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Religión. por Miss TaeGi

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NamJoon tenía Historia los Lunes a las 9:30 de la mañana, después del receso de diez minutos que les cedían a los alumnos. Era una clase que duraba hasta el próximo receso de las 11:20, bastantes horas sin descanso entre libros viejos y rotos que casi no servían.

Habían enseñado lo básico, quiénes fueron los primeros gobernadores, las leyes de antaño, incluso los medios automovilísticos. Ah, pero éste año lo van a matar al niño.

-¿Alguien saben qué rey reinaba en la época donde nació Jesús?—preguntó chillonamente la profesora Lee, caminando por el salón con tacón ajuga blanco, falda acampada de un tono rosa claro y la camisa blanca de siempre. Los anteojos redondos y gruesos, el pelo siempre recogido en un rodete que estiraba sus cejas y las arrugas que se acumulaban en sus ojos, una biblia abierta sobre las manos arrugadas y sin anillos.

-Perdón, ¿pero no podemos ver algo que sí importe?—NamJoon siempre había sido directo cuando algo aburría o no servía, cuando sentía que esas cosas no funcionarían dentro de una vida llena de labor y dinero. Ni se molestó en levantar la mano, o en usar un tono amable ante sus tajantes palabras.

-¿Por qué dice eso, señorito NamJoon?—preguntó la profesora deteniendo el sonido cortante de sus tacones sobre el suelo de madera. Tratando de sonar amable y comprensiva, la señora Lee sólo lo miró sonriente, creando sólo más arrugas en sus mejillas, remarcando las marcas de sonrisas y esos hoyuelos mal hundidos.

-Porque me parece un desperdicio que enseñen algo que está en un libro que parece más de ficción que otra cosa—no tuvo censura cuando habló, dejando su bolígrafo de lado y mirando aburridamente a su profesora—¿De qué mierda me sirve saber de un tipo que apenas sabemos si existió?

-¡Pero qué niño tan desacatado!—la profesora volvió a caminar velozmente, tan rápido como sus tacones se lo permitían, y dejó de un golpe la pesada biblia sobre el escritorio, volviendo a clavar la mirada sobre NamJoon Kim como el resto de la clase—¡Ya mismo va a buscar su llamado de atención! ¡No, mejor aún! ¡Ahora se va a la oficina del director y ni se le ocurra salirse del camino!

NamJoon sólo rodó los ojos, cansado de todo aquel dilema. Consideraba demasiado hipócrita que los maestros fueran muy creyentes y dependientes de Dios cuando era más seguro que, al salir del colegio, mandarían al infierno a cada persona que se cruzaran por la calle.

Quejarse no podía, además que no quería. Recibió siempre las burlas de sus compañeros por su… ¿Cuarto llamado de atención en dos meses? Si seguía así podría tener una suspensión de una semana; ya se sentía demasiado decepcionado de sí mismo cuando entregaba la nota a su madre, donde se la citaba para firmar su penalización por un comportamiento fuera de lugar en un establecimiento elegante y culto.

Tocó un pequeño trozo de una famosa canción contra las ventanas gruesas de la puerta que daba al despacho del director Min. No era la primera vez pisado esa alfombra pálida que se aspiraba dos veces por semana.

-Pasa, NamJoon—ah, como si fueran viejos amigos, y amigos no tienen nada. NamJoon entró confianzudamente, saludando con la mano al directos Min, cerrando la puerta con cuidado. Ha pasado que una vez, sin querer, dejó la puerta algo abierta, y justo la ventana detrás de YoonGi también estaba abierta. Y un viento fuerte entró azotando todo a su paso, revolviendo los papeles apilados del director y cerrando vehemente la puerta, provocando que el cristal se resquebrajara.

-Buenas, Director, ¿cómo ha estado hoy?—con una sonrisa de oreja a oreja, NamJoon entró, sacudiendo su negro cabello sólo para intentar acomodarlo. Apartó las cadenas que se colgaban de su pantalón y se sentó frente a YoonGi, sonriendo inocentemente.

-¿Qué hiciste ahora?—YoonGi dio media vuelta en su silla giratoria, mirando aburridamente a NamJoon. Ése día decidió utilizar poca ropa y algo claro, los días acalorados de otoño que acercaba septiembre eran de esperarse, pero eran pocos concurridos ya que Inglaterra era en sí, un lugar demasiado húmedo. Una camisa blanca, la típica corbata negra con franjas en azul que no se notaban al instante, sus pantalones justo en la cintura de un tono gris, y sus bien lustrados zapatos negros. Siempre peinaba sus cabellos a cada costado de su cara, remarcando esa línea divisora que recaía contra sus mejillas y hacía más redondos sus cachetes.

-Nada, sólo no estuve de acuerdo con una profesora y me mandó aquí—se encogió de hombros, suspirando aburrido. Bajó la vista hasta el cenicero de vidrio que poseía el director contra una esquina del escritorio, escondida detrás de su vaso de plástico donde colocaba todos sus lapiceros— ¿anduvo fumando otra vez?—rió sardónico.

-Lamentablemente, el estrés es demasiado—no sabía por qué le contaba esto a su alumno, pero era bueno desahogarse de vez en cuando—; cuando te transfirieron aquí a mitad de año, acordamos con tu madre que acatarías todo lo que los profesores dijeran, no puede ser que sigas tan apegado a tu ciencia. Pero bueno, cómo dicen, los viejos hábitos se arraigan.

