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El precio de la libertad por Elizabeth-Hummel

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

Quiero darles las gracias a todas las personas que le dieron una nueva oportunidad a mi fic :) está vez prometo no volver a cometer el mismo error a la hora de querer actualizar XD Ahora si espero disfruten del capítulo (y del lemon ;)

 

Por cierto, lean las notas finales, allí les dejaré mi cuenta en wattpad :)

2

Pagando el precio

 

 

 

Draco miró a Harry y se preguntó, ¿cuándo había cambiado tanto? El chico que él había conocido años atrás jamás hubiera hecho algo así. Aunque aún le costara asumirlo, Harry siempre había sido amable con todos y dispuesto a ayudarlos si era necesario.

 

Pero aquella persona que tenía ahora frente a él era completamente diferente, el nuevo Harry parecía estar dispuesto a todo con tal de conseguir lo que deseaba aunque Draco no supiera lo que era. Supuso que muchas cosas habían cambiado con el correr de los años. Y aunque él tratara de negarlo, tenerlo frente a él hacia revivir viejos sentimientos.

 

—¿Por qué me haces esto? —Aquella era una pregunta que desde el día anterior rondaba por la cabeza de Draco.

 

Harry caminó por el lugar y como si estuviera en su propia casa se sentó en el sillón de la sala. Draco frunció el ceño ante su comportamiento.

 

—Porque siempre quise tenerte, además deseo el puesto de Ministro de Magia —respondió finalmente—, pero el Mundo Mágico tiene ciertas reglas las cuales tu seguramente conoces. —Lo miró a los ojos, esta vez con seriedad—. Recordé tu caso y todo lo que sucedió, así que se me ocurrió cobrar viejas deudas y..., aquí estoy —finalizó con una sonrisa.

 

Bien..., si en un comienzo Draco pensó que Potter había cambiado, no sólo lo había confirmado sino también que llegó a la conclusión de que había enloquecido.

 

—Podrías haber acudido a tu amiga. —No recordaba su nombre, con el paso de los años lo había olvidado.

 

—¿Ginny? Ella es una muy buena amiga, pero ya no tenemos nada en común..., digamos que mis gustos han cambiado —aclaró.

 

Draco enarcó una ceja, ahora comprendía todo, Harry no quería una mujer a su lado porque simplemente el sexo femenino no le atraía, sin duda aquella era una gran sorpresa. Él desde pequeño conoció las reglas que regían en el Mundo Mágico, y sabía muy bien que si alguien quería convertirse en Ministro de Magia debía estar casado. Y pensar que Potter quería cambiar aquello le parecía algo bueno de su parte.

 

—Bien, ya conseguiste lo que quieres, ahora lárgate de mi casa. —Draco señaló la puerta.

 

Potter se levantó de su lugar y Draco pensó que finalmente se marcharía. Rápidamente se dio cuenta de que Harry no se dirigió hacia la puerta, sino que hizo un movimiento con su varita y en su mano derecha apareció un documento.

 

—Antes de marcharme firma este contrato, no quiero que luego de ayudar a tu padre pienses en huir.

 

A Draco le hirvió la sangre al escuchar aquello, y sin pensarlo tomó los papeles y buscó una pluma y un pequeño alfiler. Ni siquiera se tomó la molestia de leer lo que estaba escrito, sólo deseaba que Harry se marchara. Firmó los papeles, con el alfiler se pinchó el dedo y dejó caer una gota de sangre sobre su firma, él sabía que los contratos Mágicos requerían de la sangre de quien lo firmara. Cuando terminó, le devolvió el documento. Harry lo tomó y le sonrió.

 

—Tienes una caligrafía muy bonita —alagó, pero él sintió que aquello era sólo una burla más.

 

—Ahora lárgate. —Caminó hacia la puerta y la abrió.

 

—Nos veremos pronto. Y recuerda lo que tienes que hacer.

 

Harry se marchó. Draco cerró la puerta y se apoyó en la misma, llevó sus manos a su rostro y se lo cubrió para luego dar un grito de frustración. No podía creer lo que estaba haciendo, se iba a acostar con Potter. Todo eso era horrible, pero el sólo pensar en su padre lo hacía tener fuerzas para enfrentar lo que vendría. Porque él sabía que nada bueno podría suceder estando al lado de Harry Potter.

