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Días en el Paraíso por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

En mi mente, este capítulo iba a ser a lo mucho de dos páginas de largo, y al final salió mucho más largo lol. 

-Ella es guapa.- Minho habló desde la sala, donde veía el televisor. Taemin había colocado un programa de variedades demasiado bobo para su propio gusto, pero se había abstenido de quitarlo debido a que conocía los sentimientos de Taemin acerca del silencio.  Así que mientras Taemin se encontraba en la cocina, preparando la ensalada que comerían, Minho se había dado a la tarea de mínimo prestarle algo de atención.

-¿Quién, amor?- Taemin no pudo prestarle menos importancia. Su concentración sólo estaba dirigida a por qué demonios su ensalada no lucía como la de revista, cuando tenía exactamente los mismo ingredientes.

Por ese motivo, el ruido del televisor sólo se volvía murmullos al llegar a sus oídos, o que tampoco hubiese sentido ni una pizca de celos al escuchar que Minho admiraba a alguien más. Para él sólo existía una cosa en ese preciso instante, y era la estúpida ensalada que le estaba dando demasiada batalla.

-La cantante, ¿cómo se llama?- Minho torció los labios, esperando a ver el prendedor en la camiseta de la chica donde estaba escrito su nombre. –¡Ya! HyunAh…

-¡Nooo!

Minho por primera vez en su vida entendió aquella sensación que los humanos llamaban como mini-infarto, al  ver, y sentir, como Taemin se aparecía frente a sus ojos, rápidamente cubriéndole la boca. Taemin cerraba los ojos con fuerza, mascullando maldición varias veces entre los dientes. Parecía que en cualquier momento una bomba explotaría alrededor de Taemin, y Minho realmente no supo cómo interpretar esa reacción.

-Cariño…- Minho se sacó la mano de Taemin de los labios. -¿Cuál es el problema?

-No tienes idea de lo que acabas de hacer.- La mirada que Taemin le dedicó era de preocupación.

¿Qué había hecho? Minho empezó a sentir terror puro, aunque sabía que lo que sentía en realidad eran los sentimientos de Taemin siendo emanados de su cuerpo sin control alguno. Como la lujuria que lograba impregnar en los humanos a voluntad, Taemin no sabía que podía hacer lo mismo con sus otras emociones y sentimientos. Minho lo había descubierto tan sólo dos meses atrás, y no había encontrado el momento adecuado para decírselo aún.

-Me lo puedes decir, por favor.- Tragó saliva, esperando a que Taemin le respondiera.

-¿Sabes cómo los humanos convocan demonios?- Taemin le cuestionó.

Asintió, haciendo memoria de lo poco que le habían enseñado en la escuela. Más que nada, sus clases se habían centrado en cómo demostrarle al humano que tomar el camino de la desesperación no era una buena idea.

-Bueno, para que un demonio convoque a otro, es algo diferente. No ocupamos tanta parafernalia, es parte de nosotros…Como nuestro propio teléfono integrado.- Susurró, echando la mirada por encima de Minho de vez en cuando, esperando a que algo se materializara. –La cosa es que, el llamado es mucho más fuerte cuando dos demonios son familia.

¿Familia? Minho frunció el ceño, preguntándose si Taemin y la chica de la televisión serían hermanos. No se notaban absolutamente parecidos, pero Minho debía de recordar que los cuerpos físicos de los demonios no debían de ser parecidos, era la manera en que ellos se protegían.

-¿Es tu hermana?- Le cuestionó.

-Peor…Es mi madre.- Gimió, como si con esa revelación haría que la mujer apareciera frente a ellos.

-¿Tu madre?- Torció los labios. –Imposible, ella sería entonces un demonio de segunda generación, y ellos sólo se encuentran en el infierno.

Taemin rodó los ojos, alejándose un poco de Minho. Se mordió el pulgar, caminando en círculo con ansiedad.

