabajo, punto. Pero no somos tan desalmados como para no querer a estas lindas cositas.- Cambió su tono de voz, endulzándolo al hablar de los animales. -¿Sabes cuántos perros tiene papá?
Minho alzó su mano, negando con la cabeza. Le quedaba muy en claro que en el infierno, tenían muchos perros. Miró al de la caja, esa pequeña bola peluda no se veía para nada infernal, ¿cómo podría compararse con los perros a los que Taemin estaba acostumbrado? Y aun así, su novio se veía tan enternecido con el cachorro.
-¿Cómo alguien pudo dejarle en la calle?- Exhaló, sacándolo de la caja y cargándolo.
-Los humanos son horribles, Minho.- Taemin fue serio. -Ustedes, ángeles, no quieren ver esa parte de ellos. Pero yo los conozco, pueden hacer cosas peores.
-Tae, no discutamos sobre esto ahora.- Exhaló.
-De acuerdo...De igual modo, uno de mis hermanos más cercanos, se encarga de las almas de los humanos que son malos con los animales.- Explicó.
-¿En serio?
-Sip, él está loco por los animales. Le gustan mucho.- Tomó de nuevo al cachorro. -Ven Sweetie, necesitas darte un baño, y luego te daré algo de comer.
-Espera, ¿cómo lo llamaste?- Minho frunció los labios. Si Taemin ya le había puesto nombre, eso significaba que se tendría que quedar en casa.
-Sweetie, por Sweetheart.- Le sonrió, confirmando sus sospechas. El perro se iba a quedar en el apartamento. -Mira esta carita, y dime que no es una dulzura.- Le acercó al cachorro.
-Pero es un varón.- ¿Qué más daba ya? Una boca más que alimentar, no haría mucha diferencia.
-Y ¿eso qué?- Preguntó, entrando al baño y abriendo la llave del agua caliente. -Es una dulzura este pequeñín, quisiera comerlo.- Fingió soltar varias mordidas sobre él. -Mañana te llevaré por vacunas, y te compraré muchas cosas.
-...¿Necesitas ayuda?- Minho exhaló. Debía admitir, le hacía feliz lo contento que Taemin se veía con aquel cachorro.
-¿Me puedes traer el shampoo de Launcelot?- Preguntó, señalando alguna parte que no se dignó a mirar. -Mañana le preguntaré al veterinario si ocupa de otro shampoo, o si puede usar este. Pero ahora, realmente necesita ese baño.- Rio. -Vas a ser un cachorrito muy limpio.
Minho rio, rodando los ojos. Taemin le construiría un albergue, si seguía topándose con animales. Encontró el shampoo, y tomó varias toallas. Si sabía algo, era que el cachorro no debía de enfriarse, y habiendo vivido en la calle, el pobre ya debía de estar enfermo.
-Ten.- Le pasó el shampoo y las toallas. -Iré a la farmacia, venden comida de perro.
-Sí, gracias Minho.- Asintió, aún enfocado en el perro. Hasta que le escuchó salir de la habitación, entonces alzó la cabeza y miró por la puerta.-¡Minho!- Gritó.
-¿Qué ocurre?- Se regresó, sólo para asegurarse que todo estuviese bien.
-Te amo.
Esa proclamación de amor provocó que Minho riera.
-Yo también te amo, Tae.