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Punto de Quiebre por minima

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VIII

Uma y su tripulación, junto a toda la descendencia de los piratas estaba más que feliz de navegar en el mar por primera vez en completa libertad. Ella era la capitana del Jolly Roger, mientras que el otro par de navíos que le seguían eran manejados por las hermanas de su primer oficial Harry Hook, Harriey y CJ Hook.

Después de su escapada más que exitosa la hija de la bruja del mar sentía que podía devorarse al mundo entero, sensación que solo aminoraba solo un poco al saber que este plan y el éxito de este no había sido su completa responsabilidad, ni su madre ni otro de los padres enseñaron muy bien a trabajar en equipo que digamos, mucho menos con tus acérrimos enemigos.

Cuando supo que Mal y sus compinches venían a sus territorios, la bahía pirata y más específicamente al mugriento restaurante de su madre, estaba segura que la hija de Malefica venía a buscar pelea, y si era lo que buscaba se lo daría con gusto, decir que salió con más de una sorpresas y sus suposiciones equivocadas esa noche seria poco.

“Negocios” había dicho, y de buenas a primera pensó que sería una jugarreta de aquella hada de pelos morados y estaba lista para arrojarla a patadas de su territorio con más que un escarmiento, pero cuando apareció Carlos De Vil en su establecimiento, quien estaba presuntamente muerto, pensó que la hija de Maléfica estaba preparando algo realmente grande, y si tenía la oportunidad en bandeja de plata, se lo quitaría.

Pero el “negocio” en si había crecido en escala y en magnitud que ni en sus más locos sueños hubiera esperado, ¿escapar de la isla? Era lo único en que la población de la isla podría estar de acuerdo, ¿trabajar juntos para lograrlo? No tanto. Pero si excluías del plan a los principales opositores u los causantes de que todos los jóvenes de la isla hubieran nacido en esa mugrienta prisión, las cosas tomaban un giro más que beneficioso, como lo que acaba de comprobar con su exitoso escape reciente.

Con el tiempo llego a comprender ese loco plan, y por qué habían ido con ella primero, no solo porque tenía un barco y sabia navegar (al menos en teoría), sino porque esto hubiera sido un rotundo fracaso si no existía la colaboración de todos ellos, y recurrieron a ella porque sería la más difícil de convencer debido a su enemistad con Mal.

Aun detestaba a la chica de ojos verde brillantes, pero soportarla había valido la pena.

-Ugh ¿Por qué se tiene que mover tanto esta cosa?- se escuchó la voz de Gaston Jr quejarse.

-Es un barco cabeza de musculo, tienden a moverse después de todo se consideran un medio de transporte- respondió sarcásticamente Harry que al igual que su capitana irradiaba de una felicidad que rayaba en la locura, había subido al nido del cuervo del barco y bajado con una soga hace poco solo para ver más de cerca este cielo azul según él y cerciorarse que no era una ilusión o algo así.

-¿Pero tanto?- Gaston tercero comenzaba a ponerse algo verde.

-Oh Gil, ¿Cómo es posible que estos sean tus parientes?- Harry rodo los ojos al ver al par de cazadores listos para arrojar su desayuno en cualquier momento mientras que su hermano menor parecía tan feliz como Uma y él.

-Siempre me han dicho que me parezco más a mamá- respondió el rubio pirata.

-¡Hey ustedes cabezas de chorlito! ¡No se atrevan a vomitar en mi barco! ¡Háganlo y los hare comer de nuevo todo lo que saquen!- grito la capitana señalando al par de gemelos Gaston quien al imaginar tal escena se inclinaron sobre la borda y expulsaron todo lo que tenían en sus estómagos, al menos lo estaban tirando en el mar y no en el barco.

Uma dio una rápida repasada a la toda su tripulación, satisfecha se sintió al ver que ninguno de ellos mostraba signos de debilidad o mareo, ¡qué vergüenza sería un pirata mareándose por un poco de oleaje!

Ella estaba más que segura que no sufriría esa clase de malestar, no solo porque se consideraba una pirata sino por la naturaleza misma de su ser, tenía dos piernas, pero aún seguía siendo una creatura marina como su madre.