 

***

 

Cuando Harry apareció en su casa, sonrió, revisó el documento que Malfoy había firmado y pensó que él había sido muy estúpido al no leer lo que allí estaba escrito, en aquel documento se estipulaba que Draco Malfoy se comprometía a hacer todo lo que Harry le ordenara sin importar lo que fuera, pero lo que no sabía es que en ninguna parte de dicho documento se especificaba la ayuda para su padre.

 

—Eres tan iluso, Malfoy —murmuró Harry.

 

Se encaminó hacia su despacho y guardó aquel documento en uno de los cajones del escritorio. Para él no había resultado complicado encontrarlo, desde hacía mucho tiempo contaba con personas que solían informarle sobre asuntos que resultaban importantes para el Ministerio de Magia, como el hecho de que a pesar de que Draco Malfoy fuera desterrado, aún se mantenía una vigilancia sobre él aunque no se percatara de ella, después de todo ya no tenía su varita y sin ella era un mago era inútil.

 

Potter sabía perfectamente lo que estaba sucediendo con Lucius Malfoy, pensó que utilizarlo para obtener lo que deseaba no era la mejor forma pero no tenía otra alternativa. Con el paso de los años el carácter de Harry había sufrido un cambio, ya no era ese chico que se preocupaba por los demás, la guerra lo había marcado demasiado. Él pensaba que se merecía todo lo que deseara por el simple hecho de haber derrotado a Voldemort, y ahora no le importaba lo que tuviera que hacer, él conseguiría lo que deseaba, así tuviera que terminar de destruir a Draco en el proceso. Sonrió de sólo imaginar todo lo que tenía planeado, definitivamente para Malfoy no sería un camino de pétalos de rosas, sino uno de espinas que lo terminarían por destruir.

 

***

 

Era día martes y Draco esperaba que el Auror que siempre lo llevaba hasta Azkaban apareciera. Unos minutos después eso sucedió, pero por alguna razón la mirada del hombre no le agradó a Draco.

 

—¿Qué sucede? —preguntó.

 

—Tu padre sufrió un ataque respiratorio hoy en la mañana —comentó, y Draco juraría haberlo visto sonreír, como si disfrutara de darle esa noticia.

 

—¿Pero está bien? —quiso saber.

 

—No lo sé, Malfoy. Sólo me enviaron a buscarte.

 

—Entonces lléveme con él ahora. —Aquello fue casi una orden.

 

El Auror no dijo nada simplemente frunció el ceño y tomándolo fuertemente del brazo ambos desaparecieron.

 

***

 

Draco caminó rápidamente por el pasillo y cuando entró a la enfermería lo encontró descansando y con una máscara de oxígeno. No deseaba despertarlo, así que con cuidado se sentó a su lado y lo tomó de la mano.

 

—Padre —musitó—. No me dejes —rogó—, no puedo seguir con mi vida si tú no estás. —Una solitaria lágrima se le escapó, el dolor era tan grande que ya no podía soportarlo, necesitaba que Harry trasladara a Lucius a San Mungo lo más pronto posible.

 

«No me importa lo que suceda conmigo, sólo quiero que tu vivas», pensó. Ya lo había decidido, soportaría cualquier cosa por él, porque todo lo que fuera a suceder valdría la pena si con ello podía salvar a la persona que más amaba en el mundo.

 

Permaneció al lado de su padre hasta que el mismo Auror le anunció que la hora de visitas había terminado, Draco regresó a casa más deprimido que nunca, ya que no había podido platicar con él.

 

***

 

Aquella noche Draco recibió la visita de Harry, sorprendiéndolo, pero en cierta forma lo hizo sentir aliviado, ya que necesitaba hablar con él sobre su padre.

 

—Necesito hablar contigo —pidió.

 

Potter sonrió.

 

—Qué casualidad, yo también —respondió—. Dime, ¿qué sucede?

 

Como nunca antes, Malfoy le indicó que tomara asiento en el sillón de la sala con un gesto de su mano y Harry así lo hizo, aunque aún le costaba creer el lugar en el que vivía Draco, era tan pequeño, nada comparado con su anterior Mansión. Rió disimuladamente al imaginar lo que Draco pensaría si supiera que vivía ahora en aquel lugar.

 

—Mi padre está muy enfermo. —Caminó de un lado hacia otro—. Hoy sufrió un ataque respiratorio y yo necesito que tú te hagas cargo de él. —Aquello no fue una petición, sino que se escuchó como si fuera una orden y aquello a Harry no le gustó.