-Minho, nosotros inventamos reglas para romperlas. Si un demonio de segunda generación quiere venir a la tierra puente, maldita sea que lo hará.- Exhaló, temblando. –Por favor, por favor, por favor…Nunca ha sido una excelente madre, que lo ignore.- Cerró los ojos, recitando. Si Minho no supiera que Taemin profanaba casi cualquier cosa, se atrevería a pensar que tal vez Taemin le estaba rezando al creador.

-¿Por qué estás tan nervioso?- Cuestionó, confundido. Taemin adoraba a su padre, y no como su deber dictaba, sino que realmente le apreciaba como padre. A su hermano de sangre lo toleraba, e incluso anteponía su lazo sanguíneo. Jamás imaginó ver a su Taemin de este modo.

Taemin se heló por completo cuando el timbre del departamento sonó. Mordió su labio inferior, preguntándose por qué infiernos HyunAh había tocado el timbre en vez de hacer alguna de sus escandalosas entradas. El timbre no sonó una segunda vez, pero Taemin sabía que debía de abrir la puerta o ella realmente haría una de sus entradas perfectas, y no quería eso.

Con resignación se movió hasta llegar a la puerta, resignado a tener que recibir a la mujer demonio. Sólo esperaba que no hiciera demasiado daño. Su madre era como un tornado, llegaba, y provocaba que toda la atención estuviese en ella, dejando más que simples cosas rotas detrás de sí. Entre ambos nunca habían sido cercanos; de cualquier forma, ella no era cercana a ninguno de sus hijos.

Con una última inhalación, tratando de darse paciencia, Taemin abrió la puerta.

-Hola, HyunAh.

-¡Caramelito!- Saludó en un tono demasiado alegre y alto, entrando a la casa aún sin ser invitada.

Taemin rodó los ojos. Odiaba ese apodo, el mismo con el que llamaba a cada uno de sus hijos cuando ella simplemente olvidaba sus nombres. Por supuesto, no era su culpa, los nombres de cada demonio normalmente eran dados por el rey, así que no había forma en que alguno de todos fuera memorable para ella.

-¿Qué haces aquí?- Jadeó desesperado. Deseaba con cada fibra de su ser que ella sólo se aburriera rápido y se fuera del departamento.

-Me has llamado, ¿cómo podría resistirme a hacerle una visita a mi hijo?- HyunAh colocó un mohín en sus labios, caminando por el estrecho pasillo hasta llegar a la sala. Al notar al ángel ahí torció su mueca en una sonrisa frívola.

-No te llamé. Fue mi novio, él no sabe cómo funciona esto.- Taemin se apresuró a alcanzarla, demostrándole en su tono de voz que no estaba feliz con su presencia.

-¿Tu novio? He oído hablar de él.- Alzó una ceja, cruzando sus brazos sobre su torso. –Todos han oído hablar de él, de hecho. Es tan sólo que, a mis oídos no ha llegado aún su nombre. ¿Será acaso que no lo tiene?- Pronunció cada palabra en un tono sugerente, arrastrando su lengua sobre cada vocal necesaria, como un sonido suave e hipnotizador de serpiente.

-Choi Minho.- Minho se apuró a responder, tomando la mano de la mujer y besando su dorso. –Así es como me llamo. Debes de ser la madre de Taemin, ¿cierto?

-Siempre he preferido que me trate como una igual, a que me trate como madre. Tú deberías de hacer lo mismo.- Le guiñó un ojo.

-Por supuesto.- Minho asintió, sonriéndole.

Marcas de uñas aparecieron en las manos de Taemin al apretar demasiado sus manos en puños. Su madre lo había hecho una vez más, ella había robado los reflectores. SI tenía algo de suerte, Minho seguiría pensando en él para el final de la noche. No tenía sentido intervenir ahora, simplemente no funcionaría, lo sabía perfectamente bien porque ya había visto cómo funcionaba el hechizo de su madre.

Apretando la quijada de frustración, se dirigió a la cocina, mientras Minho invitaba a su madre a tomar asiento en el sofá. No quería escuchar lo absurda que se iba a poner esa plática, probablemente sólo se centraría en ella, y en lo bien que se veía para la edad que tiene, o en lo muy famosa que era entre los humanos al desempañar su papel de cantante. Ella incluso podría pavonear sobre sus muchos talentos, y se saldría con la suya.