En cuanto al resto de pasajeros, no solo el par de gemelos Gaston que demostraban mareos, pudo reconocer a alguna de las hijas de las hermanas malvadas de Cenicienta abanicarse rápidamente como si necesitaran más aire de lo que había alrededor o trataran de espantar el mareo, el único varón de la familia parecía que no le afectaba de buenas a primeras los efectos del oleaje, pero podía ver como se agarraba fuertemente de la borda hasta hacer sus nudillos resaltar en blanco, o estaba tratando de guardar un semblante firme para evitar mostrar nauseas o el estirado muchacho temía al salvaje movimiento del mar.

Vio al grupo de Mal, la presumida se encontraba recargada en el mástil del barco como si todos los días fuera de paseo en barco; la hija de la reina malvada siempre tan compuesta parecía un poco más pálida de lo que ya era, para su sorpresa saco un frasco de su bolso y le dio un trago rápido y en total discreción para recuperar luego un poco más de color en sus mejillas, tal vez otra de sus pócimas, no le extrañaría que la princesita haya logrado preparar una que específicamente funcionara contra el mareo y las náuseas, después de todo ella había logrado preparar las que se les dio a los adultos de la bahía pirata para dejarlos noqueados y no causaran problemas; y el par que faltaba, bueno, que la parte un rayo y le claven la lengua a su mástil si ese par no parecía que se estaba abrazando, Jay tenia uno de sus fuertes brazos sobre los hombros de Carlos mientras miraban desde la punta de su barco donde aún se encontraba el artilugio creado por el más joven el paisaje que se les presentaba ante ellos.

Si hace unos años se hubiera enterado que tan útil seria esa cabeza blanca y los resultados que llegaría a dar lo hubiera hecho parte de su tripulación inmediatamente y planeado la fuga de la isla desde hace mucho, pero ni ella ni nadie pensó que gracias a uno de los mas debiluchos, nerds e inofensivos de la isla se encontrabe la llave de su libertad. Ya no subestimaría a nadie solo por sus primeras impresiones.

Pero eso no importaba, solo que era libre, ni su madre o los “refinados” príncipes de Auradon o su rey niño la detendría a ella o a su tripulación de surcar los mares como siempre debió ser, y si ese tonto rey Triton se interponía enterraría su tridente en toda su gloria en su cuerpo, como debió haber hecho en un principio su madre y no convertirlo en un animalejo.

Una vez probada la libertad, la VERDADERA LIBERTAD, no la dejaría ir aun si eso significaba la muerte a regresar a esa asquerosa isla.

*+*+*

Cuando el capitán Hook despertó tenía un enorme dolor de cabeza y la garganta amarga, la resaca de bebidas caducas hacia eso, debió beber galones ya que aún sentía el suelo moverse.

Oh, en realidad el suelo se movía.

-¡Smith! ¡Smith!- llamo a su fiel primer oficial a todo pulmón, un bulto a su lado se movió y la cabeza canosa del pequeño hombre se asomó.

-¿Qué? ¿Si mi capitán?-

-¡¿Qué diantres está pasando?!-

-¿Qué pasa con qué?-

La casa hecha con desperdicios de madera que trataba de imitar lo mejor posible a su amado barco crujía y se estremecía de un lado a otro, varios de sus hombres seguían en el suelo roncando o quejándose en voz baja mientras algunos pedazos de madera caían sobre ellos, no los suficientemente grandes para aplastarlos pero si para dejar un enorme chichón.

-¡Levántate haragán! Un terremoto, un terremoto acabara con nosotros- caminando a zancadas largas y pateando a la mayoría de sus subordinados en el proceso procedió ir a la salida.

Recordaba que uno de sus subordinados había traído cajas de botellas de licor y habían aprovechado para beber toda la noche, y luego… negro.

Al abrir la puerta pensó que aun tenía demasiado licor en su sistema, ya que había un cielo azul sobre su cabeza.

*+*+*

Los villanos también sueñan, pero si alguien más que no estaba inclinado a las preferencias de actos malignos y fechorías pensarían que estos eran horrendas pesadillas; Malefica soñaba, por impresionante que esto sonara, soñaba con sus días de gloria, como los reinos temían y temblaban con el solo mencionar su nombre, reyes y reinas ni sus ejércitos se atrevían a hacer algo contra ella, podían intentar defenderse pero eso solo era como intentar detener la lluvia con una mano desnuda.