 

—Me haré cargó de él cuando tu cumplas con lo tuyo —le recordó.

 

Draco apretó los puños con fuerza, no quería hacer lo que Potter le había pedido, pero si con eso salvaba a Lucius lo haría.

 

—Está bien, lo haré —dijo con una seguridad que no tenía.

 

Harry sonrió y poniéndose de pie caminó hacia él y lo tomó de la cintura, haciendo que Malfoy se sobresaltara.

 

—¿Ahora? —preguntó él con nerviosismo.

 

—Sí, Malfoy. Ahora mismo vas a pagar el precio de la libertad de tu querido padre.

 

Sin que Draco se lo esperara, se vio atrapado en un violento beso, su cintura apresada fuertemente contra un cuerpo de hierro que empezaba a despertar. Sus manos se vieron presionadas sobre unos pectorales pronunciados que de seguro fueron esculpidos con el entrenamiento de Auror.

 

Su espalda se topó contra la puerta de su habitación, agradeciendo que estuviera cerrada, de lo contrario, lo más seguro es que hubiera tropezado y caído con Potter encima, y eso era lo que menos quería.

 

Las manos sobre su cintura comenzaron a moverse conforme el beso se profundizaba. No sabía cómo reaccionar, no sabía qué era lo que Potter esperaba que él hiciera, y mucho menos iba a preguntarle. Respondió al beso como pudo, con toda su inexperiencia. Las apariencias podían ser tremendamente engañosas, y aunque él siempre se hubiera engalanado de ser el príncipe de Slytherin, todo un rompecorazones, la realidad era que seguía tan puro como el día que había nacido..., con uno que otro desliz que no consideraba pudiera contar.

 

Las manos aterrizaron sobre su derrier, agarrando sus glúteos y estrujándolos. La acción ocasionó que liberara un pequeño chillido de sorpresa apenas audible dentro del beso. Y vaya beso. Sentía que su aliento escaseaba y tuvo que romper el contacto, su respiración acelerada y sus mejillas arreboladas.

 

—¿Dónde está tu habitación Malfoy? —preguntó Harry, aceptando el contacto roto, viendo como Draco tenía problemas para respirar. ¿Sería que hacía mucho tiempo que no tenía un poco de acción? Probablemente.

 

Repitió la pregunta deslizando su boca por la pálida piel del cuello, disfrutando la sensación de los rápidos latidos bajo su toque, el aroma de Draco inundando sus sentidos. Sin duda había tomado la decisión correcta.

 

Draco sentía que le temblaban las piernas, y eso que sólo había sido un beso. ¿Cómo se sentiría todo lo demás? Dirigiendo una de sus manos detrás de su espalda, giró el picaporte de la puerta y esta cedió, revelando una modesta habitación. Una cama con una mesa ratona, un pequeño escritorio y un sillón de una plaza junto a lo que de seguro era un closet, era lo único que había en aquella habitación.

 

Con su agarre firme sobre los glúteos de Draco, Harry volvió a besarlo, empujándolo lentamente hacia la cama hasta que las rodillas de éste hicieron contacto y lo empujó sobre ella. Draco jadeó sorprendido, cayendo en cuenta de la realidad de la situación cuando Potter se quitó la túnica y se comenzó a desabrochar la camisa. Tragó profundo. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Esperar alguna orden? ¿Empezar a desnudarse él mismo? ¿Ayudarlo a desvestirse? La respuesta le llegó pronto cuando un Potter sin camisa ni zapatos subió sobre la cama y se recostó sobre él.

 

—Si no te importa, preferiría yo mismo desenvolver mi paga —expresó, la lujuria danzando sobre sus ojos.

 

Guardando silencio y tratando de mantenerse lo más impávido posible, Draco solo asintió y trató de relajarse sobre sus baratas sábanas. Trató de no hiperventilar cuando unas callosas manos se movieron sobre su pecho, quitando botón por botón hasta tener su pálido pecho al aire y deshacerse de la camisa, arrojándola hacia el piso.