Dejó escapar el aliento al ver lo maltratadas que había dejado las hojas de la lechuga. Estaban ahora, prácticamente, incomibles. Suspiró, apartándolas del plato donde las tenía y tomando unas cuantas hojas nuevas. No podía concentrarse.  Probablemente, lo que más le molestaba era que Minho estaba cayendo estúpidamente bajo ese hechizo de atracción. ¡Él era un maldito ángel! A ellos les enseñaban a no caer bajo esos encantos, a detectarlo y hacerlos de menos. De ese modo, los ángeles podían desterrar a los demonios problemáticos.

Un gruñido escapó de los labios de Taemin. Si alguien era realmente problemática, era HyunAh. Ella se podía considerar la manzana de la discordia con un par de piernas sexys. Pero no podía culparla por completo, después de todo Minho era el extraño ángel que se había enamorado de un demonio. Obviamente él iba a caer bajo ese hechizo. Incluso se consideraba a sí mismo como parte del problema, si tan sólo pudiera cambiar de madre, no estaría en esta situación.

-Ahhh~.

Taemin jadeó, aferrándose con una mano al borde de la isla de mármol. Su otra mano presionaba fuerte el centro de su pecho, donde había sentido la punzada de dolor.

-¿Pero qué carajos?

 

 

 

 

-Así que, ya te he contado suficiente de mí.- HyunAh enredó su dedo en un mechón del cabello de Minho, retorciéndolo. –Cuéntame más de ti.- Se acercó, invadiendo por completo el espacio ajeno.

-¿De mí? ¿Qué podría contarte?- Minho volvió soltar una sonrisa boba. No sabía exactamente qué estaba sucediendo, pero se dejaba llevar. HyunAh era realmente muy bonita y entretenida, no se había encontrado incómodo o aburrido en ningún momento desde que su conversación había iniciado.

-No lo sé.- Ella sonrió, acercándose más, mientras colocaba su mano sobre la rodilla que Minho había doblado en sofá. –Cuéntame, ¿en qué puede trabajar un ángel como tú?

-Soy doctor de urgencias.- Afirmó rápidamente. –Me gusta cuidar de quienes más lo necesitan.

-Por supuesto.- Ella no sonó para nada conmocionada por esa declaración, en cambio torció los labios en una bonita mueca, acercándose más al ángel hasta casi poderle hablar al oído. –Y tus preocupaciones y cuidados, se extienden más allá de los humanos.- Susurró.

Minho asintió, sintiendo que no podía hacer algún movimiento brusco o ella en realidad se alejaría. Aspiró su aroma, sintiendo esa extraña picazón que los demonios tenían al final de cada nota personal en la forma en que olían. Era tan parecido ah…

-Ahora entiendo por qué cuidas tan bien de Taemin.

Taemin. Minho sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Ella olía parecido a Taemin, pero podía diferenciarlo perfectamente. La miró, descubriendo que en realidad no brillaba tanto como hacía unos segundos lo creía. Se concentró un poco más allá de ella, notando por la ventana como el sol empezaba a colorear todo de naranja y rosa mientras le daba paso a la noche. ¿Qué hora era? Un vistazo su reloj de pared le hizo notar que pasaban de las seis de la tarde. Ella había llegado antes de las dos, ¿cómo había estado tanto tiempo distraído en ella?

-Taemin.- Se alejó, girando el rostro hacia la cocina. La luz apagada indicaba que no había nadie ahí. -¿Taemin?- Le llamó. -¿Dónde está Taemin?- Terminó por preguntarle a ella.

-Salió.- Ella se encogió de hombros inocentemente, mientras volvía a acercarse a Minho. –Entonces dime acerca de tu horario de trabajo…

-¿Cuándo salió Taemin?- Minho insistió, empujándola amablemente hacia atrás.

Esta vez HyunAh rodó los ojos, sonando fastidiada por tener que seguir escuchando a Minho preocuparse por Taemin.