Malefica soñaba también con su venganza, no sería tan piadosa como la vez que maldijo a la princesa Aurora, los padres sufrieron esos años por la anticipación de la cúspide de su maldición, años de espera alejando voluntariamente a su hija y tratando de esconderla del peligro que era ella, ingenuos, se maravilló con el sufrimiento que ellos mismos se causaron al decidir dar a su bebé a tres tontas hadas sin verla crecer, llamarlos padres, tantas bobas cosas que los padres esperan con la paternidad, pero fue demasiado benevolente con esa princesa, ella amaba ver sufrir a sus víctimas por el mayor tiempo posible, 100 o mil años de sueño de la maldición llevarían al reino a la ruina y al olvido, pero de nuevo, esas tontas hadas y ese príncipe intervinieron.

En aquel tiempo debió ser implacable, aparecer en el salón del trono del rey y quemar a todos los presentes con fuego avasallador, y ella se regodearía en sus gritos como el más hermoso de los coros, y justamente había tenido esa segunda oportunidad, y ÉL le había prometido cumplir sus sueños pero entonces estos se volvieron solo sueños, y hasta que ella misma lograra salir de este mugriento pedazo de tierra lo cumpliría.

A veces sus sueños eran tan vividos que podía escuchar los gritos de la gente en sus oídos, pánico, horror, confusión y dolor, tantas cosas horrendas mesclados con la agonía, fue cuando logro abrir los ojos que se dio cuenta que los gritos la siguieron a la realidad.

Los gritos no le molestaron, y apenas se dio cuenta como algunos escombros de su viejo castillo caían al piso, lo que le molesto fue el dolor que atravesaba su cuerpo; el dolor no era ajeno para ella, ser la villana más temida implicaba que había tenido su buen número de enfrentamientos antes de perfeccionarse aunque jamás lo admitiría, además aún conservaba una desagradable cicatriz en su pecho de aquel enfrentamiento con aquel príncipe y las patéticas hadas, en las noches más heladas esta pulsaba como si sintiera el filo invasor de la fría cuchilla de la espada reforzada de magia blanca aun incrustada en su pecho.

Así que el dolor no era extraño para ella, sin magia en la isla, que fue como perder una extremidad para una creatura para ella, con el hambre oprimiendo su estómago cuando no había suficiente provisiones los primeros días de residencia en su inmunda cárcel, sentir el frio, el calor o cualquier sensación como un humilde mortal, en fin, el dolor o las cadencias no eran extrañas para ella, solo alimentaba más su sed de venganza, pero este que le atravesaba el cuerpo era desgarrador.

Era… era… era como el primer día que despertó en la isla, creía haber muerto por segunda vez, pero en lugar de encontrarse en las profundidades del averno estaba en la isla, rebajada a una existencia similar a la de los mortales, algo más humillante para agregar aparte de haber sido derrotada por segunda vez por las fuerzas de los héroes.

Se sentía entumecida y adolorida, sumamente cansada a pesar de que acababa de despertar, y al asomarse al balcón de su castillo pensó que estaba soñando, porque veía ante sus ojos un asqueroso tono azul cielo en contraste de gritos de pánico de la gente de la isla.

¿Libres? ¿Eran libres?

Otro terremoto sacudió el castillo y la tiro al suelo.

El dolor de las palmas de sus manos la despertó aún más al caer, pero fue justo lo necesario para que su mente comenzara a trabajar y pensar en escapar.

Necesitaba su cetro de dragón, con su magia… pero al llegar a su habitación donde su cetro mágico se encontraba se encontraba con el incontrolable graznido de Diablo, su cuervo, lo más cercano a un amigo, encerrado en una jaula.

-¡Diablo! ¿Quién se atrevió a hacerte esto?-

Cadenas y candados rodeaban la jaula del ave negra, y donde debería estar su cetro no había nada, solo un grafiti con el lema de la isla… no, no era el lema aunque parecido.

Larga vida a MAL.

Su hija le había traicionado.

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