 

Harry tragó. La piel de Draco se veía más lechosa de lo que imaginaba, como si nunca hubiera sido acariciada por el sol. Su cuerpo delgado hacia que con cada respiración se ensancharan un poco sus pequeños pectorales, resaltando las rosadas tetillas que se habían tornado firmes y respingadas al contacto con el aire fresco de la habitación. Sin poder resistirse, dirigió su boca al hombro de Draco, besando la piel que le supo dulce y sedosa. Lentamente bajó, recorriendo con su lengua un invisible camino hasta una de sus tetillas, y sin esperar, la atrapó entre sus dientes, mordiendo, estimulando con la punta de su lengua la areola.

 

Un inesperado gemido hizo que abriera los ojos en sorpresa. ¿Draco había gemido? Había sido un sonido delicioso. Probó repetir la acción con la otra tetilla y el efecto fue el mismo, en esta ocasión acompañado con un leve levantamiento del torso. El sonido era una delicia. Si esto era solo el comienzo, iba a disfrutar de aquella sesión como nunca.

 

Draco estaba avergonzado de sí mismo. No había podido evitar que dicho sonido tan impúdico saliera de sus labios. No pudiendo aguantar la vergüenza, cubrió su rostro con sus brazos en cuanto sintió que sus pantalones junto a su ropa interior abandonaban su cuerpo y quedaba en un estado total de desnudez.

 

Harry observó aquella ofrenda a los dioses, un cuerpo delicado y esbelto de piel tan clara y tersa como la porcelana. Draco había cubierto su rostro con sus brazos y fue entonces que se dio cuenta de algo. Ahí, en la tersa de piel de su antebrazo donde debería haber estado la prueba de su sumisión ante el señor oscuro, no había nada, ni una sola marca que delatara su unión al lado oscuro. ¿Sería que Draco nunca la había recibido? Sabía que aunque Voldemort se hubiera ido, la marca oscura había quedado como una cicatriz deforme en todos sus seguidores, pero si Malfoy no la tenía, entonces. ¿Malfoy nunca había sido realmente un Mortífago? Quizás podría indagar un poco más sobre el tema después. Por ahora, tenía cosas más importantes que hacer, como el hecho de disfrutar plenamente del cuerpo de aquel ángel que reposaba entre sus brazos.

 

Despojándose rápidamente de sus ropas, se acomodó entre las piernas de Draco quien dio un respingo. Tomó sus manos, descubriendo su rostro y colocándolas a cada lado de su cabeza, observando un pequeño sonrojo que parecía querer asomarse.

 

—¿De qué te avergüenzas Malfoy? —musitó Harry sin recibir respuesta inmediata.

 

Draco volteó el rostro, mostrando cara de disgusto y farfulló:¬

 

—Haz lo que viniste a hacer y después lárgate Potter.

 

Harry frunció el ceño. Vaya que le gustaba a Malfoy llevarle la contraria. Bien, quería tomarse su tiempo pare realidad era que el ver aquel cuerpo en verdad lo había excitado. Oh, como iba a disfrutar esto.

 

—Date la vuelta —ordenó.

 

Sintiendo su pulso acelerarse pero sin dirigirle la mirada, Draco se dio la vuelta, quedando sobre sus manos y rodillas y sintió que hielo corría por sus venas. Su respiración se aceleró y sentía que su corazón golpeaba contra su pecho.

 

De pronto, una sensación fría y nada agradable se extendió por su derrier.

 

—¿Qué demonios fue eso? —preguntó exaltado y dándose la vuelta, observando como Potter regresaba su varita al mueble al lado de la cama.

 

—Un hechizo lubricante. ¿Qué acaso no los conoces? —preguntó Harry con genuina incredulidad. Malfoy debía conocer de los hechizos lubricante..., ¿no? ¿Sería que acaso Malfoy lo hacía a la manera muggle?

 

—Ha pasado tiempo..., no importa —¬musitó Draco de manera enigmática, regresando a su posición.

 

Frunciendo el ceño, Harry decidió regresar a su labor. Harry admiró la vista. Aquellas montañas pálidas que coronaban un par de torneadas piernas y entre ellas, lo que debería ser una muestra de total excitación, se encontró con el flácido miembro de Draco. ¿No estaba ni siquiera mínimamente excitado?

 

Se acercó, decidido a cambiar eso. No quería que fuera netamente unilateral. Posó besos de mariposa sobre la espalda de Draco, tomando su miembro con una de sus manos y estimulándolo lentamente, sintiéndolo reaccionar.