-Hace como dos horas.

-¿Hace dos horas?- Minho alzó la voz en un tono agudo. ¿Cómo no se había dado cuenta? -¿A dónde fue?

-No dijo.- Minimizó el hecho. –Así es Taemin, querido. Él hace lo que quiere, cuando se le pega la gana. Estoy segura que debe de estar divirtiéndose por ahí.

Minho frunció el ceño, dándose cuenta que ella realmente no conocía a Taemin en lo absoluto. Sólo había descrito la capa más superficial del hombre.

-Taemin no va a ningún lado sin decírmelo primero.- Si bien, no pedía permiso exactamente, Taemin siempre le decía donde estaría. Del mismo modo en que él lo hacía.

-¿Le tienes la correa corta? Vaya, me gustan los que son celosos.

Su insistente coqueteo irritó a Minho. ¿Ella realmente no se daba cuenta que él ya podía ver más allá de esa cara bonita? Soportó un bufido, levantándose del sofá.

-Disculpa, pero tengo que buscar a Taemin. Así que creo que será mejor que te vayas.

-¿Por qué debes de buscarlo? Taemin estará bien, él es un chico muy talentoso.- La forma en que ella sugirió  lo que Taemin se encontraba haciendo, provocó que Minho se enfadara.

Simplemente negó con la cabeza, haciendo de menos su presencia en la sala. Buscó su cartera y su celular, dirigiéndose al pasillo que le llevaba a la puerta.

-Por favor, cuando se vaya, cierre la puerta.- Le dijo a la mujer demonio, saliendo del departamento.

Lo último que escuchó fue la queja molesta de ella, antes de imaginar que ella probablemente desapareció del lugar. No se regresó a colaborar, tenía algo más importante que hacer. Bajó por las escaleras, brincándose algunos peldaños, corriendo sin saber exactamente a donde ir. Taemin debía de estar lo suficientemente lejos como para que él no pudiese sentirlo. En dos horas, él pudo haber ido a donde sea, así que Minho realmente no tenía por dónde empezar. Jadeó, parándose a mitad de la acera, tratando de captar la reminiscencia del aura  de Taemin. Sin saber exactamente si lo que sintió fue lo quedaba de aquella esencia, o sus propias ganas de encontrarle, se decidió por caminar al norte.

Dos cuadras después, pudo soltar la respiración. Taemin se encontraba parado entre la multitud de personas que caminaban a su alrededor. Miraba perdidamente la parte superior de uno de los muchos edificios que embargaban la vista de la ciudad. La oscuridad se transmitía lentamente, provocando que algunas luces de aquel edificio fueran encendidas de una a una, mientras las calles se iluminaban con la vida que una ciudad nocturna puede tener.

-Taemin…- Le llamó, despertándole del estupor en el que se encontraba.

-¿Eh? ¿Qué haces aquí Minho?- Taemin, a diferencia de como Minho creyó que reaccionaría, simplemente se limitó a fruncir el ceño.

-¿Qué que hago aquí? Amor, te fuiste hace dos horas, no sabía dónde estabas y…

Taemin no le permitió seguir hablando. Simplemente alzó su mano, en señal de que cortara con su perorata. Se cruzó de brazos y encogió los hombros.

-Da igual, es tarde. Vayamos a casa.- Jadeó, con tono demasiado plano como para que no escondiera algún sentimiento en él.

Minho bajó la cabeza, siguiéndole. Sabía que Taemin estaba molesto, y entendía por qué. Si bien, él podía estar confundido, de por qué Taemin había salido del departamento de tal modo, no se sentía con mucho derecho de preguntar.

Caminaron de regreso en silencio. Taemin parecía mascullar algo dentro de sus pensamientos, aunque no lo comentó. Siguió estando en aquel estado silencio mientras el elevador les llevaba hacia el piso donde se encontraba su departamento. Minho realmente quería saber, así que se arriesgaría a preguntar.