-Si… ¿El viernes dos horas?—preguntó casual, notando el ligero pero obvio cambio de tema de parte de YoonGi.

-No hace falta que te dé el papel, ¿o sí?

-Sólo quiero saber si va a estar el profesor Taehyung—sinceramente, aquel profesor fue bastante amable y terminó por caerle más que bien. Fue comprensivo y no utilizó una biblia de por medio para justificar cada oración que dijera.

-¿El de primaria?

-Es bastante bueno con nosotros.

-Si así siguen las cosas entonces tendré que ponerlo de encargado del salón de castigos—bromeó YoonGi, recordando el hastiado comportamiento del novato la semana pasada, con esa actitud segura y demasiado buena para ser él mismo.

-Eso sería genial, Director.

 

*¨*¨*¨*

Taehyung corría dentro del colegio, había previsto una reunión con el director a eso de las 13:20 e iba diez minutos atrasado. ¿Por qué? Ah, sí, su debilidad siempre habían sido los juegos en línea. Supuestamente, la partida duraba cinco minutos, no veinte; lo bueno de todo ello es que logró ganar más de un cofre que beneficiaría a todo su equipo.

Intentó peinarse y relajarse segundos antes de entrar al despacho del director, olfateando a su alrededor para comprobar que la pequeña corrida que se dio no lo había hecho sudar demasiado. Acomodó su camisa dentro de sus pantalones, deslizó sus lentes sobre su tabique, y rezó para que nada saliera mal.

-¿Director Min?—preguntó, tocando suavemente los vidrios gruesos de la puerta, notando que ésta estaba abierta. Atrevido, y asegurándose de que nadie anduviera por los pasillos y lo viera, entró a la oficina con sumo cuidado.

Apreciaba los lugares ordenados que mantenían un aroma natural, alejando esos perfumes artificiales que provocaban estornudos y picor sobre su nariz. El lugar de YoonGi era así, con la fragancia ligera de madera, libros, tinta, ropa planchada y la textura abrigadora de alguien de confianza. Pero un olor sumamente raro lo tomó desprevenido, amargo y adictivo, espeso que dejaba un rastro gris en el aire. Tosió un poco, mal acostumbrado a tal curioso aroma, y encontró de dónde provenía.

Un cigarrillo mal apagado sobre el cenicero de vidrio, la punta del cigarro mordida, casi consumido completamente. No era el único allí, pues era rodeado por muchas cenizas que se habían acabado esa misma mañana. Cuando lo miró más detenidamente, se dio cuenta que aquél cigarrillo había sido dejado estratégicamente para que no se apagara, ¿pero quién?

La silla de cuero del director estaba vacía, las sillas que tenía para las reuniones frente a su escritorio también, no había nadie detrás de las delgadas cortinas que vestían las ventanas donde YoonGi apreciaba el mundo exterior, los cielos grises y la lluvia resbalar por los vidrios. Es cuando una persona detrás de él tose falsamente, sacándole más de un grito a Taehyung.

-¿Qué hace espiando en mi oficina, profesor Kim?—intrigado y algo molesto, YoonGi tomó la palabra, sin inmutarse de la cara de horror que tenía el ajeno, yendo directamente hacia su escritorio, cuando se da cuenta que su cigarrillo seguía encendido, y decide apagarlo con rapidez e insistencia—, lamento eso.

Si los eclesiásticos se enteran que ando con adicciones me despido de mi puesto en la iglesia, piensa internamente y con las mejillas coloradas y los ojos un poco más abiertos.

-¿No que en los mandamientos se dice que no fumarás?—se mofa Taehyung cuando el susto ya había pasado, viendo la desesperación de YoonGi por limpiar las cenizas del cristal y arrojarlas a la basura, buscando su aromatizante o algún incienso que excusara la presencia de humo.

-También dicen que debemos amar a nuestro prójimo, pero hay más delitos por asesinato que otra cosa—aliviana, sonriendo ladinamente y con su toque discreto sólo para mantener su seriedad impecable al público.

El escritorio limpio, el incienso de lavanda encendido y las ventanas ligeramente abiertas, todo perfecto para que la reunión privada con Taehyung Kim fuera tranquila.

-Lo cité aquí hoy para hablar sobre la educación dentro del salón de castigos—contó YoonGi con las manos entrelazadas sobre el escritorio, los codos en el aire, la mirada cansada y la vergüenza ya ida. Alzó una ceja al notar los nervios de Taehyung, demasiados predecibles para su gusto, y continuó—; quiero que se haga cargo de ella a partir de ahora.

-¿Yo?—preguntó incrédulo, acercando a rastras su asiento sin importarle la alfombra— ¿por qué? Ah, también tenía otras preguntas acerca de usted pero no sé si son adecuadas.

-NamJoon Kim, repitente de segundo año, fue el que propuso la idea. Por casualidad las hermanas siempre se reúnen a rezar frente a Cristo todos los días después de clases, no puedo evitar que sigan alabando a nuestro Dios. Y con respecto a tus preguntas, puedes hacérmelas con confianza—una media sonrisa torció sus labios, una mueca amable que Taehyung tomó tiernamente.

-Director Min, ¿por qué es director a tan corta edad? ¿Le crece la barba? ¿Por qué la iglesia es tan importante? ¿Y si aplicamos un poco la ciencia a las materias como química o biología? ¿Por qué mi sueldo es menor que el de mis otros compañeros? ¿Es porque mi piel es más oscura?


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