 

Draco trató de acallar el acelere de su respiración. Comenzaba a excitarse hasta que sintió una intrusión. Era como una molestia pero el movimiento sobre su miembro pronto lo hizo olvidarla, aparentemente Potter sabía lo que hacía. No paso mucho tiempo cuando sintió una presión mayor, seguida de una marcada molestia, llegando al punto de ser ligeramente doloroso, Potter movía dos dedos dentro de él. La mano sobre su miembro amainaba un poco la sensación. Entonces, todo movimiento cesó.

 

—¿Estás listo Malfoy? —Fue toda la advertencia que tuvo antes de que un dolor punzante y abrazador recorriera su cuerpo. Un grito ahogado se atoró en su garganta y lágrimas comenzaron a fluir sin que pudiera retenerlas. Sus brazos colapsaron dejando caer su rostro sobre las almohadas y sus rodillas solo se mantuvieron por el agarre de acero en sus caderas.

 

—Eres estrecho..., Malfoy... —Y vaya que lo era. Vio como Draco había colapsado sobre las sábanas, su cuerpo tenso y su respiración acelerada.

 

¿Por qué estaría actuando de esa manera? Dudaba que fuera su primera vez. ¡Por Merlín! ¡Era Draco “soy mejor que todos y puedo tener a cualquier mago o bruja a mis pies” Malfoy! Lo más probable era que tuviera mucho tiempo sin “acción”. Si, de seguro eso era. Solo le daría unos momentos para acostumbrarse. Después de todo, si aceptó hacerlo como pago debería de haber estado preparado para ello. ¿No?

 

Draco sentía que no podía respirar. El dolor era abrazador, y más aún cuando Potter comenzó a moverse. Por orgullo trató de no hacer sonido alguno, pero las lágrimas manaban de sus ojos cual afluente. Su excitación había desaparecido por completo y ahora solo rogaba porque Potter terminara lo más rápido posible y lo dejara solo.

 

Harry se sentía en la gloria. Malfoy era muy estrecho y aun en la penumbra de la oscuridad podía apreciar la estrecha espalda frente a él. Malfoy se había colapsado pero emitía ciertos quejidos de vez en cuando, de seguro también estaba disfrutando. Se aferró fuerte a las estrechas caderas y empujó con ímpetu, sintiendo el placer envolverlo conforme el tiempo pasaba. Definitivamente había sido una jugada maestra el haber realizado este trato.

 

El dolor comenzaba a amainar, siendo lentamente reemplazado por otra sensación. La molestia aún seguía, y estaba seguro de que no podría realizar sus actividades normales al día siguiente sin duda tendría que tomar algo contra el dolor. Cuando una mano se cerró sobre su miembro y comenzó a estimularlo de nuevo, la sensación cambio, volviéndose más placentera, al punto de que fue difícil acallar por completo sus gemidos.

 

Harry incrementó el ritmo, de sus caderas, empatándolo con el de sus manos que estimulaban a Malfoy. Estaba cerca, lo sentía en su bajo vientre. Una explosión de estrellas estalló en su cuerpo, sintiéndose llegar a la culminación del placer, sintiendo al mismo tiempo como el cuerpo bajo él se tensaba y Malfoy gemía audiblemente.

 

Su cuerpo colapsó sobre el de Malfoy, sus respiraciones aceleradas en sincronía.

 

—No estuvo tan mal —jadeó Harry—, pero podemos mejorar...

 

—Lárgate y déjame solo Potter —masculló Draco con toda la dignidad que le quedaba.

 

En completo silencio, Harry se levantó y recuperó sus ropas. Cuando estuvo listo, observó la cama donde Draco permanecía inmóvil dándole la espalda.

 

—Recuerda nuestro trato Malfoy —dijo Harry antes de desaparecer.

Notas finales:

Y esto fue todo, como ven Draco pagó un precio muy alto por salvar a su padre, ¿pero Harry en verdad lo ayudará? Para saberlo tienen que seguir leyendo ;)

 

Recibí un comentario en donde me decian que no encontraban mi cuenta en wattpad, para que no tengan problema con eso les dejo el link de la misma ;) https://www.wattpad.com/user/Elizabeth-Hummel

 

También queria comentarles que estaré subiendo el capítulo 3 el próximo sábado, y para selebrar Navidad tengo preprarado un One shot, así que espero les guste :)

 

Ahora me despido y nos leemos pronto!

 

Bye <3


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