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Religión. por Miss TaeGi

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HoSeok había recibido varios llamado de atención por su extravagante color de cabello. El rojo estaba prohibido en el establecimiento tanto en uniforme como en los hábitos grises y blancos de las hermanas. Los profesores no se atrevían a usar la corbata roja, o un color vino en su camisa que apagara el aburrido blanco por al menos un par de horas. YoonGi, el director, podía ser demasiado severo cuando se lo proponía.

Pero eso no cambió el color de su cabello, le gustaba tal cual era además de que había quedado genial. Sus hebras no se habían quemado y el tiempo invertido en la tintura valió la pena, no quería cambiar a una forma habitual y completamente monótono por el capricho que la iglesia imponía.

HoSeok resultaba ser muchas cosas, entre ellas un terco de primera, y bajo la fachada de chico rudo que quería demostrar –con esas rebeldes cadenas en sus pantalones y la ausencia de corbata en su uniforme-, se encontraba un chico sumamente amable, tierno y atento hacia las demás personas. Tenía una sonrisa que se agrandaba en una forma de corazón, hoyuelos casi invisibles que resaltaban con su risa tan contagiosa, y sentimientos blandos.

Por eso, cuando SeokJin se encontraba en un debate mental acerca de lo que había confesado a completos extraños, con el extraño presentimiento de que lo echarían por la queja de un profesor sobre un estudiante homosexual, HoSeok lo apoyó:

-El profesor no parece ser alguien malo, así que no te preocupes mucho—se atrevió a sentarse a su lado, con una confiada sonrisa añadiendo una suave palmada sobre la espalda del ajeno.

-Eso espero, gracias.

-Aunque no me sorprendería que le fuera a hacer el chisme al director—ésta vez NamJoon había hablado.

Desde que todos los profesores habían hecho un acuerdo para convencer a NamJoon de que cada existencia fue creada por Dios a base de chantajes, de cosas costosas e incluso una acreditación para buenas universidades en un futuro, NamJoon tenía las palabras firmes e irrompibles. Estuvo toda una semana de Diciembre con las mismas preguntas del examen, contestaba todo lo que él sabía y recibía la negativa que, supuestamente, merecía. Luego de eso, en febrero, le pareció mejor dejar la hoja en blanco que contestar tres palabras en cada pregunta:

«Lo hizo Dios»

Había aceptado cambiarse de colegio sólo por pedido de su madre y su capricho de una escuela privada. No quería decepcionar a la mujer qué más amaba en la vida; por eso le dolió ver su rostro triste cuando leyó el notificado de Repitente de Segundo Año.

-Yo pienso que es buen profesor. Igual, no lo tenemos porque dijo que daba en el primario de al lado. Es nuevo, se nota, no lo vi el año pasado—Jungkook tomó la palabra, volteándose a observar a sus compañeros de castigo a la vez que sonreía y dejaba mostrar sus dientes de conejo que creaban una imagen aniñada en él.

-Me acabo de dar cuenta que todos somos de clases distintas excepto por NamJoon y HoSeok—susurró Jimin quedito, uniéndose al círculo pequeño que se estaba formando en el centro del salón. Con las mejillas hinchadas en un rojo débil, la mirada en el suelo, se sentó cerca de SeokJin.

-Yo soy del A—sonrió HoSeok, mostrando superioridad aunque de una apariencia bastante graciosa.

-Somos eternos rivales, soy de Segundo B—siguió NamJoon, sonriendo en un intento de aguantar la risotada que en cualquier momento saldría. Sólo cerró los ojos convirtiéndolos en medias lunas, y sus hoyuelos resaltaban cada vez que ensanchaba un milímetro su sonrisa.

-¿Amigo, o enemigo?—HoSeok imitó en Español, alzando el puño frente a NamJoon a la vez que se levantaba de su asiento, presionando un botón imaginario ubicado en su muñeca, dando vueltas elegantes y en pequeños pasos alrededor del grupo. Apuntó primero a NamJoon, quien alzó las manos inmediatamente sin borrar su sonrisa, luego al pequeño rubio Jimin; éste, algo asustado, elevó las manos mientras tragaba duro. Y apuntó a SeokJin.

-¡Tío, somos tus amigos!—divagó SeokJin con un limpio acento gallego, riendo escandalosamente cuando viró todas las caras asombradas mirarle.

-¡Oh, le salió igual!—exclamó Jungkook, sentándose un banco más cerca de Jin.

-Mi abuelo es español, mi mamá estudió un tiempo en Portugal, por lo que yo me quedaba con mi abuelo cuando mi papá debía trabajar. Tengo muchos acentos salidos de la lengua materna.

Todos los chicos se echaron a reír inmediatamente, algunos se desquitaban a palmadas contra la mesa. Jimin intentaba cubrir su sonrisa con su mano, pues tenía un pequeño diente chueco del cual se avergonzaba bastante.

Jimin Park era un chico con bastantes inseguridades, poco sociable por su enorme timidez. No destacaba en casi nada, menos en Educación Física, donde había tenido algunas pruebas extras sólo para dejar claro que sí entendía los deportes. Sin embargo, su madre y médico de cabecera mandaron una nota en la que se explicaba que podía hacer cualquier actividad física menos los deportes como Vóley, Básquet y Hándbol; hubo una clase de Hándbol donde salió con un ojo morado por culpa de un pelotazo. No hubo castigo ni una disculpa, sólo las risas de los chicos más insoportables de su curso, y desde entonces, usaba anteojos solamente para leer.

-Entonces—prosiguió Jungkook luego de calmar las dolorosas pero buenas risas que habían tenido— ¿en serio están aquí por esas cosas?

Todos asintieron con más confianza, pues poco a poco dejaban de ser desconocidos.

-¿Pero tú, en serio estás aquí sólo por cantar?—acotó NamJoon.

-Pues, Melanie puede ser perturbadora—Jungkook fingió una voz tenebrosa, llevando sus manos a las costillas de Jimin y SeokJin que se encontraban a su lado. HoSeok rió un poco cuando la tan peculiar risa de Jin salió a la luz, sentándose sobre la mesa y terminando por cerrar el círculo.

-Ni que lo digas, Tag, you’re it me dejó los pelos de punta—Jimin tuvo pequeños espasmos al recordar al lobo heladero que conducía el camión y envenenaba a Melanie.

-¿¡También la escuchas!?—emoción corrió por Jungkook, dejando de hacerle cosquillas a SeokJin y prestando atención al más bajo entre todos ellos.

Todo siguió en charlas y risas, preguntas típicas para conocerse mejor, incluso Taehyung se animó a sumarse a ellos sin problemas, dejando la biblia de lado y riendo con ellos de cada estupidez que inventaban los estudiantes.

Ése viernes de castigo fue genial. Y SeokJin agradeció que todos los chicos dentro del aula fueran de una mente abierta, aunque vacía.

 

 

 


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