Abrió la puerta del departamento, dejando que Taemin pasara primero. Sólo así pudo notar el gesto de asco que Taemin demostró. Su madre se había desvanecido a mitad de la sala, dejando su aroma demasiado marcado dentro del lugar. Era obvio que para Taemin ese era un aroma demasiado desagradable. Minho corrió a abrir la ventana, tratando de ser un como complacimiento, sin embargo no obtuvo algún comentario a cambio. Taemin se había dirigido a la cocina, sin decir absolutamente nada.

-Lo siento…- Jadeó, parándose en el pequeño marco que delimitaba la cocina del resto de la casa. –Yo, no sé en qué momento me dejé engatusar, pero…

-Está bien,- se encogió de hombros, minimizando la disculpa de Minho –su hechizo es fuerte.- Sin embargo, la ligera ronquera en su voz demostraba un nudo que, era más que obvio, se debía a enojo. Se contuvo, limpiando las cosas a medias que había dejado, cuando salió tan abruptamente del edificio. Colocó las lechugas secas en el lavabo, mojándolas un poco con tal de salvar algo de ellas. Además, colocó agua en la tetera, poniéndola a fuego alto en la estufa.

-Aun así, no pude darme cuenta de nada mientras ella estuvo aquí. Dios, si ella no te hubiera mencionado, yo ni siquiera me hubiese dado cuenta que no estabas…

Y tras decir eso, quiso retractarse. La mirada dolida que Taemin le dio había sido rápida, y se había deslizado por su espalda como agua fría.

-Bueno, realmente no esperaba que un ángel de un grado tan inferior fuera a ser capaz de evitar un hechizo así.- Exhaló, dándole la espalda para revisar la pequeña gaveta donde guardaban el ramen instantáneo.

El comentario amargo que soltó sólo pudo indicarle a Minho que Taemin estaba más que emputado con él. Realmente ya no sabía cómo proceder, sin arruinar más la conversación. Casi sintió alivio de que Taemin continuara hablando, pero no quiso calificar su situación aún.

-¿Sabes? No me interesa. No podemos amarla, ni sentir algún tipo de emoción de esa índole hacia ella.- Sonrió ácidamente. –Su hechizo, no permite que sus hijos sienta tales cosas por ella. Incluso, creo que nos obliga a tener tanta aversión por su presencia. De cualquier modo, nos mantenemos alejados. Ella nunca quiso a ninguno de sus hijos lo suficiente, como para desvanecer su hechizo por un corto lapso, así que ninguno de nosotros nos hemos interesado tampoco.- Jadeó.

De cierto modo, Minho se sintió incómodo con lo que Taemin le había contado. Él no podía imaginar su vida sintiendo aversión por sus padres, simplemente los amaba. No obstante, podía darse cuenta que lo que Taemin sentía era algo más parecido al odio que una simple aversión. Además, había mencionado a sus hermanos. Siempre había asumido que los medios hermanos de Taemin venían por parte de su padre, pero ahora se daba cuenta que él también debía de tener medios hermanos por parte de su madre. Pensó en Ren, y en como Taemin atesoraba su lazo familiar con él, a pesar de la mala actitud que tenía. Incluso Taemin amaba a su padre; pero ahora podía comprenderlo bien. Había visto la relación entre Taemin y el rey, él le trataba como si fuera su único hijo, a pesar de tener miles de ellos. Probablemente se comportaba igual con los demás, pero incluso así les daba algo que anhelaban tan desesperadamente.

-Taemin…

-Se olvida rápido de todo aquel que conoce, así que no importa mucho realmente.- Volvió a encogerse de hombros, provocando que Minho se preocupara ante tal gesto. –Cena.- Ordenó, sirviendo el agua hirviente en el bote con fideos instantáneos. –No tengo hambre, me iré a dormir.

Minho no le siguió, sabía que era algo inútil, sobretodo que cuando Taemin cruzara el umbral de su habitación, él no sería capaz de entrar al cuarto. Las protecciones de Taemin no se lo permitirían

Notas finales:

¿Cómo estarán las cosas entre estos dos ahora? >x) 

 


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