Taemin exhaló, apagando sin querer la vela que estaba al centro de la mesa. Sabía que no tenía que sentirse así de confundido y molesto, si de cualquier forma las cosas siempre eran igual. No salían muchas veces a cenar, usualmente porque Minho no tenía tiempo. Incluso con horarios fijos, que lo liberaban -técnicamente- a las cinco de la tarde, siempre surgía algo en su estúpido hospital.
Pero, esperaba que al menos una vez cada cierto tiempo pudieran cenar en un bonito lugar, aunque fuera ya algo tarde, y el personal los mirara molestos por qué deseaban ya irse y no estarse sirviendo a la única pareja que seguía en el restaurante.
En cambio, el personal le miraba con algo de pena, porque era obvia la situación. Minho se había ocupado en algo más, y ya tenía dos horas de retraso. Probablemente la única razón por la que Taemin todavía no se había retirado aún era porque si lo hacía, aceptaría ante esos meseros que le habían dejado plantado.
Si, su celular había sonado un par de veces hacía rato. Pero sabía bien que eran mensajes de texto, así que no tenía deseos de abrirlos y descubrir por qué razón está vez Minho habia colocado algo más antes que su cita.
No está vez. No tenía ánimos de entender la apasionante vida normal que Minho tenía alrededor de los normales humanos, salvandoles la vida, y ahorrándose de hacer su trabajo como ángel de la muerte. No quería saber qué había sucedido.
Se aclaró la garganta, alzando la mirada hasta la chica que era su mesera y le sonrió, esperando a que ella entendidra rápidamente que debía acercarse.
-Estoy listo para ordenar.- Taemin se tragó el temblor de su voz, sonando despreocupado y alegre. -Pasta a la Florentina, un filete mignon y quisiera ordenar una copa de Sauvignon.
La chica tomo orden, dando una mirada rápida al asiento vacío en esa mesa para dos, sin decir nada más. Salió lo más rápido que pudo cuando notó que quizás no había sido tan discreta como lo pensó.
Taemin no se amedentró más, se entretuvo revisando algunos artículos que tenía descargados en su celular y que había estado evitando leerlos más por pereza que por falta de interés. Cuando su comida llegó, la acompañó con la lectura. Decidió saltarse el postre, sospechando que su noche había sido inevitablemente amarga, y nada podría mejorarla.
Pidió la cuenta, pagando de inmediato. Sabía que Minho llegaría de cualquier modo, pero no quería verlo y escuchar la historia. No le interesaba si el doctor del siguiente turno no había llegado, si además había ocurrido un choque de veinte autos, con varios heridos. Eso eran cosas que siempre pasaban, y Minho siempre estaría ahí para ello.
Lo único que quería ahora era ir a casa y acurrucarse junto a sus mascotas mientras convencía a sus peces de que recrearán una escena de El Señor de los Anillos, aunque para eso primero tendría que explicarles lo que una película era. Tal vez después de eso se iría a dormir.
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